Te regalo toda una vida de amor Capítulo 581

Selma hizo silencio, como si no quisiera pensar en eso.

—Usted no me tiene miedo —dije de repente.

—¿Por qué le tendría miedo? —preguntó ella.

—¡Ah! —exclamé antes de decir en tono burlón—: Por fin entiendo la clase de persona que es usted, señora Fontana. Yo soy Regina Esquivel, la esposa de Santiago Genova, el presidente de Soluciones Genova. Hasta el abuelo Fontana tendría que tratarme con respeto, pero a usted no le importa. De repente me doy cuenta de lo miope que es usted. Todo su mundo gira alrededor de la familia Fontana. Durante toda su vida, ha luchado y vivido dentro de la familia. El nacimiento de Roberto… Él le hizo pensar que su posición estable dentro de la familia estaba bajo amenaza. Por eso lo odia. Lo odia tanto que ve esperanza en Nataniel. Por lo tanto, pone todo su corazón y su alma en él… Claro, esa es solo una suposición mía. Es lo que sucede en las telenovelas.

—Señora Genova, ¿qué tiene que ver esto con usted?

«Absolutamente nada. Sin embargo, usted ha dañado a Roberto. Por el momento, él es alguien a quien quiero proteger», pensé.

—¡Nunca hubiera pensado que existía una persona como usted! —dije con la voz entrecortada—. Señora Fontana, usted es una persona egoísta al extremo. Es tan egocéntrica que solo se ama a usted misma. ¡Ni siquiera ama a Nataniel! Olvídelo. No tiene sentido hablar con usted. Pero debería saber que Roberto es alguien a quien no puede tocar. Espero que recuerde las palabras que él dijo más temprano. Si no, él no será el único en reaccionar ante usted. Quizá yo desarrolle un interés por dar órdenes a la familia Fontana. Cuando adquiera su empresa, la familia por la que ha luchado durante toda su vida desaparecerá de golpe. —Estaba segura de que Selma comprendería la amenaza que le hice. Antes de irme, le recordé—: Me temo que usted hará algo estúpido para hacerse la valiente debido a su ignorancia, así que le sugiero que hable con el abuelo Fontana si tiene tiempo. Pregúntele quiénes son Regina Esquivel y Santiago Genova. —Luego, me di vuelta para irme. En la puerta, me topé con el padre de Roberto. No había planeado decirle nada, pero no pude resistirme y espeté—: Usted es hombre y es el padre de Roberto. Su sangre corre por las venas de él. Como padre, tiene la responsabilidad de defenderlo y protegerlo. —Entendiendo lo que quise decir, suspiró:

—Señora Genova, mi esposa es demasiado obstinada, mientras que mi padre menosprecia a Roberto. Su desprecio llevó a que ella tuviera esa actitud ahora. —Tras oír eso, fruncí los labios.

—Dígale a su padre que, mientras Roberto tenga un cuerpo sano, puede decidir al instante el destino de la familia Fontana. De su lado tiene a Regina Esquivel de Genova y a Santiago Genova, que es dueño de un monopolio en Europa y ejerce influencia sobre la familia real francesa. Siempre y cuando el abuelo Fontana sea amable con Roberto, yo seré buena con su familia. Espero que él tome la decisión correcta. Si no… Usted entenderá lo que estoy insinuando, señor Fontana. —Aterrorizado por lo que escuchaba, respondió:

—Sí, señora Genova.

—Roberto es solo un pobre muchacho, señor Fontana.

Luego de irme de la residencia, quise hablar con Roberto. Sin embargo, no sabía a dónde ir, así que llamé a Antonio. Más tarde, él me envió un mensaje de texto con el paradero de mi hermano. Cuando busqué su ubicación, vi que estaba en un barrio allí cerca. Entonces, le dije al conductor que me llevara por el camino que iba hacia el este. Pronto lo divisé caminando lento hacia el centro de la ciudad con la cabeza gacha. Le pedí al chofer que detuviera el auto detrás de él. Sin sus audífonos, Roberto no podía escuchar el sonido de alguien bajando de un auto detrás de él. Estaba completamente perdido en sus pensamientos.

Siempre se lo había visto usando auriculares. Hasta ese día,yo no sabía que era un dispositivo que lo ayudaba a oír. Supuse que habría nacido sordo. Era un milagro que aún estuviera vivo. En cuanto a su vida… Santiago decía que Roberto podía morir en cualquier momento. Debido a la incertidumbre de su muerte, él tenía la libertad de actuar como lo creyera conveniente. Otras personas le tenían miedo porque pensaban que era un loco, pero todo lo que quería era ser amado. Todo el tiempo estaba buscando la aprobación de su madre. Lo que había sucedido ese día… Había dicho todo eso por enojo.

En nuestra última conversación en el avión, Santiago había descrito a Roberto como un hombre que nunca rechazaría un gesto de bondad. Sin importar cuánto lo hubieran lastimado, él iba a perdonar e incluso se iba a aferrar al responsable si este era un poco amable con él. Era como era simplemente porque anhelaba el afecto de otra persona.

Recordé las palabras de mi madre en su lecho de muerte. La persona que más le preocupaba debió haber sido Roberto. En cuanto a mí… Siempre lo había considerado una carga. Cualquier acto de bondad que yo le demostrara era una estrategia y, en secreto, deseaba poder huir de él.

—Lo siento, Rob —admití con culpa. De repente, el hombre que caminaba en frente de mí hizo una pausa. Cuando me detuve tras él, lo escuché murmurar:

—Extraño. ¿Por qué siento frío aunque el sol esté brillando tan fuerte? Debí haberme puesto algunas capas más de ropa. —¿Cómo podía hacer tanto frío siendo verano? El aire helado debía venir desde adentro de Roberto. Sus palabras me llenaron de tristeza. Me temblaban las manos cuando me estiré abruptamente para tomarlo de la muñeca. Se quedó helado y se dio vuelta. Abrió los ojos con sorpresa cuando me vio—. ¿Gina?

—Roberto, ¿por qué te fuiste a hurtadillas, sin decirme?