Te regalo toda una vida de amor Capítulo 172

—¿Qué sucede?

A lo que respondí pronunciando cada una de las palabras con la mayor claridad posible:

—Estoy embarazada. —Santiago no respondió de inmediato y eso me puso ansiosa—. Creo que ni siquiera tengo dos meses, ¡Santiago, estoy embarazada! ¡Voy a tener a tu hijo! —exclamé.

No obstante, él seguía sin responder. Dije su nombre en varias ocasiones y luego de lo que pareció ser una eternidad, por fin habló:

—Mayra, tengo algo importante que decirte, hablaremos de tu embarazo cuando esté de regreso.

Me sorprendí al escuchar su tono de voz tan indiferente.

—¿A qué te refieres? —Una vez no obtuve respuesta de su parte y agregué con nerviosismo—¿No te gustan los bebés? Santiago, ¿acaso no querías ser padre?

Estaba haciendo una pregunta tonta, pero en cierta forma esperaba que me diera algo de seguridad; con una simple respuesta positiva bastaría.

—Ajá. —Esa había sido su respuesta.

«¡¿A qué se refiere con “ajá”?! ¿No le gustan los bebés o no quiere tener hijos?».

Pero antes de que pudiera preguntarle, Santiago tuvo que colgar ya que tenía algo importante que hacer. No me quedó más remedio que sentarme en la cama completamente confundida, tratando de descifrar el significado de su respuesta. Sin embargo, poco después entendí que no había nada que entender, si no le gustaban los niños, significaba que tampoco querría tener hijos; en eso, la tristeza me embargó y una vez más comencé a llorar. No podía entender por qué Santiago, quien siempre había sido bueno conmigo, no quería que tuviera a su hijo, y por mucho que lo pensaba, no podía llegar a ninguna conclusión lógica.

Aun así, tomé la decisión de que me quedaría con el niño porque era mi única esperanza de ser madre. Alguna vez le dije a Fernanda que hasta sería capaz de vender mi propia alma con tal de ser mamá y por fin sería así, fue entonces que también entendí cómo se sentía ella; las mujeres nos volvíamos más fuertes cuando nos convertíamos en madres. Luego de secarme las lágrimas me dirigí al hospital para que me hicieran una revisión, pero solo recibí malas noticias por parte del médico.

Según los resultados, mi estado físico no era el más adecuado para un embarazo, además, había tomado muchos medicamentos durante las últimas semanas debido a mi enfermedad por lo que había una gran posibilidad de que abortara. Pero, aferrándome a lo último que me quedaba de esperanza, le pregunté:

—¿Cree que el bebé podrá sobrevivir?

A lo que el médico me respondió sin pesar:

—Sí, pero la posibilidad es muy baja.

Sin embargo, esa respuesta fue suficiente para conseguir la motivación necesaria para proteger a mi bebé, ya que esta podría ser mi última oportunidad para quedar embarazada y no podía dejarla ir con facilidad. Entonces, recibí algunos medicamentos y vitaminas extras para estabilizar mi embarazo y regresé al apartamento. A pesar de que el lugar estaba vacío, ahora mi corazón estaba lleno de felicidad porque tenía otro ser creciendo dentro de mí. Mientras estuviéramos juntos, no tenía nada que temer.

De esta manera pasaron los días y no recibí otra llamada de Santiago. En su lugar, Nicolás me llamó para decirme que estaba dispuesto a comprar mi empresa. Tras hablar sobre el asunto, pregunté:

—¿Estás contento?

Nicolás siempre decía que me quería y que quería estar conmigo, pero también era cruel y me atormentaba sin piedad, así que era seguro que estaba feliz por ese resultado.

Entonces, el hombre respondió:

—La verdad es que no.

—Ni yo, ni uno de los dos lo está.

Pero qué rara era la vida, porque irónicamente seguíamos haciendo cosas que no nos hacían felices. Una vez que terminamos la llamada, entre a la cuenta oficial de Twitter de nuestra empresa.

«Este es un comunicado oficial del Corporativo Esquivel:

Nuestra empresa fue comprada por la familia Ferreiro y una vez que los papeles sean firmados, vamos a donar todo nuestro capital al Comité Internacional de la Cruz Roja, como muestra de respeto hacia la comunidad. Agradecemos de antemano el apoyo de cada uno de ustedes a lo largo del siglo de historia de nuestra empresa, sin importar que hubiera altas y bajas. Hasta luego».

