Te regalo toda una vida de amor Capítulo 91

—Así que todavía recuerdas mi nombre, ¿eh? —Lucas se adelantó para darme unas palmaditas en la cabeza de una manera bastante íntima. Sin embargo, sólo lo había visto una vez, no diría que era tan cercano a él.

Por lo tanto, respondí con una risa incómoda mientras Lucas empezaba a interrogarme en tono inquisitivo.

—Vi el vídeo en Internet, no puedo creerlo Mayra, seguro que te relacionas con muchos hombres. ¿Estás tratando de enfurecer a Santiago? —comentó. No tenía nada que ver con Santiago y no tenía derecho a enfadarse conmigo. Sin embargo, me sentí preocupada porque parecía que mis asuntos privados se estaban extendiendo por la mesa para que todo el mundo los discutiera abiertamente. ¿Quiénes son ellos para hacer esto?

—¿Qué tiene que ver esto con Santiago? —pregunté. Sin embargo, Lucas no me estaba escuchando en absoluto: me estaba tomando el pelo con una mirada juguetona.

—Solía quererte tanto, tanto… que sólo oír tu nombre me producía un cosquilleo en la espalda. Habría saltado delante de un carro por ti. Todavía me pongo nerviosa cuando te miro —dijo. —No puedo creerlo parecías muy sincera cuando decías todo eso. Esto significa que hace dos meses seguías saliendo con otro hombre. Me pregunto qué estará pensando Santiago ahora, probablemente quiera estrangularte, —comentó Lucas.

El hecho de que Lucas pudiera recitar todas y cada una de las palabras que yo había pronunciado la noche anterior ya me había sentado como una puñalada en el corazón. Lucas lo empeoró aún más sacando el tema de Santiago. Lucas estaba realmente indagando en todos mis puntos débiles.

¡Lucas! —grite.

Cuando vio que estaba enfadada, dejó de burlarse de mí y pasó al tema principal.

—Estas son las noticias serias, he venido a traerte unos contratos.

—¿Qué contratos?” —me quedé asombrada.

—Son de Soluciones Genova, —dijo Lucas.

—¿Por qué quieren los Genova firmar un contrato con los Esquivel? ¿Te dijo Santiago que me trajeras esto?  —volví a preguntar.

—¡¿Por qué le llamas por su primer nombre?! —Lucas me lanzó una mirada de reojo.

Me quedé sin palabras. ¿Acaso los nombres no son para tutearlos? Le ignoré y él siguió hablando después.

—No me dijo directamente que te entregara ningún contrato, pero mencionó algo sobre la caída de las acciones de tu empresa. Mencionó que necesitarían algunos nombres nuevos para aumentar el valor de sus acciones, así que pensamos que Soluciones Genova podría ayudarles entregándoles algunos contratos. Santiago se limitó a asentir con la cabeza, así que supuse que estaba dispuesto a asociarse contigo.

—¿Estás agradecida de tenerme Mayra? —Lucas estaba claramente esperando a que lo elogiara. Me había tratado completamente como a un miembro de su familia, y yo se lo agradecía, pero realmente no necesitaba los contratos de Soluciones Genova en aquel momento.

Había decidido que había ciertas cosas de las que tenía que ocuparme por mi cuenta. —Gracias, Lucas. Sin embargo, he decidido ocuparme de los asuntos de los Esquivel por mi cuenta. Confío en que todo mejore en el futuro, yo también tengo algunas estrategias, ¿sabes?

Rechacé la oferta de Lucas con amabilidad. Sólo tenía catorce años cuando me hice cargo de la empresa y había pasado por muchas cosas yo sola. Sabía que esta vez era capaz de afrontar las cosas sola.

—¿Acabas de rechazar nuestra oferta? —Lucas estaba sorprendido.

—Mira, Lucas; todo el mundo sabe que Santiago fue quien me llevó. Si ahora me asocio con Soluciones Genova, ¡tendré que depender de Shawn el resto de mi vida! —le conté mis preocupaciones.

No habría igualdad ni competencia si todos los recursos de los Genova estuvieran a mi disposición. Esto no ayudaría al crecimiento de la empresa. Además, a la larga, el público acabaría percibiendo el Corporativo Esquivel como una subunidad de Soluciones Genova. Eso no era lo que yo quería.

