Te regalo toda una vida de amor Capítulo 449

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 449

Santiago se recuperó bien. Propuso que le den el alta debido a que el ambiente del hospital no estaba bueno y, además, por Roberto, que estaba en el cuarto de al lado. En conclusión, acepté el pedido y lo traje para el hogar.

Fernanda y Leonardo habían estado con los niños todo este tiempo. Flor también estuvo presente y avisó que Camilo se los llevaría más tarde. Luego, con un tono algo envidioso, expresó: —Es muy acogedor aquí adentro. Desearía poder quedarme. La casa está llena de pequeños y eso me hace sentir cómoda.

—Puedes quedarte —sugerí.

Había muchos cuartos disponibles en el chalé.

Pero Flor no quiso quedarse. —Tu hermano nunca aceptaría que me quedara. Está muy pegado a Nicolás y este es el lugar de Santiago…

Entendí el mensaje de inmediato.

Por suerte, Santiago estaba arriba y se había ido de la sala de estar.

Camilo siempre estuvo del lado de Nicolás, quien intentó engañarme. En aquel momento, él pensaba que Nicolás era inocente.

¿Pero cómo podía salirse con la suya por decir que era inocente?

—Olvídalo. Mejor no lo mencionemos nunca.

Entonces, cambié el tema de conversación. —¿Qué vamos a cenar hoy?

—Hagamos unos panecillos. Podemos cocinar juntas.

A Flor parecía gustarle estar en un ambiente cálido.

—Buena idea. Déjame ver si tengo todos los ingredientes.

El refrigerador tenía de todo, hasta unas costillas de cerdo frescas. Al encontrarlas, quise utilizarlas para hacerle una sopa más tarde a Santiago. No me quede por mucho tiempo en la planta baja porque quería estar con Santiago. Rita me estaba agarrando, así que la llevé conmigo.

Apenas abrí la puerta, le dije con una sonrisa: —Veamos qué está haciendo papá. ¿Estará por comer un tentempié?

Por el contrario, Santiago estaba sentado en el cuarto, con la cabeza inclinada por fuera de la ventana. Cuando vio que la traje a Rita, se paró y la vino a buscar a mis brazos.

Rita siempre se comportó cuando la abrazaba. No se quejó ni una vez. —¿Me has extrañado? —le preguntó Santiago al pellizcarle las mejillas con cuidado.

Todavía era muy pequeña y no entendía cuando le hablaban. Solo sabía decir “papi” con un tono de voz muy dulce, pero, al parecer, aprendió a usar la palabra sin comprender lo que significa en verdad.

De todas formas, Santiago estaba feliz con ella.

La rodeó con los hombros y la abrazó bien fuerte. Tenía un muy buen porte y Rita parecía muy pequeña en los brazos del padre.

Cuando me estaba por sentar en la cama con ellos, suena el móvil. Era Emilia: —¡Urgente! ¡Me crucé a una zorra!

—Seguro lo puedes resolver sola, ¿verdad? —me reí.

Emilia tenía la habilidad suficiente para lidiar con una simple zorra.

—¡Sí, pero es impactante!

Era imposible que no pudiera lidiar sola con ella. Sospeché que había algo más. —¿Necesitas algo más?

—¡Qué genia que eres! Sí, ven conmigo a una fiesta esta noche.

Al escuchar eso, lo miré a Santiago, quien jugaba con Rita. Dudé por un momento y titubeé: —Está bien. Aunque debo maquillarme bien por si alguien me reconoce.

—No tiene sentido. Te van a reconocer, hagas lo que hagas.

Ninguna de aquellas palabras me llegó al corazón. Me senté en frente del espejo y comencé a maquillarme. Me llevó bastante tiempo, pero, al final, me di cuenta de que no importaba cuánto maquillaje tuviera, siempre iba a verme igual.

—¡No tiene sentido hacer esto! —suspiré.

—¿Qué sucede? —preguntó Santiago, con preocupación.

—Debo ir a una fiesta hoy a la noche.

Cuando me escuchó, preguntó con intención: —¿Irás a la fiesta de la Galaxia?

—No tengo idea. Emilia no me dijo.

