Te regalo toda una vida de amor Capítulo 71

Ya que Maya quería seguir colaborando con el corporativo Meza, no la detendría. Así que, dejé que Gabriel se encargara de todos los asuntos relaciones con el corporativo. Después de que se marchó, recordé lo que Nicolás había dicho anoche. Aunque no lo creía, aun así, decidí investigar. Le pedí a mi secretaria que me entregara los documentos recientes de los fondos financieros del corporativo Esquivel. Cuando leí el documento, descubrí que el paradero de algunos fondos no era claro.

El departamento de finanzas no debería de estar cometiendo este tipo de erros, al menos que alguien les hubiera ordenado que lo hicieran. Así que, no marcaron el exacto paradero de estos fondos. Solo mi asistente y yo tenemos permiso de ordenarle a alguien que haga eso. Gabriel ha trabajado para mí por nueve años, así que sabía todo sobre el corporativo Esquivel. Además, confiaba plenamente en él, por eso dejé que se encargara de todos los asuntos.

Después de que me casé con Nicolás, no me molesté en dirigir la empresa, así que el corporativo prácticamente le pertenecía a Gabriel. Incluso si hubiera algo malo, no lo habría descubierto. Nicolás me contó sobre Gabriel, nunca hubiera dudado de mi asistente. Sin embargo, la pequeña sospecha, creció poco a poco en mi corazón, y comencé a sentirme desanimada. Me senté en la oficina, pensé en ello por mucho tiempo, y comprendí que no deberíamos dejar espacio para la sospecha. Cuando estaba dudando, Gabriel me llamó.

―Presidenta Esquivel, tengo que decirle algo.

Reprimí las complicadas emociones en mi corazón y pregunté:

―¿Qué sucede?

De pronto dijo:

―El presidente Ferreiro me acaba de llamar.

Al escuchar esto, supe al instante sobre lo que quería hablar.

―No tomé dinero de la empresa ―dijo con tranquilidad.

A lo cual pregunté:

―¿Para qué lo usaste?

Gabriel no podía contestar esta pregunta. Creí que no sería capaz de responder propiamente por teléfono, así que alivie su presión y dije:

―Hablemos a tu regreso.―Luego dije: ―Te creeré no importa qué.

―Presidenta Esquivel… ―dijo Gabriel sorprendido.

Después de colgar, llamé a Nicolás. Cuando contestó, preguntó con una voz grave y magnética:

―¿Me extrañaste?

Me reí y contesté:

―Sí. ¿Qué está haciendo, señor Ferreiro?

―Acabo de salir de una reunión, y tengo que socializar en la tarde ―explicó con un tono despreocupado.

―De acuerdo. ¿Llamaste a Gabriel?

Nicolás tampoco me lo ocultó.

―Sí. Sé que no lo olvidarás después de haberte enterado, y temo que te sientas incómoda, así que lo llamé. Me prometió que te diría la verdad. No creo que sea un problema serio. ¿Qué fue lo que te dijo?

―Aún no lo ha hecho. Veremos que sucede en la tarde.

―Está bien, seguiré trabajando, entonces ―dijo.

Nicolás parecía que estaba muy ocupado. Después de colgar el teléfono, planeé ir al hospital a visitar a Maya. No obstante, me encontré con María cuando llegué. Era tan frecuente que me pregunté si vivía en el hospital. Se miró sorprendida al verme.

―¿Qué haces aquí?

―¿Qué hace tú aquí?―La contraataqué con una sonrisa en mi rostro.

María me ignoró y entró al hospital. Luego dije con indiferencia detrás de ella:

―¿Qué es lo que tratas de hacer? ¿Estás buscando mis antecedentes? Crees que soy una Regina Falsa, ¿verdad?

María se detuvo al instante, luego se giró para verme con una patética mirada en sus ojos.

―No puedes ganarme con ese truco.―Le recordé con amabilidad.

