Te regalo toda una vida de amor Capítulo 194

Medité un poco en mis palabras antes de responder:

—Emilia se refiere a Santiago. Es así porque ella básicamente se crio bajo el cuidado de Santiago. Para ella, él es alguien al que idolatra y jura seguir sus pasos por el resto de su vida. Pero no hay nada ilícito en su relación y Emilia no está enamorada de él. Solo es alguien a quien ella considera un modelo a seguir en su carrera. ¿Me entiendes?

Inteligente, Cristóbal respondió:

—Y ¿cómo es que se conocieron Santiago y Emilia?

Él planeaba averiguar cada detalle acerca de su relación y yo no estaba segura de poder revelarlo todo. Así que le pregunté:

—¿Qué tanto sabes sobre Emilia?

Tan pronto oyó eso, su expresión se paralizó por un momento.

Fue entonces cuando me di cuenta de que no sabía nada sobre ella.

Después de considerarlo, le dije:

—Emilia era la joven a la que la familia Delgado y la antigua familia Genova acogieron —por antigua familia Genova me refería a la era de Santiago. —Cristóbal, ella es una niña superdotada.

En su rostro había una expresión de aturdimiento y parecía recordar algo del pasado. Le expliqué brevemente:

—Hay muchas cosas que no estoy segura de poder compartirte, pero Emilia es extremadamente inteligente en comparación con la mayoría de las personas. Ella comprende las cosas mejor que cualquiera de nosotros y es mucho más perspicaz que tú y yo.

Él cerró los ojos y exhaló suavemente.

—Tengo un dilema.

—¿Qué pasa? —le pregunté preocupada.

Cristóbal abrió sus ojos lentamente y observó la escena nevada al otro lado de ventana. Entonces, explicó seriamente:

—Emilia rechazó por completo mis sentimientos anoche.

Quedé sorprendida con sus palabras. ¡Este hombre frente a mí, normalmente tan frío callado, se había enamorado de Emilia!

Olivia llevaba más de diez años detrás de él, pero no había conseguido conquistarlo. Y Emilia, a quien él apenas había visto no más de diez veces, le había ganado con creces.

¿Cómo fue que sucedió?

—¿Te dijo por qué? —pregunté.

Emilia ya tenía reparos respecto a la edad de Dante, pero Cristóbal, quien estaba deprimido y de pie frente a mí, era mucho mayor que Dante.

Cristóbal agachó su cabeza y pensó en lo que le había preguntado; frunció los labios y contestó:

—Dijo que era viejo, tradicional y de costumbres rígidas.

Al escuchar esto, no pude evitar soltar una carcajada.

—¿De verdad dijo que eras tradicional y de tradiciones rígidas?

Cristóbal murmuró un suave «sí» y yo me levanté para acercarme a su lado con una sonrisa.

—Yo también solía pensar que Santiago era muy tradicional y de costumbres rígidas.

Por lo general, Santiago prefería lucir un traje negro y siempre se había mostrado muy sobrio. Además, disfrutaba de la lectura, de escribir caligrafía y su tono de voz era muy suave. Se comportaba como un hombre de ochenta años, sin inmutarse por nada y callado como siempre.

Ante la mención de Santiago, Cristóbal cambió el tema y preguntó:

—¿Pudiste verlo el día de ayer?

Apenas sacó el tema, mi corazón se sintió apretado solo de pensar en ello.

—No. Él me evadió intencionalmente.

Cristóbal parecía estar sin palabras y procedió a darme una palmada en el hombro para animarme.

—Siempre habrá momentos de decepción en la vida y lo más importante es tener una consciencia limpia.

Cristóbal tenía talento para dar ánimos. Movió su brazo de regreso a su lado mientras decía elocuente:

—La vida es muy corta como para no hacer lo que te gusta. Has lo que creas que sea mejor para ti y para Santiago y yo haré lo mismo con el tema de Emilia. ¿Entendido?

Asentí y le respondí:

—Espero que terminen juntos.

—Claro. Solo no le ayudes demasiado a Dante con sus interacciones diarias —me recuerda.

Ante esto, le sonreí y expliqué:

—Jamás le he ayudado. Él solo usó mi teléfono cuando estaba en Finlandia para mensajear a Emilia. No hemos tenido más interacciones aparte de esa.

La expresión de Cristóbal se tornó seria al oír estas palabras.

—Así que Emilia ya ha ido a Finlandia.

Yo no sabía qué decir en ese momento.

De pronto, escuché que alguien tocaba a mi puerta. Abrí y ahí estaba Emilia recargada en la puerta, con una sonrisa un tanto inocente y con una expresión cómica.

—Regina, mi papá acaba de llamar y nos acaba de pedir a Jacobo y a mí que regresemos a casa, ¡así que ya me voy!

—Te acompaño a la salida —respondí.

Cristóbal también susurró en mi oído:

—Yo también me retiro.

—Está bien. Los encamino.

Me hice a un lado para que Cristóbal pudiese salir, a la vez que Emilia se apretujó a su lado para entrar a la recámara conmigo. Luego, me abrazó y preguntó:

—Regina, iré de visita a Finlandia dentro de poco. ¿Te gustaría acompañarme?