Esas pocas palabras habían puesto fin al camino allanado por mi familia con su sangre, sudor y lágrimas. Dentro de poco, el sitio se llenó de comentarios y me desconecté de la cuenta porque ya no quería leer nada más.

Esa noche, recibí una llamada de Lucas, quien me dijo:

—Arrestaron a Santiago.

—No juegues conmigo —respondí, ya que anteriormente me había hecho la misma broma para que buscara a Santiago.

No obstante, parecía que esta vez no estaba jugando.

—Lo detuvieron en el control de seguridad de Italia.

Al darme cuenta de que hablaba en serio, pregunté:

—¿Cómo es posible? Es una persona tan cuidadosa.

—Mayra, alguien le puso una trampa.

—¿Qué deberíamos hacer? —pregunté angustiada.

Siempre había sido Santiago quien resolvía los problemas, por lo que me preocupaba pensar quién resolvería los de él. Por su lado, Lucas se quedó callado por unos segundos y dijo:

—Primero voy a contactar a la embajada de Finlandia porque él es de ahí, tal vez puedan ayudarlo. Si tengo alguna novedad te voy a avisar.

Fue en ese momento que me enteré de que Santiago era finlandés, lo que explicaba a la perfección porque viajaba tantas veces al país. Incluso su mansión ahí era demasiado bonita y elegante, a diferencia de la casa de campo que se veía casi vacía.

Luego de un rato, recibí otra llamada de Lucas:

—Me dijeron en la embajada que no pueden hacer nada. Al parecer los oficiales de Italia recibieron la orden de llevárselo.

En ese momento sentí una punzada en el pecho, pues ni en mis sueños más locos imaginé que Santiago se enfrentaría a este tipo de problemas. Y justo cuando me debatía entre si debía pedir ayuda a Raúl o no, recordé el sobre amarillo que el padre de Santiago me había dado antes de fallecer. En aquel tiempo el hombre dijo que podrían servir de ayuda si Santiago estaba en problemas; entonces fui a mi habitación, tomé los papeles y luego recordé que Carlos me comentó que debía presentarlos en la notaría pública, pero ¿cómo ayudaría esto a Santiago?

Dado que me sentía muy confundida, decidí llamarlo. Sí, el mismo Carlos Genova me había dejado su número de teléfono antes de irse aquel día, y me dijo que, si tenía alguna pregunta, podía comunicarme con él. Sin embargo, ya no tenía tiempo para verlo en persona, así que decidí llamar.

—Señor Carlos, tengo algo que preguntarle.

—¿Qué sucede, señorita Esquivel? —Supo que se trataba de mí de inmediato.

Me pareció raro que se dirigiera a mí como si fuera su amo, aunque no había incluido mi nombre como antes, pude percibirlo todo en el tono de su voz.

—El padre de Santiago me dejó un sobre amarillo y me dijo que con lo que había adentro podría ayudar a Santiago, ¿sabe de qué se trata?

A lo que el hombre me explicó pacientemente:

—Señorita Esquivel, eso es un regalo que él le dejó a su propio hijo, además de contener las acciones de la empresa y una enorme cantidad de oro, también tiene el mapa del poder acumulado de los Genova alrededor del mundo. Su hijo no sabe nada sobre esto, por eso, el viejo maestro se lo dio a usted, ya que sabía que tal vez podría necesitarlo en un futuro. —El hombre hizo una pausa y después preguntó—¿El señor Genova se encuentra bien?

—Está detenido en Italia —dije la verdad.

En aquel momento confié en las palabras de Carlos porque también era un Genova, y estaba segura de que no sería capaz de dañar a Santiago, la cabeza de los Genova, o al menos eso fue lo que pensé en un principio. Nunca me pasó por la mente imaginar que los verdaderos enemigos serían él y el hombre fallecido, y que yo no era más una herramienta para quitar a Santiago del camino.

¡Iba a lastimar a Santiago con mis propias manos! Sin embargo, en aquel momento no sabía nada al respecto.

—Señorita Esquivel, puede que esos documentos lo ayuden.

Las palabras de Carlos me daban seguridad.