María llevaba el mismo color de ropa que yo hoy. Me sentí peor al verla. Realmente la odiaba demasiado. Cuando recordé lo que le había hecho a Alán, no podía perdonarla. Si no fuera por ella, Maya y él no habrían estado separados por años. Además, él no hubiera sido una persona discapacitada y no habría vuelto con la familia Meza. De no haber pasado por eso, podría haber tenido una buena vida. Lo más importante, era tan falsa que todos la odiaban.

―¡Ja! No te precipites ―dijo con una mirada de molestia.

¡María se está poniendo furiosa! Me acerqué más a ella y pregunté:

―Lo estoy haciendo, ¿y qué?

Un rastro de resentimiento apareció en los ojos de María. Estrechó sus brazos, me dio una sacudida, y me advirtió:

―Regina, recuerda esto, ¡no puedes ganar para siempre!

María era muy fuerte, y me arrojó una larga distancia hacia atrás antes de poder recuperar el balance de nuevo. Fruncí el ceño con disgusto y la escuché decir con firmeza:

―Por el momento estás cantando victoria. Quiero que sepas que cuanto pueda encontrar la evidencia de que tú no eres Regina, ¡estarás perdida!

¿Acaso cree que con eso me derrotará? La miré como si estuviera viendo a un tonto. ¿Realmente es tan estúpida? Estaba demasiado cansada como para entretenerla, así que pregunté:

―¿Cómo lo sabes?

Al escuchar eso, me miró confusa.

―¿Por qué piensas que no soy Regina Esquivel?―Le expliqué.

María ya no quería tratar conmigo, así que se giró y estaba a punto de entrar al hospital. Sin embargo, Le advertí fríamente:

―Tontita, este es el hospital del corporativo Esquivel. No encontrarás ninguna pista aquí.

De pronto, la expresión de María se volvió desanimada. La escuché murmurar:

―Regina Esquivel, eres la persona que me robó a mi hombre. ¿Cómo debería derrotarte?

María no había renunciado a Nicolás, solo lo quería a él y nada más a él. Sin embargo, no pudo salirse con la suya, por el presidente Ferreiro, y el poder siempre la detuvo. Creo que si yo no hubiera aparecido hace tres años, ella habría sido la esposa de Nicolás. De hecho, era una mujer bastante miserable. Habiendo dicho eso, cada uno recoge lo que cosecha. Al final, la ignoré y entré al hospital. La verdad era que tenía una pregunta. ¿Dónde escuchó María esos rumores? Incluso vino al hospital y trató torpemente de encontrar pruebas. Realmente es patética. Era como si estuviera haciendo cosas estúpidas con un atisbo de esperanza. Como si no hubiera nada que pudiera hacer en una situación desesperada.

Cuando miré a Maya, su condición era mucho mejor. Le conté sobre el encuentro que tuve con María abajo, y frunció el ceño con disgusto.

―También la veo seguido en el hospital, y continúa molestado a los doctores, preguntándoles algo como una desquiciada. Definitivamente esta lunática.

¿Lunática? ¿Acaso María se volvió loca después de que Nicolás terminó con ella?

―¿Causó problemas en el hospital? ―pregunté con curiosidad.

―No. Sin embargo, seguía gritando y diciendo que Camila no le mentiría.

―¿Camila? ―dije sorprendida.

¿Cómo es que María conoce a Camila?

―Bueno, no sé quién es ella.―Maya suspiro y añadió: ―Esa mujer es desagradable. La odio, pero también es lamentable verla volverse loca. Aun así, cuando recuerdo que ella fue la que atropelló a Alán, ya no siento lástima por ella.

Maya, al igual que yo, pensaba que María era lamentable. Después de todo, éramos demasiado amables. En ese momento, cambie de tema.

―Ya no hay que hablar de ella. ¿Cuándo te darán de alta?

―Ya casi. Raúl dijo que vendría al hospital por mí.

Cuando se trataba de Raúl, su tono de voz se volvía indiferente.

―¿Vino a visitarte? ―pregunté.

―Sí, sabe quién soy.

