Te regalo toda una vida de amor Capítulo 58

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 58

Fue, ya sea, porque se sorprendieron porque mi voz cambió de repente a la baja y masculina de Nicolás o que él haya adivinado de forma correcta, pero el que marcó colgó de inmediato al escucharlo. Nunca hubiera esperado que él dijera María desde el primer momento, parecía más bien que Nicolás sabía el tipo de broma que me estaban haciendo; me regresó el teléfono y puso sus brazos alrededor de mi cuerpo, mientras intentaba deshacerse de las dudas que surgieron en mi cabeza.

―Siempre rechacé a María cuando estaba con ella debido al trabajo, incluso llegué a olvidar que tenía novia en muchas ocasiones. Ella siempre jugaba a este juego de Adivina quién cuando no estaba feliz, pero muy rara vez me molesté con ella ―explicó, con una tenue luz en sus ojos―. Llegaré al fondo de este asunto y si en verdad es ella… me aseguraré de que lo compense ―prometió. También insistió en darle a María la justicia que merecía hace dos meses, cuando Maya, furiosa por María, la golpeó con el auto; aún recuerdo lo que él dijo una vez:

«Como cuando intenté compensártelo al ella estar lastimada, le debo una explicación a María. Si no, seguirá causando problemas y ella siempre guardará rencor; terminará pensando que el hombre en quien confía y debe protegerla no hizo nada por defenderla». Nicolás era un hombre bueno y más importante aún, era uno bueno que me amaba.

―Confío en ti ―respondí sonriente. Creí que él haría justicia por mí; sus labios se curvaron en una sonrisa y me dio unas palmadas en la cabeza, pero, de la nada, envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y me abrazó con fuerza. Mi primera reacción fue soltar una risita, aunque él era más fuerte que yo como para pelear contra él.

―Quiero acurrucarme contigo ―pidió, a pesar de que se estaba conteniendo; como la mujer mayor que soy, era natural que entendiera sus verdaderas intenciones. Sin embargo, no estaba en condiciones de hacer algo como eso con él y se dio cuenta con rapidez de que lo estaba rechazando al quedarme en silencio, pero no me obligó ni dio más indirectas al respecto. Todo lo que hizo fue seguirme abrazando por un rato más antes de que fuera al baño y cuando regresó a la habitación, estaba remojado de la cabeza hasta los pies y el deseo en sus ojos había desaparecido. Lo más probable fue que se haya tomado una ducha de agua fría; mientras yo continuaba holgazaneando en la cama, él secó su cabello y se puso el traje de la noche anterior, miró las arrugas de su camisa de vestir y frunció el ceño―. El Corporativo Esquivel no está tan lejos del chalé de los Ferreiro de todos modos, te puedes mudar si te parece más conveniente ―sugirió. A duras penas recordaba cómo se sentía estar sola en ese enorme chalé durante nuestros tres años de matrimonio y en ese entonces, estaba esperanzada de que Nicolás me amara, pero ¡ay!.. Era un momento de mi vida que no quisiera revivir de nuevo; logré dejar de pensar en eso, pero fue difícil deshacerse de la renuencia.

―Está bien ―dije―. Me gusta quedarme aquí ―concluí, él no intentó persuadirme y solo emitió un sonido de afirmación.

―Haré que mi asistente traiga mis cosas esta tarde, entonces ―añadió, parecía que planeaba quedarse un largo tiempo conmigo.

―Haz lo que quieras. ¿Regresarás a Gretaña? ―cuestioné. Nicolás estaba a mitad de arreglar las arrugas de su camisa con sus delgados dedos cuando me respondió.

―Regresaré en unos días, cuando mi mamá tenga su operación; no debería de haber un problema, pero mi papá está muy preocupado por ella.

―Si él está preocupado por ella, ¿por qué terminaron divorciándose? ―pregunté y lo miré con curiosidad, él caminó hacia la cristalera para dejar abiertas las cortinas de una esquina, dejando así que la luz natural de afuera brillara adentro. Al levantarme de la cama, él comenzó a hablar con una voz respetuosa.

―Los dos son muy orgullosos y ninguno de ellos quiere ceder, es por eso que su matrimonio terminó siendo… Papá quiere casarse con mamá de nuevo, pero nunca ha mencionado el tema por su mismo orgullo ―explicó. Tenía una noción de lo siguiente que diría Nicolás y justo como lo esperaba, de repente se dio la vuelta y volteó a verme―. ¿Te casarías conmigo de nuevo?

―No podemos apresurar algo como eso―contesté de manera ambigua. A pesar de mi renuencia, él suspiró de alivio porque no lo rechacé de manera directa.

―Necesito ir a la compañía para encargarme de unas cosas, no olvides desayunar y tomarte la medicina ―ordenó. Asentí con la cabeza de forma obediente, cosa que lo motivó a acercarse y tirar de mí para abrazarme; en cuanto se fue, marqué el número que me había llamado en la mañana y aunque no esperaba que alguien contestara, lo hicieron, así que comencé a tentar el terreno.

―¿Eres María? ―pregunté.

―No lo soy ―contestó la misma voz ronca casi al instante; Gabriel me dijo que era sintetizada. Tenía la ventaja de saber quién era, así que sonreí y añadí un comentario.

―Solo hay algunos que saben que estoy enferma, también, estoy adivinando que solo alguien que conoce María haría una broma de este tipo. Hay nada más unos cuantos que saben tanto sobre mi enfermedad como de María ―declaré y al notar que no hubo más que silencio por la otra parte, continué―. María no tiene muchas conexiones, más que algunas personas con las que ella mantiene contacto. No pasará mucho antes de que te siga después de haber investigado cada uno de sus contactos; espero no atraparte ―amenacé y fue ahí cuando la otra persona con la que estaba hablando al teléfono me preguntó algo demasiado estúpido.

―¿Qué te hace pensar que María es la que me está dando instrucciones de cómo jugar un juego contigo?

―¡Imbécil! ―reí, causando que la otra persona se congelara.

―¿Qué? ―cuestionó con nerviosismo.

―Nunca dije que María era la que te enseñó; eres un desastre y aun así, ¿quieres jugarme bromas como el imbécil que eres? ¡Me aseguraré de enviarte a prisión cuando tenga mis manos sobre ti!

La persona colgó de inmediato otra vez, por la culpa, estimé; aunque Nicolás quería que le dejara este asunto a él, insistí en llamarle a Gabriel para que investigara a la gente cercana de María. Cuando terminé con eso, me fui para ver cómo seguía Maya, cuya mente ya se había recuperado mucho, pero sus ojos seguían sin tener aquel brillo tan usual, mientras se quedaba callada. Al ver que yo estaba ocupada buscando el teléfono de Raúl, le mencioné que la próxima vez podía hablar directo con Gabriel.

―Gabriel atenderá tus necesidades de ahora en adelante ―dije―. Solo dile lo que necesitas y te ayudará sin importar qué sea ―agregué y luego sonreí―. Yo también haré todo lo que pueda para ayudarte, incluso usaré a mi compañía si hace falta ―añadí. Al escuchar eso, Maya me abrazó agradecida y me siguió dando las gracias, a lo que yo le di unas palmadas en los hombros para tranquilizarla―. Está bien, Maya. Tienes que recordar que estaremos juntas sin importar como se pongan las cosas.

Aún era una persona con gran influencia y posición entonces; pudo ser que le había prometido a Maya el mundo entero con dicha frase, pero nunca esperaría a que ella me lo pagara de vuelta de ninguna manera. Jamás habría imaginado entonces que ella sería quien acabaría salvándome de las fosas de la desesperación cuando cayera de mi trono en el futuro.

Me dirigí a la compañía cuando salí del departamento de Maya; Gabriel se encontraba saturado de trabajo, pues no nada más tenía que lidiar con asuntos de trabajo, sino que también yo le encargaba hacer tareas variadas. Sin embargo, siendo el asistente tan capaz que era, logró tener todo listo de forma sistemática. Me quedé en la compañía por las siguientes horas y ya era casi la hora de la comida cuando Nicolás me hizo una llamada.

―¿Ya comiste? ―sonó su clara voz, mientras que yo hojeaba un archivo que tenía enfrente de mí.

―¿Te refieres a salir a comer? ―pregunté.

―Ajá. Si no lo has hecho, pasaré por ti ―comentó. El Corporativo Ferreiro estaba a una hora del Corporativo Esquivel; hacer un viaje de ida y vuelta podía tomar con facilidad 2 horas, así que, después de dudarlo por un momento, le mentí.

―Acabo de comer.

No quería que él gastara dos horas de su tiempo en mí, pues siempre estaba ocupado con el trabajo; era un hecho que tuve que aceptar desde aquella vez que seguía siendo su esposa. Nicolás no se dio cuenta de nada fuera de lo ordinario y solo me recordó tomarme los medicamentos antes de colgar la llamada; poco después, Gabriel empujó la puerta de mi oficina y entró.

―Presidenta Esquivel ―enunció―. Ya encontré al bromista.

―¿Quién es? ―urgí, levantando la cabeza de inmediato.

―Alicia Mora ―anunció. No había resentimiento entre el Corporativo Mora y yo, incluso teníamos contratos de colaboración; además, Alicia no parecía ser el tipo de persona que hiciera algo así. Resultó ser que ella tenía su orgullo propio al cual se estaba aferrando.

―¿Estás seguro de eso? ―pregunté con el ceño fruncido.

―Nada más hay algunas personas que han tenido contacto con María Huerta de forma reciente, una de ellas siendo Alicia Mora. Al principio no estaba muy seguro, pero luego usted mencionó que la llamada se hizo en Aselia… ―explicó.

