Te regalo toda una vida de amor Capítulo 177

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 177

—Eso fue lo que dijo —comentó Lucas.

Me aguanté las ganas de llorar y en verdad quería respetar su decisión sobre que todo había terminado entre nosotros, pero ¿qué esperaba que hiciera? ¡Si quería que abortara al bebé, jamás lo haría! Y lo sentía mucho por él, pero definitivamente lo tendría. De pronto, escuché un ruido al otro lado de la línea, lo que significaba que Lucas había colgado sin decir nada más; lo llamé de nuevo porque quería más información sobre el estado actual de Santiago, pero parecía que la línea estaba ocupada, o más bien… Me bloqueó. El corazón comenzó a latirme a mil hora y pude sentir como la ira crecía dentro de mi ser, me iba a parar, pero de repente sentí una punzada en el estómago. Temía que algo le sucediera al bebé, así que rápidamente me dirigí al hospital.

Luego de que el médico me revisara, me notificó que no había ningún problema con el bebé, pero que debía tener cuidado porque cualquier tipo de emoción fuerte podría afectarlo; además, comentó que mi cuerpo seguía siendo muy débil y sugirió inyectarme una dosis de hormonas progesterona. Lo que acepté de inmediato y luego el médico me pidió que regresara al hospital al día siguiente.

Con las llaves en la mano, iba caminando por el pasillo cuando de repente, la figura de un hombre corpulente me hizo detenerme; lo miré con terror, mientras él me preguntaba:

—¿Regina, estás enferma? —Sacudí la cabeza para negar, cuando me dijo—: ¿Y por qué estás aquí?

Aunque no había muchas personas en el hospital, eso era mejor a que no hubiera nadie a nuestro alrededor, ya que sentía que Nicolás no se atrevería a hacerme nada si estábamos en público.

—No he firmado el contrato —habló él de nuevo.

Fruncí las cejas y le pregunté:

—¿Gabriel no te lo dio? —Ya le había dado el documento con mi firma. Mi intención era que Gabriel se lo entregara para que yo no tuviera que involucrarme con Nicolás.

—Quería verte cuando firmaras —respondió el hombre con una sonrisa en el rostro.

Frustrada, le pregunté:

—¿Traes el contrato contigo?

—Sí, está en el auto. Ven conmigo.

La expresión de mi rostro se ensombreció e insistí:

—¡No lo voy a firmar así! —Ni en sueños me quedaría a solas con Nicolás. ¿Qué tal si de repente se ponía loco y quería hacerme daño?

Dado que no me animaba a irme por mi cuenta, llamé a Manolo y le pedí que fuera a recogerme, a lo que dijo que estaría conmigo tan pronto como fuera posible.

Por otro lado, cuando Nicolás notó mi comportamiento, preguntó:

—¿A qué le temes? —Estábamos en un pasillo del hospital y el hombre me miraba fijamente; entonces di un paso hacia atrás y sonrió, pues me conocía mejor que nadie—¿Tienes miedo de que te coma entera?

En ese momento mis instintos se activaron y comencé a correr tan rápido como pude para esconderme en el consultorio médico, sin embargo, no pude deshacerme de él; solo dio unos cuantos pasos y ya me había alcanzado. Me tomó fuertemente del brazo y me metió a la al consultorio; cuando entramos el médico estaba tan sorprendido que cuando Nicolás le dio la orden de que se fuera, lo hizo sin dudar.

—¡Quiere secuestrarme, por favor, ayúdeme! ¡Llame a la policía! —exclamé.

No obstante, el médico se fue y Nicolás cerró la puerta con uno de sus pies antes de llevarme hasta sus brazos a la fuerza y soltar una risa malvada.

—¡No hay dónde puedas esconderte! ¡Podría terminar con tu vida ahora mismo si quisiera! —exclamó.

Lo miré con horror y dije:

—¿Qué quieres de mí?

El hombre me miró con frialdad y me pellizco levemente una mejilla. Entonces, dijo:

—No nos hemos visto en mucho tiempo, ¿acaso no me extrañaste?

Hacía tiempo que no sabía nada de Nicolás, tampoco me había molestado, así que lo había olvidado por completo. Al sentir su cuerpo tan cerca de mí lo miré a los ojos, su rostro seguía siendo tan guapo como siempre, no había cambiado nada en estos 9 años; por otra parte, no podía creer que ya hubiera pasado tanto tiempo desde que lo conocí. No obstante, ¿qué obtuve yo? ¿Un hombre con problemas de personalidad y que en cualquier momento podría explotar como una bomba?

