Te regalo toda una vida de amor Capítulo 214

Las personas en la entrada también estaban sorprendidas de verme, pero fue Dante quien rompió el silencio y preguntó:

—¿Qué estás haciendo aquí? —se podía sentir la indiferencia en su voz, pero era mejor disimulando que Lucas y David, quienes me habían ignorado desde lo que sucedió.

En ese momento, yo traía una camiseta de Santiago que me llegaba hasta los muslos y mi cabello estaba hecho un desastre porque había estado entre sus brazos hace unos momentos. La verdad es que me sentía bastante incómoda porque eran justamente sus amigos, quienes todavía no me había perdonado. Por otra parte, no respondí a su pregunta y le dije a Santiago:

—Me voy a cambiar de ropa en la habitación.

Les saqué la vuelta y me dirigí al segundo piso. Una vez dentro del dormitorio, me senté sobre la cama con mil emociones encontradas, pues el hecho de que ni uno de sus amigos estuviera dispuesto a aceptarme me hacía enojar. Me masajeé las sienes y me dije a mí misma que no tenía que pensarlo demasiado; entonces me paré y me puse un vestido plateado que acentuaba mi figura a la perfección, y dado que no iba a salir a ningún lado, no me puse tacones.

Luego de maquillarme un poco, tenía pensado acomodar la cama cuando noté un vestido de la corte que Santiago había tirado. Joel había dicho que tal prenda pertenecía a la familia real de Francia, pero lo único que yo sabía de ellos fue lo mismo que me había dicho Carlos, ya que, según él, mi madre biológica se había casado con un duque.

«¿Por qué el secuestrador tenía un vestido de la familia Real de Francia? ¿Y por qué me lo dio a mí? ¿Acaso hay algo que no sé?».

No entendía qué estaba pasando, pero tampoco quería contactar a mi madre biológica a pesar de que Carlos me había dado su número de teléfono.

De pronto, escuché bastante ruido en el piso de abajo y me asomé por el balcón, fue entonces que oí la voz de Tanya, quien se escuchaba molesta.

—Santiago, ¿por qué todavía quieres estar con ella? ¿Acaso ya te olvidaste del infierno que has vivido gracias a esa mujer? ¿Qué hay de lo que dijo mi abuelo? ¿No sientes pena por mi familia? —lo cuestionó.

Sin embargo, Santiago se mantuvo en silencio, a lo que Dante intervino:

—Cuida la manera en que le hablas, últimamente has estado haciendo lo que quieres, pero tienes que saber cuál es tu lugar aquí.

—Dante, ¿no viste a la mujer que estaba abrazando? Santiago siempre me está diciendo que debo alejarme de ella, y eso es lo que he estado haciendo, incluso le perdoné la vida, pero ¿qué hizo ella? Lo dejó en la ruina y aun así la quiere, ¿no creen que esto es una burla para mí? —la mujer estaba muy enojada.

Dante se burló por lo bajo y respondió:

—Tanya Hayes, ¿acaso Santiago prometió que se casaría contigo?

A través de las cortinas podía ver a Santiago dándose un baño de sol muy despreocupadamente mientras mantenía los ojos cerrados, al mismo tiempo, parecía que Tanya comenzaría a llorar en cualquier momento. Esa mujer se las había arreglado para contener sus emociones conmigo, pero esta vez, estaba a punto de perder el control; al parecer, la actitud indiferente de Santiago la estaba haciendo enojar más de lo que ya estaba, sumado al hecho de que, gracias a mí, él había terminado en la ruina.

«Al parecer siente pena por él, ¡Tanya siente pena por Santi!».

Ahora que la mujer se había quedado en silencio, Dante le dijo:

—El abuelo sí mencionó que podrías casarte con Santiago, pero te lo tomaste demasiado en serio, Santiago ni siquiera te dijo nada. Eres la señorita de la casa, ¿por qué te comportas así? No deberías involucrar a nuestra familia en tus cosas, a lo mejor Santiago si está en deuda con nosotros, pero ya ha hecho mucho por nuestra familia.

Tanya se quedó sin palabras y se cubrió el rostro con las manos, entonces intervino David para calmar la situación.