―¿Hay alguna otra cosa aparte de esto?

―Esta es solo mi suposición. Debería hacer un viaje personal a Aselia si quiere confirmarlo, pues esas tarjetas telefónicas deben encontrarse en la residencia Mora ―agregó. Podría resultar que esta broma sea algo o nada; de cualquier manera, no podía dejar de recordar que el bromista dijo que no viviría mucho tiempo.

―¿Qué pretexto deberíamos inventar para ir a visitarlos? ―pregunté, levantándome de mi asiento y noté que Gabriel titubeó al escucharme, así que pregunté de nuevo―. ¿Hay algo que quisieras decir?

―En realidad, el presidente Ferreiro y la presidenta Mora tienen una relación bastante cercana; puede intentar preguntarle a él… ―comentó Gabriel, pero se detuvo con brusquedad a la mitad y negó con la cabeza―. Puede que las cosas se compliquen aún más si el presidente Ferreiro se involucra en esto ―añadió. ¡¿Nicolás y Alicia eran cercanos?! De repente, recordé cómo Alicia miraba a Nicolás con unos ojos extraños la última vez que los vi juntos; aparte, pude darme cuentas con las palabras de Jimena que Alicia estaba interesada en él. No obstante, las palabras de Gabriel me confundieron.

―¿Por qué? ―indagué.

―La madrastra de Alicia Mora es la tía del presidente Ferreiro, sus familias siempre han sido cercanas, por lo que sería difícil para el presidente Ferreiro hacerse cargo si Alicia Mora es en realidad la culpable ―explicó. ¡¿Y ahora son parientes?! Entonces, ¿por qué no colaboró Nicolás con el corporativo Mora? Incluso si ese fuera el caso, ¡¿cómo demonios los Mora estuvieron de acuerdo con ello?!

―Si ese es el caso, hay que dirigirnos hacia Aselia ―concluí. Necesitaba encontrar la verdad sobre esta broma cruel que me estaba haciendo quienquiera que fuera el culpable; tendría que encontrar evidencia sólida si en verdad se trataba de Alicia. Por lo menos, aferrarme a su talón de Aquiles me mantendría fuera de peligro.

―Inventaré una excusa para ir a visitarlos ―comentó Gabriel y yo emití un sonido de agradecimiento; después de que salió de mi oficina, le llamé a Nicolás y me saludó al instante con su voz sorprendida y placentera.

―¡Gina! Casi nunca me llamas primero.

En efecto, nunca le llamé en todo el tiempo que estuvimos casados y la única vez que lo hice fue cuando quería el divorcio y lo llamé para preguntarle cuando iba a volver a casa. Jamás tomé la iniciativa de llamarlo, tampoco después del divorcio; tanto por mi orgullo como por rehusarme a ya no dejarlo pisotear mi autoestima, no le contestaba.

―Iré a un viaje de negocios a Aselia ―hablé, cambiando de tema.

―¿Por qué tan repentino? ―cuestionó, su voz se había tornado confusa al escuchar eso.

―Hay algunos negocios de los que debo encargarme ahí ―mentí.

―¿Cuándo vuelves a Bristonia? ―murmuró en respuesta.

―Voy a parar en El Solar después de terminar con mi trabajo en Aselia, así que no volveré pronto. Espero regresar mañana en la noche ―continué. Nicolás se quedó callado en cuanto mencioné El Solar, dándome a entender que él tenía miedo de esa ciudad por alguna razón; después de un rato, me hizo otra pregunta en voz baja.

―¿Debo ir contigo?

―No hay necesidad de eso ―negué―. Te llamaré una vez que esté de vuelta, mañana.

―Está bien, pues. Ten cuidado ahí afuera ―dijo, haciéndome un recordatorio.

El motivo por el cual lo llamé para informarle de mi ausencia fue porque no quería que me buscara cuando se diera cuenta de que no iba a estar en Bristonia esa noche; si se llegara a enterar de que fui a la residencia Mora…. No era que no confiaba en Nicolás, solo que quería resolver las cosas por mi cuenta y sin causarle conflictos, al fin y al cabo, era pariente de la familia Mora; estaba por cortar la llamada cuando, de repente, él me hizo otra pregunta.

―Gina, ¿estás investigando a Raúl Meza? ―cuestionó. Se refería a la vez que Gabriel le pidió ayuda con la información de contacto de Raúl y después de pensarlo por un segundo, momentos después le dije que sí, ocasionando que su voz se tornara fría al instante.

―No es un hombre con el que te puedes dar el lujo de caerle mal ―advirtió Nicolás―. No hagas nada impulsivo ―añadió. Incluso sin su advertencia, ya sabía que Raúl Meza era un hombre al que no debía de ofender o hacerlo mi enemigo. Con mi frente arrugada, le pregunté:

―¿Cómo supiste que lo estoy investigando?

 

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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