Te regalo toda una vida de amor Capítulo 571

—Bristonia es una pequeña porción del pastel, pero mucha gente la quiere. Entre esa gente hay muchos famosos. Cuando fundaste el Corporativo Esquivel, puede que tu idea inicial fuera simple, pero afianzarte de nuevo en Bristonia puede resultarte difícil.

—¿Alguna buena sugerencia? —La pregunta era demasiado directa. Camilo, quien la había formulado, tenía mucha fe en Nicolás. «¿Qué es lo que van a hacer?», pensé.

—Tanto Alfredo como la familia Hayes se encuentran en Bristonia y Daniel entra y sale. Si queremos que el Corporativo Esquivel recupere su antigua gloria, debemos unirnos y excluir a otros.

—¿Cómo haremos para excluir a otros? —inquirió Camilo con el ceño fruncido—. Además, Soluciones Genova, la empresa de Gina, también está aquí, y Santiago también tiene un poco de influencia en la ciudad. Si ella tiene todo bajo control, ¿por qué deberíamos tomarnos ese trabajo?

—El poder de la familia Genova en Bristonia es inestable —repuso Nicolás, que sabía de lo que hablaba.

—¿Iremos contra Gina?

—Jamás pensé en ir contra ella. Puedo hacer la vista gorda con lo que los Genova hacen en Bristonia, pero el Corporativo Esquivel fue a la quiebra por mi culpa. Quiero devolverle su antigua gloria, incluso si eso significa que el Corporativo Ferreiro quede atrás. Y no quiero que Santiago ni ningún otro extranjero domine Bristonia. Quiero que sea como era antes. Por eso, Camilo, puedo ignorar a Soluciones Genova y a Ezequiel, pero, desde la perspectiva empresarial, si Santiago, Alfredo y Raúl ganan demasiada fuerza en Bristonia, nuestros intereses se verán perjudicados —explicó. Lo que dijo tomó desprevenido a Camilo.

—Pero Santiago es el esposo de Gina. Ir contra él significa ir contra ella. Debemos pensarlo con cuidado. —Hizo una pausa y preguntó—: ¿Por qué ignoraremos a Ezequiel de nuevo?

—Los enemigos de mi enemigo son mis amigos —respondió Nicolás con profundidad.

«¿Santiago es el enemigo de Nicolás? ¿Es por mí? Estoy segura de que él no podría ser tan cerrado, ¿o sí?», me dije. Abrí la puerta de repente y la expresión de los dos hombres se congeló. Me paré con actitud calmada y dije:

—Oí cada palabra de su conversación. Así que, díganme, ¿cómo van a lidiar con ellos? Piénsenlo, Alfredo es la persona más rica del mundo y Santiago, la más poderosa. En cuanto a Raúl, ni siquiera lo mencionemos. Ya será suficiente dificultad que se ocupen de ellos dos. Y ¿qué ganan con ponerse en contra de las dos personas con más dinero y poder del mundo? ¿Una derrota?

—Gina —articuló Camilo.

—Camilo, sé que, para los hombres de negocios, el dinero es lo más importante y las emociones están en segundo lugar. También sé que siempre estás en un dilema por mí, pero, siendo honesta, oponerte a Santiago y a Alfredo no te beneficiará. —Luego, mirando al otro hombre, que permanecía indiferente, agregué—: ¿Es necesario?

—¿Cómo llegaste aquí? —dijo con los labios fruncidos, esquivando mi pregunta.

—¿Tienes que ponerte en contra de Santiago y Alfredo?

—Gina, aunque estés manteniendo a raya las tormentas en Bristonia ahora, hay corrientes que siguen agitándose bajo la superficie calma de la ciudad. ¡El panorama actual no es para nada optimista! Admito que puedo tener consideración contigo, pero Camilo y yo debemos tener en cuenta a nuestras familias y pensar a largo plazo. Llegará el momento en que ya no podrás contenerlos, y tanto él como yo seremos destruidos. —Nicolás habló con actitud seria y grave, y lo que decía parecía sensato. Sin embargo, sentí un peso en el pecho.

