Te regalo toda una vida de amor Capítulo 193

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 193
Emilia se sonrió. Luego, dijo feliz:

—Hice una apuesta con mis hermanos en la que, si lograba que los invitaras a comer mientras yo estoy aquí, ellos tendrían que darme cincuenta mil cada uno.

Al escuchar eso, solté una carcajada.

—¡Ustedes son tan infantiles!

Su rostro reveló una expresión de satisfacción y me sonrió al preguntarme:

—¿Adivina cuánto dinero he recibido este año?

La verdad es que Emilia era lo suficientemente capaz e inteligente como para ganarse su dinero. Sin embargo, era la más pobre de todos.

Le presenté mi suposición, preguntando:

—¿Obtuviste al menos un millón?

Ella negó con la cabeza, desanimada.

—Fue menos de medio millón.

Le sonreí y le pregunté:

—¿Por qué tan poquito?

Los hijos de familias ricas hacían una fortuna cada año durante las festividades.

Emilia se mostró infantil al quejarse:

—Me dio flojera visitar al resto de la familia, así que solo recibí dinero de mis padres y hermanos. ¡Pero Cristóbal es tan tacaño! Abrí su sobre para revisar la cantidad que dio y solo había cinco mil adentro. Regina, ¡tú me diste diez mil!

Para ese momento ya no pude contener mi risa.

—¿Cuándo abriste el sobre que te di?

Extendió su mano y dio unas palmadas a la pila de sobres.

—El grosor de cada uno de ellos es distinto y puedo darme una idea al sentirlos.

—Tengo más sobres en mi recámara. ¿Quieres un par más? —le sugerí.

—No. Eso me haría parecer demasiado avara.

Entrecerré los ojos y sonreí mientras miraba su delicada carita.

—Te daré uno más grande la próxima vez, entonces.

Sacudió emocionada las llaves de su auto deportivo y preguntó:

—¿Será más grande que este de aquí?

La frustración que había experimentado recientemente parecía disiparse gracias a la presencia de Emilia; me sentía muy relajada y contenta a su lado.

Emilia dejó los sobres y las llaves del auto en el sillón y siguió jugando en su teléfono. De la nada, recibí un mensaje de Cristóbal:

«Hola, chiquilla. Creo que no regresaré a Eldamia aún. Pasaré a saludar más tarde.»

Le envié mi ubicación y volteé con Emilia.

—Cristóbal viene a visitar más tarde.

Emilia me miró de reojo y preguntó:

—¿No había dicho que estaría ocupado?

—Dijo que no regresaría a Eldamia todavía —expliqué.

Ella respondió con un refunfuño antes de seguir con su juego. En cuanto a mí, regresé a mi recámara a descansar porque no me sentía muy bien.

Después de que ayer me trajeran de arriba a abajo, sabía que ya no podía poner en peligro la vida de mi hijo. Tenía que hacer todo lo posible por proteger a mi bebé.

No podía volver a acercarme a Santiago sin mostrar consideración por mí misma.

Me recosté en la cama por media hora, hasta que llegó mi ayudante. Después, me levanté para preparar la cena junto con ella.

Además de estofado, preparé un paté de hígado de pato y pescado al vapor, mis platillos estrella. Pero no terminaba ahí. También preparé jugo de fresa y de naranja fresco para todos.

Justo al terminar de preparar la cena, sonó el timbre de la puerta y Emilia salió corriendo descalza a atenderla.

Me paré a la entrada de la cocina y vi entrar a Cristóbal con Manolo y el resto del grupo.

—¿Vienen juntos? —pregunté con una sonrisa.

Manolo bajó los regalos que traía en las manos y abrazó a Emilia antes de responder:

—Nos topamos abajo.

De pronto, noté que la expresión en el rostro de Cristóbal había cambiado a una excepcionalmente fría.

Manolo dejó ir a Emilia después del abrazo y preguntó:

—¿Por qué se siente tan triste este lugar?

Mi apartamento tenía un concepto abierto, por lo que, además de una recámara, el resto de los 19 metros cuadrados eran exclusivamente la sala de estar.

Además, los muebles estilo europeo hacían que todo el lugar pareciera algo vacío y espacioso.

Jacobo continuó el comentario de Manolo y dijo:

—Menos mal que te compramos algunos adornos.

Se los rechacé de inmediato.

—Pero ya terminaron las festividades.

—Entonces guárdalos y úsalos el próximo año.

No pude decir nada más.

Emilia se sentó en el sillón con las piernas cruzadas mientras seguía ocupada con su juego. Jacobo, al ver que se subió al sillón con los pies descalzos, la regañó:

—Emi, ¿cómo te atreves a andar descalza en una casa en la que eres invitada?

Emilia no se molestó en voltear a verlo y respondió:

—Yo no soy una invitada en casa de Regina.

Jacobo estaba listo para decir algo más, pero rápidamente le interrumpí:

—Vamos a comer.