—Está bien, está bien, deberíamos relajarnos un poco. Le va a doler la cabeza a Santi con todo lo que están diciendo.

—¡Pero ni siquiera tiene sentimientos! ¡Es de sangre fría! —dijo Tanya de repente.

Luego de oírla, Santiago abrió los ojos con frialdad y dijo el nombre de la mujer, la voz del hombre era encantadora y seductora, al mismo tiempo que fría y distante.

—¿Qué? —dijo Tanya.

—¿Qué más le debo a tu familia? —preguntó Santiago. Era una pregunta sencilla, pero difícil de responder.

Cuando Dante se dio cuenta de que las cosas se estaban saliendo de control, respondió:

—Olvidemos el tema. ¿Qué haremos para enfrentarnos a los Fontana? Ahorita son demasiado poderosos porque no solo tienen el control del país, sino de Europa entero.

Como siempre, Santiago ignoró a Dante y dijo:

—Sé lo que le hiciste cuando perdí la conciencia, pero no dije nada al respecto porque quería darle otra oportunidad a tu familia, sin embargo, Tanya Hayes, es importante que sepas que a mí no me gusta mostrar piedad con nadie, ninguna persona se me escapa y tampoco me gusta que vengan a buscar problemas en mi territorio ni mucho menos que molesten a mi mujer en plena luz del día. Incluso si… —Santiago hizo una pequeña pausa y entrecerró los ojos—Incluso si se trata de ustedes, o de sus futuros herederos, nadie tiene derecho de cruzar la línea conmigo.

Jamás lo había escuchado hablar de sí mismo como una persona cruel. Ante su respuesta, Tanya se quedó sin palabras, sin embargo, luego de unos segundos dijo:

—¿Y qué piensas hacer? Santiago, incluso si no sientes nada por mí, y piensas que soy una chica caprichosa y tonta, y aunque fui yo molestó a tu muer, ¡hemos sido amigos durante mucho tiempo! ¡Fue mi familia la que te ayudo! ¿Piensas asesinarme?

Sin embargo, en lugar de responder, el hombre abrió sus hermosos ojos de par en par y anunció:

—Dante, de ahora en adelante, tú serás el heredero de la familia Hayes y si tu familia insiste en que debo comprometerme con Tanya, iremos a la guerra. Jamás permitiré que los Hayes se interpongan en mi vida y en mis decisiones. —Santiago cerró levemente los ojos y agregó de manera dominante—: Quiero que le hagan llegar este mensaje a su abuelo, estoy seguro de que él sabrá qué hacer.

—¡Santiago, solo hago esto por tu propio bien! —exclamó Tanya y empujó a Dante para acercarse a Santiago—Todo lo que hago es por ti, sí, tal vez a veces hablo de más y no debí meterme en tus asuntos, ni siquiera debí ofender a la mujer con la que estás saliendo para que te cases conmigo, pero ¡quiero que sepas que hago todo esto porque te amo! —exclamó ella entre lágrimas de desesperación y coraje.

Al parecer su tristeza era contagiosa porque hasta yo pude sentirla; todo eso me recordó aquellos años en los que rogaba por el amor de Nicolás. Sin importar si Tanya se estaba comportando así por berrinche, o simplemente por querer tener el control de todo, lo hacía porque estaba enamorada de él; en su corazón solo había un hombre, y por eso jamás tomaba en consideración a las demás personas y actuaba de manera desenfrenada. En realidad, podría decir que la admiraba, porque en aquellos años yo era tan débil que ni siquiera tuve el valor de decirle a Nicolás la verdad, solo lo seguía en silencio.

Suspiré al pensar en ello, porque sabía que, si Santiago se metía con la familia Hayes solo por mí, entonces se ocasionaría un terrible problema. En eso, Santiago miró por encima del hombro de Tanya, justamente en la dirección en la que yo me estaba ocultando, y por los mismos nervios, di un paso hacia atrás.

«¿Durante todo este tiempo supo que estaba escuchando y por eso dijo todo eso? ¿No quiere que me sienta triste al respecto?».