Te regalo toda una vida de amor Capítulo 90

Sus ojos centelleantes estaban llenos de preocupación mientras me contemplaba bajo el cielo nocturno. Estaba segura de que sería capaz de abrazar todo el universo en sus ojos si tuviera el valor de dar un paso adelante. Sin embargo, al final no me atreví a hacerlo.

—Lo siento —grité mientras sacudía la cabeza.

Cristóbal suspiró mientras bajaba la mirada.

—Tú también terminaste eligiendo a Nicolás hace dos meses. No sé en qué estés pensando, pero he decidido apoyar cualquier decisión que tomes. Mi mayor deseo es que encuentres la felicidad, sólo quiero que tengas una buena vida. Pero, señorita, no pareces nada feliz, así que ¿por qué no me das la oportunidad de volver al pasado?

¡¿El pasado?! Cristóbal y yo no compartimos un pasado en absoluto. Todo fue unilateral: yo fui la que lo persiguió durante nueve años, pensé. Las luces del pasillo de la escuela eran tenues, y me quedé de pie bajo ellas mientras me agitaba sin poder hacer nada. No sabía cómo responderle. Sin embargo, sabía a ciencia cierta que Cristóbal no era más que un sueño adolescente que yo tenía.

Sabía que no podía acercarme a él ni tomarle de la mano y mucho menos podría embarazarme.  Así que levanté la mirada y lo miré antes de alejarme de él.

—Solía quererte tanto, tanto… sólo el sonido de tu nombre me producía un cosquilleo en la espalda. Me habría tirado delante de un carro por ti, todavía me pongo nerviosa cuando te miro. Pero, Cristóbal, han pasado demasiadas cosas a lo largo de estos nueve años que llevaba persiguiéndote. Por ejemplo, me casé con tu hermano gemelo, Nicolás; me diagnosticaron cáncer y me consideraron estéril; me convertí en un chiste nacional… Cristóbal, ¿cómo podríamos volver al pasado después de todo lo que ha pasado?

Cristóbal pudo oír el miedo en mi voz y me consoló con un tono suave.

—No tienes que pensar en nadie ni en nada más por ahora. Sólo respóndeme: ¿quieres estar conmigo?

¿Que si quiero estar con él? Lo que quería era una respuesta simple y clara, pero simplemente no me veía regresando con él. Sabía que las cosas nunca podrían volver a ser como antes.

Tras una ligera pausa, habló con su voz cálida y suave.

—Vi el vídeo… y sinceramente sentí pena por ti. Me preguntaba cómo mi señorita se dejó intimidar por otra persona sin defender su postura.

Yo no me defendía cuando me acosaban… Apreté los labios antes de rechazarlo con el corazón encogido.

—Lo siento. No sé cómo me convertí en esta persona, y no sé por qué tengo tanto miedo de estar contigo ahora. Pero te estoy muy agradecida por todos los cuidados y el amor que me has dado —terminé rechazando a Cristóbal. No revelaba ninguna emoción en su rostro, pero pude percibir que parecía bastante triste.

—¿Puedes soportar abandonarme, así como así? —me preguntó en un tono suave y manso.

Una expresión de asombro se dibujó en mi rostro: nunca habría esperado que me hiciera una pregunta tan humilde. Lo pensé antes de responder con sinceridad:

—Una vez dijiste que hay demasiada gente en este mundo que nunca consigue lo que quiere. Independientemente de que pueda soportar dejarte marchar, al final tendré que hacerlo —respondí. Cristóbal merece encontrar su propia felicidad. No debería estar con una mujer estéril como yo, e merece una familia perfecta con hijos.

Tenía que admitirlo: lo que Nicolás dijo sobre mi infertilidad fue un golpe demasiado duro para mí. Resultó en una cicatriz que quedaría en mi corazón para siempre.

