Te regalo toda una vida de amor Capítulo 448

El llamado despertó mi interés. —¿Cómo es posible que Luc pueda escucharte desde aquí?

—¿Por qué no podría? ¡Soy demasiado atrapante para lograr atención!

Dante sabía halagarse de verdad.

Recordaba que Lucas era uno de los más inteligentes y podía escabullirse de cualquier complicación. No le tenía miedo a nadie, excepto a Santiago.

También fue el último en querer dejar Bristonia. A Dante no le fue fácil convencer a Lucas de que abandone Bristonia para trabajar en Finlandia. Seguro hubo algún acuerdo entre ellos. De pronto, expresé lo que pensaba y Dante se sorprendió al escucharme: —¿Cómo puede hacer todo bien, Señora Genova?

Contesté y me reí. —Solo estaba adivinando.

Después, hice una pausa y agregué: —Déjame adivinar de nuevo. Charo es el motivo por el que has vuelto a Bristonia de urgencia, ¿verdad?

—¡Bingo! —exclamó Dante, quien, por fin, aceptó la derrota.

Me generó una sensación de orgullo el saber que adiviné todo como pensaba. Mientras Dante seguía anonadado, abrí la lonchera y le entregué los cubiertos a Santiago, quien los tomó y empezó a comer en silencio.

—Debo ayudarla —dijo Dante con emoción.

Con sinceridad, pregunté: —¿Por qué quisieras ayudar a alguien que te dejó? ¿Aún estás enamorado de ella, Dante?

Enseguida me miró con poco agrado. —¡Ya no me interesa! De todas maneras, creo que debería ayudarla en este momento. Luego, nos separaremos y tendremos diferentes vidas. ¡Hasta la ignoraría en un futuro si me saludara por la calle!

Lo que dijo me hizo enfadar. —Al final, hablas mucho, pero no haces nada.

—Señora Genova, no es muy agradable lo que dice.

Todo el mundo me llamaba “Señora Genova” después de casarme con Santiago.

—Bueno, como quieras. Lo que pienso es que no es una persona fácil de tratar. Además, Blas tiene el apoyo de la familia Hayes.

—Ella tampoco está tan sola; lo tiene a Nicolás. —Dante se calló por unos segundos hasta que procedió con alguna duda: —¡No creo que Nicolás la vaya a ayudar! Quizás ya se conocían antes de que sucediera todo. ¡Aunque eso sería una gran coincidencia!

Santiago ya había contado que Nicolás deseaba tener algo que Charo tenía con ella. No sabemos qué es, pero parecía ser algo que a Nicolás le sería de gran ayuda. Tendría que ser algo útil de verdad, de lo contrario, Nicolás ni se hubiera molestado.

—No tengo idea —expresé.

Santiago no quería que me metiera en el asunto, ya que tenía miedo de quedar involucrado. Hasta ahora, siempre lo tuve en cuenta.

—No te preocupes. Indagaré por mi lado.

—Entonces… ¿Cómo te convenció Luc? —insistí con el tema.

—Como podrás ver, tuve que hacer algunos ajustes. Lucas es una persona ambiciosa. Solo me ayudaría si le doy algo a cambio.

—¿Qué le has ofrecido, entonces? —agregué enseguida.

A lo que Dante contestó afligido: —Tres meses de mi salario.

—¿Cuánto ganas en tres meses?

Al escuchar mis preguntas, de pronto, Dante puso los ojos en blanco. —¿Crees que te contestaré algo tan privado? Me voy; ¡hablamos la próxima!

Dijo eso y enseguida abandonó la sala. Después de que se fue, le pregunté a Santiago, debido a que siempre estaba al tanto de todo: —¿Cuánto dinero gana?

—Tres mil —contestó Santiago con obediencia.

No entendí bien lo que dijo. —Disculpa, ¿cuánto has dicho?

—Tres mil.

Respiré profundo al escuchar la respuesta y dije: —¿Solo tres mil?

—Perdió una apuesta contra mí hace dos años y el arreglo fue que trabaje durante tres años para mí con un salario de tres mil por mes. De todos modos, Lucas no sabe de la apuesta, sino no hubiera aceptado el acuerdo con Dante.

Me reí y expresé: —¡Kevin se enojará muchísimo cuando se entere!

Santiago coincidió: —El día que se entere, seguro lo va a querer asesinar.

—Entonces… ¿Durante todos estos años, Dante vivió de sus ahorros?

