Te regalo toda una vida de amor Capítulo 183

De repente, Carlos quería hablar sobre mi madre biológica, la persona en la que había pensado cuando salí de la notaría aquel día; todavía no sabía quién me había llevado a la casa de los Esquivel, y el número que me dio mi padre antes de morir resulto ser el número de la madre de Santiago, así que, ella tampoco era mi madre. Mi verdadera mamá no podía ser una persona como ella, así que, me di cuenta de que, por alguna razón, solo Carlos podía resolverme este misterio. Por eso lo oí explicar:

—Señorita, fue su madre biológica quien la llevó con la familia Esquivel hace 24 años, pero debe saber que la dejó con ellos porque verdaderamente confiaba en la vieja señora.

No podía creer que ya hubieran pasado 24 años desde ese suceso, también pronto sería Nochebuena y cumpliría 24 años; el tiempo pasaba en un abrir y cerrar de ojos. Pero desgraciadamente, en esos años habían pasado tantas cosas que había podido descansar.

Luego de oír a Carlos, deduje:

—Ese día, la vieja señora me envió a los Esquivel sin que tu amo se diera cuenta, ¿verdad? Por eso él tampoco sabía de mi existencia, ni que la mujer había dado a luz a su hijo…

Carlos iba vestido con un traje de tres piezas y sombrero alto, parecía alguien de otra época.

—Sí, si no nos hubiéramos dado cuenta del extraño comportamiento de la señora, jamás la habríamos encontrado a usted a través de nuestra investigación, incluso el viejo maestro habría fallecido sin conocer a su verdadero hijo. —De repente, Carlos comenzó a llorar mientras decía enojado—: La familia depende del linaje, así que, al hacer lo que hizo, ¡el viejo maestro fue bueno con ella! ¡Porque le permitió tomar la decisión de irse!

Su repentino arrebato me tomó por sorpresa, pero continuó hablando un poco más relajado que antes:

—En aquel entonces, el viejo maestro también fue exiliado de la familia Genova, justo como le sucedió al joven Genova, pero regresó cuando tenía 20 años y presenció con sus propios ojos cuando sus hermanos mayores se ahogaban… Aunque el viejo maestro estaba demasiado furioso, no tuvo la manera de hacer nada y, por lo tanto, no los salvo.  —El hombre hizo una pequeña pausa y agregó—: Esta antigua regla de la familia era verdaderamente cruel, pero el viejo maestro no podía cambiar el pasado y juró permitir que sus hijos vivieran sin importar quién ganara. Sin embargo, la señora conspiró con el joven Genova para perjudicar a los tres jóvenes, sus hermanos, señorita. Por eso el viejo maestro lo quería muerto, ¡aunque sabía que amaba al señor Genova, él no merece estar vivo! Es un hombre cruel y despiadado, y el viejo maestro tenía miedo que se aprovechara de usted.

Al escuchar esas últimas palabras no pude contenerme más e intervine en nombre de Santiago.

—¡No es así! ¡Santiago me dijo que quería salvar a sus hermanos!

Carlos se quedó atónito luego de oírme, pero entonces frunció el ceño y respondió:

—Tal vez la señora nos engañó a todos, pero eso ya no importa. Señorita, en estos momentos le diré en dónde se encuentra su madre, y usted decidirá si quiere verla o no. —Carlos me entregó una nota.

Al abrirla, leí una dirección en Firnia con un número de teléfono adjunto. Al verlo, pregunté:

—¿Quién es ella?

—Su madre se casó con un duque en Firnia hace 24 años, por lo que se convirtió en una duquesa, pero hasta este momento no han podido tener hijos. Estoy seguro de que ella la buscará cuando llegue el momento, porque tiene el derecho de quedarse con todas sus posesiones. —Las palabras de Carlos tenían un aire de astucia. Pues creía que este incidente podría ayudar a la familia Genova a llegar más lejos.

Sin embargo, yo no pensaba de la misma manera. Y cuando estaba a punto de decirle adiós, me acordé del riñón que me habían trasplantado.

—¿Quién me donó el riñón? —pregunté con curiosidad.