—No debes preocuparte por mí. Solo estoy describiendo la realidad. Tú y Camilo no tienen manera de lidiar con ellos —dije. Nicolás sonrió con suficiencia.

—Siempre hay oportunidades. Además, llevó nueve años esperando. Gina, puede que no logre hacerles daño, pero puedo hacerlos sufrir. ¡Quiero que se arrepientan!

—¿De qué? —pregunté sin pensar. Su respuesta fue misteriosa.

—Nada. No te preocupes. No voy a hacerle daño a la gente y a las cosas que tú aprecias. Pero es normal que los hombres de negocios compitan entre sí. Espero que puedas comprenderlo. —Sus palabras indicaban que iba a causar problemas.

—No puedes pelear en Bristonia por ahora —dictaminé.

—Comprendo.

Camilo se dio cuenta de que había algo entre nosotros que no estaba bien, por lo que se apresuró a ponerse de pie y me tomó de la mano.

—¿Por qué viniste de repente a la empresa?

—No había venido desde la reinauguración del Corporativo Esquivel, así que pensé en echar un vistazo ahora que tenía tiempo. No esperaba encontrarlos aquí.

—Está bien. Es tarde, te acompañaré a casa.

—Yo me iré primero —se despidió Nicolás.

Salió de la oficina con una expresión fría e indiferente. Su actitud se había tornado distante, muy diferente de la del hombre que había visto dos días antes, como si hubiera tomado alguna decisión. Cuando él ya se había ido, le dije a Camilo:

—No puedo decirle nada a Nicolás porque tenemos una relación muy especial y, si le digo algo, puede parecer que le estoy pidiendo un favor. Mi mayor miedo es estar involucrada con él de nuevo. Pero tú eres mi hermano, así que seré franca contigo. Espero que no te asocies con él en esto, especialmente no aquí en Bristonia, que es mi territorio. Además, Santiago es tu cuñado; pase lo que pase, él no le hará nada a mi familia. Deberías ayudar más a Santiago y menos a Nicolás.

—Es la primera vez que alguien me dice que Santiago es mi familia —respondió, un poco sorprendido por mis palabras—. Jamás lo sentí así. Gina, él es un hombre que siempre se muestra frío y temible, por eso, aunque se case contigo, aunque mis dos sobrinitos sean sus hijos, jamás lo consideré uno de nosotros. Y nunca lo voy a hacer. —Me rechazó con firmeza.

—Tú no entiendes a Santiago. —Suspiré. Mi esposo jamás le haría daño a mi familia.

—No necesito entenderlo. Es suficiente con que tú lo hagas. Gina, ¡este es el mundo de los negocios! Es como un campo de batalla. Un movimiento en falso puede llevarte a perder todo. Y, a mis ojos, Santiago es alguien con quien no puedo aliarme. Por favor, entiéndeme. Pero no te preocupes, soy una persona protectora. Siempre seremos tu familia: yo, papá y mamá.

—Camilo, debes actuar con cuidado y no ponerme en situaciones complicadas. Yo me ocuparé cuando llegue el momento.

—Está bien. No te preocupes.

Camilo salió conmigo de la empresa con la intención de dejarme en el hospital, pero, en el camino, de pronto recibí una llamada de Raúl, que quería verme. Recordé que Santiago me había dicho hacía poco que él se iba a comunicar conmigo y lo había tenido en mente en los últimos días, pero, dado que no lo había hecho, creí que ya no me buscaba. No imaginé que aún no se había dado por vencido. Como también recordaba que mi esposo me había dicho que Raúl quería regresar, contesté la llamada.

—¿Sí? ¿Qué sucede?

—Nos vemos en el chalé de tu esposo. —Dicho eso, terminó la llamada. ¡Como si yo hubiera estado de acuerdo! Fue muy grosero de su parte, hasta arrogante, se podría decir.

—Camilo —dije tras exhalar un suspiro—. Tengo que atender un asunto urgente. ¿Podrías llevarme a un lugar? Lamento molestarte —pedí. Él asintió.

—¿A dónde?