Te regalo toda una vida de amor Capítulo 156

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 156
—Con el número de personas que somos en mi familia, nunca falta aquel que quiere más de lo que tiene. Como mi madre es muy pura de corazón, tiende a confiar en los demás con facilidad, así que es probable que se quieran aprovechar de ella. No obstante, como confía en mí, siempre me pide mi opinión sin importar el tema. —Esa era la razón por la que la madre de Santiago era una excelente fuente de información para él sobre la familia Genova.

Santiago me tomó de la cintura mientras caminábamos. Pasamos por el jardín donde estuve la última vez. Había algunas flores y un árbol de maple con algunas margaritas floreciendo al lado del lago artificial. Lucía fantástico, aunque por adentro el lugar estaba tan simple como siempre. El cuarto consistía en una cama, una mesa y una bañera. Esto hacía que la habitación luciera muy espaciosa, aunque si me bañaba, Santiago podría verlo todo sin problemas.

Mientras me perdía en mis pensamientos, Santiago abrió el ropero. Además de sus trajes hechos a la medida, había algunos suéteres de colores claros, unos abrigos de mujer y varios vestidos brillantes de todo tipo de diseños. Lo único que faltaba eran vestidos escotados o que dejaran la espalda descubierta. Al ver esto, con un tono gentil, le pregunté:

—¿Preparaste esto para mí?

—Joel los compró—contestó con calma. —Los traje a la residencia en mi última visita.

Santiago me entregó un vestido blanco con un patrón rosa y de inmediato lo relacioné con el árbol rojo de maple que vi afuera, aunque el patrón era de un tono más claro. Como el vestido estaba entallado en la cintura, deduje que debería usar tacones para evitar que se arrastrara por el piso.

—Acabamos de salir de la lluvia. Deberías bañarte para que te cambies —sugirió Santiago.

Aunque no me mojé, recordé que mis ropas si se ensuciaron cuando estuvimos en el campo de camelias. También deberíamos ducharnos porque nos divertimos en ese momento, así que parpadeé hacia él mientras abrazaba mi vestido. Santiago entendió mi gesto y se giró para salir del cuarto.

Claro, ya había estado desnuda delante de él en un par de ocasiones, pero aún me sentía algo incómoda. Tal vez era mi niña interior, como si se tratara de un amor primerizo. Esta timidez era síntoma de la juventud también.

Me quité mi vestido y fui a la bañera, donde descubrí que ya estaba llena de agua caliente. Entonces recordé que Santiago le habló a alguien cuando salíamos del carro. Debió darles instrucciones de que la prepararan. Ese hombre de verdad que pensaba en todo y era muy considerado.

No quise que esperara mucho tiempo, así que terminé mi baño en veinte minutos y se me sequé el cabello antes de ponerme el vestido blanco. Una vestimenta tan maravillosa debería ser complementada con un buen maquillaje. Cuando me lamentaba por no haber traído el mío, descubrí una caja en la cama que, para mi sorpresa, estaba llena de productos nuevos de maquillaje.

Esto me alegró en secreto y comencé a prepararme. El vestido blanco tenía detalles rojos, así que me puse un maquillaje ligero y saqué un brazalete plateado de mi bolsa. En mis casi 23 años de vida, investigué formas para ponerme más bonita con el fin de capturar el corazón de Nicolás; por ejemplo, me perforé las orejas tres veces por cada lado. Una vez me puse el brazalete, saqué unos aretes de diamante, pero solo me puse uno. Si me ponía los dos, se vería muy exagerado, lo cual era lo contrario a lo que quería.

Al salir, me encontré con el hombre mirando hacia las margaritas blancas. Enamorada, lo abracé por la cintura mientras apoyaba mis mejillas sobre su espalda con una sonrisa.

—El mundo no conocería la paz solo con que tú sufrieras. ¡Aun cuando tuviera la galaxia entera, jamás podría escapar de los ecos que dejarías por todo el cosmos! Podrías hacer que todo el mundo desapareciera con solo parpadear, aunque ni así sabes que puedes detener el tiempo con tu sonrisa.

