Te regalo toda una vida de amor Capítulo 94

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 94
La ubicación que me compartió Santiago me guio a la entrada del aeropuerto. Tan pronto llegué, me percaté que había un par de autos de lujo estacionados a la orilla de la carretera, justo al lado del señalamiento de «No estacionarse». Estaba claro que quienes podían permitirse dejar sus automóviles allí eran personas influyentes. Entre los autos se encontraba un Mercedes Benz negro que portaba placas con un número de matrícula formado por unos. No había duda de que este era el auto de Santiago y seguramente estaba esperándome en su interior.

Yo dejé mi auto estacionado en el cajón de estacionamiento asignado y me dirigí al auto de Santiago. Pero fue justo antes de poder abrir la puerta del Mercedes Benz cuando oí una voz irritante que me llamaba detrás de mí.

—¿Qué haces aquí, Regina?

No había nada que odiara más que esa voz.

Esta mujer simplemente se rehusaba a aprender su lección. Seguía sin aprender a distinguir con quien sí y con quién no le convenía meterse. Pero, debido a que era la heredera de la familia Mora, podía darse la libertad de actuar de forma imprudente. Y ahora también era la prometida de Nicolás.

—¿Y acaso eso es de tu incumbencia? —le contesté sin voltear a verla.

No tenía ganas de verle ni la cara.

—¿Cómo estás de tu enfermedad? —preguntó con un tono sarcástico.

Mantuve mi boca cerrada. Verdaderamente odiaba a esta mujer y me dolía la cabeza de solo pensar en lo insistente que era. Pude haber abierto la puerta de Benz, pero no quería que viera a Santiago.

Estaba a nada de voltear a verla y maldecirla cuando alcancé a ver al hombre que la acompañaba. No esperaba que Nicolás estuviera ahí y no era él solamente; los acompañaba el resto de la familia Mora, a excepción de Benedicto. Hasta la tía de Nicolás estaba presente. Nicolás muy probablemente había ido a recoger a la familia Mora del aeropuerto, aunque no estaba segura si había ido por su tía o por Alicia. Sea como fuera, no me importaba.

Cuando Alicia vio mi expresión de sorpresa, intencionalmente rodeó con su brazo a Nicolás antes de comenzar a ridiculizarme.

—Regina, apenas dos meses después del incidente en la iglesia y ¿sales con un chisme nuevo? Y esta vez hasta metiste a la familia Genova de Bristonia. También oí que te besaste con Manolo hace un tiempo… ¡Qué coqueta saliste!

Y yo que creía que Jimena era la tonta y que Alicia no estaba tan mal. Ahora veo que ambas son igual de descerebradas. Entrecerré mis ojos y fijé mi vista en Nicolás, quien rápidamente zafó su brazo del agarre de Alicia, como dando a entender que no quería ser parte de esta pelea entre mujeres.

Sé que si esto se hubiera suscitado en el pasado, yo le hubiera importado un poco más. Una vez dijo que yo era lo más importante para él y que nadie se atrevería a meterse conmigo. Y sin embargo, no parecía estar haciendo nada en ese momento. Era tal y como había ocurrido hace dos meses. Técnicamente, Nicolás solo hizo un trato con Camila para que yo pudiese sobrevivir, así que no debería reprocharle nada. Sus intenciones eran buenas, después de todo. Pero lo que dijo sobre mi infertilidad me dolió mucho.

Todos las súplicas y lamentos desesperados se detuvieron tras oírle hablar de mi infertilidad. Después de aquello, ya no le regué que me llevara a casa, ni seguí intentando impedir que se casara. Todo lo que quería en ese momento era escapar de aquel lugar. ¡Qué suerte la mía de que Santiago llegara entonces!

De regreso a la realidad, pensé en lo insignificante que era todo esto y suspiré.

En el rostro de Alicia se dibujó una expresión de vergüenza después de que Nicolás apartara su brazo de un empujón.

—Ojalá no te enfermes —dijo de repente.

—¿Acaso no piensas?

La volteé a ver con desconcierto.

Esta era la primera vez que Alicia me veía hablarle de forma tan directa, por lo que su rostro palideció.