Al oír mis palabras, Lucas se me quedó mirando como si fuera una joya escondida.

—¡Seguro que sabes lo que pasa, Mayra! Para ser sincero, había unas cuantas empresas igual de grandes que pidieron ayuda a Soluciones Genova para formar asociarse. ¿Quieres adivinar qué les pasó?

—¿Qué? —pregunté.

—Las empresas que vivían bajo la luz resplandeciente, acabaron siendo devoradas por nuestra empresa. La familia Genova tiene el poder de luchar contra un ejército y detener el caos en el mundo exterior. Prácticamente podemos proteger a cualquiera que lo necesite —pronunció Lucas.

La familia Genova significa Santiago. No sabía que fuera tan capaz, pero ¿por qué siempre se lesionaba?

Estaba a punto de separar los labios para hacer esta pregunta, pero Lucas dejó escapar una sonrisa antes de responderme.

—Le gusta correr riesgos por su cuenta.

Me quedé sin habla. ¿Se está haciendo todas esas lesiones sólo para divertirse? Debe de estar mal de la cabeza.

— ¿Es masoquista? — pregunté después.

Lucas soltó una carcajada.

—¡Eres carne muerta! Nadie dice eso de Santiago. Voy a contárselo cuando vuelva.

Me quedé sin habla una vez más. Lucas está a punto de cumplir veinte años, ¿por qué sigue siendo tan infantil? No podía molestarme en hablar con él. Finalmente, se llevó los contratos y se marchó de Bristonia. Vino y se fue con tanta prisa. Probablemente no tenía nada mejor que hacer.

Cuando se fue, volví a la empresa y me encontré a gente del departamento de relaciones públicas pensando en cómo resolver el asunto. Se les estaban ocurriendo ideas muy oficiales y formales que los internautas de Twitter nunca creerían. Fruncí el ceño antes de entrar a mi oficina. Esa misma tarde, mi asistente me dijo que las acciones de los Esquivel habían caído otro 2%, eran 400 millones.

Como todo el incidente acababa de ocurrir hoy, las cosas tardarían un día en asentarse antes de que las acciones volvieran a desplomarse al día siguiente. Tenía que encontrar una manera de salvar el Corporativo Esquivel. Anteriormente, Nicolás había gastado algo de dinero en ocultar todos los vídeos de Manolo y yo besándonos; las acciones de los Esquivel no parecieron caer mucho durante ese tiempo. Después de ese incidente llegó el vídeo en el que me arrodillaba ante las puertas de la iglesia y tiraba mi orgullo por la borda. Esto provocó una caída del 5%, unos 1,000 millones en acciones. Después de este enorme chisme entre Cristóbal y yo, las acciones ya habían sufrido una caída del 2% el mismo día. No podía imaginarme cómo serían las cosas al día siguiente.

La familia Esquivel iba a pasar apuros bajo tan enorme presión. Una vez que la familia Esquivel estuviera visiblemente agotada, las otras familias que llevaban mucho tiempo resentidas con nosotros empezarían a tomar medidas. Además, Nicolás había tomado mucho de mi familia después de nuestro matrimonio de tres años. La familia Esquivel estaba en peligro esta vez. Me sentí extremadamente ansiosa, especialmente después de que el presidente Ferreiro me llamará por la noche, quería reunirse inmediatamente conmigo mañana a primera hora.

Todo el sector empresarial estaba enterado de mi regreso a Bristonia incluso antes de que entrará en mi despacho aquella mañana, así que no era ningún secreto. Había pensado inventar alguna excusa para rechazar al hombre, pero el presidente Ferreiro no parecía dispuesto a aceptar un no por respuesta. “Estoy en la cafetería que hay debajo de tu despacho, Regina.

Era un veterano, y había venido hasta aquí para visitarme, ¡así que sería una maleducada y una desvergonzada si seguía insistiendo en rechazarle

—Allí estaré, —respondí finalmente después de pensarlo un poco. Conocía bien al presidente Ferreiro. Era un padre que siempre defendía a Nicolás y un suegro que a menudo me consolaba. Era un suegro realmente bueno. Oh, tal vez debería llamarlo mi exsuegro.

Después de un rato, bajé las escaleras y me encontré con que el presidente Ferreiro ya había preparado una nueva tetera. Me hizo un gesto para que me sentara cuando me vio. Después de sentarme, eché un vistazo al sombrío cielo exterior.

—No creo que Bristonia haya tenido un solo día soleado.

Siguió mi mirada y miró por la ventana antes de suspirar.

—Sí, esta ciudad ha sido igual durante los últimos sesenta años de mi vida, —respondió. Bristonia era un lugar sombrío y frío, igual que mi corazón roto. Me di cuenta de que no me convenía quedarme en este lugar.

Entrecerré los ojos al fijarme en un hombre apuesto que estaba de pie junto al borde de la carretera.

—¿Le estás ayudando con esto? —pregunté. ¿Está intentando ayudar a Nicolás a invitarme a salir? El presidente Ferreiro lanzó una mirada exasperada a Nicolás, que fumaba un cigarrillo al borde de la carretera.

—Fue él quien insistió en seguirme. Ha cometido demasiados errores, Regina. No puedo pedirte perdón, ni que le des otra oportunidad. Sólo… me gustaría que pudieran ser felices juntos, pero comprendo que hay cosas que no se pueden forzar, así que no quiero hablar más de Nicolás. Todo depende de tu decisión, Regina —pronunció.

Me quedé boquiabierta mirando al señor. No esperaba que dijera algo así, ¡era completamente distinto del hombre que conocía! Me aferré a la taza de té mientras interpretaba sus palabras.

—No te preocupes. No apareceré en la familia Ferreiro con este cuerpo infértil mío.

—No me refería a eso —El presidente se apresuró a aclarar sus palabras.

—Nunca he pensado que la infertilidad fuera un problema…

Hizo una pausa, y yo levanté la vista para mirarle. —Entonces, ¿ha venido aquí sólo para pronunciar esas palabras de consuelo?

Mi voz era tranquila, y el presidente parecía bastante aturdido por ello.

— En realidad he venido por mi otro hijo, Cristóbal. Me gustaría hablarte de él —dijo el hombre con sinceridad.

Llamaba a Cristóbal su hijo. De repente, me di cuenta de que aquel día se había presentado en el papel de padre, y ya podía adivinar lo que iba a decir. ¡Qué brutal!

—¿Has visto el vídeo? —le pregunté.

—Sí, me sorprendió —el presidente Ferreiro dio un sorbo a su té para calmarse antes de continuar. —No me sorprendería tanto si Nick hubiera pronunciado esas palabras, ya que es un hombre más emocional, pero Cristóbal… —Llamó a un hijo por un apodo y al otro por su nombre completo; hasta un ciego podría decir hacia quién se inclinaba el presidente.

Bajé la mirada y bebí un sorbo de té mientras el hombre seguía hablando.

—Ese hijo mío es callado y reservado; en el pasado nunca se ha comunicado conmigo. A veces siento como si Nicolás fuera mi único hijo. Pero después de ver ese vídeo en el que te preguntaba cómo podías soportar renunciar a él… sentí que me dolía el corazón por Cristóbal, Regina. No quiero verlo así —pronunció.

—¿Qué intentas decirme? —le pregunté al presidente.

—No quiero que lo destruyas —respondió.

Me quedé sin palabras. Estar con Nicolás significaría que podríamos vivir felices para siempre mientras que estar con Cristóbal significaría que lo estaba destruyendo. No estaba segura de poder comprender la lógica del presidente.

—Por favor, no accedas a su petición —me suplicó el presidente. Quiere que le diga que no a Cristóbal… ¿Quién es él para decirme lo que tengo que hacer?

Me levanté de mi asiento y salí bruscamente de la tienda. Cuando vi a Nicolás, que había estado esperando junto a la carretera, no supe qué responderle. Acabé abriendo la boca en una mueca.

—No hables —le ordené.

Nicolás iba vestido con una camisa negra de manga corta, algo poco habitual. Su flequillo reposaba obedientemente sobre su frente mientras me miraba.

—No quiero escuchar ninguna explicación, ni quiero volver a involucrarme contigo. Te felicito. Al final te casarás con una mujer sana y tendrás un hijo.

Nicolás separó los labios, como si estuviera a punto de decir algo, pero al final se quedó callado. Pasé junto a él y regresé a la empresa. Cuando miré hacia abajo desde mi oficina, situado a más de diez pisos de altura, aún podía verlo allí de pie.

