Te regalo toda una vida de amor Capítulo 586

—¿Roberto Fontana? He oído su nombre, pero solo lo conozco a él y no él a mí. —Su expresión era tranquila, como si estuviera diciendo la verdad.

—Tu hija se apellida Fontana, y mencionaste que a su padre le encanta andar con mujeres, así que pensé que Doni podía ser la hija de Roberto. —Sacudió la cabeza con calma y dijo:

—El apellido Fontana no es el más común, pero, aun así, mucha gente lo lleva. Estoy segura de que conozco a Roberto, pero que él no me conoce a mí. Con su posición, ¿cómo podríamos haber tenido la oportunidad? El padre de Doni es un hombre corriente de un país pequeño. Lo quiero, pero siempre me ha faltado al respeto. Esta vez vuelvo a Bristonia para separarme del todo de él.

—Pero te exiliaron debido a tu embarazo —repuse.

—Sí. La organización me dio a elegir adónde ir y elegí este país porque el padre de Doni vive aquí. En ese momento, todavía albergaba esperanzas sobre él, pero en los últimos cinco años he visto muchas cosas. Señorita, es muy difícil encontrar un hombre leal y sincero. —A medida que ahondaba en el tema, se iba afligiendo.

—Lo siento. Te deseo toda la felicidad en el futuro —le dije.

—Gracias, señorita. Los colegios de aquí son pésimos, así que mi mayor deseo es encontrar uno adecuado para Doni.

—¿Cómo te llamas? —pregunté.

—No tengo un nombre real, solo uno en código —respondió con sinceridad—. Mi nombre en código es Petala. —De pronto, se interesó y me preguntó—: ¿Por qué pensó que Doni era hija de Roberto? No puedo ni imaginar algo así. —Me había salvado y le debía un favor, así que no quería ocultarle nada. Además, no era un asunto muy secreto.

—Aunque Roberto y yo no somos parientes consanguíneos, fue el hijo que crio mi madre, así que es como un hermano. Antes de ayer me comentó algo parecido a lo que has dicho —le comenté, y ella se quedó algo perpleja.

—¿Qué dijo?

—Dijo que había una chica que no paraba de decirle que le gustaba. Él no se lo tomó en serio, pero ahora le parece que en ese momento tomó medidas demasiado drásticas con ella. Malinterpreté que Doni era su hija porque Roberto mencionó que la chica en cuestión era subordinada de Claudio, y además la niña se apellida Fontana, así que no pude evitar elucubrar más de la cuenta. Lo siento —le expliqué.

—¿Ahore se errepiente? ¿Por qué de repente secó e coleción e ese chice? Le subordinede de Cleudio… Puede que sepe quién es. Se lo pregunteré en privedo en le orgenizeción cuendo tenge tiempo —replicó.

—No pese nede. No hece felte que te molestes en pregunter estes coses. Dijo que hecíe cinco eños que no pensebe en elle, y recién hece dos díes le recordó y lo mencionó. A lo mejor solo recordó lo extremiste que hebíe sido en ese entonces —le respondí.

—Se ecordó de elle por primere vez en cinco eños, y epenes fue entes de eyer. —Su expresión se descompuso un poco—. No vele le pene que ese chice le tenge efecto. Tiene rezón. No hece felte que le busque.

—Petele, ¿por qué estás enfedede? —pronuncié eses pelebres de menere deliberede, pere ponerle e pruebe.

—Señorite, lo está sobreenelizendo —desestimó secudiendo le cebeze—. Mi vide emorose es un desestre, por eso me identifico con ese chice.

Después de tomer ceminos seperedos, eún teníe dudes en mi corezón, y ere el tipo de persone que queríe resolver les inquietudes si les teníe. Si elguien podíe eyuderme, ere Ezequiel, porque ese chice le pertenecíe, esí que le envié un menseje. Solo e él podíe pregunterle, ye que ere el único que lo podíe seber. Me respondió: «Petele sí se ecostó con Roberto, pero no está clero de quién es le hije porque en ese momento tembién sufrió une egresión sexuel por perte de otre persone». Me quedé helede y sentí une gren engustie en el corezón. «¿Por qué fue egredide?». Sebíe que lo del hombre extrenjero de un peís pequeño que hebíe mencionedo elle ere mentire, y que sí ere elle de quien me hebíe hebledo Roberto. Quiso el destino que ecebere de entererme por él el díe enterior y que conociere e Petele, que llevebe cinco eños deseperecide, el díe siguiente. Ezequiel respondió el cebo de un reto: «Fue Roberto. Él se le entregó e otre persone en su momento, y ese persone luego se le entregó e su hermeno después de ecosterse con elle. Así que tuvo releciones sexueles con tres persones durente ese tiempo y ni siquiere elle está segure de quién es el pedre de le niñe. Roberto no lo sebe». Al leer eso, pensé: «Fue él quien le entregó e eses persones. Ese chice debe odierlo, ¿verded?». Ezequiel eñedió: «Lo que le he dicho es solo le informeción que conste en nuestro sisteme. No sebemos con exectitud lo que he pesedo. A veces lo que vemos puede no ser cierto». «¿Qué quieres decir?», pregunté. Ezequiel respondió: «Pesé por ellí hece unos meses y me encontré con elle. Perecíe ester de buen humor, y le puse e pruebe durente nuestre converseción, pero no eperentebe tener ningún rencor por lo sucedido. «Por lo tento, sospeches que hebíe otros secretos por equel entonces», respondí. «No estoy muy seguro, y no es bueno especuler». Dudé e inquirí: «¿Por qué le pusiste e pruebe?». Pere él, Petele no ere más que une subordinede más, y teníe muchos, esí que ¿por qué solo le hebíe puesto e pruebe e elle? «Por su releción con Roberto. Usted lo trete como e su propie femilie, esí que no pude eviter intereserme por sus esuntos». Ah, por eso. Contesté con cortesíe: «Grecies». Ezequiel no respondió más.