—¡No voy a tomarme la molesta de explicarte nada, mucho menos después de que ya dije mi parte en la publicación que subí a redes! Y ¿qué importa si me besé con Manolo? Soy una mujer soltera y divorciada que tiene todo el derecho de estar con quien desee. Además, ¿qué tienen que ver mis rumores y los de Cristóbal contigo? Yo podría casarme con Cristóbal en cualquier momento si así lo quisiese, o podría seguir coqueteándole a Nicolás. Podría hacer todo esto y más porque estoy soltera. Puedo ir a donde quiera y salir con quien yo quiera, incluyendo a mi exesposo Nicolás —le dije molesta.

El rostro de Alicia mostraba una expresión sombría a la vez que Nicolás me dirigía una mirada furiosa. Le sostuve la mirada mientras reía.

—Es solo un ejemplo, claro. En mi vida tendría algo que ver con Nicolás de nuevo. Este hombre quedó en el pasado y no soy fan de recordar relaciones fallidas.

—Ya es suficiente —me recuerda Nicolás con un tono frío.

Estas eran las primeras palabras que me dirigía en los últimos dos meses y podía ver el enojo en su mirada mientras me dirigía la palabra.

—¿Aún me amas? —le pregunté sonriendo. —Pasa que simplemente soy infértil, pero aún me amas, ¿no es así? Aquí estoy frente a ti, Nicolás. ¿Te entristece que ya no soy tuya?

Intenté lastimar sus sentimientos con un tono cortante.

Él me miró sin poder pronunciar una palabra. Para este punto, tanto Alicia como Nicolás tenían una expresión seria en sus caras, por lo que Roxana, quien se encontraba a su lado, intervino prontamente para enfriar los ánimos.

—Desconozco cómo se relacionan los jóvenes hoy en día, Presidenta Esquivel. Pero, de lo que sea que esté hablando, todo eso quedó en el pasado. En el presente, Nicolás es el prometido de Alicia y creo que todos los aquí presentes conocemos nuestros límites. No deberíamos hacer nada que pudiese llegar a lastimar a alguien —dijo y se tomó una pausa antes de continuar. —Pero bueno, no deberíamos permitir que el amor de adolescentes se interponga en la armoniosa relación de las familias Esquivel y Mora, ¿cierto?

Mi relación con la familia Mora era decente y solo gracias a Benedicto. Estaba casi segura de que, una vez Benedicto se jubilara, el Corporativo Mora estaría en mis manos. Este sería mi castigo por la desobediencia de Alicia. Pero, para eso tendría que idear un plan a largo plazo.

—Claro —le respondí con una sonrisa.

Luego, me recargué en el auto y continué mi conversación con Alicia.

—Mi querida Presidenta Mora, siempre has hecho uso del sarcasmo al dirigirte a mí y hasta me lanzaste una copa de vino. Y ¿qué fue lo que ganaste? ¿Una cicatriz en la frente? Jamás has hecho algo bueno con tu vida. Si fuera tú, ya hubiera aprendido a escuchar órdenes. Señorita Mora, no la pierda de vista, por favor.

Alicia tenía una pequeña marca de cicatriz en su frente muy parecida a la mía. Estas cicatrices no eran fáciles de remover, ¡pero ella se lo había buscado! Alicia me miró con ojos de enojo, pero sabía que debía mantener su compostura en la presencia de Nicolás y Roxana. Roxana, por su parte, siguió disculpándose.

—Lo lamento mucho, Presidenta Esquivel. Esté segura de que la mantendré vigilada a partir de hoy.

Después de esta última interacción, no parecían con ganas de retirarse, así que me les quedé viendo hasta que se sintieran lo suficientemente incómodos de estar ahí parados. Al final, Roxana fue quien sugirió que lo mejor sería que se retiraran. Tan pronto se dieron la vuelta, me apresuré a abrir la puerta del auto.

A segundos de entrar al auto, sentí la mirada de Nicolás. Nuestras miradas se cruzaron y me preocupé de que hubiera visto a Santiago. Pero ¿qué importa si vio a Santiago? Nicolás no es el tipo de persona a la que le gusta comenzar peleas.

Le sonreí, pero su rostro seguía pálido mientras abrió la boca para dirigirse a mí:

—¿Qué relación tienes con Santiago?

—¿Por qué no adivinas? —le respondí en voz baja.

Luego me subí al auto tan rápido como me fue posible. Era verano, así que el aire acondicionado estaba al máximo y sentí un golpe de viento frío apenas entré. Me giré para ver a Santiago, quien estaba concentrado viendo hacia la laptop que tenía en sus piernas. Parecía estar haciéndose cargo de algunos asuntos y no me saludó cuando entré. En su lugar, le dio órdenes al chofer:

—Diríjase a la Torre Americana.

La Torre Americana era el edificio de oficinas más famoso de toda Bristonia. Apenas el chofer emprendió el viaje, un silencio sepulcral invadió el auto. Estaba segura de que Santiago había visto todo lo que pasó entre Nicolás y yo hace un rato, pero no me cuestionó nada en lo absoluto. Este hombre no tenía ni una gota de curiosidad en su cuerpo. Una persona promedio me hubiera preguntado qué había sucedido.

Pero, no me molestó su conducta distante. Yo solo estaba aquí con el propósito de hablar sobre Lucas. Como Santiago estaba ocupado con trabajo, decidí no molestarlo. Así que me quedé sentada a su lado como buena niña y esperé por él en el auto después de que llegamos a la Torre Americana en la que tenía asuntos que tratar.

Y así estuve esperando en el auto por casi cinco horas, hasta que se puso el sol. Durante este tiempo, estuve navegando en Twitter con miedo a que Lucas hiciera algo impulsivo. Afortunadamente, todo parecía tranquilo en Internet. Bueno, no todo estaba tranquilo. Aquel tuit que Lucas había publicado desde la cuenta oficial de Soluciones Genova había sido suficiente como para alimentar el lado romántico de los internautas. Muchos de estos ya nos estaban «shippeando»; éramos la nueva pareja popular de Internet.

La verdad es que Santiago y yo no teníamos ningún tipo de relación, al menos no romántica. Mientras pensaba en esto, alcancé a ver la figura larguirucha de Santiago saliendo de la Torre Americana. Sus pasos eran firmes y estables y su expresión era la usual, indiferente. Todas las mujeres pudientes que le rodeaban no se atrevían a insinuársele, así que lo único que terminaban haciendo era seguirle. Incluso entonces, solo lo siguieron hasta la entrada principal del edificio.

El chofer le abrió la puerta a Santiago y, al momento de agacharse para entrar al auto, centró su mirada en mí, una mirada muy peculiar. Era casi como si esta fuera la primera vez que me observaba el día de hoy. ¿Será por mi vestimenta? Puede sea un hombre puro y sin deseos, pero sigue siendo un hombre. Es normal que un hombre se sienta atraído a una chica atractiva como yo ¿cierto? Pero esto no es amor; es solo la manera en la que un chico ve a una chica.

—No puedes usar ese tipo de ropa de ahora en adelante —me ordenó con el ceño fruncido.

Sabía que era mi vestimenta lo que había captado su atención.

—¿Por qué? —pregunté.

—Estás demasiado expuesta —me respondió con el mismo tono frío.

Lo observé en silencio. Esta era la primera vez que hacía un comentario respecto a mi vestimenta. ¿Será acaso la primera vez que le pone atención a mi ropa? ¿Cuánto tiempo lleva ignorándome?

Bajé mi mirada y observé mi camiseta blanca sin mangas. Me sentía tentada a discutir sobre cómo no había manera de que mi atuendo fuese ofensivo para él, pero no quería pelear con él. Decidí tragarme cualquier resentimiento que sentía y simplemente me dispuse a recargarme en el asiento y a observar por la ventana el panorama nocturno de la ciudad. Un poco tiempo después, el chofer me pidió la dirección de mi apartamento y nos dirigimos a este.

Una vez ahí, guie a Santiago al interior de mi hogar. Me percaté de que no habíamos cenado, por lo que me dirigí a la cocina para preparar algo cuando recordé que no sabía cocinar.

—¿Qué te gustaría cenar? —le pregunté a Santiago.

—Lo que sea.