Aquella noche, Camila me llamó, pero bloqueé su número sin coger la llamada. Aún no sabía cómo enfrentarme a ella, así que decidí bloquearla y ocuparme de los asuntos de la familia Esquivel antes de pensar en ella. En el momento en que bloqueé su número, me di cuenta de cómo me había convertido en una mujer decidida. Podía seguir a mi corazón sin dudarlo en absoluto. Me quedé en la oficina y me dirigí a casa sólo cuando vi que Nicolás había dejado su sitio. Cuando salí del edificio, me recibió una brisa fría y relajante.

El tiempo refrescaba, así que decidí volver a casa caminando. En el camino de vuelta, compré unas flores. Mi intención era comprar rosas, pero en los puestos no vendían ninguna, así que compre otras flores antes de volver a casa. En el camino a casa, me di cuenta de que un par de pasos me seguían. Los pasos se acercaban cada vez más, y al final me di la vuelta con una sonrisa en la cara.

—¿Qué haces aquí?

La cara de la persona era igual a la de Nicolás, pero enseguida pude notar la diferencia entre los dos.

—Es demasiado tarde, te acompaño a casa —respondió Cristóbal con una leve sonrisa.

Eché un vistazo a la carretera principal. —Aquí no hay peligro —respondí.

—Claro, sigue caminando

La única intención de Cristóbal parecía ser acompañarme a casa; no parecía querer decir nada más. Así que me volví hacia el frente y continué caminando hacia mi zona residencial. Los pasos detrás de mí eran silenciosos, y entré a toda velocidad en mi condominio sin despedirme de él al subir. Dejé mis flores y me dirigí a mi ventana. Cristóbal seguía de pie en la entrada, y permaneció allí unos cinco minutos antes de marcharse.

Lo que estaba haciendo ahora me recordaba a cómo era yo hace cinco años. Ahora le tocaba a él seguirme. Parecía que Cristóbal podía encontrarme dondequiera que estuviera; era como si pudiera aparecerse delante de mi cara siempre que quisiera. Recordé lo que dijo sobre viajar por el mundo y conocer a gente influyente, y me di cuenta de que podía ser más poderoso de lo que pensaba, incluso sin haber heredado nada de la familia Ferreiro.

Me di la vuelta y recogí las flores antes de buscar un jarrón donde ponerlas. Después de lavarme y tomarme las medicinas, me tumbé en la cama, justo a tiempo para recibir un mensaje de Olivia. «Nunca he visto a nadie como él», decía el mensaje. Se refería a Cristóbal. Él era la única persona de la que hablábamos, y la mayoría de nuestras conversaciones eran unilaterales.

Estaba seguro de que todos los que habían visto el vídeo debían de haber oído lo que había dicho.

«Vine a buscarte aquí hace nueve años había dicho» Cristóbal y yo no estábamos hechos el uno para el otro.

Dejé a un lado mis remordimientos y me conecté a mi cuenta de Twitter y descubrí que canción la calle donde mora el viento, se encontraba en la sección de tendencias.  Muchos de los internautas parecían tristes después de escuchar la canción. Dudaba que entendieran realmente el significado de la canción; probablemente, la mayoría sólo seguía la tendencia y se sentía triste sin motivo.

Miré algunos comentarios y vi que muchos me insultaban. No tenía ni idea de lo que estaban pensando, probablemente no tenían nada mejor que hacer. En ese momento no había encontrado una solución a la situación, pero sabía que tenía que encontrarla antes de que saliera el sol. Mi departamento de relaciones públicas seguía trabajando en ese momento.

Salí de la aplicación y me quedé pensando un rato antes de responder al mensaje de Olivia. «Era la primera vez que le veía comportarse así, Olivia. No era lo que esperaba».

Lo ideal sería que Cristóbal se quedara como en el pasado, cuando nunca había aparecido en mi vida. Me resultaba difícil enfrentarlo en ese momento. «Me das mucha envidia» respondió Olivia. Su mensaje me dejó sin palabras: no sabía cómo responderle. Tenía la sensación de que iba a ser pretenciosa, no importaba cómo estructurara mi respuesta. Al fin y al cabo, fui yo quien conquistó a Cristóbal.