Santiago prosiguió: —Es la fiesta a la que iré esta noche por una reunión de negocios. Así que, quizás, estemos en el mismo lugar. Puedes ir con Emilia y nos encontramos allí más tarde.

No sabía que tenía una fiesta hoy a la noche.

—Bueno. Está bien. Me pondré el vestido ahora mismo.

Por ende, elegí un vestido negro que agarré de mi armario antes de combinarlo con un maquillaje delicado y modesto. Me estaba por hacer un rodete, cuando Santiago me preguntó: —¿Cuándo te cortaste el cabello?

—Hace muy poco. ¿Sigue muy largo?

Estaba segura de que si le contaba que Ezequiel me lo había recortado, se enojaría. Entonces, decidí no mencionarlo y continuar: —Me llegaba hasta la cintura.

—Me acuerdo. Ese corto te queda precioso.

Luego, me puse un labial y unos aros del tamaño de mi mano en cada oreja.

Cuando terminé con todo, me di vuelta y le pregunté a Santiago: ¿Estoy linda?

Era una pregunta que me encantaba hacerle, debido a que siempre me quedaba con plena satisfacción gracias a lo que me contestaba.

—Claro. Señora Genova, usted posee una belleza sin igual.

Me causó gracia. —Sin dudas, sabes cómo persuadirme.

Al mismo tiempo, Rita me gritaba. Fui rápido hacia ella, me agaché y la levanté para que se calmara. Luego, se la entregué de vuelta a Santiago y me fui para abajo.

Cuando Flor me vio con el atuendo, exclamó: —¿Vas a salir?

—Sí. De pronto, me invitaron a una cena.

—¿Entonces no te reservamos la comida?

—No nos cuenten para la cena. Santiago también se irá más tarde.

Asintió. —Bueno. Ten cuidado.

Apenas puse un pie fuera del hogar, recibí una llamada de Gabriel. —Presidenta Esquivel, estoy volviendo de Bristonia y pretendo llegar más tarde por la noche. Avíseme si necesita algo, por favor.

—No tengo nada que pedirte. Que descanses.

—Entendido. Estoy disponible en cualquier momento si lo necesita.

La partida de Gabriel a Bristonia por trabajo me tomó por sorpresa, a decir verdad. Ni siquiera me avisó cuándo se iba. Además, ya le había solicitado que se quedase en Bristonia. ¿Por qué tuvo un viaje de negocios urgente cuando le ordené quedarse en Bristonia? Me despertó una gran curiosidad, pero no quería dudar de él. Gabriel había sido el único que siempre me había acompañado durante todos estos años. Entendí que para que esté al lado mío, tenía que confiar en él por completo. Por lo tanto, sacudí rápido la cabeza para tratar de no pensar más en él. Después, me fui a encontrar con Emilia. Apenas nos encontramos, me comentó en un tono inquieto:

—Ya tengo una enemiga. En realidad, no es una enemiga, más bien, es una mujer que gusta de Cristóbal.

—Son cosas que pasan, ya que Cristóbal es un gran pretendiente. De todas formas, no tienes de qué preocuparte; Cristóbal es tuyo. No lo tomes personal. —Era algo muy común que un hombre poderoso tenga a muchas mujeres alrededor. ¡Hasta una enfermera intentó coquetear hace un par de días!

—Además de todo, intentó tirarse encima de mí.

—Ah, eso sí que es imperdible —agregué de inmediato. Como vio que opinaba lo mismo que ella, Emilia se calmó un poco y siguió:

—Incluso, ¡a la tarde se atrevió a decirme que lo conocía a Cristóbal desde antes de que yo lo conociera y que yo fui la que me interpuse entre los dos! ¡Qué patrañas! ¿Qué importa quien lo conoció primero? ¡Lo más importante es que yo soy la esposa de él ante la ley ahora! ¿Quién se piensa que es? —Percibí algo e indagué con astucia:

—¿Irá esta noche a la fiesta?