Con él tan cerca de mí, también recordé el momento en que María lo arrolló, ese día tuve tanto miedo al grado que pensé que moriría si me dejaba. ¡Era el mismo miedo que sentía ahora ante la idea de perder a Santiago! Lo peor es que no pude retener a Nicolás y ahora tampoco podía quedarme con Santiago porque yo misma lo arruiné y eché todos sus años de trabajo a la basura, incluso estaba en prisión por culpa mía.

Tratando de relajarme, le dije a Nicolás:

—Déjame ir.

Pero a Nicolás no le importaron mis palabras y me tomó por sorpresa cuando metió una de sus manos por debajo de mi falda; rápidamente traté de alejarlo y lo empujé, pero mis esfuerzos eran inútiles debido a su fuerza.

—¡No me hagas esto, por favor! —grité llorando.

Nicolás me ignoró otra vez y murmuró cerca de mi oreja:

—Me he contenido durante mucho tiempo, Gina, no sabes las ganas que tenía de tenerte así… Todo es por culpa de Santiago, y cuando pienso en la manera en que él te lo hace me vuelvo loco, ¡hay tanto coraje dentro de mí! ¡Me odio! ¡Lo odio a él! ¡Y lo que es aún peor es que también te odio a ti!

Justo cuando estaba a punto de meter su mano en mi ropa interior, empecé a gritar:

—¡No me hagas esto, Nicolás! ¡No puedo! ¡Estoy embarazada! ¡Tampoco puedo sentir mucho estrés! Por favor, entiende, finalmente pude embarazarme de nuevo, seré mamá, así que déjame ir.

Nicolás se detuvo de repente, y dijo:

—¿Qué acabas de decir?

En eso me soltó y me miró con ojos llenos de dolor. Recuperé la compostura y le dije:

—Estoy embarazada, pero el médico me dijo que mi cuerpo está muy débil, ya sabes… Soy infértil, así que si algo le sucede a este bebé hay muchas probabilidades de que no vuelva a tener hijos. Así que, Nicolás, si tú todavía sientes algo por mí, te pido que me dejes ir y que no me lastimes porque también lastimarías a mi hijo. —Quería que sintiera pena por mí.

Al oírme, soltó:

—¿Santiago es el padre?

—Sí —respondí rápidamente asintiendo.

Al parecer había entendido mi petición y me dejó ir, pero entonces agregó:

—Cuando estábamos juntos te obligué a realizarte un aborto y eso es algo que jamás volveré a hacer. Prometo que no te molestaré por un tiempo, pero tú también tienes que prometerme algo, Gina.

Aliviada, le pregunté:

—¿Qué cosa? —No me importaba lo que pidiera, con que no me molestara más.

—Tienes que dejar a Santiago. —Me quedé sin palabras, lo decía porque sabía que era imposible que dejara a Santiago, no obstante, sabía que su amenaza era real. Por otro lado, Nicolás pudo darse cuenta de que estaba dudando en aceptar porque me quedé en silencio, así que agregó—: Si no lo dejas, prometo que arruinaré tu vida. Incluso puedo ordenarle al médico que te provoqué un aborto si quiero…

No pude soportarlo más, y lo interrumpí:

—¿Y? ¿Qué ganarías con eso? ¡De todas formas jamás regresaría contigo! ¡Lo nuestro se acabó hace mucho! —Por no mencionar que Santiago ya no quería volver a verme; esta idea hizo que me sintiera triste de nuevo.

No obstante, mis palabras parecían no tener efecto en Nicolás, ya que sonrió.

—Eso no me importa, lo que quiero es que no estés con él y asunto arreglado, no volveré a molestarte. Pero si te quedas con él, prometo que te seguiré por el resto de tus días.

Sintiéndome frustrada, lo cuestioné:

—¿Por qué me estás haciendo esto? ¡Por qué no puedes dejarme ser feliz!

—¡Puedes ser feliz con quién quieras, excepto con él! —exclamó el hombre.

Sorprendida, agregué:

—¿Por qué no?

—¡Porque él y yo somos enemigos a muerte!

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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