Te regalo toda una vida de amor Capítulo 213

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 213
A menos que Santiago me propusiera matrimonio, yo jamás lo llevaría a casa de mis padres. Si le hacía caso a mi mamá, era seguro mis padres mencionarían el matrimonio. Cuando eso sucediera, haría parecer que yo estaba esperando su boda, aunque era verdad.

—Sé paciente. No hay por qué apresurarnos. Lo arreglaré pronto y les informaré sobre ello —dije, disimulando. Solo así, mi madre quedó satisfecha.

—Deberías ser consciente de ello. No solo se trata de ti, sino también de Leonardo. Ustedes son nuestros hijos y tu padre quiere hablar con la chica para ver si hay oportunidad de arreglar su relación. Tú tienes dinero, así que no estamos preocupados por ti. Aunque la familia Esquivel ha pasado desapercibida en Bristonia, hemos ahorrado millones de dólares. Planeamos comprarle una casa a Leonardo en Bristonia y también dejar algo de dinero para su dote y así puedan tener una gran boda. Por supuesto, también es un gesto para recompensar a tu tío.

Mi tío estuvo en la catástrofe de avión ese año y mis padres fueron afortunados de sobrevivir. Sin embargo, hasta el día de hoy, no tenían idea de la verdadera identidad de Fernanda. Yo tampoco se lo recordé a mi mamá, pues ellos iban a conocerla con una sinceridad genuina. ¡Estaba esperando lo mejor!

Además, Leonardo era parte de la familia Esquivel, así que también esperaba que pudieran reconciliarse y volver a estar juntos. Aun así, era entendible si Fernanda no lo perdonaba, pues incluso yo estaba de acuerdo con eso. No importaba lo que eligiera, apoyaba la decisión de Fernanda porque yo era la tía de Samanta.

—Mm. Leonardo tiene su ego. No estoy segura de si aceptará tu ayuda. Si… necesitas dinero, solo llámame.

Al principio, pensé en decirle a mi mamá que Camila era la causa del malentendido de Leonardo con la familia Esquivel. Ahora que la verdad había salido a la luz, hubo un cambio en su actitud con la familia. Además, mis padres adoptivos lo estaban haciendo por su bien. Como adulto, él debía conocer sus buenas intenciones.

—No te preocupes. Tenemos suficiente dinero —rechazó mi mamá.

Fijé mis ojos en el hombre que estaba abajo mientras ella me recordaba:

—Apresúrate y trae a Santiago a Bristonia. De lo contrario, te conseguiré una cita a ciegas.

—¿Cuál es la prisa? —dije, desesperada.

La conversación continuó por otros cinco minutos antes de terminar la llamada. Con mi teléfono en la mano, le sonreí al hombre que seguía con los ojos entrecerrados, tomando el sol con pereza.

—¿Hace cuánto te despertaste?

—Dos horas antes que tú —respondió Santiago.

—Ay, tengo hambre.

—Mmm. Hay algo en la cocina —respondió.

Me giré y regresé a la habitación a ducharme. Luego de ponerme su camisa blanca, bajé las escaleras y entré a la cocina, donde me encontré con cuatro platillos preparados en el comedor. Al notar lo cálidos que estaban, supuse que Santiago los había preparado hace poco. Me senté y me terminé dos porciones de omelette antes de comenzar a lavar los platos. Cuando salí a buscarlo, él estaba descansado con los ojos cerrados. Me subí a su silla y me acurruqué en sus brazos al mismo tiempo que exclamaba con felicidad:

—Esto se siente muy bien.

—¿Mmm? —murmuró Santiago con sus ojos cerrados, abrazando mis hombros con fuerza.

—Se siente muy bien estar contigo, Santi —respondí de forma dulce.

La actividad íntima de la mañana había reducido la distancia entre nosotros. Aproveché esa oportunidad tan inusual de holgazanear y me acosté a su lado para tomar el sol juntos. Mi corazón florecía mientras disfrutaba cada segundo de ello. Quizás era porque ya lo había perdido una vez, pero lo apreciaba demasiado en ese momento. Santiago murmuró con indiferencia y yo dije:

—Eres precioso, Santi.

Santiago me miró de reojo y comentó:

—Tú y tus palabras astutas.

—Eres precioso —repetí con sinceridad, pero él no me respondió.