Santiago agachó su cabeza para mirarme con sus ojos claros. Entonces, sonrió un poco mientras me preguntó:

—¿De qué estás hablando, cariño?

—Me gustan tus ojos —contesté, devolviéndole la sonrisa. —¡Son como el sol que brilla sobre nuestro mundo y para toda la galaxia por la eternidad! —A pesar de que sabía que estas eran la letra de una canción, sentí que le quedaban muy bien. Ya no me pude contener más y, sin pensarlo, solté: —Todo lo que quiero decir es… Te amo, Santiago.

Al escuchar eso, su mirada se oscureció antes de levantarme para cargarme y besar mi barbilla, riéndose en voz baja.

—Dante me dijo que algún día conocería a una mujer quien se convertiría en mi talón de Aquiles. Ella sabría exactamente cómo hacerme feliz y cómo contenerme, pero en ese momento no le creí.

Mientras la cola de mi vestido se arrastraba por el suelo, yo le sonreí con mis manos rodeando su cuello.

—¿Y ahora?

Estaba encantada por la poca distancia entre nosotros. Le regresé los besos a la barbilla. Las luces cálidas del pasillo nos iluminaban. Entonces, le escuché hablar con suavidad.

—Cariño, ¿y si nos casamos cuando regresemos a Eldamia?

—¿Me estás proponiendo…? —pregunté en voz baja, después de que me quedara impactada por un segundo.

Recordé que anoche Santiago me preguntó si nos casábamos. Como no me pregunto de forma directa, quería decir que estaba tentando las aguas porque estaba desanimado en ese momento. Incluso su firme declaración sobre nuestro matrimonio la hizo pensando en mí.

—¿Aceptas esta propuesta tan simple? —preguntó curvando sus labios y mirándome con pasión en sus ojos.

—Nop —contesté con un puchero.

Antes de que Santiago pudiera replicar, escuchamos una voz provenir del jardín.

—Joven, la cena está lista. La señora me pidió que les informara que desea cenar con ustedes.

—Entendido. Puedes retirarte.

La persona se fue después de eso. Santiago me bajó antes de regresar a su cuarto y cambiarse a otro de sus trajes, ya que el que tenía en ese momento estaba arrugado de cuando lo usamos para recostarnos. Me guio hasta el cuarto donde ya estaba servida la comida.

Era un salón grande con unas cuatro mesas llenas de gente. Recorrí el lugar con la mirada y me di cuenta de que había una mesa reservada para los niños. El padre de Santiago no asistió debido a su enfermedad y nadie me presentó con los miembros de la familia. También noté que los empleados del hogar eran numerosos, al grado de que era absurdo. Me recordaba a esas clásicas familias ricas que se mostraban en las telenovelas.

Santiago se sentó en medio de todos, pero yo no pude estar a su lado, ya que no estaba calificada para sentarme en ese sitio, de acuerdo con los otros miembros de la familia. Después de cenar, Alison, la madre de Santiago, quiso hablar conmigo, pero él nos excusó y regresamos al cuarto. No pasó mucho tiempo antes de que Santiago tuviera que salir de nuevo. Poco después, alguien más se acercó para avisar:

—Santiago, la señora Genova regresó.

La señora Genova debía ser esa persona a la que se refirió cuando estábamos en Eldamia. ¿¡Por qué vino!? Poco después, alguien más se acercó y extendió otra invitación.

—Señorita Esquivel, el señor de la casa desea verla.

El padre de Santiago quería verme… Aunque Santiago no se encontraba en ese momento conmigo. Al ver mi duda, el empleado elaboró:

—No se preocupe, señorita Esquivel. Esta es la casa de la familia Genova, no tiene de qué alarmarse. El señor solo indicó que quiere ponerse al corriente con usted.

¿¡Ponerse al corriente conmigo!? ¿Cómo iba a funcionar eso cuando jamás nos habíamos visto? Incluso se esperó a que Santiago se fuera… ¡Esto parecía una trampa! Fruncí mis labios y, con temor, pregunté:

—¿Por qué quiere hablar conmigo justo cuando Santiago no está?

 

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset