Te regalo toda una vida de amor Capítulo 77

—Cristóbal vendrá a recogerte. —Ella apestaba completamente a alcohol, aunque se comportaba bastante bien mientras yacía sentada en el auto sin decir una palabra, pese a lo borracha que estaba. Para el momento que llegó Cristóbal, ella ya se había quedado bien dormida y la frente del hombre se apretó en el instante que su mirada aterrizó sobre la mujer embriagada.

—Una disculpa por haberte causado problemas, Gina —me dijo—. ¿Me puedes ayudar a llevarla de vuelta al chalé Ferreiro?

De regreso a aquella residencia… Aunque, de cualquier forma, Nicolás casi nunca solía estar allí y tal vez no me iba a causar problemas que diera una breve visita a ese lugar; tras un tiempo de consideración, acepté ir.

No me senté en el asiento del conductor porque preferí sentarme atrás para echarle un ojo a Olivia en caso de que vomitara y Cristóbal fue quien nos llevó al chalé. Él estacionó el auto a la orilla del camino cuando llegamos, aunque no se llevó cargando a Olivia hacia la residencia; en vez de eso, fue a la entrada del lugar para pedirle a alguien más que ayudara. Un mayordomo salió rápidamente con dos mucamas siguiéndolo a sus espaldas y ellas se llevaron a Olivia adentro del chalé, luego el mayordomo se dirigió hacia Cristóbal y le preguntó:

—¿Va a entrar, joven Ferreiro?

—No. —Cristóbal negó para luego regresar al auto y llevarme de ahí. En el momento que estábamos a punto de irnos, mi mirada chocó con los ojos del mayordomo por accidente y no pude evitar sentirme exasperada ante la posibilidad de que le fuera a reportar a Nicolás que Cristóbal y yo estábamos juntos. Aunque no era porque temía que se fuera a enterar, pero yo no iba a permitir que él fuera a irrumpir en mi vida una vez más.

Cristóbal se mantuvo en completo silencio durante todo el trayecto hacia el chalé Esquivel; ni siquiera me molesté en informarle que ya me había mudado a otra parte debido a que planeaba volver a mi nuevo departamento por mi cuenta. Cuando llegamos al chalé, me dijo de un modo amable:

—Gracias por haberme hecho saber sobre esto, algo malo le pudo haber ocurrido a Olivia si no me hubieras dicho.

—No te preocupes por eso. —Sus palabras despertaron una sonrisa de mi parte.

—¿Qué hacías allí?

—Sentí la necesidad de salir a divertirme —le informé, pero luego mencionó algo totalmente fuera de tema, aunque ya sabía que vendría algún día.

—¿Por qué huiste el otro día, chiquilla? —No le podía responder, pero tampoco era una pregunta de la que me podía escapar. Los cielos lluviosos típicos de Bristonia estaban particularmente despejados esa noche y aquel hombre bañado en una luz de luna tenue que estaba en frente de mí lucía más apuesto de lo usual. De repente, mirándolo a sus ojos oscuros, acumulé suficiente coraje para decirle:

—No te puedo elegir, Cristóbal. —Ante mi respuesta, apretó sus labios con fuerza.

—¿Me puedes decir por qué? —Había demasiadas razones por las que no podíamos estar juntos, pero, al final, me quedé con una.

—Soy la ex esposa de tu hermano menor —le mencioné con calma.

—Chiquilla, eso no me molesta. —Tal vez él se había dicho eso, pero eso era algo que yo no podía aceptar, ¡en especial porque las cosas no eran tan simples como él las hacía sonar!

La imagen de su rostro era tan pasiva como el cielo azul, como si eso fuera algo rutinario. Yo siempre sospeché que lo que él consideraba como amor no era más que simple… simpatía; no le atraía tanto como él creía porque lo único que sentía por mí era lástima.

—Cristóbal —llamé en voz alta y él me respondió con una voz dulce:

—Aquí estoy, chiquilla.

Con un tono firme, le hice saber:

—Yo te amaba con todo el corazón hace nueve años. Te amaba como no te imaginas e incluso mandé a volar todo hace tres años para casarme con el que se hacía pasar por ti, ¡pero no fue hasta después que se me informó que tenía a la persona equivocada! Estuve deprimida por un tiempo, pero finalmente elegí a Nicolás. ¿Comprendes lo que trato de decir? ¡Lo escogí a él entre los dos! Tú y yo no podemos estar juntos y no tendremos un futuro juntos. Por favor, ¿no me podrías dejar ir?