Santiago solo llevaba una camisa blanca delgada, así que mis dedos podían sentir las cicatrices debajo de la tela.

«Seguro las obtuvo hasta hace poco»

Abrí uno de sus botones en silencio, provocando que él me mirara con sus ojos llenos de tranquilidad. Yo sonreí con torpeza y le dije:

—Solo quiero echar un vistazo a tu fuerte cuerpo.

Santiago no me detuvo, pues casi nunca me impedía hacer cualquier cosa. Lo único que hizo fue mirarme y dejar que lo hiciera. Y así, desabotoné su camisa y dejé expuesto su pecho cicatrizado. No podía verlo bien porque me daba mucha pena observar su cuerpo por la mañana. Además, él no se quitó su pijama, así que no tuve oportunidad de ver bien las cicatrices.

Había cicatrices ligeras y otras profundas. Lo más seguro era que las ligeras fueran de hace mucho tiempo, pero las profundas eran recientes. La cortada más profunda estaba en su abdomen y llegaba hasta su cinturón de adonis. Mis dedos acariciaron el bulto rugoso con cautela mientras una punzada de dolor me golpeaba.

—¿Te dolió?

—Estoy acostumbrado —respondió Santiago.

Era alarmante acostumbrarse a algo así. Las lágrimas comenzaron a juntarse en mis ojos mientras decía:

—Debió haber sido insoportable.

Santiago se mantuvo en silencio y me acosté en su cintura. Apoyé mi mejilla sobre su piel y era tentador darle algo de consuelo con mi calor. Parecía que había notado mis intenciones, pues Santiago acarició mi cabello como si fuera un gatito y dijo en voz baja:

—Gina, es imposible evadir el peligro en mi mundo. Ya sea el pasado o el presente, tendré que enfrentarme a eso. ¿Te da miedo?

Esa era la primera vez que Santiago me hablaba sobre su mundo. En ese momento, la pregunta de Berto volvió a aparecer en mi mente.

«¿Lo conoces?»

Después, dije:

—¿Cómo es tu mundo, Santi?

Mis dedos frotaron la parte metálica de su cinturón poco a poco, pero él no explicó nada y solo dijo:

—Después hablaremos del futuro. Va a tener que confrontarlo tarde o temprano.

Nadie podía forzarlo a decir algo que no quería, así que no insistí. En ese momento, recibí una llamada de Antonio.

—¿Qué pasa?

—Señorita, parece que Nicolás descubrió nuestro rastro. Compró un boleto de avión hacia Bristonia para el día de mañana —me informó.

Aunque era incómodo escuchar a Santiago dirigirse a mí de una manera tan formal frente a Santiago, le indiqué:

—Si ese es el caso, podemos dejar de seguirlo e investigar a la doctora.

No había más pistas, pero debía haber nuevos hallazgos que no se conocían.

—Bien. Por cierto, hay algo más.

Me recargué sobre Santiago al mismo tiempo que preguntaba:

—¿Qué cosa?

—Nicolás también compró un boleto de avión hacia Gretaña.

La agenda de Nicolás estaba muy ocupada últimamente. ¿Viajar desde Estados Unidos a Bristonia y luego a Gretaña? ¡Era como si estuviera ignorando el asunto de su familia!

«¿No planea hacerse cargo del asunto en casa?»

—Averigua quién es el jefe de la familia Ferreiro en este momento.

Antonio conocía bien esa información.

—Es el padre de Nicolás. Nicolás no se ha hecho cargo de los asuntos de la casa desde que inició el año. Además, parece que tienen planes de minimizar su alcance de inversión.

Minimizar su objetivo de inversión indicaba su plan de ganar con estabilidad.

«¿Qué es lo que están pensando?»

—Hagámoslo de esta manera por ahora —suspiré.

Era como si Santiago careciera de curiosidad. Luego de terminar la llamada, no me hizo ninguna pregunta sobre por qué estábamos siguiendo a Nicolás. En lugar de eso, siguió acariciando mi cabello, como si yo fuera un peluche. Eso me desagradó, así que le pregunté:

—¿No te da curiosidad?

—¿Qué cosa en particular? —dijo con una ceja alzada.

Me quedé sin palabras y pensé que lo mejor era cerrar la boca. Nos quedamos así hasta que alguien abrió la puerta. Cuando me percaté de los invitados, salté de los brazos de Santiago al instante y me puse de pie a su lado, nerviosa.

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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