«No puedo permitirme estar con él» respondí después de un largo rato. Al fin y al cabo, Olivia no podía entender la distancia que nos separaba a Cristóbal y a mí. Estábamos demasiado lejos como para llegar nunca al lado del otro.

«A veces tienes que ser valiente, Regina» me escribió Olivia.

Claro, a veces tengo que ser valiente. Pero a veces ni siquiera tengo la oportunidad de ser valiente. Tengo tantas cosas que hacer, y Nicolás… No quiero volver a salir con nadie. Quiero liberarme. De todos modos, es bastante extraño que Olivia me convenza de estar con Cristóbal.

«Dejemos de hablar de él» respondí finalmente.

Oliva no contestó después. Si entendió lo que quise decir, probablemente sabía que no quería hablar más de Cristóbal. Salí de mi WhatsApp y dudé un buen rato antes de llamar a Santiago. Sin embargo, la línea estaba ocupada. Justo cuando estaba a punto de terminar la llamada, decepcionada, oí una voz ronca al otro lado de la línea.

—¿Mhmm? —murmuró. Por alguna razón, su voz me reconfortó.

—Santiago —grité. No respondió. Lucas me dijo que Santiago había visto el vídeo y yo me sentí totalmente impotente. Después de lo ocurrido con la familia Esquivel y todos mis problemas sentimentales, ya no podía contenerme para hablar con él.

—No soy una mujer coqueta. Simplemente acabé amando a la persona equivocada… Cuando me di cuenta, ya estaba demasiado metida —lloré.

—¿Qué intentas decir? —preguntó fríamente. Era como un robot sin corazón. No le importaban mis asuntos y ni siquiera sabía cómo consolarme en un momento así.

—No es gran cosa —respondí finalmente.

—Mayra —gritó bruscamente.

—¿Qué? —susurré.

Su voz helada llegó desde el otro extremo de la llamada.

—Pase lo que pase, todo esto forma parte de la vida. No importa si esto te trae alegría o sufrimiento, tendrás que afrontarlo y experimentarlo por ti misma —dijo.

¿Cómo se había convertido de repente en un oyente tan atento? Apreté los labios mientras le escuchaba hablar.

—El mundo exterior es un lugar duro y complicado. Por muy duro que sea, tendrás que intentar manejarlo por tu cuenta. Así que no tienes que decirme nada porque no te consolaré en absoluto. Sin embargo, quiero que tengas esto claro: pase lo que pase, por patético, simple o inútil que parezcas, siempre te protegeré.

—Santiago —murmuré.

Nunca había esperado que alguien tan callado como él pronunciara tantas palabras de una sola vez. Todo lo que decía parecía calmar toda la ansiedad que sentía en mi interior. Pero esa única frase afirmando que no me consolaría ¡fue realmente un asesino sin corazón!

—¿Sí? —respondió.

—Gracias —dije.

—No te preocupes —pronunció con frialdad. Realmente era la persona que mejor me trataba. Tomé una decisión en silencio antes de sacar mi teléfono y abrir la aplicación de Twitter. Había muchas cosas sobre las que quería escribir, pero tenía que organizar mis pensamientos. Escribí el título: «Los nueve años de Regina».

Estos nueve años me parecieron largos y cortos al mismo tiempo. Lo más duro fueron mis tres años de matrimonio con Nicolás, sobre todo en los últimos meses. En algún momento sentí que mi vida corría peligro. Camilo me salvó la primera vez, y Santiago me salvó la segunda. Camilo me salvó porque era de la familia, mientras que Santiago… Por alguna razón, me sentía segura cuando pensaba en ese hombre frío y despiadado. Parecía que había encontrado la fuerza a través del apoyo que me dio.

…

Puede que tenga que enfrentarme a la dura realidad yo sola, pero al menos sé que Santiago estará ahí pase lo que me pase. Sólo ese pensamiento me produjo una alegría desmesurada. Oh, Santiago, nunca me había sentido tan afortunada hasta que te conocí.

En el pasado, nunca había prestado mucha atención a la existencia de Santiago en mi vida. Sentía que sólo disfrutaba de sus cuidados incondicionales. Después, dejé el teléfono y saqué un trozo de papel blanco antes de escribir cinco palabras en letra cursiva.

«Los nueve años de Regina»