Te regalo toda una vida de amor Capítulo 258

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 258

El grupo de conversación que había creado Lucas estaba compuesto, en su mayoría, por gente conocida de Santiago. Dejé el teléfono y miré por la ventana el cielo, que estaba encapotado y daba la impresión de que pronto iba a llover. Exhausta, me recosté y cerré los ojos para dormir. Cuando me desperté, alrededor de las tres de la tarde, me cambié de ropa para ir a visitar a Maya a la ciudad. Llegué allí bastante tarde y fui al hospital, donde encontré a mi amiga en su habitación, mirando por la ventana con expresión ausente.

—¿En qué piensas? —pregunté ni bien entré. Ella disimuló y giró para mirarme y, cuando me acerqué y me senté a su lado, estiró el brazo buscando mi mano. En ese momento me di cuenta de que estaba algo deprimida, así que tomé su mano llena de cicatrices y le pregunté—: ¿Qué pasa?

—Tengo miedo de que Raúl quiera divorciarse de mí. —La noche anterior había dicho algo similar.

—No lo hará —la consolé.

—Antes de ayer discutimos por el asunto de la prometida —me contó con disgusto—. Después de eso, ella quiso encontrarse conmigo de nuevo y ya viste lo que pasó. La noche anterior no me atreví a confrontarlo, pero no fue por no querer hablar del tema, ¡sino porque antes había encontrado un acuerdo de divorcio en el cajón de su mesa de noche! —Tenía el rostro herido cargado de miedo y los ojos apagados. Mientras me sostenía la mano con fuerza, añadió llorando—: Tengo terror de que quiera pedirme que nos separemos. Si esto hubiese pasado antes, le habría pedido que se quedara, pero ahora… Tengo la cara arruinada y un corte de lado a lado en la mano derecha. ¡Ya no puedo dibujar! Gina, ¡ya no sirvo para nada! Soy una inservible que no merece que la amen. —Estaba tan perturbada que me levanté y me incliné para abrazarla.

—Raúl no haría algo así. No es un hombre tan superficial, y tampoco va a engañarte. Se quedará a tu lado —la reconforté. Mis palabras parecieron calmarla un poco y de pronto dejó de llorar.

—Nadie lo conoce tanto como yo —declaró con cierta nota de desesperación en la voz.

—¿Qué? —le pregunté, confundida.

—Gina, yo sé lo cruel que puede ser.

—No es cierto; tú no viste lo nervioso que estaba ayer. Se quedó esperándote todo el tiempo fuera del quirófano…

—Lamento haberte causado preocupación —me interrumpió con una sonrisa, dejándome estupefacta.

—Maya…

—Gina, aférrate con todo tu ser a la persona que amas. Haz que se quede contigo, incluso a costa de tu propio orgullo. No la dejes ir. —De repente, me estaba aconsejando. La abracé de nuevo.

—Maya, las cicatrices que tengo en el rostro se pueden eliminar, ¡y las tuyas también! —la consolé en voz baja—. Hoy en día, la tecnología ha avanzado tanto que hasta puede salvarme a mí, una paciente con cáncer, así que imagínate cuánto más puede hacer por tu mano. No te preocupes, me encargaré de buscar el mejor médico para ti y te recuperarás en un santiamén. ¡Créeme!

—Está bien, te creo —respondió.

—No te preocupes, Raúl no te engañará, si lo hace, ¡yo misma no lo perdonaré! Tendremos la felicidad que deseamos, Maya.

—Seguro. Te creo —repitió sin demostrar mucho interés.

Después de pasar dos horas con ella, me fui del hospital. Raúl no apareció en todo ese tiempo. Una vez más, estaba lloviendo a cántaros en Bristonia, por lo que me quedé en la puerta del edificio un rato hasta que José apareció y abrió un paraguas sobre mi cabeza.

—¿Irá a su casa, señora? —preguntó.

—Regresemos al departamento.

Ya eran las ocho cuando llegamos. Santiago aún me estaba esperando: había dicho que esperaría una noche y eso incluía la mañana del día siguiente. Estuve con el alma en vilo todo el tiempo y, cuando terminé de comer la cena que José me había comprado, me paré en la puerta, llena de dudas. Aunque no me atrevía, quería verlo. ¡Nadie me estaba obligando! En ese momento, por milagro, recibí una llamada de Flor.

—¿Qué pasó, Flor? —pregunté sorprendida.

—Tu madre acaba de llamarme. —Tenía una voz tan cálida y suave que hacía que quien la escuchara se sintiera cómodo. Me apoyé en el marco de la puerta.

—¿Te llamó para hablar de mí? —quise saber. «Debe haber sido así, si no a Flor no se le hubiese ocurrido llamarme. Se ve que mi madre ha estado bastante contenta con Camilo estos últimos dos años, ya que hace bastante tiempo que no la escucho quejarse de él», pensé.

—Sí, cree que estás asustada por algo ya que no fuiste a casa en Año Nuevo. Te conoce bien. De inmediato relacionó eso con tus problemas amorosos y sospecha que pasó algo entre Santiago y tú.

Yo no sabía que la relación de mi madre con Flor era tan cercana como para que le contara sobre mis problemas de pareja, pero al final le respondí con honestidad:

—Bueno, sí, pasó algo.

—¿Quieres contarme? —respondió ella con amabilidad.

—Mi estado de salud está empeorando y no quiero que él se vea afectado.

