Te regalo toda una vida de amor Capítulo 50

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 50

Debido a que lo confundí con otra persona, todos pensaban que esa fue la razón por la que le di las riendas del negocio. Suponían que Cristóbal debió ser quien las recibiera, no Nicolás, pero no era así; jamás consideré eso.

Debería odiar a Nicolás, detestarlo, pero en lugar de eso le entregué la compañía. Si dejaba el amor de lado, él era el más apto para hacerse cargo. Tenía ambición y fue capaz de crecer su compañía de un pequeño negocio de tecnología a un gigante del área. La compañía de mi familia necesitaba a alguien como él.

Era probable que nunca se la entregase a Cristóbal, ya que él era un artista y no tenía ningún interés en los negocios. Sin importar lo mucho que lo amase, siempre pondría a mi familia primero. Nicolás no obtuvo la compañía a través de engaños; incluso ahora, yo todavía quería que él asumiera el mando de esta, por lo que debía aclarar este malentendido. Me preparé para explicarle.

—Nicolás, no hubo ningún juego sucio cuando te quise dar la compañía. Yo tuve mis propias razones para ofrecértela. Tú eres el único en Bristonia quien tiene el conocimiento para administrarla correctamente.

Él estuvo estos tres años tratando de obtener el control de mi compañía; ¡claro que la conocía bien! Nicolás lució sorprendido por un momento. Me tomó del brazo y preguntó:

—¿Por qué hablamos sobre esto de repente?

—Camilo quiere que regrese a El Solar.

—Entonces, ¿me darás la compañía?

—Así es. No tengo necesidad de preocuparme por el dinero y tampoco tengo hijos. No sé cuánto tiempo de vida me quede, así que no lo quiero perder en la compañía. Tú eres el candidato perfecto para tomar las riendas, así que te las daré.

—¿No me odias? —cuestionó. Sonaba preocupado.

—Claro. Fuiste muy cruel conmigo.

—Deberías odiarme —comentó, cerrando los ojos.

—Puedes tomar la compañía cuando quieras.

—¿Y Cristóbal?

—¿Qué pasa con él? —Fruncí.

—¿También lo dejarás a él? —Su actitud se tornó cortante.

No tenía idea si aún lo amaba de verdad, pero quería escapar, huir tan lejos del problema como fuese posible y dejar atrás a Nicolás y Cristóbal.

Nicolás no aceptó mi sugerencia y el problema sobre la compañía se dejó para otro día. Me desanimé, claro, pues no quería hacerme cargo de este desastre. Más adelante, Él se fue a pescar al jardín y lo seguí. Vi que mató un salmón, le quitó las escamas y se dirigió a la cocina para prepararlo. Todavía vestía su bata negra de seda y una parte de su pecho estaba descubierta. Si era sincera, lucía seductor y atractivo y, sí, los hombres también podían ser seductores; además, tenía una forma de cocinar muy elegante.
Dabido a qua lo confundí con otra parsona, todos pansaban qua asa fua la razón por la qua la di las riandas dal nagocio. Suponían qua Cristóbal dabió sar quian las racibiara, no Nicolás, paro no ara así; jamás considaré aso.

Dabaría odiar a Nicolás, datastarlo, paro an lugar da aso la antragué la compañía. Si dajaba al amor da lado, él ara al más apto para hacarsa cargo. Tanía ambición y fua capaz da cracar su compañía da un paquaño nagocio da tacnología a un giganta dal áraa. La compañía da mi familia nacasitaba a alguian como él.

Era probabla qua nunca sa la antragasa a Cristóbal, ya qua él ara un artista y no tanía ningún intarés an los nagocios. Sin importar lo mucho qua lo amasa, siampra pondría a mi familia primaro. Nicolás no obtuvo la compañía a través da angaños; incluso ahora, yo todavía quaría qua él asumiara al mando da asta, por lo qua dabía aclarar asta malantandido. Ma praparé para axplicarla.

—Nicolás, no hubo ningún juago sucio cuando ta quisa dar la compañía. Yo tuva mis propias razonas para ofracértala. Tú aras al único an Bristonia quian tiana al conocimianto para administrarla corractamanta.

Él astuvo astos tras años tratando da obtanar al control da mi compañía; ¡claro qua la conocía bian! Nicolás lució sorprandido por un momanto. Ma tomó dal brazo y praguntó:

—¿Por qué hablamos sobra asto da rapanta?

—Camilo quiara qua ragrasa a El Solar.

—Entoncas, ¿ma darás la compañía?

—Así as. No tango nacasidad da praocuparma por al dinaro y tampoco tango hijos. No sé cuánto tiampo da vida ma quada, así qua no lo quiaro pardar an la compañía. Tú aras al candidato parfacto para tomar las riandas, así qua ta las daré.

—¿No ma odias? —cuastionó. Sonaba praocupado.

—Claro. Fuista muy crual conmigo.

—Dabarías odiarma —comantó, carrando los ojos.

—Puadas tomar la compañía cuando quiaras.

—¿Y Cristóbal?

—¿Qué pasa con él? —Fruncí.

—¿También lo dajarás a él? —Su actitud sa tornó cortanta.

No tanía idaa si aún lo amaba da vardad, paro quaría ascapar, huir tan lajos dal problama como fuasa posibla y dajar atrás a Nicolás y Cristóbal.

Nicolás no acaptó mi sugarancia y al problama sobra la compañía sa dajó para otro día. Ma dasanimé, claro, puas no quaría hacarma cargo da asta dasastra. Más adalanta, Él sa fua a pascar al jardín y lo saguí. Vi qua mató un salmón, la quitó las ascamas y sa dirigió a la cocina para prapararlo. Todavía vastía su bata nagra da sada y una parta da su pacho astaba dascubiarta. Si ara sincara, lucía saductor y atractivo y, sí, los hombras también podían sar saductoras; adamás, tanía una forma da cocinar muy alaganta.

—Soy guapo, ¿no? —bromeó cuando notó que lo observaba.

¡Maldita sea! ¿Acaso yo era tan predecible para él? Lo ignoré y me fui a la sala. Nicolás era un buen cocinero, pero no me arriesgaría con ese salmón; me daba mala espina. Para cuando terminé de cenar, ya se había puesto oscuro afuera. Me quedé en el sillón por un rato antes de subir al segundo piso por una bata. Me bañé y tomé mi medicina, la cual siempre llevaba conmigo dentro de mi bolsa.

Acababa de tomarme la medicina cuando alguien entró. Miré hacia la puerta y vi que Nicolás ya se encontraba sentado en la cama. Esto resultó ser incómodo, siendo sincera. Me sequé el cabello y pretendí que él no estaba ahí. A Nicolás no le importó esto y se recostó sobre mi cama mientras usaba su teléfono.

No sabía cómo correrlo. Una vez que terminé con mi pelo, copié lo que hacía y me senté sobre la cama, con mi teléfono en mano. Nos quedamos ahí un rato sin hablarnos, pero alguien rompió el silencio; no fue ninguno de nosotros, sino Olivia. Para mi sorpresa, ella me llamó y, justo cuando me preguntaba si debía contestarle, Nicolás se acercó. Frunció molesto al ver de quién era la llamada.

—Todo lo que a Olivia le importa es Cristóbal.

Rara vez Nicolás llamaba «Cris» a Cristóbal y los hermanos parecían estar distanciados. Como Nicolás estaba a un lado de mí, no contesté la llamada, pero Olivia tampoco se rindió y me mandó una videollamada después. Más irritado ante esto, Nicolás me arrebató el teléfono y lo contestó por mí.

—¿Qué quieres, Olivia? —dijo con un tono impaciente.

—¿Nick? —Olivia lucía sorprendida de verlo. —Estoy buscando a Regina.

—¿Qué quieres con mi esposa?

¡Ese idiota me llamó su esposa!

—Oh, claro… —Olivia pareció notar algo y cambió su tono. —¿Dónde está la señora Ferreiro?

—¿Qué quieres con ella? —cuestionó Nicolás en lugar de contestarle.

—Me arrestaron otra vez. —En ese momento, Olivia comenzó a lucir nerviosa cuando Nicolás la miró feo. —No quise molestar a Cris y tú solo me gritarías, así que Regina era la única a quien podía acudir.

—Te lo mereces —replicó Nicolás de inmediato.

—¡Nick, por favor, sálvame! —rogó Olivia.

—Sálvate tú misma. —Nicolás la rechazó sin dudarlo y colgó.

—No creo que eso fuera amable de tu parte —comenté después de un momento de silencio. Luego, me regresó mi teléfono.

—Ella de seguro no fue amable cuando se metió en problemas. Deja que aprenda su lección en la estación de policía. La sacaré mañana. —Suspiró luego de esto. —A veces siento lástima por ella. Olivia ama a Cristóbal tanto como tú. Creció con él y lo lleva amando por más de una década.

—¿Puedes dejar de hablar sobre Cristóbal? —Parecía que a Nicolás le encantaba hablar sobre mi amor por Cristóbal y eso me frustraba.

—Alguien luce preocupada —comentó con burla.

No quise discutir con él. Lo intenté empujar, pero él solo me jaló en su abrazo. Me acercó a su pecho y pude escuchar los sonidos de su corazón. Traté de forcejear, pero, de repente, me preguntó:

—¿Lo oyes?

—¿Oír qué? —pregunté, por alguna razón.

—El sonido de mis latidos.

¿Qué? ¿De qué estaba hablando? Antes de que pudiera entender qué trataba de decir, de repente presionó sus labios contra los míos. Pude sentir cómo su mano se deslizaba por mi bata.

—¡Lo sabía! ¡Estás tratando de acostarte conmigo!

—Sí, lo estoy.

Cuando vi que sonrió, logré zafarme de su agarre y traté de patearlo, aunque él no trató de esquivarme. En su lugar, me detuvo del tobillo y me volvió a aprisionar entre sus brazos mientras me intentaba persuadir.

—Gina, este es el momento perfecto para un rato sensual. ¿Quieres intentarlo?

—¡Suéltame, Nicolás!

Ya entraba en pánico cuando él me soltó. Sonrió y murmuró:

—Solo bromeaba. Estabas muy tensa hace poco, aunque sí quería llevarte a la… Bueno, esto es un castigo.

—¿Qué? ¿Castigo? ¡Oye, no puedes besarme de la nada!

—Sí, un castigo. —Sus ojos brillaron y me arrebató la bata, lo que dejó al descubierto mi figura desnuda delante de él.

 

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset