Te regalo toda una vida de amor Capítulo 552

Durante mi último embarazo, había investigado un poco a la familia Genova, incluidos los guardaespaldas que me rodeaban. Eran los mejores en su ámbito, y habían vivido experiencias de una crueldad inimaginable.

—No me interesa para nada —me rechazó Tanya.

—Solo quiero hablarte de José —insistí.

—Cinco minutos. Tengo cosas que hacer. —Parecía que él sí le interesaba. Cuando entramos, Emilia estaba bebiendo té. Me senté ante ella y sonreí.

—¿Puedes darnos cinco minutos?

—Buscaré a Maya que está horneando una tarta en la cocina —contestó tras dedicarle una breve mirada a Tanya—. Volveré más tarde. Después de decir eso, se levantó y se fue, dejando a una Tanya visiblemente frustrada sentada donde había estado ella.

—¿Qué querías decirme de José?

—¿Lo menosprecias? —Como mi pregunta fue directa, enmudeció al instante. Entonces, me serví un vaso de agua antes de continuar—: Naciste en una familia adinerada y creciste viviendo una buena vida, así que estás habituada a sentirte superior a los demás. Además, la gente con la que te relacionas es famosa, pero ¿y José? Según tus palabras, solo es un guardaespaldas; uno al que tú desprecias.

—¿A dónde quieres llegar? —Se mordió el labio.

—Yo también nací en una familia rica, así que sé lo que piensas y comprendo tu situación. Es más, antes estuve casada con Nicolás— le expliqué.

—¿Y qué si eso es verdad? —admitió por fin tras escuchar mis palabras. Era cierto que lo menospreciaba.

—Sé lo importante que es casarse con alguien del mismo nivel, pero estoy aún más segura de tus sentimientos por él. De lo contrario, el incidente en Finlandia…

—¡Deja ya de mencionar ese asunto y ve directo al grano! —me interrumpió—. ¿Qué te propones al sacar el tema? No me digas que él…

—No es eso. —Fue mi turno de cortarla—. Solo creo que la forma en que sueles hablarle es cruel, y que puede herir sus sentimientos.

—¿Tiene sentimientos? —preguntó atónita.

—Todos los humanos los tenemos. Lo tratas como Santiago te trataba a ti, solo que él nunca te menospreció. Sin embargo, cuando miras a José… Lo único que puedo pedirte es que te pongas en su lugar. —En cuanto dije eso, su expresión se volvió seria, apretó los labios y guardó silencio. Entonces, retomé el eje de la conversación—. Quiero hablar contigo de las reglas de la familia Genova y de cómo llegó él a estar donde está ahora. —Eso la tomó por sorpresa.

—¿También hay exigencias estrictas para ser guardaespaldas? —No había muchos requisitos para serlo, pero era muy demandante convertirse en guardaespaldas de esa familia, y ni hablar de serlo del jefe.

—Los Genova son una gran familia de la vieja escuela, y el anterior jefe de familia, mi padre biológico, tuvo muchas consortes. Incluso Santiago llegó a tener una prometida. Seguro que conoces a Carolina, ¿verdad? Los Genova le habían lavado el cerebro para que aceptara la condición de que Santiago tuviera otras cónyuges, algo que seguro que tú no estarías dispuesta a aceptar si estuvieras en su lugar. Una familia tan anticuada es rara aquí, por lo que la forma de elegir a los guardaespaldas también es bastante tradicional. Son elegidos de todas partes del mundo y tienen que pasar por muchas pruebas de selección antes de llegar a Eldamia. —Hice una breve pausa antes de continuar—: Además, todos esos candidatos vienen recomendados por la generación más antigua de la familia, lo que significa que para que José se convirtiera en guardaespaldas de los Genova, su padre debía tener méritos. Solo así podía tener la autoridad para opinar y su hijo podría tener derecho a entrar en el sistema de guardaespaldas de la familia. Después, todos los candidatos deben someterse a pruebas y recibir entrenamiento de la gente de la finca Genova. Esas pruebas son brutales e inhumanas, y todos los que las superen habrán pasado por situaciones de vida o muerte antes de convertirse por fin en guardaespaldas de la familia, mientras que, los que tengan un talento excepcional, serán elegidos como guardaespaldas del jefe. Así que las cosas no son tan sencillas como creías. —Tras una breve pausa, añadí—: No es solo un guardaespaldas. Las cosas que tuvo que aprender son muchísimas más de las que debe aprender la gente corriente, y las adversidades que atravesó son infinitamente más duras de las que solemos afrontar nosotros. Es un hombre excelente y está entre los mejores, así que no puedes menospreciarlo y no aprender más sobre él solo porque sea un guardaespaldas y no alguien de una familia prestigiosa. ¡Eso no es justo hacia él! Tanya, ahora que el señor Hayes ya no tiene autoridad sobre tu familia y eres tú quien toma las decisiones, nadie pondrá objeciones a tus relaciones. Tratas así a José porque no has aclarado tus sentimientos y parece que lo comparas con Santiago… —Después de haberle contado tantas cosas, Tanya se limitó a replicar con una sola frase:

—¿Me estás contando todo esto para que lo aprecie?

—Sí, merece ser apreciado. —De repente, giró la cabeza para mirar por la ventana, parecía habérsele ocurrido algo antes de ponerse a la defensiva.

—Yo le pedí que se fuera, pero se quedó a mi lado por voluntad propia. He intentado que se marchara, pero no he podido. —«¿Cómo iba a estar dispuesto a irse si la ama? Solía decir que la persona que amaba era de clase noble, y me duele oírselo decir en tono modesto», pensé.

—No está dispuesto a irse porque te quiere. —Seguí la dirección de su mirada y observé el exterior por la ventana. Cuando vi que José seguía fumando fuera, suspiré—. No sé cuándo entenderás que no es solo un guardaespaldas. No estoy dándote un sermón, ni es mi intención, sino que espero que puedan ser felices juntos. —Tanya se quedó de piedra al oír eso.

—¿Quieres que sea feliz?

—Sí, espero que puedas serlo. Puede que no me creas, pero ojalá entiendas que no quiero que seamos enemigas de por vida. —«No puedo creer que esté convenciendo a Tanya para que acepte a José, pero lo que dije iba en serio. No quiero ser su enemiga, pues no tenemos ningún resentimiento irremediable. ¡Solo deseo que todos consigamos lo que queremos!», reflexioné. Mientras tanto, ella seguía en estado de incredulidad.

—Debes estar mintiéndome.

—No necesito mentirte. En cuanto a José… No habrá grandes eventos en Bristonia en los próximos tiempos, así que lo enviaré a que reciba entrenamiento. Cuando llegue el momento, lo convertiré en la mano derecha de los Genova. Yo, por mi parte, considero que ese rango no es muy inferior al de la familia Hayes, así que deberías darle tiempo para que progrese.

—¿Por qué tienes tanto interés en ayudarnos? —Habló en plural, lo que significaba que había escuchado mis sugerencias y se estaba replanteando su relación con José.

—Ya dije antes que quiero que sean felices. También deseo que José sea dichoso, sobre todo porque ha estado protegiéndome con esmero durante los dos últimos años. Se merece recibir este tratamiento.

—Te creeré, por ahora. Conversaré con él esta noche.

—Entonces, le daré algo de tiempo libre —ofrecí.

—Me haces sentir como si fueras una extraña —comentó desconcertada. «¿Supone que haría tanto por ayudarla si no fuera por José?», exclamé en mi fuero interno mientras sonreía. A continuación, ella salió. Miré por la ventana y la vi de pie ante José con sus tacones altos, diciéndole algo. Ante eso, él me miró con expresión perpleja y yo le respondí con un leve movimiento de cabeza. Comprendió de inmediato mi intención. Al instante