Te regalo toda una vida de amor Capítulo 46

Me sorprendió ver a Alán aquí. Jamás pensé que me lo toparía en un sitio como este. ¿Él era parte de la familia Meza?

—Nos gustaría quedarnos con esta colaboración. ¿Nos permitiría esto, presidenta Esquivel? —comentó Alán, asintiendo a mi saludo.

Me lo preguntó con educación y sonaba un tanto nervioso, como si este acuerdo fuera muy importante para él. Me dio curiosidad e incliné la cabeza un poco.

—Nos dejaron plantados, entonces ¿por qué quisieran negociar con nosotros?

Antes de que Alicia pudiera responder algo, Jimena dijo:

—Oye, tú querías hablar con nosotros primero.

La miré ¡y vaya que hablaba fuerte! ¿No sabe que el silencio es preciado? ¿O solo intentaba hacerme enojar? Con un tono frío, le contesté:

—Pero ustedes accedieron a hablar. ¿Por qué lo harían si no les interesaba, de cualquier forma?

—Solo queríamos verte sufrir —contestó como si nada.

¡Rayos! ¿Cómo llegó hasta aquí? Mi expresión cambió y repliqué:

—Entonces, ¿no nos darán la colaboración? —Me detuve por un momento. —La competencia es normal en el mundo de los negocios y nunca es personal, pero, siendo sincera, ustedes son peores haciendo negocios que lo que Benedicto jamás fue. Al menos él tenía integridad.

Jimena quiso contraatacar, pero Alicia la detuvo.

—Solo nos interesan las ganancias, presidenta Esquivel.

—Ah… ¿Así que trabajarán con quien les dé el mejor rendimiento? —Sonreí.

Alicia correspondió a mi sonrisa, pero no dijo nada más. Odié la expresión presumida de su rostro; ella pensaba que tenía todo bajo su control y estaba segura de que podía manipular a la familia Esquivel y a mí como si nada. Bueno, sería su pérdida. Ahora sabía que no debía retirarme. En el menor de los casos, me iría después de dejarles una fuerte impresión en sus mentes, por lo que les pregunté:

—Señorita Mora, ¿cree que nos dejaremos insultar?

—Claro que no —contestó, todavía sonriendo.

Alán se quedó callado todo este tiempo. Aparté mi mirada de él y regresé toda mi atención a la mujer presumida delante mío.

—Ustedes incumplieron el acuerdo primero —expliqué. —Puede que no hayamos firmado papeles aún, pero ustedes faltaron a su palabra. Claro, no tienen por qué trabajar con nosotros, pero eso no significa que nos retiraremos sin pelear. Tu negocio no entrará al mercado de Bristonia tan fácil sin mi aprobación. —Me detuve por un momento y recalqué: —¿Escuché que tu familia trabajará con la familia Navarro en El Solar?

Camilo lo mencionó el otro día por accidente. Dijo que la familia Mora se estaba expandiendo y querían abrir nuevas sucursales en El Solar, Eldamia y Bristonia. Alicia se quedó congelada y parecía sorprendida.

—¿Qué quiere decir, presidenta Esquivel?

—Oh… —Sonreí. —Saben exactamente lo que quiero decir.

—¿Está diciendo que…? —Alicia se puso de pie y sus hermosos ojos se enfocaron por completo en mí, esperando a que negara su suposición.

—Es tal y como piensan —afirmé con tranquilidad.

—¿Nos está amenazando?

Oye, tú incumpliste el acuerdo primero. Ahora querías intimidarme con tu familia, pero eso no funcionaría. No les tenía miedo. Agaché la mirada hacia mis dedos mientras jugaba con ellos.

—Alicia, vine aquí a conversar porque te respetaba, pero tenías que invitar a Alán para que presenciase cómo me insultabas.

Alicia frunció. Quiso decir algo, pero Jimena se le adelantó.

—Ignórala, Alicia. No nos puede hacer nada por su cuenta. Además, tenemos a la familia Ferreiro de nuestro lado.

—¿Pero ellos los podrán proteger por siempre? —Me levanté. ¿Así que la familia Ferreiro los estaba apoyando?