Santiago entró y se cambió los zapatos, antes de sentarse en el sillón. Luego, abrió su laptop y se dirigió a trabajar una vez más. Como no dijo mucho, saqué mi celular para ordenar algo de comer. No era que no supiera cocinar, en realidad ya lo había hecho miles de veces durante mi relación de tres años con Nicolás. Sí sabía preparar distintos tipos de platillos. Pero desde que desperté en El Solar cuatro meses atrás, no me he sentido con los ánimos de entrar a la cocina. Llegué a convencerme de que lo único que sabía hacer eran fideos instantáneos y avena. No quería revisitar traumas del pasado.

Después de un rato, dejé mi teléfono y fui a sentarme al lado de Santiago, quien estaba navegando en Twitter. ¿Al fin se hará cargo de mi asunto? Se ve muy ocupado. Seguramente apenas encontró tiempo de tratar este tema.

Santiago se desplazó por la página para ver el video donde aparecemos Cristóbal y yo.

«Vine a buscarte a este lugar nueve años atrás»

El audio del video comenzó a sonar justo después de que pulsara sobre él. En el video, yo estaba en la planta baja y Cristóbal se encontraba en el segundo piso; parecía que nos veíamos el uno al otro con ojos de amor. Volteé la mirada hacia Santiago un momento. Quería que quitara el video, pero no me atrevía a tocar su laptop, por lo que no me quedó opción más que darle explicaciones.

—La noche que llegué a Bristonia, no podía dormir y conduje hasta ese sitio. No esperaba encontrarme con Cristóbal en ese lugar —expliqué.

Hasta ese momento, no tenía ni idea de quién había grabado ese video. El audio continuó.

«Yo te amaba tanto, tanto… Tan solo el sonido de tu nombre solía causarme escalofríos. ¡Podría haber saltado frente a un automóvil por ti! ¡Incluso en este momento me consumen los nervios solo de verte!»

Yo estaba sin palabras. Esta situación era más que frustrante. Lucas había recitado mis palabras esta mañana y ahora Santiago estaba reproduciendo el video frente a mí. Afortunadamente, no parecía interesarle mucho, así que detuvo el video y volteó a verme.

—¿Cómo te gustaría que tratáramos este asunto?

—¿Qué? —pregunté un tanto aturdida.

—Los internautas no dejarán de tener sospechas si solo eliminamos la publicación de la cuenta oficial de Soluciones Genova. Necesitamos dar un comunicado contundente —dijo.

— ¿Y si usamos a un empleado como chivo expiatorio para este asunto? —sugerí.

—¿Qué?

Santiago alzó una ceja, escéptico.

—Podemos decir que un empleado era muy partidario de nosotros como pareja, que se obsesionó con el tema y deseaba encarecidamente que estuviéramos juntos. Así que jaqueó la cuenta oficial de la compañía para publicar ese tuit. Luego podemos decir que tal empleado fue despedido.

La idea se me ocurrió al momento.

—Nosotros… ¿pareja? —dijo Santiago entre dientes.

—¿Verdad que no hay posibilidad? Ni siquiera me gustas.

Tan pronto pronuncié esas palabras, me cubrí la boca con mi mano. ¿Por qué había sido tan franca? Bueno, supongo que no es nada. Una vez él me dijo que no podía enamorarme de él, ¿no es así? Sus palabras fueron más hirientes que las mías.

Santiago pareció tensarse un poco al oír mis palabras, pero no cuestionó nada. En su lugar, entró a la cuenta oficial de Twitter de la compañía y comenzó a escribir con su ya acostumbrada elegancia. Sus dedos, delgados y finos, se posaban sobre el tecleado con firmeza; cualquiera que tuviese un fetiche de dedos o manos sin duda terminaría enamorado. La sola visión de sus dedos me despertaba deseos de chuparlos. ¡Sí! Quería meter sus dedos en mi boca y saborearlos. Me atormentaba lo perfectos que eran. Mi cara se sonrojó solo de pensar en ellos. ¿Por qué estaba fantaseando sobre él de esta manera? Incluso imaginé la forma en la que sus manos se aferraban a mi cintura esta mañana.

Mis pensamientos me habían dejado muda. De verdad creo que debería mantener mi distancia. Santiago usó la cuenta oficial de Soluciones Genova para publicar un sencillo tuit.

«El tuit publicado el otro día fue hecho por uno de nuestros empleados que intentaba esparcir rumores. Ya nos hemos ocupado de este empleado.»