En ese instante, Cristóbal se paró en seco y preguntó:

—¿Por qué vas a Finlandia?

Ella respondió con franqueza:

—Lucas acaba de llamar para invitarme. Me llevará a esquiar y de excursión, pero es más que nada por él.

Cristóbal preguntó paciente:

—¿A quién te refieres con «él»?

Pensé que la idea de que Lucas invitara a Emilia a Finlandia había sido de Dante, pero lo dicho por Emilia me tomó por sorpresa.

—A Santiago. Lucas dijo que Santiago necesitaba de mi ayuda, así que tengo que ir a Finlandia —respondió Emilia sin tapujos.

Cristóbal perdió interés en el tema mientras Emilia seguía con su explicación:

—Santiago necesita a alguien con experiencia en programación, así que estoy feliz de poder ayudarlo.

Había oído que Emilia tenía conocimiento en ciencia y tecnología, pero era la primera vez que escuchaba que era buena en programación también. Claro, Emilia era una niña muy inteligente, así que no era de extrañar que poseyera habilidades en muchas áreas y ahora era la única que podía ayudar a Santiago.

Y luego estoy yo… ¡Una completa inútil! No puedo hacer más que observarlo mientras resuelve sus problemas.

Cristóbal salió de la recámara y Emilia me dijo en voz baja:

—La clase de élite y los hombres cercanos a Santiago están reunidos en Finlandia. De acuerdo a lo que me dijo Lucas, puede que tenga que quedarme allá un par de meses.

Santiago estaba planeando recuperar sus conexiones e influencia.

De pronto, sentí envidia al pensar en que Emilia sí podía quedarse a su lado.

Emilia notó que me quedé callada y preguntó:

—¿Quieres que nos encontremos allá?

Pensé, entonces, en las últimas dos ocasiones fallidas en las que intenté reunirme con Santiago en Finlandia, así que respiré profundo y le dije:

—No tendré oportunidad de verlo, Emilia.

Ella me preguntó, perpleja:

—¿Por qué lo dices?

—Tuvimos una discusión fuerte y decidimos que cada quien se fuera por su lado.

Emilia se mostró muy confundida para ese punto y preguntó:

—Ustedes se separan con la misma facilidad con la que se juntan. ¿Así es como los adultos manejan sus relaciones? Suena bastante inestable.

Sus palabras me dejaron visiblemente atónita.

Emilia sabía que yo había tenido ya varias parejas a lo largo de mi vida, por lo que lo que su conjetura era entendible. Sin embargo, ya fuese con Nicolás o con Santiago, ninguna de las relaciones terminó por decisión propia. Siempre había sido yo la que se veía forzada a alejarse. Pero esta vez, yo había lastimado a mi hombre.

—Emilia, yo lo amo demasiado —respondí afligida.

Ella respondió con inteligencia:

—Yo le paso el mensaje.

Le sonreí y pregunté:

—¿Opinas que deberíamos separarnos?

Emilia negó con su cabeza y me dijo:

—Yo deseo que tengan una vida maravillosa.

—Gracias. Estoy segura de que así será.

……

…

Bajé a despedirlos y luego regresé a mi recámara. Después de tomarme el medicamento prescrito por el médico para estabilizar el embarazo, me recosté sobre la cama y comencé a sentir algunos cólicos alrededor de mi abdomen.

Como estaba en modo alerta, le pedí a José que me llevara al hospital de inmediato.

Después de una revisión, el médico me aconsejó una y otra vez que interrumpiera mi embarazo. ¡De ninguna manera! Con la última gota de esperanza que me quedaba, pregunté a mi médico:

—¿De verdad es completamente inviable?

—Existe una posibilidad, pero es una muy pequeña.

—Quiero intentarlo, por mínima que sea la posibilidad.

—En ese caso, debe asegurarse de evitar cualquier situación que le cause estrés y acudir al hospital para realizar revisiones periódicas. Yo aconsejaría que se quedara ingresada en el hospital en reposo absoluto.

Escuché sus palabras con atención.

—De acuerdo. Haré los arreglos necesarios para que se me ingrese en el hospital el día de mañana.

Planeaba ser admitida en el mismo hospital en el que se encuentra Fernanda en El Solar mañana para hacernos compañía y también era la oportunidad perfecta para aprender más sobre la estructura de la familia Genova.

De pronto, el médico irrumpió diciendo:

—Señorita Esquivel, tenemos otra situación aquí.

—¿Qué pasa?

Dijo preocupado:

—Convendría que se realizara un estudio de detección de anomalías.

Sus palabras me dejaron perpleja.

—¿A qué se refiere?

—Su estado de salud es muy delicado; de hecho, está consciente de que no le fue nada fácil quedar embarazada. Su condición no es estable y por tal motivo le recomendaría que se sometiera a un estudio de detección de anomalías el día de mañana.

Pálida, no pude contener mi preocupación.

—Me está diciendo que mi bebé podría estar deforme?

—Señorita Esquivel, solo estamos tratando de descartar esa posibilidad y que estemos preparados para cualquier cosa.