—¿Puedes escucharme tocar «Street Where Wind Resides» por última vez? —me preguntó. Esta fue la canción que inició todo entre Cristóbal y yo, así que supuse que las cosas también deberían terminar en el mismo punto. Sin embargo, parecía que seguíamos en la vida del otro incluso después de despedirnos unas cuantas veces. Éramos como viejos amigos que se reunían para hablar de nuestro dulce pasado.

—Me encantaría —pronuncié con una amplia sonrisa. Cristóbal entró al salón y yo me senté junto a la pared mientras escuchaba el piano, como en los viejos tiempos. Las lágrimas corrían por mis mejillas. ¡Supongo que nunca podré volver a mis años de adolescencia! La melodía, que duró cuatro minutos, llegó a su fin. Justo antes de que terminara, me levanté y me fui. La brisa veraniega levantó el dobladillo de mi falda y se llevó mis nueve años de amor inolvidable.

…

Era tarde cuando llegué a casa. Me acosté en la cama y leí los mensajes que me había enviado mi asistente. «presidenta Esquivel, las acciones de la empresa han bajado un 5% tras todos los rumores disparatados de los dos últimos meses. Sin embargo, todo lo demás está bien, y nuestras finanzas se ven bien. Esperamos tenerlo de vuelta».

Locos rumores… Probablemente se refiera al vídeo en el que aparezco suplicando a Nicolás bajo la lluvia. Soy la cara de la familia Esquivel, así que esto debe haber causado algún impacto en la compañía.

No respondí al mensaje de mi asistente, simplemente dejé el celular y caí en un sueño intranquilo. Me desperté en algún momento de la tarde y mi teléfono, que estaba en modo silencioso, tenía montones de llamadas perdidas de Camilo, Maya, Lucas, mi asistente, etcétera. Me sentía agotada con sólo mirar todas esas llamadas, al final, decidí checar mi WhatsApp para ver el mensaje que me había enviado mi asistente.

Revisa las tendencias, «presidenta Esquivel», decía. Algo me sonaba raro en el mensaje. Abrí mi aplicación de Twitter: la primera tendencia era «Regina Esquivel», seguida de «Cristóbal, el pianista» y «la calle donde mora el viento». La cuarta tendencia era «Los hombres de Regina». Los hombres de Regina… El término en sí me dejó sin palabras. Fruncí el ceño y entré en uno de los vídeos, allí encontré un vídeo de Cristóbal y yo, él arriba y yo abajo.

Me miraba con cariño mientras yo le devolvía la mirada con los ojos llorosos. Parecíamos una pareja perfecta bajo la luz de la luna. Este vídeo grabó cada uno de los fragmentos de la conversación que mantuvimos anoche, y fue filmado en tan alta definición. Podía oír nuestras voces. «Me esforcé tanto por buscarte. Te guardé en mi corazón durante nueve años mientras tú me perseguías durante nueve años» Después de eso, apagué el vídeo.

Cuando bajé a ver los comentarios, la mayoría me criticaban por ser una zorra. Ahora que lo pienso, he aparecido como tendencia tres veces en los últimos dos meses, todas por hombres diferentes. Supongo que puedo entender por qué los demás piensan así de mí. De alguna manera me convertí en el objetivo de todos.

«Me ocuparé de ello cuando esté en la empresa», le envié un mensaje a mi asistente después de salir de la aplicación de Twitter. Sabía que tendría que lidiar con esto en algún momento: las acciones del Corporativo Esquivel no podían permitirse fluctuar durante mucho más tiempo.

Mientras pensaba en los vídeos, de repente me sentí muy desafortunada. ¿Quién podría ser? ¿Alguien me siguió hasta el edificio de la escuela? Repasé una lista de mis enemigos potenciales, pero me di cuenta de que la mayoría de las empresas que tenían algún tipo de conflicto o competencia con el Corporativo Esquivel formarían parte de la lista. Había demasiada gente implicada, así que desistí y me quedé en la cama un rato más antes de meterme a bañar.

Después de cambiarme, me dirigí a la oficina. Me sobresalté cuando vi una cara conocida esperando fuera del edificio.

—¿Qué haces aquí, Lucas?