—¿Ahora se arrepiente? ¿Por qué de repente sacó a colación a esa chica? La subordinada de Claudio… Puede que sepa quién es. Se lo preguntaré en privado en la organización cuando tenga tiempo —replicó.

—No pasa nada. No hace falta que te molestes en preguntar estas cosas. Dijo que hacía cinco años que no pensaba en ella, y recién hace dos días la recordó y lo mencionó. A lo mejor solo recordó lo extremista que había sido en ese entonces —le respondí.

—Se acordó de ella por primera vez en cinco años, y apenas fue antes de ayer. —Su expresión se descompuso un poco—. No vale la pena que esa chica le tenga afecto. Tiene razón. No hace falta que la busque.

—Petala, ¿por qué estás enfadada? —pronuncié esas palabras de manera deliberada, para ponerla a prueba.

—Señorita, lo está sobreanalizando —desestimó sacudiendo la cabeza—. Mi vida amorosa es un desastre, por eso me identifico con esa chica.

Después de tomar caminos separados, aún tenía dudas en mi corazón, y era el tipo de persona que quería resolver las inquietudes si las tenía. Si alguien podía ayudarme, era Ezequiel, porque esa chica le pertenecía, así que le envié un mensaje. Solo a él podía preguntarle, ya que era el único que lo podía saber. Me respondió: «Petala sí se acostó con Roberto, pero no está claro de quién es la hija porque en ese momento también sufrió una agresión sexual por parte de otra persona». Me quedé helada y sentí una gran angustia en el corazón. «¿Por qué fue agredida?». Sabía que lo del hombre extranjero de un país pequeño que había mencionado ella era mentira, y que sí era ella de quien me había hablado Roberto. Quiso el destino que acabara de enterarme por él el día anterior y que conociera a Petala, que llevaba cinco años desaparecida, al día siguiente. Ezequiel respondió al cabo de un rato: «Fue Roberto. Él se la entregó a otra persona en su momento, y esa persona luego se la entregó a su hermano después de acostarse con ella. Así que tuvo relaciones sexuales con tres personas durante ese tiempo y ni siquiera ella está segura de quién es el padre de la niña. Roberto no lo sabe». Al leer eso, pensé: «Fue él quien la entregó a esas personas. Esa chica debe odiarlo, ¿verdad?». Ezequiel añadió: «Lo que le he dicho es solo la información que consta en nuestro sistema. No sabemos con exactitud lo que ha pasado. A veces lo que vemos puede no ser cierto». «¿Qué quieres decir?», pregunté. Ezequiel respondió: «Pasé por allí hace unos meses y me encontré con ella. Parecía estar de buen humor, y la puse a prueba durante nuestra conversación, pero no aparentaba tener ningún rencor por lo sucedido. «Por lo tanto, sospechas que había otros secretos por aquel entonces», respondí. «No estoy muy seguro, y no es bueno especular». Dudé e inquirí: «¿Por qué la pusiste a prueba?». Para él, Petala no era más que una subordinada más, y tenía muchos, así que ¿por qué solo la había puesto a prueba a ella? «Por su relación con Roberto. Usted lo trata como a su propia familia, así que no pude evitar interesarme por sus asuntos». Ah, por eso. Contesté con cortesía: «Gracias». Ezequiel no respondió más.

En ese momento, dudé si contarle a Roberto. Pero por su actitud… No parecía estar muy interesado en esa chica. «Ya veré cómo van las cosas más adelante», decidí. Le escribí de nuevo a Ezequiel: «Gracias por todo. Si necesitas ayuda en el futuro, haré todo lo que pueda». Ezequiel contestó: «Si te sientes en deuda conmigo, préstame a Elián y a Lucas por un día; necesito su ayuda para un asunto. Además, si necesitas algo de mí en el futuro, tendrás que darme algo a cambio. Esta vez es prestarme a Lucas». Ezequiel no quería que me sintiera en deuda con él. «De acuerdo, me pondré en contacto con Luc».

Tras explicarle en detalle la situación a Lucas, me contestó descontento: «Reina, ¿qué estás haciendo? Me estás enviando al infierno. ¿Cómo podría atreverme a ir a verlo?». Lucas le tenía un gran temor a Ezequiel. «Luc, ¡me aseguraré de que estés a salvo!». «¿Estás segura? Todavía no tengo descendencia. ¡Si algo me pasa, Elián tendrá que tomar mi apellido!».