Flor lo entendió enseguida y, tras un momento de silencio, me explicó:

—Santiago y tú se están volviendo virales en Internet y quería preguntarte por eso, pero temía molestarte. Gina, solías amar tanto a Nicolás que no te importaba si tenías que morir por él, pero luego elegiste a Santiago. Te entiendo, porque tu hermano era igual a Nicolás y yo también conocí a otro hombre después de él. Justo cuando iba a elegirlo, él… Yo no lo supe valorar en ese momento y todavía pienso en cómo hubiera sido.

Flor había mencionado alguna vez que la persona a la que había conocido después de Camilo había muerto. Al recordarlo, le dije con dulzura:

—Flor…

—Gina, tú sabes mejor que yo la clase de persona que es Santiago. Vive en un mundo tan lleno de peligros que ni siquiera él puede saber con seguridad si vivirá mañana o antes tendrá un accidente. Entonces, ¿por qué te preocupa tanto tu enfermedad? Espero que puedas ver que ese no es un motivo suficiente para alejarlo de ti, sino para que esté a tu lado en el proceso. Valora al hombre que amas, Gina, o lo lamentarás cuando lo hayas perdido.

Camilo me había dado el mismo consejo la última vez, y yo había perdido a Nicolás. Al recibir el mismo consejo por parte de Flor, un miedo desconocido empezó a brotar desde el fondo de mi corazón.

—Lo pensaré —titubeé.

—Espero que puedas ser feliz, Gina.

En el hospital, Maya abrió los ojos y vio al hombre que estaba sentado a su lado: tenía el rostro más hermoso que ella hubiera visto jamás, aunque, por supuesto, no superaba la belleza de Santiago.

—Estás aquí —dijo con una sonrisa.

—Así es —repuso Raúl. Ella fingió estar angustiada.

—Raúl, mi rostro está arruinado. —May sabía muy bien quién había provocado la explosión, y estaba esperando que él impartiera justicia. Sin embargo, el rostro de su amado permaneció inmutable.

—Lo siento, May.

—¿Por qué te disculpas? —preguntó Maya fingiendo no saber nada y con una sonrisa de oreja a oreja. Raúl no le respondió enseguida. No sabía cómo iba a hacerlo, pero ya había decidido que tenía que dejarla. Apretó los labios antes de abrirlos para decir algo, pero ella se adelantó y balbuceó—: Sé que mi cara es horrible ahora, pero Gina dijo que las cicatrices se pueden borrar, así que volveré a verme como antes. No me rechaces, Raúl, haré todo lo posible…

—May —la interrumpió con voz grave. Por un instante, ella se quedó paralizada, pero luego continuó balbuceando.

—El médico me dijo esta mañana que en unos días podré intentar levantarme, pero tendré que usar una silla de ruedas. De todas maneras, no me importa, creo que voy a poder arreglármelas bien. Oí decir a las enfermeras que florecieron todas las plantas del jardín. Dentro de unos días podrás empujar mi silla de ruedas hasta allí para que disfrutemos juntos del paisaje…

—Separémonos —sugirió él de manera abrupta. Las palabras que Maya no llegó a decir quedaron atravesadas en su garganta sin que pudiera decirlas ni tampoco tragárselas. Miró a su esposo con los ojos llenos de lágrimas y dijo su nombre con suavidad, pero recibió una respuesta cruel—: Dijiste que podía terminar este matrimonio cuando encontrara a alguien a quien amara más que a ti. —Sus palabras pasaban de largo y Maya no parecía escucharlas mientras continuaba repitiendo su nombre, como si eso le diera algún tipo de poder—. Quiero darle fin a este matrimonio, Maya —insistió él, dejando más que clara su intención.

May sintió deseos de hacer un escándalo y de preguntarle si todo lo que habían vivido juntos no había significado nada para él. Era su esposa, ¿cómo podía no importarle que esa mujer, Ana, le hubiera hecho tanto daño? Sí, ¡ella había sido quien causó la explosión! ¡Ella era quien le había enviado un mensaje diciéndole que la esperara allí! No cabía duda de que un hombre como él podía averiguar la verdad, pero no solo había decidido no hacer justicia, sino que le pedía el divorcio. Maya quería montar una escena, tragarse su orgullo y pedirle que se quedara con ella, pero entonces recordó el rostro de Alán y se contuvo. Ella era la luz de sus ojos y no quería que la viera perder la dignidad. Al pensar en eso, se las rebuscó para esbozar una sonrisa en el rostro demacrado, lo cual hizo sentir un poco mal a Raúl.

—Han pasado casi dos años desde que Alán me dejó, pero, gracias a tu presencia, ya casi no pienso en él. Sé que debería haber seguido adelante con mi vida después de su muerte, pero tú fuiste quien me enseñó a aceptar el amor de nuevo y quien me permitió deshacerme del resentimiento al que me estuve aferrando durante más de diez años… Gracias, Raúl. Soy una persona de palabra y, ya que te quieres marchar, no te retendré.

—Lo siento, Maya—se disculpó él.

—Estoy dispuesta a dejarte ir, Raúl. —Esta vez, ya no pronunció su nombre con tanto cariño. Esbozando una sonrisa amplia, dijo las palabras más crueles del mundo, pero sin abandonar el tono amable—: Sin embargo, una vez que te vayas seremos dos completos extraños. No importa qué suceda en el futuro, ya no tendré nada que ver contigo. Y con eso me refiero a que, la próxima vez que nos veamos, no quiero que nos saludemos.

Raúl se quedó de piedra al escuchar eso. Maya estaba cortando su vínculo con una determinación que él jamás se había imaginado que podía mostrar.

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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