Maya después explicó con un tono decepcionado:

―Estaba tratando de ocultarle mi relación con Alán. Pero, habló directamente sobre nuestra relación ayer cuando estuvo aquí.

―¿Qué fue lo que dijo? ―pregunte con curiosidad?

―Soy familiar de Alan, puedes llamarme Raúl. Tú fuiste la única mujer en su vida, así que eres parte de la familia Meza. Cuidaré de ti por el resto de mi vida ―recitó Maya con un suspiro.

―Dijo exactamente esas palabras, y no pude discutir con él.

No espere que Raúl dijera que cuidaría a Maya por siempre. Por lo tanto, me reí y pregunté en tono de broma:

―¿Qué es lo que quieres discutir?

¿Quiere casarse con Raúl?

―Casarme con él; seré su esposa.

―¿Qué pasará después de eso? ―pregunté con brusquedad. ―¿Vas a utilizar su poder para vengar a Alán?

Maya se quedó callada. No tenía que decirle nada; ella lo entendía. La apoyaba con su venganza. Pero, esperaba que tuviera un mejor plan. Al menos uno que no implicara a un hombre inocente. Maya inclinó su cabeza para ver el triste y húmedo cielo, tras lo cual dijo:

―Él vino aquí ayer con este clima. Estaba vestido con un esmoquin, y es un hombre tan atractivo, que no pude quitarle los ojos de encima.

Su belleza podía competir con la de los hermanos Ferreiro. Sin embargo, Raúl se veía distante. Esta característica, también podía competir con los hermanos.

―También lo vi. Es bastante atractivo.

Maya respiró profundo y dijo:

―Sí, y podía adivinar lo que estaba pensando.

―¿Qué sucedió?

―Sabía que quería utilizarlo ―respondió.

A lo cual yo susurré:

―¿Y qué fue lo que dijo?

―Me dijo que me tuviera un poco de respeto.

No podía responder nada contra eso.

…

Después de salir del hospital, conduje devuelta a la empresa. Gabriel aún seguía fuera encargándose de algo. Me sentí aburrida, así que fui a la empresa de Nicolás. La recepcionista no me reconoció y no me dejo entrar. Cuando estaba a punto de llamar a Nicolás, el presidente Ferreiro bajo. Se sorprendió al verme, luego rápidamente se acercó a mí y preguntó:

―Gina, ¿estás buscando a Nicolás?

Asentí con una sonrisa y dije:

―Sí, para almorzar.

―Sigue en una reunión. Puedes esperarlo arriba.―De pronto sonrió y dijo: ―Es genial que hayan regresado a estar juntos.

Me reí sin decir una palabra. Después, el presidente Ferreiro dijo ansioso:

―Tengo algo que hacer, así que me voy.

Pude ver con claridad que estaba sosteniendo un pase de abordar para Gretaña.

―Está bien, no se preocupe por mí.

Después de que se fue, miré a la sorprendida recepcionista y pregunté:

―¿Puedo pasar ahora?

Rápidamente dijo que si y dije:

―¿Dónde está la oficina de Nicolás?

―De vuelta a la derecha en la primera oficina del piso 27.

Entré al ascensor y subí. Cuando Salí, miré que todo el piso estaba vacío. El letrero de la primera oficina decía que era la del presidente. Cuando estuve a punto de abrir la puerta, escuché una voz que venía de adentro, y estaba confundida. ¿Acaso Nicolás no estaba en una reunión? No me apresuré a entrar. En lugar de eso, me quedé de pie en la puerta y esperé un par de segundos antes de escuchar la voz. Claramente, era una voz que me sonaba familiar.

―¿Cómo va el progreso? ―preguntó Nicolás fríamente.

No podía escuchar lo que decía la otra persona. Nicolás se quedó en silencio por un largo tiempo antes de responder.

―Mientras que tú…todo vaya bien, mantendré mi promesa de casarme contigo.

Me congelé y me quedé plasmada en ese lugar cuando escuché lo que dijo.