Luego, Santiago eliminó el tuit anterior. Este nuevo tuit era corto, pero contundente, por lo que estaba segura de que la locura se apaciguaría para el siguiente día.

—Gracias, Santi —exclamé al tiempo que dejaba salir un respiro de alivio.

—No es nada.

Él me ignoró después de eso y simplemente se dirigió a la recámara. Más tarde, la comida que había ordenado ya estaba a la puerta, por lo que le llamé para cenar. Para este momento, él ya se había quitado su traje. Ya solo vestía una camiseta blanca y todavía le colgaba su corbata en el cuello. Después de cenar, no me desmaquillé la cara inmediatamente. Mi estómago no se sentía bien, así que me recosté en el sillón y me dispuse a descansar un rato.

Entre más tiempo pasaba, más me dolía el estómago. La intensidad del dolor aumentaba segundo a segundo. Terminé subiéndome a la cama y me recosté al lado de Santiago. Él era la única persona en la que podía confiar en ese momento. Él estaba sentado con la espalda recargada en la cabecera de la cama al tiempo que leía un libro que había dejado sobre la mesa de noche. Justo antes de recostarme en la cama, le hablé con una voz débil:

—No me siento bien.

—¿Dónde te duele? —preguntó.

Su vos carecía completamente de calidez, pero en este momento sentí que era la única persona en la que podía apoyarme. Extendí mi mano para tomar la suya y coloqué su palma de manera que hiciese presión sobre mi vientre plano. Su fría piel contra la mía me hizo soltar un suspiro de alivio. Entonces no me había dado cuenta de que su cuerpo se había tensado un poco.

—Ayúdame a masajearlo un poco, Santiago —le pedí con voz débil.

Esta era la primera que me dirigía a él por su nombre propio. Sentía demasiado dolor como para estar al tanto de lo que sucedía.

Cuando sentí la palma de su mano acariciar mi estómago, conseguí relajarme y cerré mis ojos por un momento. Pronto, terminé por quedarme dormida y no oí lo que dijo.

—¿Cómo te atreves, Mayra? Nadie jamás me había hecho hacer algo así. Como te gusta poner a prueba mi paciencia, tal vez porque crees que no te castigaré por esto —exclamó.

Desperté a mitad de la noche y me percaté de que estaba recostada boca arriba en la cama.  Regresó entonces a mi memoria lo que había ocurrido poco antes y mi cara entera se puso roja de vergüenza. «Me parece haber extendido mi mano para tomar la suya», pensé. Entretanto, Santiago dormía al otro lado, con sus largas extremidades tendidas ordenadamente sobre la cama.

Mi estómago aún me dolía un poco, así que me levanté y me dirigí al baño. Fue ahí que me di cuenta de que me había llegado el periodo, me coloqué una toalla sanitaria, salí del baño y fui por un vaso de agua tibia. Nada parecía ayudarme a sentirme mejor; ni siquiera después de descansar en el sillón durante un buen rato. A las 4:00 a.m. recibí una llamada de Leonardo. Dada la hora, supuse que no podría ser nada bueno.

—¿Qué sucede?

Contesté apresuradamente a la llamada.

—Camila está muy enferma. Está hospitalizada —dijo.

Me sentía particularmente terrible porque sabía que el riñón de Camila ya no le ayudaba y su otro riñón estaba en mí.

—Enseguida salgo para el hospital —dije con un suspiro.

Cuando llegué al hospital, Camila acababa de salir de la sala de emergencias. Su rostro estaba completamente pálido; a duras penas parecía viva mientras yacía en la cama del hospital.

Quería salvarla, pero también quería vivir. No había manera de regresarle su riñón puesto que solo contaba con uno. Sin embargo, el problema principal era que este riñón le pertenecía a ella. Aquí estaba yo de egoísta disfrutando de mi vida con un órgano que le pertenecía a alguien más. Esto me hacía sentir muy culpable; no tenía idea de cómo las cosas habían acabado así.

Unos minutos después de haber llegado, Camila despertó y me miró fijamente con impaciencia.

—Quiero vivir, Regina. Quiero vivir con mi propio riñón. —apreté mis labios y permanecí callada— Ustedes, los de la familia Esquivel, son verdaderamente unos ladrones. No puedo recuperar mi riñón por más que así lo desee. ¿Qué quieres de mí? —continuó.