Sabía que yo era quien estaba mal en todo esto, pero, aun así, elegí estar con Nicolás; al estar enamorada ahora de ese hombre, yo ya no tenía espacio para Cristóbal. No tomó más de un segundo para que un hombre tan inteligente como Cristóbal comprendiera lo que quería decir, quien cerró sus ojos y empezó a decir lentamente:

—Te daré todo lo que quieras tal como lo desees, chiquilla. Hubo varias ocasiones en las que me contuve de ir detrás de ti porque sé lo cansada que estás de mi presencia, pero las cosas siempre se mantendrán igual entre nosotros; me puedes llamar cuando sea que necesites algo de mí. Ahora es mi turno de esperarte en la calle en donde mora el viento.

Streets Where Wind Resides… Ahí fue donde nos conocimos por primera vez.

—Gracias —le dije con sinceridad con los ojos cerrados. Estaba agradecida de que Cristóbal había llegado a mi vida, a pesar de que era algo pasajero. Sin embargo, uno no siempre obtenía de la vida lo que deseaba y eso era algo que él mismo me había dicho antes. Yo seguía llena de gratitud, por lo que añadí—: Adiós, Cristóbal. Te veré cuando lo haga.

Mis emociones estaban tan erráticas después de que se fue que me tuve que hincar para calmarme un poco, pero fui azotada por una ola de mareo cuando intenté ponerme derecha una vez más; extendí mis manos de manera inconsciente para prepararme para la caída, pero nunca me hubiera imaginado que alguien me sostendría de la mano en ese instante. Me alteré y volteé a ver a la persona que estaba en frente de mí, pero sobresalté de la sorpresa cuando reconocí a ese hombre.

—¿Qué haces aquí? —Quedé boquiabierta ante su presencia. ¡Lo único que hizo Nicolás fue decirme que él había estado ahí durante todo ese tiempo y eso tal vez quería decir que había escuchado nuestra conversación! Fue un tanto inesperado cuando levantó su mano para frotarme la mejilla con cariño de la nada mientras que suspiraba.

—Estoy contento de que lo hayas rechazado, pero este lado tuyo… Eres mucho más cruel de lo que crees, Gina. —Lo único que lograron sus palabras fue irritarme y siseé.

—¿A qué quieres llegar para ser exactos?

—Gina, estoy haciendo esto por una razón que no puedo decir.

—No me toques. —Me quité su mano de encima con una bofetada. Tal vez tenía una razón por la cual hacía todo eso, pero de todos modos yo nunca la iba a aceptar.

—Jamás haría algo para lastimarte, Gina. —Después de decir eso, agachó su pecho y me jaló repentinamente entre sus brazos. Me sentía fastidiada y empecé a luchar al instante para escapar de su abrazo, pero él permaneció inmovible mientras que me sostenía—. Camila fue quien me llamó —admitió de repente. Lo único que hice en ese momento fue mirar hacia el cielo nocturno iluminado en silencio y dejé de forcejear para ese punto; él continuó explicando aún más—: Ella fue quien me contactó de repente. Gina, tengo mis propias razones por las que debo ceder a lo que pide.

De la nada, recordé lo que Leonardo me había dicho anteriormente esa misma noche con respecto a que ella era una doctora y que tenía un arma que podía usar en mi contra; algo conectó en mi mente en ese instante, había averiguado cuál era dicha arma. Le lancé una pregunta a Nicolás con un tono indiferente.

—¿De casualidad ella tiene alguna medicina que lograría curarme? ¿Te está amenazando con eso? —Nicolás se petrificó tan pronto como mis palabras entraron a sus oídos y eso solo confirmó mi suposición.

—Sí. —Por fin dijo con balbuceos después de un largo rato.

—Entonces, ¿te casarás con ella? —Al oír mi pregunta, me abrazó con fuerza, como si tuviera miedo de perderme.

—Ella me prometió que te curaría del cáncer en un santiamén, siempre y cuando me casara con ella. —Su voz sonó más áspera de lo común.

—¿Y qué te hace pensar que me puede curar…?

—Ya ha curado a varios pacientes durante los ensayos clínicos con el fármaco que desarrolló. Gina, ella lo puede lograr y debo decirle que sí porque quiero que tengas una buena vida en este mundo. —De haber querido que yo tuviera una buena vida, ¡no debió haberme explicado todo eso! ¿Qué era lo que planeaba obtener con decirme todos esos motivos sin sentido? ¿Acaso trataba de hacerme sentir mal a propósito? ¿Me había convertido en un hazmerreír en esos pocos días que anduve en Bristonia?—. No te quería contar en un principio, pero no puedo tolerar que seas fría y que te distancies de mí. —Camila jamás me curaría, solo utilizaba eso como una excusa para separarme de Nicolás. Pero, desafortunadamente, a él no le quedaba más opción que casarse con ella—. Me uniré en matrimonio con ella si viene a Bristonia.

Esa fue su declaración y yo sabía que le diría que sí a Camila si eso significaba que yo viviría; no obstante, yo no requería de ese tipo de ayuda.

—Ella no tratará mi condición —lo convencí—. Nuestro rencor tiene raíces muy profundas, solo hace esto para lograr su venganza sobre mí.