—¡Eres una creída, Regina! —gritó Jimena, enfurecida.

Eso me sorprendió, ya que no había visto a alguien tan estúpido en todos mis años de trabajar en este campo, así como tampoco había visto al jefe de una compañía incumplir su acuerdo con nosotros sin ofrecernos una explicación. ¿Acaso me tomaban por una tonta? Ignoré a Jimena, hablar con ella sería una pérdida de tiempo, y me enfoqué en Alicia.

—La familia Esquivel controla Bristonia; la familia Campos, Eldamia; y la familia Navarro, El Solar. No importa cuánto lo niegues en este momento, tu familia no podrá abrir ninguna tienda en estas ciudades. La familia Ferreira está de tu lado, pero Nicolás es un hombre de negocios también; él sabe lo que debe hacer para seguir adelante.

—¿Eres amiga de la familia Campos y la familia Navarro? —Alicia mantuvo su actitud calmada.

—Lo suficiente como para saber que tú no —repliqué.

Sí, ahí iba una amenaza. Alicia no era tan estúpida como Jimena. Mientras ella consideraba sus opciones, el cuarto quedó en silencio. Alicia lanzó una mirada de duda a Alán, quien parecía molesto. Pude notar lo desesperado que estaba por obtener esta colaboración.

En ese momento, alguien entró a la reunión y me sorprendí cuando vi que era Nicolás. Lucía igual de indiferente que siempre, aunque de inmediato tomó asiento a mi lado. Yo ya me estaba parando cuando él me miró.

—¿Por qué no te quedas y conversamos? —Pidió.

Quería irme, pero ahora que él se apareció, no tuve otra opción y me quedé. En cuanto me senté, me susurró:

—Has mejorado con tus amenazas. Oye, si me prometes pasar el día conmigo, te aseguro que no me entrometeré en este asunto.

Lo ignoré, pero él no parecía decepcionado. Cuando volteé hacia Alicia, noté en su expresión que no se podía creer lo que sucedía. Ah… Le gustaba Nicolás. ¿Acaso los hombres divorciados estaban de moda en estos días? Sonreí con calma y anuncié:

—Todo depende de la señorita Mora. Ella puede escoger con quien quiera trabajar. Sé que tomará la mejor decisión.

Siempre y cuando Nicolás se quedara callado, sabía que ella nos elegiría. Si la familia Mora quería expandirse, entonces no me harían su enemiga, a menos que Nicolás se interpusiera.

La familia Ferreiro eran uno de los grandes en el campo de la tecnología y la familia Mora bien podría trabajar con ellos si tuvieran la opción. Incluso yo trabajaría con ellos si pudiera. Aun así, Nicolás jamás había mostrado interés en nosotros; solo estaba ayudando a la familia Meza, aunque en este momento sabía que nada más intentaba hacerme ceder para que yo pasara el día con él. Por su parte, Alicia estaba dudando.

—Estábamos a punto de firmar el contrato con la familia Meza, pero tenemos que considerar a la señorita Esquivel.

Era el momento decisivo: Alicia terminó por elegirnos. Agaché la mirada y sonreí, pero justo cuando pensé que gané, Nicolás intervino.

—Señorita Mora, si me lo permite, nosotros también quisiéramos trabajar con ustedes.

—¿Quieren una colaboración con nuestra compañía? —preguntó Alicia, sorprendida.

Nicolás sostuvo su mirada con frialdad; quería que me rindiera. Deseaba retirarme, pero recordé lo que mi asistente me dijo. Esta colaboración sería muy beneficiosa para nuestra familia. Al final, tomé el brazo de Nicolás, accediendo a sus términos. Él me entendió y me dio unas palmadas en la mano.

—¡Oh! Pero no me puedo robar el trato de la presidenta Esquivel —comentó. —Estoy hablando para la próxima vez. Llámeme si tiene algo bueno para nosotros.

Mentir para él era tan natural como respirar, pero al menos pude soltar un suspiro de alivio. Alicia lucía decepcionada.

—Presidenta Esquivel, me disculpó por mi comportamiento de ayer.

Jimena se apuró a detenerla.

—¡Alicia, no podemos darle esta colaboración a la familia Esquivel!