Su figura era frágil y delgada; su cara era pequeña; sus ojos estaban hinchados y su mirada estaba vidriosa y perdida, todo esto como resultado de llevar mucho tiempo débil y enferma.

Estaba distraída por la forma en la que me interrogaba y trastabillé hacia atrás sin siquiera darme cuenta.

—No te lo tomes personal, Regina —me dijo Leonardo mientras me sostenía.

Se dirigió, entonces, a Camila para sermonearla.

—Regina no hizo nada malo. No puedes culparla por esto, Camila.

Camila solo sonrió y se dio la vuelta sin decir nada. Parecía algo decepcionada de Leonardo. Después de todo, Leonardo no sabía la verdad; no sabía que el otro riñón de Camila estaba dentro de mí. No quería decirle nada por miedo a que le hiciera sentirse peor. Pero tampoco quería que malinterpretara a Camila. Parecía que no había manera de salirme con la mía.

Me sentía como una perra pretenciosa. ¿Soy distinta a cualquiera de esas perras falsas de allá afuera? Si considerara las cosas desde la perspectiva de Camila, pensaría que ella no está haciendo nada malo. ¡Yo soy la egoísta que está eligiendo vivir!

Tiré de la mano de Leonardo y lo llevé afuera antes de contarle toda la verdad con lágrimas en los ojos. Él también empezó a llorar al escuchar lo que le dije. Guardó silencio por un momento antes de empujarme a un lado y abandonar el hospital. Me sentí demasiado aturdida como para hacer algo por un momento y me tomó un rato recuperar mi compostura antes de llamar a mi asistente.

—Necesito que encuentres un donador de riñón.

—¿Quién es la persona que lo necesita, Presidenta Esquivel? —preguntó mi asistente.

—Camila.

Tuve que forzar esas palabras fuera de mi boca.

—De acuerdo, Presidenta Esquivel.

Después de terminar la llamada, no regresé al apartamento. En vez de eso, y porque ya no tenía que limitar mi consumo de alcohol, conduje a uno de los bares cercanos. Mi tolerancia no era muy alta, así que terminé borracha después de un rato. Intenté obligarme a conducir de regreso al chalé Esquivel, pero, después de haber avanzado poco menos de dos kilómetros, fui detenida por la policía.

Me ordenaron tomar una prueba con alcoholímetro.

—¡Eso está muy elevado! ¿Acaso no valora su vida, señorita? —me dijo el policía con un tono molesto.

 

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

Comment

  1. tlovertonet says:

    I am so happy to read this. This is the kind of manual that needs to be given and not the random misinformation that’s at the other blogs. Appreciate your sharing this best doc.

  2. What Is Sugar Defender? Sugar Defender is a natural blood sugar support formula created by Tom Green. It is based on scientific breakthroughs and clinical studies.

  3. Erecprime says:

    Some really nice and useful info on this web site, also I conceive the design and style contains superb features.

  4. Just wanna input that you have a very nice website , I enjoy the layout it really stands out.

  5. Heya i am for the first time here. I found this board and I find It really useful & it helped me out a lot. I hope to give something back and help others like you helped me.

  6. Hello there, just became alert to your blog through Google, and found that it is really informative. I am going to watch out for brussels. I’ll be grateful if you continue this in future. Numerous people will be benefited from your writing. Cheers!

  7. Java Brun says:

    I like this website very much, Its a real nice billet to read and receive information. “Reason is not measured by size or height, but by principle.” by Epictetus.

  8. I genuinely enjoy studying on this site, it has got superb articles. “And all the winds go sighing, For sweet things dying.” by Christina Georgina Rossetti.

  9. tonic greens says:

    Tonic Greens, a natural health supplement, is designed to enhance immune function.

  10. Just want to say your article is as amazing. The clarity in your submit is simply cool and that i can suppose you’re knowledgeable in this subject. Fine together with your permission let me to clutch your feed to keep updated with drawing close post. Thanks 1,000,000 and please keep up the enjoyable work.

  11. Zen cortex says:

    You really make it seem so easy with your presentation but I in finding this matter to be actually one thing which I believe I might by no means understand. It kind of feels too complicated and extremely wide for me. I am looking ahead for your subsequent put up, I will attempt to get the hang of it!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset