Te regalo toda una vida de amor Capítulo 67

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 67
La novia de Leonardo me dijo que la policía irrumpió en su casa y lo arrestaron sin ninguna razón. Regina no tenía idea de lo que había pasado, pero lo podía adivinar. El hombre llamado Carmelo parecía que lo odiaba a muerte. Cuando me secuestró, me dijo que mataría a Leonardo. Algo malo debió haber pasado entre ellos.

Colgué el teléfono y miré la hora. Era la 1 de la tarde y no tenía auto. Le tomaría horas a mi asistente llegar hasta aquí y llevarme a la ciudad. Debería de llegar allá como a las 5 de la tarde, pero Nicolás va a volver a las 7 de la noche. Me tomará horas en arreglar este asunto, no voy a tener tiempo suficiente para regresar. Nicolás se podrá furioso si se entera de que volví a salir. Además, el clima era perfecto para dormir, y estaba demasiado cansada como para hacer algo. Pero aún necesitaba ayudar a Leonardo.

Solté un suspiro y le envié un mensaje a mi asistente. Me recosté en la cama por un momento antes de levantarme de mala gana. Le tomará tiempo a Gabriel en llegar. Aún estaba en camino, incluso después de asearme y haberme puesto maquillaje.

Estaba hambrienta. Ayer fue un día de locos, y no había nada de comer. Fui a prepararme unos fideos, poco después de haber comenzado a comer, llegó el gato anaranjado y su amigo. Se sentó afuera de la puerta, viéndome, suplicándome con los ojos y continúo maullando. La voz del gato era horrible. Sonaba como un papel de lija raspando un pizarrón, como si se le hubieran roto las cuerdas vocales a una persona. Terminé de comerme mis fideos, lavé los trastes, luego fui a la puerta y saludé al gato anaranjado.

―Ven aquí, gatito.

Era un gato inteligente. Vino en el momento que lo llamé y los llevé a ambos al estanque del patio trasero. Había muchos peces, aunque la mayoría eran salmones. Atrapé un par de ellos para los gatos. Los tomaron y corrieron hacia el otro chalé, probablemente para comérselos. El chalé estaba a unos diez metros de donde yo me encontraba. Tomé la red y regresé a la sala. Ahí le envié un mensaje a Gabriel.

«¿Cuánto tiempo más?».

«5 minutos». Respondió.

Guardé mi teléfono y fui a mi habitación para tomar un abrigo negro. Era lo suficientemente largo como para cubrir mis tobillos, e iba a mantenerme caliente. Después me senté en el sofá y esperé a que me recogiera Gabriel. Me pregunté si debía decirle a Nicolás sobre esto y decidí que lo haría, pero hasta que llegará a la ciudad.

Eran la tres de la tarde cuando Gabriel llegó. Sostenía un paraguas y entró al chalé.

―¡Presidenta Esquivel! ―llamó desde la puerta.

Me puse debajo del paraguas y entré al auto junto con él. Gabriel condujo despacio, en caso de que derrapáramos al bajar, es por eso que cuando llegamos a la ciudad ya era las 6 de la tarde. Antes de salir del auto, le envié un mensaje a Nicolás.

«Salí, iré de vuelta a la residencia Esquivel».

Tomaría demasiado tiempo regresar al chalé en la montaña.

Nicolás respondió:

«¿Qué?».

Él me estaba preguntado donde estaba. Lo pensé por un momento, y contesté:

«Estoy en Lirania».

Nicolás no me contesto. Me pregunté si se había molestado conmigo. Independientemente de eso, guardé mi teléfono y entré a la estación de policía con Gabriel. Los oficiales me reconocieron. Quería saber por qué habían arrestado a Leonardo, así que me explicaron.

―Después de que Carmelo despertó, dijo que lo demandaría por haber roto su…miembro.

¿Leonardo le rompió el pene a un hombre? ¡Con razón Carmelo quería matarlo! ¡Es una venganza escrita en sangre!

―¿Dónde está Leonardo ahora? ―pregunté.

El oficial me llevó a la sala de interrogación donde se encontraba. Me senté y le pregunté con un tono serio:

―Tu novia me dijo que cometiste varios delitos. ¿Qué diablos hiciste?

―¡No es de tu incumbencia! ―soltó.

No le pregunté si quería salir. Leonardo era un hombre orgulloso. Prefería estar encarcelado si significaba que tuviera que ceder. Por lo tanto, suspiré.

―De acuerdo, si así son las cosas. No quieres vivir una vida tranquila. Tú…

Deberías conseguirte una novia y sentar cabeza.

Leonardo se puso furioso al escuchar eso.

―Sí, mi vida es una basura, ¡pero eso no es asunto tuyo! ¡Solo vete!

Nunca dije que su vida era una basura. Solo quería que viviera una vida tranquila. Me rehusé a discutir con él, así que me puse de pie y salí de la sala. Envía a Gabriel para que se encargara de esto por mí, y Leonardo fue puesto en libertad una hora y media después. Tomé un paraguas y me acerqué a él.

―Te llevaré a casa.

Leonardo no rechazó mi oferta, y fue un viaje silencio. Después de salir del auto, le dije a Gabriel que se quedara adentro. Había un par de cosas que quería dejar en claro. Leonardo y yo caminos juntos bajo la lluvia. Él era más alto que yo, así que tenía que pararme de puntillas para asegurarme de que no se mojara. Él resopló con frustración y me quitó el paraguas. Me preguntó con un tono de disgusto.

―¿Por qué pagaste mi fianza?

Él pensó que estaba metiendo mi nariz en donde no me llamaban. Le lancé una sonrisa resignada.

―¿Crees que quería hacerlo? Tu novia me llamó, y no solo podía quedarme parada sin hacer nada.

Leonardo resopló de nuevo.

―Esa tonta mujer.

Yo lo corregí.

―Ella solo está preocupada por ti.

Él no dijo nada después de eso. Luego de un tiempo entramos al callejón. Estaba lleno de casas viejas y en ruinas, fruncí el ceño al verlas.

―¿Dónde vives?

En lugar de contestar me hizo una pregunta.

―¿Qué es lo que quieres saber?

Leonardo se estaba refiriendo a la pregunta que le hice ayer. Sobre la Regina que nació en mil novecientos noventa cinco. Ya que me estaba dando permiso, pregunté:

―Los registros dicen que nací en mil novecientos noventa y cinco, pero en realidad nací un año después, ¿Quién es la niña que nació ese año?

Por primera vez, Leonardo se burló.

―Regina, ¿Por qué piensas que existió otra niña? Tus padres pudieron haber escrito el año incorrecto.

Yo volteé los ojos como respuesta.

―Ellos no cometerían un error tan estúpido. ¿Qué sucedió, Leonardo?

―Existe otra niña llamada Regina Esquivel.

Me congelé al escuchar eso, Leonardo me golpeó en el hombro y susurró:

―Tus padres adoptaron a una niña de un orfanato. No está relacionada con ninguno de nosotros, pero tu madre necesitaba su riñón.

Sorprendida por lo que me estaba diciendo, le pregunté:

―¿Ella fue la que salvó a mamá?

Sabía que mi madre solo sobrevivió a su insuficiencia renal gracias a un trasplante de órgano, pero nunca pensé que Regina había sido la donadora.

Leonardo soltó un suspiro al recordar un mal momento y continuó:

―Sí. Era la única cuyo riñón era compatible con el de tu madre, pero era demasiado pequeña para operarla.

Sentí como mi corazón dolía y pregunté:

―¿Qué paso?

Él explicó:

―La adoptaron y le pusieron el nombre de Regina Esquivel. Sí, el mismo nombre que el tuyo. Les dijeron a los doctores que eras tú cada vez que iban a una revisión. Es tu registro, aunque cambiaron el año de nacimiento. Ni siquiera tenías 5 años en ese entonces. La amnesia infantil tiende a pasar.

La lluvia se estaba convirtiendo en pequeña llovizna. Estaba sorprendida por la revelación, pero seguí presionando.

―¿Qué sucedió después de eso?