—Sí —contestó Emilia, con un tono más agudo. —Por eso, te pedí que me acompañaras a la fiesta. A Cristóbal lo invitaron para actuar hoy a la noche, ¡por lo que no permitiré que esa zorra pase el tiempo con él solo! Necesito entrar a la fiesta, ¡pero no tengo entrada! —A esa hora, estábamos en la casa de té. Justo pasó Amparo y escuchó nuestra conversación.

—¿Necesitan entradas? —le preguntó a Emilia.

—Para la fiesta de la Galaxia. —Esa era la cena a la que iría Santiago.

—¿Habrá muchas celebridades? —indagó Amparo con entusiasmo, a lo que Emilia le explicó:

—Es un evento de famosos.

—¿Estará Tomás allí? —insistió Amparo otra vez.

—¿Quieres decir, Tomás Rodríguez? Creo que estará allí, debido a que es un gran evento. ¿Por qué preguntas? ¿Te gusta? Sabía que Tomás era un cantante con una voz increíble y gran habilidad para el baile. Hace un par de años, cambió el rumbo de su carrera hacia la actuación y todas las películas y series donde trabajó tuvieron un gran éxito. A pesar de ser tan joven, era una de las celebridades más famosas y con un futuro prometedor. También a mí me caía bien ese joven. Aunque ya no era tan pequeño, ya que había cumplido veinte este año. Debía tener la misma edad que Amparo. De todos modos, era alguien diferente, con una madurez que no parecía acorde a la edad. Sin embargo, no tenía facilidad para la comunicación, debido a que en todas las entrevistas que vi, se quedaba en silencio. Las preguntas que le hacían, las contestaban todos los que estaban con él. No obstante, era muy educado y tenía buenos modales. Era muy reconocido y tenía un millón de seguidores. ¿Sería que Amparo era otra fanática?

—Hace poco vi una de las varietés donde actúa y ¡me fascinó! Es muy atrapante cuando baila, si bien parece ser muy tranquilo y maduro también. Emilia levantó la mirada cuando la escuchó.

—Entonces, eres una seguidora más.

—¡Ya miré todas las películas y series dramáticas! Ay… Nunca creí ver a un artista tan único. Es demasiado simpático y amaría conocerlo en persona. Unos minutos después, Amparo aseguró—: Conseguiré una entrada.

—¿Dijiste que la vas a conseguir? —Emilia se entusiasmó al escucharla. Sabía quién era Amparo. Al ser la jefa de la familia Quevedo, podía conseguir una entrada. Con una sola llamada, alguien se la conseguiría.

—Te quitó la tarea —me susurró Emilia.

—Con tal de conseguir la entrada…—Me reí.

Por ende, iríamos las tres juntas a la cena, en vez de Emilia y yo solas, como era el plan original. Antes de llegar al evento, la llamé a Maya y le pregunté si quería sumarse al plan. Con mucha indiferencia, rechazó la propuesta:

—No me cuentes. Tengo que hacer otra cosa.

—Está bien. Entonces, no te molestaré con Silvio Lebrón.

Ya era de noche cuando llegamos las tres a la sala de entrada a la fiesta. Cuando estábamos en camino, le escribí a Santiago. «Santi, ¿a qué hora llegarás?» Me contestó: «No te preocupes. Pásala bien antes de que llegue». Me quedé con el móvil en la mano al leer el mensaje. Cuando levanté la mirada, la observé a Amparo, que, sin dudas, se había esforzado mucho para vestirse, y le dije:

—Nunca pensé que serías fanática de alguien algún día. —Ella también estaba sorprendida.

—¿Has visto? Es que justo hace poco vi el varieté y, después, empecé a seguirle los pasos. Cuanto más veía, más me convencía de que es una joya verdadera. Además, ¡medimos casi lo mismo! Yo mido 1,60 m y él 1,82. —Eso me dejó atónita.

—¿Para qué quieres saber cuanto mide?

—Para saber si encajamos el uno con el otro. —

Nos quedamos perplejas con Emilia. No sabíamos ni que contestarle. Luego de una pausa, indagué:

—¿Qué sucedió con Dante entonces? —Se habían querido casar hace un tiempo.

—¿Quién? ¿Dante? —preguntó con un tono dudoso al escuchar la pregunta.

—Pensé que los dos estaban muy enamorados y se convertirían en…

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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