Santiago me dio un pedazo de verdura y con la boca abierta, lista para comer, explicó: —Dante no es un bobo y yo tampoco soy un tacaño. Durante estos años, la empresa cubrió todos los gastos que tuvo, desde la vivienda, la ropa, los autos lujosos que se compró… Tengo varias facturas de él guardadas. Todo el dinero que ganó en los últimos años superó lo que ganaba en una enorme proporción, por tal motivo, un sueldo mensual de tres mil me parecía más acorde que uno de trescientos mil.

Aunque parecía ser que Dante perdió la apuesta con Santiago, en realidad, él había ganado. Sin dudas, era un hombre muy astuto, sabía cómo sacarle ventaja a Santiago, quien sabíamos que era inteligente.

Desde luego, Dante no le sacó ventaja a Santiago porque él aceptó por voluntad propia.

Ahora, Lucas era el menos suertudo de todos.

Me imagino la mirada perdedora de Lucas y no puedo no reírme. —Luc parece ingenioso, aunque en esta oportunidad se le complicó.

Santiago tarareó con suavidad y estuvo de acuerdo. Recordé lo que había escuchado antes, cuando estaba detrás de la puerta, y no me aguanté en preguntar: —¿Te persigue algún enemigo?

—No es un enemigo en particular. No ha hecho nada malo aún.

No entendí lo que dijo. —¿Entonces, por qué permites que siga a tu lado?

Si ya sabía que era un enemigo, sería alguien que implicaba algún tipo de riesgo.

—Soy muy cauteloso. Cuando empezó a trabajar para mí, yo ya había investigado su historial en profundidad. Es por ello, que elegí que se quedara, ya que consideré que era más importante que correr el riesgo de que esté cerca de mí.

Santiago parecía tener todo bajo control.

De pronto, entendí lo que quiso decir. —¿Lo utilizarás entonces?

—Exacto, y lo que gano yo tiene un valor enorme en este momento. Después, comprendí que no me lastimaría, así que permití que se quede. Ya pasaron más de diez años y ahora es una pieza fundamental en la empresa, que supervisa casi todo. Hasta se atreve a fastidiarme cuando quiere.

—Entonces, ¿por qué deseas que esté tan cerca? Ya que, después de todo, ¡Dante dijo que trabaja para Claudio!

Santiago me dio otra porción de verdura y contestó: —No me ha hecho nada malo y siempre estuve conforme con el trabajo que hace. Quiero ver qué elige para su futuro. Si quiere volver con Claudio, lo aniquilaré. Parecía ser que le quería dar una segunda oportunidad. Me dio curiosidad saber quién era.

—Todavía no te puedo contar.

¡No tenía intención en contarme nada!

Suspiré cuando lo entendí. Santiago percibió mi decepción y me consoló: —Ya lo has visto. Si te cuento ahora, te decepcionará y sospecharás de él. Luego, él se dará cuenta de que algo está mal y quizás lo lleve a tomar la decisión incorrecta.

Ya lo conocía de antes y Santiago dijo que me decepcionaría, lo que significaba que era alguien a quien solía ver. Estoy seguro de que no iba a poder disimular si sabía que era el enemigo. A fin de cuentas, nunca fui buena actriz.

Por ende, me apresuré a decir: —Bueno. ¡Por favor, no me cuentes quién es!

Mastiqué la comida antes de que me diera un poco más. Me gustaba que me diera de comer y disfrutaba mientras seguía. Al ingerir la tercera porción, alguien empujó la puerta de la sala y, con un tono hostil, escuché: —¡Oye! ¿Por qué no me invitaste a comer hoy? Hace un día que estoy esperando. ¿Cómo te atreves, Gina?

Santiago se levantó de inmediato. —Vete de aquí —gruñó con frialdad.

—¿Te animas a echarme?

Santiago lo miró con seriedad. —¿Quieres volver a Francia?

Sonaba amenazante. Al escucharlo, Roberto enseguida cambió de tono y dijo: —Solo pasaba por aquí, ya que me queda de paso a mi cuarto. Por favor, sigan. Me sumaré más tarde para la diversión.

De pronto, se fue. —Nunca te he visto tan violento con él. —dije, con una exhalación fuerte.

—Es que no es para nada discreto. ¿Cree que puede tratarte como si fueras de él?

Apareció el Santiago que conocí la primera vez, quien era impaciente con todo el mundo y enseguida los echaba apenas lo molestaban.

—¿Estás celoso, Santi? —le pregunté con cariño.

Camilo también se ponía celoso por cualquier cosa.

¡Eran bellos hasta cuando se ponían celosos!