Te regalo toda una vida de amor Capítulo 104

―¿Qué estás intentando hacer? ―cuestioné, pero él se quedó quieto y me miró fijo con intensidad; no obstante, no hizo más que sentarse a mi lado y pasar sus dedos por mi cabello.

―No soporto el dejarte ir ―dijo y ahora me sentía divertid cuando me reí.

―¿Qué quieres hacer al respecto? ―pregunté. ¡En verdad estaba colmando mi paciencia!

―Gina, ¿regresarías conmigo? ―propuso, a lo que yo me quedé sin palabras―. Gina, estuve mal… En serio hice muy mal… Pensé que… pensé que haciendo esto… ―habló con incoherencia y me pude dar cuenta de que tenía el corazón roto y ver esto hizo que me doliera el mío, así que me di la vuelta―. Gina, ¿puedes decir algo? ―añadió; en ese momento, lucía como un Dios abatido y todo era por mi culpa. Era una mirada que jamás había visto en él y en el momento en que mis ojos empezaron a lagrimear, murmuré:

―No seas así, no me hagas despreciarte; al fin y al cabo, tú fuiste el primero en querer irse ―dije. Ese día en que le rogué y le rogué bajo la lluvia torrencial… ¡¿Y qué hizo él?! Me empezó a atacar por decirle la cruel verdad.

―Solo estaba….

―Deja de decirme las cosas que quiero escuchar ―interrumpí y a este punto, me quedé en silencio, temiendo que pudiera empezar a gritar de coraje; al final, él estiró la mano y me acarició la mejilla, ocasionando que una impotencia brotara en mi corazón, por lo que volví a hablar con suavidad―. Se lo prometí a Cristóbal.

―¿Qué? ―preguntó asombrado, así que continué diciendo mentiras desgarradoras para lastimarlo.

―Le prometí que sería su mujer, ¡no puedo traicionarlo de nuevo contigo esta vez! Al principio, Cristóbal me gustó primero desde hace nueve años, pero cometí un error y me casé contigo; ahora, mi promesa de estar con él me permite retomar mi camino.

En cuanto terminé de hablar, Nicolás volvió a estirar la mano para agarrar mi cuello y ahorcarme, yo empecé a respirar con dificultad y fue justo ahí cuando me di cuenta de que estaba intentando matarme. Lo miré fijo, mientras me sofocaba con lentitud; su cara se miraba triste en particular y aterrorizada, luego, justo cuando pensé que iba a morir, de repente me tiró en la cama y me mordió los labios. Sentí mucho dolor y el sabor de la sangre se hizo presente en mi boca; quería empujarlo, pero seguía atada, así que empecé a gritar con preocupación.

―No quiero perdonarte, no quiero ser tan fría contigo, pero Nicolás, sé que no puedo dejar ir el pasado… Tuve cáncer gracias a ti y aun así te perdoné. Era infértil gracias a ti y aun así te perdoné; incluso te perdoné por ocasionarme esta cicatriz en mi cara… Pero ese día, en la puerta de la iglesia, fue la gota que derramó el vaso… ―conté.

¿Cómo puedo dejar ir el distanciamiento en mi corazón y amarlo de nuevo? No obstante, ignoró lo que dije y me arrancó la ropa con locura antes de parar, en el momento exacto donde perdí toda esperanza; me volteó a ver con tristeza y enojo, con una pizca de indescriptible desesperación. Después de todo eso, me hizo una pregunta con la voz ronca.

―¿Te casarás con él?

―Sí ―contesté, apretando los dientes.

―Regina, vas a perderlo ―declaró. ¡Fue la maldición que Nicolás me dio antes de irse! A pesar de que salió de la habitación, yo seguía atada a la cama, era demasiado incómodo estar recostada sin poder hacer algo al respecto. En ese momento, recibí una llamada de Camilo, así que gateé y como pude contesté la llamada con mi dedo; él habló de inmediato con la voz llena de preocupación por el otro lado de la línea.

―Gina, Nicolás me acaba de llamar.

―¿Qué te dijo? ―pregunté, respirando profundo.

―Dijo que estaba desconsolado y que no sabía qué hacer, me recordó a mí mismo de hace tiempo… Nunca te conté de mi relación con tu cuñada, no todo fue tan fácil como parece. Gina, es difícil para un hombre expresar sus sentimientos, pero una vez que los expresa de verdad, significa que ya fue demasiado lejos.

―¿Qué intentas decir? ―indagué, cerrando los ojos de golpe.

―Dale otra oportunidad, Gina ―pidió y cuando notó mi silencio, agregó otra cosa con gentileza―. Nicolás te ama, tal vez no sabe expresarse de la manera correcta, pero tú eres su vida; de otra forma, no hubiera renunciado a todo para casarse con Alicia.

―¡Pero yo no quería eso! ―contesté.

―¡Pero fue la única cosa que podía hacer por ti! ¿Qué quieres de él? ¿Qué te vea morir? Míralo de otra manera. ¿Lo mirarías morir? Regina, ¿qué demonios hizo que fue tan malo como para que lo odies tanto? ¡Su intención original era asegurarse de que vivieras y que lo hicieras de forma saludable! ―exclamó Camilo, quien, a este punto, estaba furioso; incluso me llamó por mi nombre. Jadeé con fuerza, pero continué con silencio sepulcral, luego, por fin, suspiró y me hizo un recordatorio―. No esperes a que sea demasiado tarde, puede que para ese entonces lo pierdas. ¿Crees que no lo he odiado antes? ¿Crees que lo hago por él? Espero que puedas reflexionar las cosas ―finalizó y colgó, a lo que yo solté un suspiro.

Me tomó un tiempo poder liberarme y levantarme, aventé el cinturón hacia un lado, pues, por fortuna, Nicolás no lo apretó mucho; después de eso, me puse un vestido y me dirigí al hospital. Al llegar a la sala, Camila estaba despierta, así que aprovechó y me habló.

―Regresaré Sislandia cuando me recupere ―comentó. Ahora que ella tenía su nuevo riñón y había prolongado su vida, por fin estaba dispuesta a regresar a Sislandia y dejar que la vida de los demás regresara a la normalidad. Pero, ¡¿cómo se podía siquiera regresar a la normalidad?!

―¿Qué hay de Leonardo?

―Se encontrará a una esposa ―contestó y aunque su tono era calmado, me hizo soltar una carcajada.

―¿Sabes quién te donó ese riñón?

―Sí, lo sé.

―Ya habías conocido a Fernanda antes, debes saber….

―Lo sé, no tienes que recordármelo. Sé que arruiné la relación de Leonardo y tomé el riñón de esta mujer, pero, ¿qué puedo hacer con ese conocimiento? Necesitaba vivir, así que necesitaba dicho riñón. Es la única cosa que he tomado de Bristonia; de ahora en adelante, somos borrón y cuenta nueva ―interrumpió Camila con su cara pálida.

―¿A qué te refieres con borrón y cuenta nueva? ―pregunté sorprendida.

―Entonces, dime, ¡¿qué dices que debo?! ―contestó con un tono amargo.

―Camila, debes ser clara con que los Esquivel y yo te lo debemos, no Leonardo, ni Fernanda. Debes estar agradecida de recibir la donación de ella; con respecto a mí… Puedes continuar culpándome de todo por lo que has pasado. Te prometo que, si necesitas algo, los Esquivel te ayudarán con los brazos abiertos en el futuro ―le recordé, a pesar de que me sentía molesta.

―¡No hay necesidad de eso! ¡No necesito que tu familia haga algo por mí! ¿Piensas que me quiero regresar a Sislandia? Pero Leonardo, su corazón… Pertenece a otra mujer. ¿Qué puedo hacer si me quedo? Regina, si estuviera tan sana como antes y no me hubiera ido de Bristonia… ¡Leonardo nunca se hubiera enamorado de esa mujer!

Camila se sentía desalentada porque a Leonardo le gustaba Fernanda, pues resultó que ella contempló como se sentía él de verdad; sin embargo, Leonardo seguía en la oscuridad… ¿Quién sabía cuándo sería por fin el día en que despertaría y se diera cuenta de sus verdaderas emociones? En ese momento, estaba anonadada, era como si Camilo me lo hubiera dicho por primera vez; de repente, Camila me volteó a ver y me dijo:

―Por cierto, tengo un secreto que decirte. Tómalo como un regalo de mi parte antes de irme de Bristonia.