Te regalo toda una vida de amor Capítulo 521

LG se levantó de repente y se me acercó. En respuesta, la fulminé con la mirada, sin miedo, y le pregunté:

—¿Por qué me guio hasta aquí? —A propósito, le lancé la pregunta a ella.

—Adivine —se rio entre dientes.

«¡¿Adivinar qué?! ¿Qué quiere que adivine? ¡Qué lunática!», pensé. Luego, tomé a Maya del brazo y le dije con frialdad:

—Ezequiel fue el que me dijo que viniera. Creo que la ha contactado, así que déjenos ir. —Cuando escuchó eso, jugueteó con el cuchillo en sus manos y dijo con una risita:

—Con razón me llamó más temprano, pero por desgracia… —Ese cuchillo en la mano se veía con un filo mortal, así que di por sentado que esa era su arma habitual para asesinar. Me quedé callada, pero ella siguió con frialdad—: Por desgracia, no atendí. —¡No podía creer que no hubiera atendido su llamada! ¿Qué estaba tramando? ¿Iba a renunciar a su vida ahora que había hecho algo que no debía? Después, di un paso atrás, arrastrando a Maya tras de mí. Sin embargo, LG notó mi temor y agregó—: Ezequiel… Usted es la única persona que escucho que lo llama así. Me pregunto por qué él la quiere tanto.

—¿La gente no lo llama por su nombre?

—Qué tonta. —Sonrió al escuchar mi pregunta. Me quedé muda al instante. ¡¿Realmente pensaba que era lista?!

—¿Por qué hizo una actuación tan modesta si es tan lista? —pregunté. De repente, LG frunció el ceño y la miró a Maya antes de preguntar:

—¿Porque la secuestré? —Me quedé callada, pero ella dijo entre dientes—: Solo estoy siguiendo órdenes. Mi plan original era contactar a Alfredo. Por desgracia, cambié de opinión y pensé que sería interesante llamarla a usted. —¡Estaba apuntando hacia mí! ¡¿Por qué?! Solo podía pensar en Santiago.

—¿Por qué? ¿Por celos?

—¿Celos? —Ni bien LG oyó la palabra «celos», comenzó a actuar en forma irracional, caminando de un lado a otro. De pronto, sus excentricidades me parecieron graciosas. A continuación, me preguntó—: ¿Por qué estaría celosa de ti?

—¡Tú lo sabrás mejor que yo! —retruqué.

—¡Dime! —me gritó. De repente, LG se me acercó dos pasos más como si hubiera perdido la cabeza y apuñaló a Maya en el hombro con el cuchillo. En un tono lleno de consternación, espetó—: ¡Dime! ¡¿Por qué debería estar celosa de ti?! —Sacó el cuchillo con tanta fuerza que tuve que correr a Maya, quien se encontraba en estado de shock. Sin embargo, ella apretó los dientes y se contuvo de gritar. Sangraba en forma abundante y era una vista aterradora, así que arranqué el dobladillo de mi falda para usarlo como venda. Al ver lo nerviosas y asustadas que estábamos, LG largó una carcajada— ¿Por qué estoy celosa de ti? ¡Más vale que me lo digas ahora! —todavía estaba obsesionada con esa pregunta.

—¿Pregúntatelo a ti! —contraataqué. Su expresión dio un vuelco en un instante. Como si recordara algo, balbuceó:

—¡Nunca estaré celosa de ti! ¡No tengo ningún motivo para estar celosa! ¡Imposible! ¡Eso es absolutamente imposible! —Cuanto más lo negaba, más desconfiada se volvía, y me daba cuenta de que me tenía mucha envidia.

—¿Santiago? —solté con voz suave. Una comprensión repentina se le cruzó por la cabeza mientras me miraba boquiabierta, con incredulidad. Luego, miró el cuchillo en su mano y preguntó:

—¿Cómo es posible?

—¿Qué? ¿Todavía lo niegas? —espetó Maya entre dientes.

LG se volvió loca de repente mientras se tambaleaba hacia el sofá. Vi que había una pistola y un cuchillo afilado al lado de ella. Aún así, estaba segura de que Maya y yo no íbamos a poder escapar. No teníamos otra opción más que esperar a Ezequiel, quien se apuraría en venir si no podía ponerse en contacto con LG por teléfono. Sin embargo, no creía que fuera a venir a ayudarnos. Solo podía mantener la esperanza.

En ese momento, LG se quedó en silencio, como perdida en sus pensamientos, con la mirada fija y vacía hacia la luz de la luna. Luego, me di cuenta de que la sangre de Maya había empapado la venda, así que arranqué otro trozo de mi falda y, con cuidado, le hice un nuevo vendaje.

Estábamos en un edificio en construcción donde solo la estructura estaba completa, así que el espacio estaba bien ventilado. La atmósfera inquietante combinada con el aire fresco me ponía los pelos de punta. Además, no podía evitar sentir una leve incomodidad al ver la expresión de LG. Sin embargo, su actitud era perturbadora, y yo no tenía idea de en qué estaba pensando.

En ese momento, recibí un mensaje de Ezequiel: «Señorita Esquivel, por favor, haga tiempo». Él sabía que yo había llegado a la ubicación, pero no era que yo no quisiera hacer tiempo; ella aún estaba sentada en silencio en el sofá. Además, no tenía idea de lo que le pasaba por la mente, pues parecía estar perdida en su propio mundo. De repente, me llamó:

—Regina.

—¿Sí? —Como él me había dicho que hiciera tiempo, era imperativo tratarla con amabilidad y contenerme de provocarla por si empezaba a hacernos daño.

—¿Cómo se conocieron Santiago y tú?

«¡Ajá! Ahora estoy segura de que está celosa porque yo tengo a Santiago. Envidia mi identidad como la señora Genova y me detesta porque soy su esposa», pensé. Como me preocupaba ofenderla y la posibilidad de que nos hiciera daño, le di una respuesta sincera.

—Lo conocí estando de vacaciones en Eldamia. En ese entonces, él estaba herido porque lo perseguían sus enemigos, así que lo llevé a mi alojamiento. Él quiso recompensar mi amabilidad, así que me pidió que lo llamara «Santi».

—No tiene gratitud en su corazón —respondió LG luego de un momento de silencio.

—No puedo hablar de eso, pero esa fue la clave de nuestro encuentro inicial. En ese momento, yo recién me había divorciado y aún no había olvidado por completo a mi exesposo, pero él siempre estuvo a mi lado y me cuidó.

—¿Quién confesó primero su amor? —¿Por qué me hacía esa pregunta de repente?

—¿Piensas que fue Santiago?

—No. —Al escuchar eso, LG se deprimió.

—Tienes razón. Yo fui la que confesó primero.

—No parece alguien que acepte una confesión —se lamentó, luego de suspirar con alivio al escuchar que había sido yo la que se había declarado.

—Sí, me rechazó —le contesté con toda sinceridad.

—¿Qué pasó después? ¿Cómo terminaron juntos?

—Me tuvo lástima, así que era natural que termináramos juntos. Después, registramos nuestro matrimonio. —Se lo puse en palabras simples porque no iba a darle todos los detalles. Por otro lado, Ezequiel me había dicho que hiciera tiempo—. Santiago me ha hablado de ti —continué.

—¿Qué te dijo de mí? —LG parecía haber recibido una linda sorpresa al escuchar eso. Antes, me había hecho comentarios sobre ella, pero eran todos negativos y se centraban en su deseo de oponerse a ella. Además, Raúl hasta la había llamado «lunática». Sin embargo, cuando recordé las palabras de José, empecé a barbotar tonterías.

—Dijo que dependían mucho el uno del otro y que habían estado juntos en las buenas y en las malas.

—¿Qué más? —Los ojos de LG se encendieron al escuchar eso. ¡¿Cómo podría recordarlo?! En ese momento, rezaba porque Ezequiel llegara a tiempo, porque ya casi no podía resistir más

—¿Por qué lo traicionaste en aquél entonces? —¿Por qué LG había traicionado a Santiago para unirse a Ezequiel? Esa acción hizo pensar a la gente que ella gustaba de él.

—¿Ezequiel? Ah, ¿te refieres a Claudio? Dijo que me iba a traer a Santiago siempre y cuando me uniera a él —respondió desabrochándose la chaqueta de repente.

—¿Y tú le creíste? —le pregunté, en duda. ¿Era tan tonta?

—¿Por qué no puedo creerle? —contraatacó. Estaba ventoso en Bristonia, mientras que la luna parecía brillar cada vez más fuerte. Parpadeando, LG resopló—: ¡Santiago no era nada comparado con Claudio en aquel momento! ¿Cómo piensas que consiguió su posición actual? Regina, debes saber que ellos han usado medios despreciables para tratar con Claudio. ¡Ja! ¡Son un manojo de sinvergüenzas!