Te regalo toda una vida de amor Capítulo 17

—¿Qué sucedió hace dos años luego del aborto?

Él había escuchado claramente lo que pasó, no tenía por qué repetirlo.

—Solo deja ir a Maya, el amor de su vida la está esperando, así que si quieres culpar a alguien, culpa a María, porque ella fue quien ocasionó todo esto, de hecho, si investigas la situación, sabrás lo que provocó hace ocho años. Ella le quitó el amor a otra persona y Maya se está vengando, solo lo hizo porque María es una mujer arrogante, créeme que no es tan inocente como piensas. —Luego de una pequeña pausa, agregué—: Lo siento, deja reformulo mis palabras: tú eres Nicolás Ferreiro, el hombre todopoderoso y seguramente ya sabes lo que sucedió, ¿no? Pero apruebas todas sus acciones.

Me reí con un ligero sarcasmo. Por otro lado, Nicolás frunció el ceño y dijo con indiferencia:

—Voy a investigar este asunto, pero antes quiero que me expliques qué sucedió hace dos años luego del aborto.

¿Qué me pasó en aquellos años? Veamos, ni yo misma quisiera recordarlo… Pero en aquel año Nicolás me obligó a entrar al quirófano y el médico que me realizó el procedimiento no hizo correctamente la evacuación uterina, lo que me provocó una infección, y antes de que pudiera recuperarme, Nicolás me obligaba a tener relaciones sexuales una y otra vez. Por eso le respondí con indiferencia:

—No es nada, solo se trata de algo físico, pues después de abortar, mi cuerpo no se recuperó del todo y el médico me dijo que sería difícil que me embarazara de nuevo. ¿Por qué crees que te di la empresa de la familia Esquivel sin pensarlo? Estaba cansada de tener que administrar todo yo sola y saber que no tendría un heredero.

Luego de un largo rato, Nicolás cerró los ojos con dolor y dijo:

—¿Por qué no me lo habías dicho antes?

—Nicolás, ¿con quién estás hablando? —De repente María le estaba hablando desde el interior de su sala.

Hice una mueca de desprecio y salí del hospital para regresar a la comisaría. Quería pagar la fianza de Maya, pero no tenía nada a mi nombre desde que le dejé todo a Nicolás, y ahora él estaba usando ese poder en contra de mi amiga. Pasaron las horas y me quedé con Maya hasta el día siguiente, cuando llegó el abogado de María; bueno, en realidad era el abogado de Nicolás, por lo tanto, el hombre acató las indicaciones que el mismo Nicolás le había dado.

Al final, Maya recibió una sentencia de cinco meses, en lugar de dos años, así que estaba siendo misericordioso con ella; mi amiga aceptó su destino y me pidió que la ayudara a cuidar de Alán, con lágrimas en los ojos me dijo:

—Lo veré de nuevo dentro de cinco meses, espero que no vuelva a alejarse de mí. No creo soportar perderlo otra vez. ¿Crees que podré quedarme con él luego de salir de prisión?

Yo también lloré junto con ella y le dije con firmeza:

—Sí, estoy segura de que así será.

Maya llevaba ocho años esperando a Alán, así que ya nada podría detenerlos. Luego de que ella fuera encarcelada, empecé a darle publicidad a su cafetería para poder venderla en su nombre; poco después una pareja la compró por un millón y deposité todo el dinero en la cuenta bancaria de Maya para que pudiera tener acceso a él cuando saliera.

Una vez que terminé con todo este proceso, me di cuenta de que ya había pasado, así que ahora ya solo me quedaban 30 días de vida. El tiempo estaba pasando rápido y mi salud continuaba empeorando, incluso me desmayé varias veces mientras andaba en la calle y me despertaba sobre saltada por el frío, para mi buena suerte estos desmayos no duraban mucho, así que tampoco había posibilidades de que muriera congelada.

Dado que tenía miedo de volver a desmayarme en la calle, comencé a limitar mis salidas. Luego me contacté con un estudio fotográfico y me tomaron una foto antes de morir; no estaba usando maquillaje, pero me veía tranquila y sonreí con gracia a la cámara. El 27 de diciembre también fui a un cementerio y elegí una lápida para mí, al salir y bajar por la montaña me acordé de algo y visité la antigua academia de piano en la que había conocido a Nicolás. A la distancia, pude escuchar la canción de Street Where Wind Resides y me puse en cuclillas en la entrada para escuchar con mayor detenimiento; me sorprendió encontrarme a Nicolás ahí. Sus delgados dedos iban de un lado a otro entre las teclas, se veía magnífico y poderoso.

«¿Por qué está aquí justamente hoy?».

Fruncí los labios y decidí no molestarlo. Pero jamás podría perdonarlo, al final, no podía evitar odiarlo. Me sentía triste y con el corazón roto y comencé a llorar, traté de atragantar mis lágrimas, pero el dolor era demasiado y ni siquiera me di cuenta de cuando la música se detuvo. En eso, escuché la voz de Nicolás:

—¿Quién está ahí?

Me levanté rápidamente y salí corriendo con las lágrimas rodando por mis mejillas. Parecía que la ciudad de Bristonia entendía mi dolor, porque en eso comenzó a llover y terminé toda empapada. De pronto me giré y lo miré a él, mirándome de pies a cabeza, pero su mirada era distante, como si estuviera atravesando las constelaciones y miles de estrellas y problemas hasta llegar a mí.

Me tragué mis lágrimas mientras lo miraba y él parecía tenerme lástima. Lo vi abrir la boca bajo la ruidosa lluvia, pero no escuché nada, sin embargo, parecía que me había preguntado si no tenía frío y por qué estaba triste, a lo que respondí:

—No estoy triste —negué.

—Chiquilla, pero estás llorando —dijo con seguridad.

«Chiquilla».

En efecto, yo estaba llorando, pero se suponía que nadie podría saberlo porque estaba bajo la lluvia, no obstante, él lo había notado; entonces me di la vuelta y una vez más salí corriendo. Atrás, dejé el lugar que durante mucho tiempo había sido el más importante para mí.

Una vez que llegué a mi casa me di un baño de agua caliente y me puse ropa para dormir de algodón. Dado que tenía miedo de volver a sangrar, me puse una toalla sanitaria y mientras dormía, creí sentir que alguien me estaba abrazando. Entonces abrí los ojos y me encontré con un hombre a mi lado. Me sobresalté y pregunté:

—¿Qué estás haciendo aquí?

Su rostro era afilado y apuesto, el mismo que había visto esa tarde. Pensé que nuestros caminos por fin se habían separado, pero él actuaba como si nada hubiera pasado; a lo dijo con ternura:

—Nuestra relación no ha llegado a su fin.

Me puse de pie y le dije:

—Sí, terminó hace un mes.

—Regina, quiero continuar nuestra relación.

—¿Por qué? —pregunté con indiferencia.

Ese día me vio triste, así que pensé que por eso había ido a verme; seguía haciendo lo mismo que antes, solo quería acercarse a mí y sacudir mi mundo de manera amenazante.

—No cumplí mi promesa, así que nuestra relación no ha terminado. ¿O debería regresarte la empresa de tu familia?

«¿Cómo se atreve a amenazarme con mi propia familia?».

Me burlé por lo bajo y le dije:

—Claro, regrésame todo, si lo haces voy a recuperar mi poder y te juro que iré contra María.

A lo que él respondió con calma:

—Jamás perdiste tu derecho con la familia Esquivel.

Eso era cierto, el contrato de transferencia de las acciones seguía en manos del abogado Guillén, así que el dueño de todo seguía siendo yo, pero ya no quería preocuparme de nada de eso. Así que le recordé a Nicolás:

—Pero tú la has estado administrando.

—Puedo dártela si quieres.

—Prometo que lo haré si tu prometida me hace enojar de nuevo. En fin, Nicolás deberías darte cuenta de lo que quiero y simplemente irte, no quiero verte de nuevo.

El hombre suspiró.

—En verdad estás enojada.

—¿Por qué no lo estaría? —Me puse de pie y tomé un abrigo rosa de mi armario, luego le dije con frialdad—: Si no te vas, me iré yo.

No obstante, Nicolás optó por sentarse en mi cama y no se movió ni un solo centímetro, y como yo estaba verdaderamente enojada, abrí rápidamente la puerta de mi habitación y me fui. Salí en mi auto deportivo y me dirigí a la playa; la brisa del mar me hizo sentir mejor.

«Odio que se comporte como si tuviera tanto derecho sobre mí, ¿en serio se atrevió a pensar que lo perdonaría tan fácilmente? Ahora, él es un maldito al que le gusta salir con dos al mismo tiempo. Ni siquiera puedo pensar en perdonarlo por Maya».

En eso, recibí una llamada de Nicolás, la acepté de inmediato y le dije:

—Vete de mi casa ahora mismo.

En cambio, él susurró mi nombre diciendo:

—Regina…

A lo que le dije con poca paciencia:

—¿Qué sucede?

—Necesito hablar contigo, en algún momento pensé que podría compensarte por todo el daño que te causé y por eso accedí a cuidar de ti, pero ahora me doy cuenta de que todo fue un error.

—¿Qué quieres decir? —pregunté con frialdad.