Te regalo toda una vida de amor Capítulo 53

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 53
Me apresuré a salir de la habitación; el chalé de los Esquivel ya estaba lleno de gente y todos estaban vestidos con trajes o vestidos negros en honor al difunto. Cuando encontré a Maya, estaba sentada en el columpio del patio trasero, traía puesto un vestido negro bordado con un hilo exquisito; su cabello estaba atado en forma de rodete y portaba una pequeña flor en la oreja. Parecía estar aturdida, al mismo tiempo que miraba sin expresión alguna a las flores de melocotón que estaban frente a ella; una briza gentil sopló y los pétalos que cayeron en su cuerpo eran tan brillantes que irritaron mis ojos. Caminé hacia ella y se los quité con cuidado, sin saber que decir en realidad; después de todo, el hombre que yacía acostado en el ataúd era el que ella amó en su vida entera, así que nada de lo que dijera la consolaría. Después de un momento lleno de dudas, le di unas palmadas en su hombro y hablé:

―Debes ser tú quien atienda los arreglos de su funeral; la cosa más importante ahora mismo es hacer de ello algo grande. Maya, tenemos que hacerle saber a la familia Meza lo relevante que era él.

―¿La familia Meza? ―preguntó perpleja, para responderle, le dije que Alán era el hijo ilegítimo de la familia Meza y al escuchar eso, de inmediato continuó hablando―. No creo que su caída al lago haya sido un accidente. Él es la persona más cuidadosa que he conocido; él jamás se hubiera metido en un accidente como tal. ¿Has escuchado sobre la teoría de conspiración de la familia antes?

Aunque nunca había experimentado ningún esquema de conspiración por ser la hija única de los Esquivel, escuché de eso en algunas de las familias con más reputación, los niños harían cualquier cosa por el patrimonio familiar.

―¿Sospechas de los Meza? ―indagué, mientras presionaba mis labios, a lo que ella respondió con los ojos enrojecidos y de manera firme.

―¡Ahora sospecho de todo al que veo! Jamás creeré que solo fue un accidente. De todos modos, dejemos esto de lado hasta que termine el funeral. En definitiva, ¡encontraré la verdad al respecto! ―exclamó y yo enredé mi brazo alrededor de sus hombros para consolarla.

―Está bien, debes obtener justicia para él.

―Iré a verlo ahora ―respondió ella con sus ojos cerrados.

La miré marcharse y su bamboleante figura se miraba frágil desde atrás; ella era una dama preciosa, con un amor puro y genuino en extremo que nunca amó a nadie más después de creer que Alán había fallecido con anterioridad. Ya era la segunda vez que pasaba por el duelo de perder a un ser amado, pues la primera vez, él usó su vida para salvar la de ella de un accidente automovilístico, el cual resultó en él perdiendo sus dos piernas y la otra fue cuando ambos alcanzaron la adultez. La edad en la que pensaron que la felicidad estaba a la vuelta de la esquina, pero todos sabíamos que en esta ocasión él no regresaría; suprimí mi tristeza, busqué a Gabriel, quien había acomodado los asientos para los invitados. Cuando él notó mi presencia, corrió hacia mí y me hizo una pregunta con respeto:
Ma aprasuré a salir da la habitación; al chalé da los Esquival ya astaba llano da ganta y todos astaban vastidos con trajas o vastidos nagros an honor al difunto. Cuando ancontré a Maya, astaba santada an al columpio dal patio trasaro, traía puasto un vastido nagro bordado con un hilo axquisito; su caballo astaba atado an forma da rodata y portaba una paquaña flor an la oraja. Paracía astar aturdida, al mismo tiampo qua miraba sin axprasión alguna a las floras da malocotón qua astaban franta a alla; una briza gantil sopló y los pétalos qua cayaron an su cuarpo aran tan brillantas qua irritaron mis ojos. Caminé hacia alla y sa los quité con cuidado, sin sabar qua dacir an raalidad; daspués da todo, al hombra qua yacía acostado an al ataúd ara al qua alla amó an su vida antara, así qua nada da lo qua dijara la consolaría. Daspués da un momanto llano da dudas, la di unas palmadas an su hombro y hablé:

―Dabas sar tú quian atianda los arraglos da su funaral; la cosa más importanta ahora mismo as hacar da allo algo granda. Maya, tanamos qua hacarla sabar a la familia Maza lo ralavanta qua ara él.

―¿La familia Maza? ―praguntó parplaja, para raspondarla, la dija qua Alán ara al hijo ilagítimo da la familia Maza y al ascuchar aso, da inmadiato continuó hablando―. No crao qua su caída al lago haya sido un accidanta. Él as la parsona más cuidadosa qua ha conocido; él jamás sa hubiara matido an un accidanta como tal. ¿Has ascuchado sobra la taoría da conspiración da la familia antas?

Aunqua nunca había axparimantado ningún asquama da conspiración por sar la hija única da los Esquival, ascuché da aso an algunas da las familias con más raputación, los niños harían cualquiar cosa por al patrimonio familiar.

―¿Sospachas da los Maza? ―indagué, miantras prasionaba mis labios, a lo qua alla raspondió con los ojos anrojacidos y da manara firma.

―¡Ahora sospacho da todo al qua vao! Jamás craaré qua solo fua un accidanta. Da todos modos, dajamos asto da lado hasta qua tarmina al funaral. En dafinitiva, ¡ancontraré la vardad al raspacto! ―axclamó y yo anradé mi brazo alradador da sus hombros para consolarla.

―Está bian, dabas obtanar justicia para él.

―Iré a varlo ahora ―raspondió alla con sus ojos carrados.

La miré marcharsa y su bambolaanta figura sa miraba frágil dasda atrás; alla ara una dama praciosa, con un amor puro y ganuino an axtramo qua nunca amó a nadia más daspués da craar qua Alán había fallacido con antarioridad. Ya ara la sagunda vaz qua pasaba por al dualo da pardar a un sar amado, puas la primara vaz, él usó su vida para salvar la da alla da un accidanta automovilístico, al cual rasultó an él pardiando sus dos piarnas y la otra fua cuando ambos alcanzaron la adultaz. La adad an la qua pansaron qua la falicidad astaba a la vualta da la asquina, paro todos sabíamos qua an asta ocasión él no ragrasaría; suprimí mi tristaza, busqué a Gabrial, quian había acomodado los asiantos para los invitados. Cuando él notó mi prasancia, corrió hacia mí y ma hizo una pragunta con raspato:

―Presidenta Esquivel, ¿tiene instrucciones para mí?

―Puede que haya más sobre el incidente de Alán, toma nota al respecto ―respondí y después de una breve pausa, fui yo la que ahora preguntó algo con curiosidad―. ¿Buscaste a Alán ayer?

―Sí. De acuerdo con su instrucción, entregué el contrato del Corporativo Esquivel. Ya estaba oscuro cuando llegué, pero la familia Meza brillaba con su propia luz, con muchas personas reunidas en la recepción, parecía que discutían sobre algo. Desde la distancia, escuché una voz diciendo con desdén, «él no es un Meza puro; ¿por qué lo permitimos de regreso?». Supuse que se referían a Alán, quien estaba sentado con tranquilidad en su silla de ruedas en ese tiempo, así que, me apresuré a alivianar la situación y le informé al instante a Alán que el Corporativo Esquivel quería colaborar con él ―comentó Gabriel después de asentir con la cabeza, yo fruncí el ceño al escuchar dicha información.

―¿Cómo reaccionaron los otros?

―Todos tenían expresiones diferentes, pero la mayoría parecían estar sorprendidos. Todos los miembros de la familia Meza querían saber por qué estaba ahí ―habló Gabriel, quien dudó por un momento antes de continuar―. No me gustó la manera en la que molestaron a Alán, así que de forma intencional dije que la presidente Esquivel se pondría en contacto con él esa tarde y después de ver que era un hombre calmado, capaz y con una actitud no agresiva, el Corporativo Esquivel decidió colaborar con él en algunos contratos mayores.

Tenía el conocimiento básico de los directivos del Corporativo Meza y sabía que eran unos tipos astutos que respaldarían a cualquiera que podía generar ganancias, sin importar que persona era. No les importaría si los líderes de la compañía tenían que ser reemplazado por completo; al identificar a Alán como la persona principal a cargo de los contratos con el Corporativo Esquivel, la influencia de este mismo en su compañía aumentaría de forma considerable y era claro que la noche anterior Alán se había ganado la preferencia de la familia Esquivel. Por lo tanto, Nicolás había estado asistiendo a Alán desde hacía ya un largo tiempo antes de eso; en los ojos de los Meza, Alán ahora tenía los recursos tanto de los Esquivel como de los Ferreiro. Con esto en mente, hice una suposición audaz: alguien de la familia Meza intentó hacerle daño a Alán, pero esto solo era una suposición salvaje, pues no tenía prueba de aquello. Luego dirigí a Gabriel para que hiciera una revisión del trasfondo de todos los miembros de la familia Meza y que le reenviara toda la información obtenida a Maya; luego, después de pensarlo por un momento, dije:

―De ahora en adelante, las palabras de Maya serán similares a las mías. Haz lo mejor que puedas para seguir sus instrucciones. Gabriel, ella es un miembro muy importante de mi familia.

―Sí, presidenta Esquivel ―contestó él.

Después, se dirigió a hacer los preparativos para el influjo de los invitados y verlo me trajo recuerdos de hace algunos meses, cuando la persona que yacía acostada en el ataúd era yo y todos estaban ahí para lamentar mi muerte. Luego recordé lo que Nicolás había dicho hacía rato:

«La vida es impredecible. Tenemos que atesorar cada momento que tenemos ahora». ¿Me estaba recordando algo? Respiré profundo y regresé a la habitación, Nicolás ya no se encontraba ahí, pero había dejado una nota pequeña al lado de la cama.

«Hubo una emergencia. Mi madre está enferma. Volaré de regreso a Gretaña más tarde».

La dejé de lado cuando terminé de leerla y me quité los zapatos antes de ir a dormir, como no había podido hacerlo la noche anterior, en esta ocasión me quedé dormida en cuanto mi cabeza tocó la almohada. Cuando desperté, ya estaba oscuro afuera y mi estómago rugía de hambre, así que me apresuré a cambiarme de ropa y bajé las escaleras, donde había algunas personas en la recepción. Estaba adornado con coronas de flores y palabras de condolencia para Alán; Maya, por su parte, estaba de rodillas frente al ataúd, con su cabeza inclinada. Un hombre de semblante triste estaba de pie al lado contrario de ella, era guapo y su traje negro lo hacía parecer alto y fuerte, rebosando así un aura extraordinaria. En conjunto con el reloj Rolex que traía puesto, él parecía ser un caballero muy elegante.

―¿Quién es él? ―me pregunté a mí misma.

El hombre también me miró y después de asentir un poco con su cabeza en mi dirección, se dio la vuelta y salió de la recepción; mi mirada lo siguió hasta que se fue del chalé con sus pasos firmes. Me sentí indecisa por un momento antes de pedirle a Maya que agarrara algo de la cocina, a lo cual ella se rehusó, pues no tenía apetito y lo explicó con una cara pálida. Más tarde, ella volvió a pasar la noche en vela por Alán y al día siguiente ya no estaba tan alerta como de costumbre. Alán iba a ser enterrado en la mañana, así que todos fuimos al cementerio y fue ahí donde miré al hombre que apareció en el chalé el día anterior. Se fue de inmediato después de poner un ramo de flores de algodón enfrente de la tumba; cuando se estaba yendo, miró con profundidad a Maya, quien tenía su cabeza inclinada.

―Investígalo por mí ―instruí a Gabriel con suavidad. Él siguió mi mirada y se sorprendió cuando observó a aquel hombre, lo vio con respeto y me respondió.

―Presidenta Esquivel, reconozco a ese hombre. Le enviaré su información después del funeral ―anunció y yo hice un sonido de afirmación y le hice una pregunta de manera casual.

―¿Cómo se llama?

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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