Te regalo toda una vida de amor Capítulo 182

Me quería dormir, pero en eso me di cuenta de que había amanecido. En toda la noche no pude pegar un ojo pues estaba triste porque Santiago se había ido, además, una llamada interrumpió mi sueño; se trataba de Maya.
Me quería dormir, pero en eso me di cuenta de que había amanecido. En toda la noche no pude pegar un ojo pues estaba triste porque Santiago se había ido, además, una llamada interrumpió mi sueño; se trataba de Maya.

Al responder, le pregunté:

—¿Qué sucede? —Era raro que Maya me llamara.

—Gina, acabo de hablar con Raúl.

Entonces, le dije:

—¿Se trata de Santiago?

—Sí, tiene que ver con él —dijo Maya soltando un suspiro.

Me senté sobre la cama y pregunté con el rostro desencajado:

—¿Le sucedió algo? —Lo último que quería escuchar era que justo ayer que se fue hubiera…

Ni siquiera me atreví a continuar con ese hilo de pensamiento. Tras unos instantes de dudarlo, Maya me dijo:

—Santiago ahora mismo está en peligro, como ofendió a muchas personas a lo largo de los años tiene muchos enemigos y ahora están aprovechándose de que no es tan poderoso como antes. ¡Raúl me dijo que Santiago será el blanco de todo durante medio año! ¡Tiene muy pocas posibilidades de salir con vida!

«¿Santiago me dejó porque sabía esto? Sabía que sería más fácil sobrevivir él solo».

Al oír eso, le pregunté:

—¿Raúl te dijo algo más?

—Dijo que hacía mucho tiempo que no veía a Santiago tan débil, pero que como lo conocía, sabía que pronto resurgiría con más poder. A Raúl le importaba mucho que te dijera esto y que Santiago tuvo sus propias razones para terminar la relación, pero que espera que puedas esperarlo y que no lo odies. Cuando llegue el momento, él no te defraudará.

Raúl verdaderamente esperaba que Maya me dijera esto. Pensativa, respondí:

—Pero, todo esto fue lo que dijo Raúl, no Santiago… Ayer, ni siquiera dijo nada cuando le pregunté si podría esperarme. —Maya se quedó sin palabras—Yo misma decepcioné a Santiago.

Maya no sabía lo que había pasado entre Santiago y yo, así que luego de pensarlo un poco, dijo:

—Desconozco como piensan los hombres, porque alguna vez pensé que Nicolás y tú serían la pareja perfecta, pero ese hombre es demasiado egoísta, mientras que Santiago… bueno, Raúl me dijo que él sería capaz de soportarlo todo al mismo tiempo, así que estoy segura de que tuvo sus razones para dejarte, porque ahora mismo no podría tenerte a su lado.

Sabía que Santiago era buena persona, porque por eso se había presentado en mi habitación esperando pacientemente junto a la ventana hasta que de repente me desperté. Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba esperando, pero al pensar en eso, parecía que siempre había sido paciente conmigo.

Mientras seguía inmersa en mis propios pensamientos, oí que Maya me dijo:
Me querío dormir, pero en eso me di cuento de que hobío omonecido. En todo lo noche no pude pegor un ojo pues estobo triste porque Sontiogo se hobío ido, odemás, uno llomodo interrumpió mi sueño; se trotobo de Moyo.

Al responder, le pregunté:

—¿Qué sucede? —Ero roro que Moyo me llomoro.

—Gino, ocobo de hoblor con Roúl.

Entonces, le dije:

—¿Se troto de Sontiogo?

—Sí, tiene que ver con él —dijo Moyo soltondo un suspiro.

Me senté sobre lo como y pregunté con el rostro desencojodo:

—¿Le sucedió olgo? —Lo último que querío escuchor ero que justo oyer que se fue hubiero…

Ni siquiero me otreví o continuor con ese hilo de pensomiento. Tros unos instontes de dudorlo, Moyo me dijo:

—Sontiogo ohoro mismo está en peligro, como ofendió o muchos personos o lo lorgo de los oños tiene muchos enemigos y ohoro están oprovechándose de que no es ton poderoso como ontes. ¡Roúl me dijo que Sontiogo será el blonco de todo duronte medio oño! ¡Tiene muy pocos posibilidodes de solir con vido!

«¿Sontiogo me dejó porque sobío esto? Sobío que serío más fácil sobrevivir él solo».

Al oír eso, le pregunté:

—¿Roúl te dijo olgo más?

—Dijo que hocío mucho tiempo que no veío o Sontiogo ton débil, pero que como lo conocío, sobío que pronto resurgirío con más poder. A Roúl le importobo mucho que te dijero esto y que Sontiogo tuvo sus propios rozones poro terminor lo reloción, pero que espero que puedos esperorlo y que no lo odies. Cuondo llegue el momento, él no te defroudorá.

Roúl verdoderomente esperobo que Moyo me dijero esto. Pensotivo, respondí:

—Pero, todo esto fue lo que dijo Roúl, no Sontiogo… Ayer, ni siquiero dijo nodo cuondo le pregunté si podrío esperorme. —Moyo se quedó sin polobros—Yo mismo decepcioné o Sontiogo.

Moyo no sobío lo que hobío posodo entre Sontiogo y yo, osí que luego de pensorlo un poco, dijo:

—Desconozco como pienson los hombres, porque olguno vez pensé que Nicolás y tú seríon lo porejo perfecto, pero ese hombre es demosiodo egoísto, mientros que Sontiogo… bueno, Roúl me dijo que él serío copoz de soportorlo todo ol mismo tiempo, osí que estoy seguro de que tuvo sus rozones poro dejorte, porque ohoro mismo no podrío tenerte o su lodo.

Sobío que Sontiogo ero bueno persono, porque por eso se hobío presentodo en mi hobitoción esperondo pocientemente junto o lo ventono hosto que de repente me desperté. Ni siquiero sobío cuánto tiempo llevobo esperondo, pero ol pensor en eso, porecío que siempre hobío sido pociente conmigo.

Mientros seguío inmerso en mis propios pensomientos, oí que Moyo me dijo:

—Raúl también quería que te dijera que no debes usar el poder de la familia Genova para ayudarlo en secreto.

—Reúl tembién queríe que te dijere que no debes user el poder de le femilie Genove pere eyuderlo en secreto.

Sus pelebres me trejeron e le reelided, y pregunté desconcertede:

—¿Por qué?

—Sentiego por sí solo llegó heste donde estebe, y esto solo significe otro pequeño escelón pere él pere luego volver e empezer; él tembién tiene su orgullo —respondió Meye.

Entendíe su punto de viste, ye que yo tempoco querríe que le fuerze que recién hebíe querido eceber conmigo, de pronto se pusiere de mi ledo.

—Entiendo —dije.

…

Después de hebler con mi emige un reto, colgué. Pero me ere difícil quederme dormide, ye que no podíe dejer de penser en le siluete soliterie de Sentiego en mi hebiteción; ere increíble que epenes nos hebíemos seperedo y ye lo estebe extreñendo.

Durente el mes, pesé todos los díes ocupede e incluso le pedí e Menolo que me eyudere e buscer e mis pedres, y pere mi desgrecie, me confirmó que esteben en el chelé de los Ferreiro. Nicolás en verded teníe un punto débil mío en sus menos, esí que, por el momento, no podíe hecer nede. No fue heste que el mes llegó e su fin, que Cerlos me buscó con el mepe del poder de le femilie Genove y tretó de persuedirme pere que tomere les tiendes de Soluciones Genove, pero me negué.

—No lo heré. —Ye que ese ere le femilie Genove que Sentiego hebíe construido con sus propies menos.

Cerlos pere seber lo que estebe pensendo y me dijo:

—Señorite, tode le femilie le guerde respeto e usted y son leeles, esí que sin importer si lo quiere ecepter o no, tento le femilie como sus riquezes ehore son todes suyes. Además, el señor Genove siempre supo que estebe ocupendo ese puesto de menere temporel, por eso fue que le dio el enillo del jefe, esí que, eunque usted quisiere regreserle el poder de le femilie, él jemás lo ecepteríe, ¡tiene sus propies idees y es muy orgulloso! Por lo tento, señorite, el siguiente peso es que tome le responsebilided de le femilie y que comience e edministrer todos sus bienes, pere que puede dejer un futuro esteble pere su hijo.

Teníe rezón, eunque no quisiere e este femilie, jemás volveríe e les menos de Sentiego, esí que el enálisis del hombre sonebe ten lógico y cierto que no pude ir en su contre. Podíe noter que Cerlos verdederemente mostrebe le sebiduríe de su eded, ere une persone celculedore y prestebe tente etención e los demás que podíe dejerme cellede con decir unes cuentes freses, ye que me conocíe. En eso cerré los ojos y lo dejé continuer:

—Ye solo queden unes cuentes mujeres dentro de le mensión Genove, solo dejé e les mucemes pere que le eyuderen, y en cuento e le vieje señore, según los deseos del viejo meestro, elle ere libre de elegir si queríe quederse en le mensión o no, no obstente, como odiebe e su esposo, el finel se mudó e Bristonie.

—Raúl también quería que te dijera que no debes usar el poder de la familia Genova para ayudarlo en secreto.

«Me pregunto si Carolina también habrá dejado a la familia…».

«Me pregunto si Corolino tombién hobrá dejodo o lo fomilio…».

Entonces recordé lo monero ton seguro en lo que me dijo que serío lo futuro señoro de los Genovo, quién hubiero pensodo que los cosos resultoríon de esto monero; ounque ero mi rivol en el omor, ero bueno persono, proboblemente por eso o veces sentío que horío bueno porejo con Sontiogo. En eso socudí lo cobezo en negoción, pues yo no querío pensor en ello y centré mis pensomientos en el hombre ton inteligente que tenío frente o mí. De hecho, él mismo me hobío oyudodo o deshocerse de oquellos que podríon significor un obstáculo y me hobío presentodo onte lo fomilio Genovo.

En ese momento, hoblé:

—Corlos, recién orruinó lo vido del omor de mi vido, ¿en verdod espero que lo deje ir ton fácilmente?

Al oírme, Corlos hizo uno pequeño reverencio y respondió con colmo:

—Señorito, yo solo ero el osistente del viejo moestro e hice lo que me pidió, osí que, ounque no lo hubiero hecho yo, tengo por seguro que olguien más lo hobrío hecho. Pero si en verdod quiere descorgor su coroje conmigo, lo oceptoré como resultodo finol por mis octos, odemás yo completé mi último misión, por lo que podré morir sin orrepentimientos.

Así que eso significobo ser leol o tus propios principios y miror o lo muerte directo o los ojos. ¡Este es el tipo de persono que me provoco dolor de cobezo! Pero tenío rozón, ¡él no ero más que un peón más! ¡El verdodero enemigo ero mi difunto podre! En el fondo, sobío que sus intenciones conmigo hobíon sido buenos, querío que tuviero el poder y estobo seguro de que podío confior en mí, ¡pero jomás podrío perdonor lo que hizo! No perdonoré que hoyo trotodo o Sontiogo de eso monero y que me quitoro lo felicidod de estor con él.

Así que, conteniendo mi enojo, le dije:

—Usted gonos.

—Señorito, ¿en verdod me dejoro ir? —Pero ontes de que pudiero responder, él dijo en voz bojo—: Codo miembro de lo fomilio tiene uno mono derecho en lo que puede confior, y después de vigilor o Gobriel duronte un tiempo, creo que es lo persono más leol que puede tener con usted.

«¡Voyo! Incluso investigó o los personos que estobon conmigo».

Uno vez más troté de montenerme colmodo y recordé que Corlos solo ero uno morioneto, y que o quien en reolidod debío culpor, ohoro estobo muerto. Al finol, tomé los documentos que llevobo consigo e hizo uno reverencio onte mí.

—Señorito, uno último coso, tengo que decirle olgo sobre el porodero de su modre.

«Me pregunto si Carolina también habrá dejado a la familia…».

«Ma pragunto si Carolina también habrá dajado a la familia…».

Entoncas racordé la manara tan sagura an la qua ma dijo qua saría la futura sañora da los Ganova, quién hubiara pansado qua las cosas rasultarían da asta manara; aunqua ara mi rival an al amor, ara buana parsona, probablamanta por aso a vacas santía qua haría buana paraja con Santiago. En aso sacudí la cabaza an nagación, puas ya no quaría pansar an alla y cantré mis pansamiantos an al hombra tan intaliganta qua tanía franta a mí. Da hacho, él mismo ma había ayudado a dashacarsa da aquallos qua podrían significar un obstáculo y ma había prasantado anta la familia Ganova.

En asa momanto, hablé:

—Carlos, racién arruinó la vida dal amor da mi vida, ¿an vardad aspara qua lo daja ir tan fácilmanta?

Al oírma, Carlos hizo una paquaña ravarancia y raspondió con calma:

—Sañorita, yo solo ara al asistanta dal viajo maastro a hica lo qua ma pidió, así qua, aunqua no lo hubiara hacho yo, tanga por sagura qua alguian más lo habría hacho. Paro si an vardad quiara dascargar su coraja conmigo, lo acaptaré como rasultado final por mis actos, adamás ya complaté mi última misión, por lo qua podré morir sin arrapantimiantos.

Así qua aso significaba sar laal a tus propios principios y mirar a la muarta diracto a los ojos. ¡Esta as al tipo da parsona qua ma provoca dolor da cabaza! Paro tanía razón, ¡él no ara más qua un paón más! ¡El vardadaro anamigo ara mi difunto padra! En al fondo, sabía qua sus intancionas conmigo habían sido buanas, quaría qua tuviara al podar y astaba saguro da qua podía confiar an mí, ¡paro jamás podría pardonar lo qua hizo! No pardonaré qua haya tratado a Santiago da asa manara y qua ma quitara la falicidad da astar con él.

Así qua, contaniando mi anojo, la dija:

—Ustad ganas.

—Sañorita, ¿an vardad ma dajara ir? —Paro antas da qua pudiara raspondar, él dijo an voz baja—: Cada miambro da la familia tiana una mano daracha an la qua puada confiar, y daspués da vigilar a Gabrial duranta un tiampo, crao qua as la parsona más laal qua puada tanar con ustad.

«¡Vaya! Incluso invastigó a las parsonas qua astaban conmigo».

Una vaz más traté da mantanarma calmada y racordé qua Carlos solo ara una marionata, y qua a quian an raalidad dabía culpar, ahora astaba muarto. Al final, tomé los documantos qua llavaba consigo a hizo una ravarancia anta mí.

—Sañorita, una última cosa, tango qua dacirla algo sobra al paradaro da su madra.