―Debes tener al menos dieciocho si quieres ser donador de órganos. Ella solo tenía cinco, así que el plan no funcionó. Tu madre se aferró a la vida con la ayuda de sus medicinas y quimioterapia, pero su salud comenzó a empeorar cuando la niña tenía trece.

Ella aún no era legalmente capaz de donar.

Leonardo continuó con un tono sombrío.

―Tomaron uno de sus riñones a la fuerza y la enviaron al extranjero. Es por eso que me alejé de esa familia ―dijo Leonardo. ―No quería tener nada que ver con ellos, incluso si mi vida se volvía una mierda. Pero, aun así, te mantuvieron a salvo de la oscuridad del mundo, a pensar que ellos eran unos demonios.

Mantuve la cabeza baja, y Leonardo me palmeó el hombro de nuevo. Levanté la vista, y esta vez había una sonrisa sarcástica curvando sus labios.

―Tú vienes de una familia con dinero y no tienes idea de cómo funciona el mundo. Tus padres te amaban, y toda la familia Esquivel te pertenece. Tienes un futuro brillante por delante, pero alguien tuvo que pagar el precio por ello. Algunas veces un precio de sangre también.

Se me salieron unas lágrimas.

―Lo siento, Leonardo.

Nunca creí que mis padres harían eso. Me pregunto cómo le va a la chica, y apuesto que odia a los Esquivel con todo su corazón.

Leonardo de pronto preguntó:

―¿Sabes quién es la chica?

―¿Quién? ―murmuré.

―Camila.

Las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas, y me puse en cuclillas. La revelación me golpeó como un camión, me sentí furiosa por la chica, y también estaba suplicando un perdón. No para mí, pero para mis padres. ¿Camila? ¿Ella es la chica de la historia? La recuerdo. Era la hija del mayordomo y mi amiga de la infancia. Todos la llamaban Camila porque tenía cinco años cuando llegó a la familia. Pensé que sola era una niña simple, pero resultó ser que tenía un complicado pasado. Dejó a la familia cuando tenía trece años y nunca regresó. Fue como si se hubiera esfumado con el aire. Mi madre dijo que se fue a casa con su padre y nunca volvería. Leonardo también se marchó casi al mismo tiempo. Todavía no podía creerlo, así que pregunté de nuevo:

―¿Eso es verdad? ¿Estás seguro de que no es una mentira? ¿Cómo pudo hacer eso mi madre?

Estaba aferrándome a ligera esperanza que me dijera que todo era una mentira. Realmente esperaba que Leonardo me estuviera mintiendo, pero se rio.

―Llegué a tu familia cuando tenía diez. Tú tenías cinco y ella seis. Crecimos juntos. Camila dependía de mí para muchas cosas. Me decía todo. Sabía que también tenía miedo, y traté de detenerlos, pero fue en vano. Éramos demasiado débiles como para luchar en contra de las personas que trataron de salvar a tu madre. Dejé a la familia después de que Camila fue enviada lejos. Incluso ahora, sigo despreciando a los Esquivel.

Nunca supe nada de esto. Sujeté el dobladillo de sus pantalones, y él miró hacia abajo. Nuestras miradas se encontraron.

―Tus padres se fueron al infierno como debía ser. Esto no tiene nada que ver contigo. No tienes por qué sentirte culpable por esto.

Por primera vez, Leonardo estaba siendo justo, pero yo no podía perdonarme a mí misma.

Me quedó en el suelo hasta que se me adormecieron las piernas. Leonardo me levantó y me llevó a su casa. Era muy vieja y pequeña. Había una mujer de pie afuera de la puerta. Llevaba puesto un vestido, en este clima, como si el frío no la molestara. Yo, por otro lado, tenía puesto un abrigo largo. Su rostro era pálido, y sus ojos estaban llenos de preocupación. Parecía como si estuviera esperando a que alguien regresara a casa.

Lo primero que hice al verla, fue sostener el brazo de Leonardo con fuerza. Sentí que me castañeaban los dientes, y tartamudeé:

―¿Cami..Camila? ¿Por.. por qué está…Leonardo? Ella…ella es Camila. ¿Lo…lo es?

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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