Te regalo toda una vida de amor Capítulo 579

Tras llegar a Francia, Santiago me dejó con unos guardaespaldas antes de irse, así que le envié un mensaje a Antonio para pedirle que me ayudara a encontrar a Roberto: «Envíame la dirección de la residencia Fontana y averigua si Roberto está en la casa». «Está». La respuesta de Antonio llegó en unos pocos minutos. Después, me envió la dirección. Cuando iba hacia allí, marqué el número de Raúl. Él dijo en voz baja:

—Pensé que te habías olvidado de mí.

—Le diré a Antonio que te llame más tarde. La autoridad de Soluciones Genova en Bristonia te será transferida a ti, pero solo estará limitada a Bristonia. ¡Si se puede expandir o no, o cuántos recursos puedas obtener depende por completo de tu habilidad!

—Por lo menos, me diste algo para empezar —respondió. Estaba expresando su alegría. Luego, le recordé a Raúl con voz apagada:

—Raúl, te estoy ayudando porque eres amigo de Santiago, pero si vuelves a lastimar a Maya alguna vez, nunca te dejaré tranquilo. Además, ella no puede seguir sufriendo provocaciones. —El hombre colgó al escuchar eso.

Aunque sus acciones no me ofendían, sabía que él conocía el estado mental de Maya. ¿A qué más podría tenerle miedo ella si estaba preparada para terminar con su vida? Yo creí que Raúl comprendía eso. Él sabía que no podía forzarla a un callejón sin salida.

De repente, recordé el documento que él me había dado. Aún estaba allí. Pero ¿qué había dentro de la carpeta? Tenía curiosidad, pero no le pregunté. Después de todo, no tenía nada que ver conmigo.

Cuando llegué a la residencia Fontana ya era mediodía. Los guardias entraron a informar mi llegada y, pronto, el padre, la madre y el hermano de Roberto salieron a saludarme. Noté que su madre, en particular, me sonreía. Me hizo acordar a cuando la había visto en el funeral de mi madre. Aun así, no parecía en absoluto la mujer despiadada que le escupía palabras crueles a Roberto. En cambio, ella sostenía la mano de su hijo menor y me preguntó con amabilidad:

—¿Qué la trae por aquí, señora Genova? —Al escuchar eso, traje a colación a propósito el nombre de Roberto.

—Roberto y mi madre eran cercanos y, además, la familia Fontana está íntimamente relacionada con el duque de Francia. Estoy aquí de visita y me iré en unas horas.

—Pase. —La madre de Roberto me invitó a pasar a su casa.

El almuerzo en la residencia Fontana fue suntuoso, pero no vi ninguna señal de Roberto, así que les pregunté por su paradero. Al pronunciar su nombre, la expresión de la mujer cambió por completo. Al ver eso, el padre de Roberto respondió:

—Rob todavía está dormido y no quise despertarlo. Le diré que usted está aquí cuando se despierte.

—Claro. Tengo mucho tiempo.

—Solo le tienes miedo, por eso no lo despertaste, y mamá no quiere despertarlo tampoco —dijo, entonces, el hermano de Roberto.

—Cierra la boca. —El padre se sorprendió cuando escuchó a su hijo decir eso.

—¿Por qué regañas a tu hijo? —La madre lo retó al escucharlo. Ella, sobre todo, adoraba a su hijo menor. El padre mantuvo la boca cerrada como respuesta. Luego de la comida, busqué a los hombres que Santiago había dejado conmigo y di un paseo por el jardín. Pronto, el hermano de Roberto se acercó y me preguntó:

—¡Hola, señorita! Soy Nataniel Fontana. ¿Es allegada a mi hermano? —El chico era alto hasta mi pecho. Ya no era joven y era posible que llegara a la adultez en unos pocos años, pero aún era un niño ante los ojos de su madre.

—Sí, somos buenos amigos. Los mejores amigos, en realidad. ¿Tú eres cercano a él? —pregunté con amabilidad. El joven asintió y luego sacudió la cabeza mientras decía:

—Mamá no me deja llamarlo por su nombre y quiere que actúe como si fuéramos extraños. Supongo que eso significa que no somos cercanos. —De repente, se me fue el interés al escucharlo—. La ayudaré a averiguar si Roberto está despierto. —Dicho eso, se fue apurado. Yo lo seguí y entré a un chalé separado de la casa principal. Desde el pasillo, el chico lo llamó con voz débil—: ¿Estás despierto, Roberto?

—Vete.