Jacobo, al oír esto, captó la indirecta y se dirigió a la cocina para ayudar a preparar todo. Una vez sentados todos en el comedor, saqué algunas botellas de cerveza para ellos. Emilia insistió que quería tomar vino, pero recordé que su tolerancia al alcohol era muy baja y le respondí inmediatamente:

—Eres menor de edad.

Emilia era lo suficientemente obediente como para insistir en salirse con la suya.

Todos los hombres presentes, a excepción de Cristóbal, eran muy parlanchines y tenían un sinfín de temas de conversación. Después, Manolo dirigió la plática hacia mí y preguntó:

—Querida, y ¿dónde está ese Santiago tuyo?

Manolo no estaba muy familiarizado con los detalles de lo ocurrido entre Santiago y yo. Debido a esto, y después de considerarlo un momento, decidí desviar su atención:

—Está muy ocupado en Finlandia.

Manolo notó que no tenía mucha intención de compartir más, así que dejó de preguntar sobre el tema y se limitó a mencionar:

—Cuando nos conocimos, eras tres años menor que Emilia actualmente. No puedo creer lo rápido que has crecido. Todos los problemas y dificultades por los que has pasado… ¡Y en unos meses serás madre!

Mi corazón se desbordaba de emoción al escuchar a Manolo utilizar la palabra «madre». No podía esperar a conocer a mi bebé.

Bebí un poco de jugo y respondí:

—Tú también deberías apresurarte a formar una familia.

Manolo, no obstante, sacudió su cabeza y dijo:

—Soy célibe.

Tan pronto Emilia, quien estaba sentada a su lado comiendo el paté, oyó esto, le regresó los pies a la tierra al decir:

—No existe tal cosa como ser célibe. ¡O no tienes alguien que te guste o, incluso si sí la tienes, la otra persona no siente lo mismo por ti!

Por su parte, Jacobo preguntó entre risas:

—Emi, ¿estás insinuando que alguien rechazó a Manolo?

Manolo se volvió a Emilia con una mirada un tanto amenazante.

—Todavía no te doy tus cincuenta mil.

Al instante, Emilia cambió por completo su actitud, sonrió dulcemente y le dijo:

—Manolo, tienes muy buenas cualidades y tus estándares son altos. ¿Cómo podría alguien rechazarte, eh? Si yo fuera mayor, ¡seguro también andaría tras de ti!

Entonces, solté una carcajada al tiempo que me cubría la boca y pensé: «Qué interesada es Emilia».

Volteé a ver a Cristóbal, quien se había mantenido serio y en silencio todo este tiempo, sentado frente a mí y le pregunté:

—¿Ya te llenaste?

Él sostenía media botella de cerveza y respondió con un leve gruñido. Oí, entonces, a Manolo, sentado junto a mí y que aún era adulado alegremente por Emilia, preguntar:

—¿Qué planes tienes para el próximo año? ¿Aún planeas viajar por el mundo?

Emilia asintió y respondió:

—Sí. Al cabo que no tengo nada más que hacer.

Ella solía ser alumna de la clase de élite, pero tras su disolución, ahora estaba aburrida.

Titubeé un poco y pregunté:

—¿Te gustaría regresar conmigo a la familia Genova?

Lo que quería decir era si le gustaría volver a ser parte de la clase de élite. Emilia rápidamente entendió a lo que me refería.

Manolo sintió curiosidad a mi pregunta y respondió:

—¿Por qué regresaría a la familia Genova contigo?

La luz de la habitación brillaba intensa y el rostro de Emilia se mostraba excepcionalmente serio en ese momento.

Fruncí los labios y le pregunté inquieta:

—¿Qué sucede?

—Lo lamento, pero… lo voy a esperar.

Emilia hablaba de Santiago. De pronto me di cuenta de que ella no era la única esperando por su regreso los demás chicos de la élite también lo esperaban.

Mis ojos se enrojecieron y me disculpé:

—Lo siento, no me había dado cuenta-

—No pasa nada. Había querido decirte que todos lo adoramos.

A partir de entonces, todo lo que se escuchó en esa habitación fue el tintineo de las botellas de cerveza. Cristóbal aventó la botella que traía en la mano al bote de basura, abrió otra para dársela a Manolo y dijo con tono tranquilo:

—Ustedes continúen.

Jacobo tomó la botella de Manolo y preguntó:

—¿Quién es «él» y qué clase de secretos nos estás ocultando?

Emilia solo sonrió sin revelar ni una sola palabra. Se incorporó de la mesa y se dirigió a la sala.

……

Después de la cena, Emilia y los demás comenzaron a jugar a las cartas y yo me dirigí a mi recámara para descansar un poco.

No mucho después, escuché que alguien tocaba a mi puerta.

Me senté en la cama y respondí con voz suave:

—Adelante.

Tan pronto vi a la persona entrar, pregunté amable:

—¿Por qué no estás con ellos?

Cristóbal vestía un suéter color crema que lo hacía lucir tierno y gentil.

De pronto, me preguntó:

—¿Quién es este tipo al que Emilia adora?

En ese momento entendí que algo pasaba.

—¿Te gusta Emilia?

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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