Parecía que Carlos sabía que lo preguntaría.

—Fue su madre —respondió.

—¿La duquesa?

—Así es.

—¿Cómo supo que estaba enferma? —La curiosidad crecía dentro de mí. Hubo un silencio entre los dos, y agregué desconcertada—: Si fue ella quien me donó el riñón, entonces debió saber cómo estaba mi situación con los Esquivel y aun así decidió ignorarme.

—Señorita, creo que debería hablarlo directamente con la señora. —Carlos quería que le preguntara a Elisa. Como no respondí, el hombre dijo—Bien, ya terminé con mi misión y es hora de retirarme de la familia Genova. Así que, no creo que nos volvamos a ver señorita.

A pesar de que el anciano frente a mí era el hombre más inteligente, leal, competente y activo, en estos momentos me parecía la persona más molesta.

Agité una mano en despedida y le dije:

—Le deseo lo mejor.

Cuando Carlos se fue, tomé el mapa y regresé a mi apartamento para dejarlo sobre la cama y luego dirigirme a la cocina. Primero comí algo y luego fui a revisar el papel, este era un documento en el que estaba por escrito todos los recursos de la familia Genova y que habían sido dejado alrededor del mundo; por lo tanto, no me sorprendía que esta familia fuera tan temida por todos, pues en realidad tenían mucho poder.

De pie, guardé el mapa en una caja fuerte junto con los dos anillos, pero no sin antes apuntar los números que estaban grabados en su interior, pero ¿qué significaban? ¿Podría ser código morse? No sabía mucho y tampoco me interesaba. En el momento en que dejé los anillos, leí algo en el mapa:

«La Suprema Familia Genova… La base de la familia es la Mansión Genova».

«La Suprema Familia Genova», repetí en mi mente.

En eso, me llegó una idea a la cabeza:

«¿Podrá ser que el oro esté en algún lugar de la mansión y que los números sean el código?».

Solo era una teoría, así que guardé las cosas dentro de la caja y recordé que esa misma tarde tenía que recibir otra dosis de progesterona, así que le había pedido a Manolo que me acompañara al hospital cuando lo necesitaba, ya que temía que Nicolás apareciera de repente y quisiera aprovechase de mí. Sabía que unos cuantos guardaespaldas no serían suficientes para detenerlo, así que, en todo Eldamia, Manolo era el único hombre en el que podía confiar por sus habilidades.

No obstante, en este punto no sabía si Nicolás había dejado de hostigarme porque estaba cumpliendo con su promesa, o si lo hacía porque Manolo siempre estaba conmigo, pero él dijo que me dejaría en paz si terminaba mi relación con Santiago.

Esa tarde, Manolo llegó y se fue en cuanto recibí la dosis de la inyección. Por mi parte, en lugar de regresar al apartamento, le llamé a Gabriel para que fuera a recogerme, pero cuando llegó ya había anochecido. Le sonreí y pregunté:

—¿Qué has hecho últimamente?

Luego de la caída de la familia Esquivel, no supe mucho de Gabriel, pero estaba segura de que personas como él no tendrían problemas para conseguir un empleo.

—He estado descansando ya que hacía muchos años que no tenía tanto tiempo libre, y pienso estar así unos cuantos meses más.

Carlos me había dicho que Gabriel era la persona indicada para ser mi mano derecha, pues había demostrado su valía después de seguirme durante tantos años y administrar bien a la empresa.

Sonreí una vez más en su dirección y dije:

—¿Te gustaría ser mi asistente con la familia Genova?

Gabriel se quedó perplejo.

—Presidenta Esquivel, ¿qué quiere decir…?

—Deberías saber que ahora soy la jefa de la familia Genova.

—¿Cómo logró hacerse presidenta de esa familia, señorita Esquivel?

—Soy hija del viejo maestro —respondí con naturalidad.

Aunque en realidad, deseaba no ser su hija de verdad.

Gabriel se mostró sorprendido una vez más, y preguntó:

—Entonces, ¿el señor Genova y usted son…?

—Santiago no es mi hermano de sangre.