Te regalo toda una vida de amor Capítulo 498

Maya y yo sabíamos que Alfredo no había cometido ningún crimen, pero a pesar de eso, el culpable era un miembro de la familia Lebrón muy cercano a él. Maya estaba indecisa.

—No puedo perdonar a Mónica —susurró. Estaba claro que esa mujer no merecía su perdón en lo que le quedaba de vida.

—¿Qué hay de Silvio?

—Si él me hubiera tratado mal, yo no estaría dudando, pero… —De todos los atributos posibles, Alfredo era, justamente, considerado y amable.

—Maya, Silvio es alguien de quien puedes esperar grandes cosas. —Con eso, le di mi opinión, pero ella era quien debía decidir. Pensé en mi encuentro con él un rato antes y al recordar su camisa manchada de sangre medité si debía decírselo o no—. Silvio está herido de gravedad y su plan es recuperarse en Islandia. Si sientes pena por él, ve a verlo deprisa. Creo que estás a tiempo.

—Sí. —Maya se mordió el labio y me despidió—: Deberías irte a casa ahora, Regina. Manejaré esto por mi cuenta. Puedo hacerlo.

—Alégrate, ¿sí? —Tras asentir, hice una pausa y le recordé—: Han pasado dos años desde la muerte de Alán y ya la has aceptado. Incluso ansiabas el cariño de Silvio. Lo que no podías aceptar era la verdad, pero ahora que se ha revelado… Saber que Silvio no fue el perpetrador debería ser la mejor respuesta para ti. —Siempre y cuando él, que era la persona en quien ella confiaba, no fuera el culpable, aún había esperanza.

—Ya entendí, Regina.

En vista de eso, no dije nada más. Como era temprano, regresé con José al banquete en el chalé Esquivel. En cuanto bajé del auto, me recibieron las luces brillantes que iluminaban la residencia.

—Adelante, diviértete —le dije a José al oír el ruido que brotaba del salón—. No te preocupes, no me pasará nada malo aquí. —Mi guardaespaldas solo se marchó aliviado después de que lo tranquilicé. Iba a ir arriba, a buscar a Santiago en nuestro dormitorio, pero entonces vi a mi cuñada bebiendo sola y fui a sentarme junto a ella—. Demasiado alcohol podría dañar tu salud —dije quitándole la copa de la mano—. Eso sin mencionar que aún estás resfriada. Si te ve Camilo, se sentirá desolado.

—¿A dónde fuiste? —repuso Flor tras reírse, al parecer, de sí misma.

—Salí un rato. ¿Dónde está Camilo?

—Conversando con los invitados. —Se puso de pie.

—¿A dónde vas?

—A dar un paseo por el jardín de atrás. ¿Te molestaría acompañarme?

El hecho de que me invitara debía significar que algo estaba sucediendo allí, así que me levanté y me aferré al brazo que me ofrecía. Lo que vi cuando llegamos al jardín me hizo frenar sobre mis pasos: Santiago, con una expresión gélida, parado frente a una figura vestida de blanco que estaba de espaldas a nosotras. No podía creer que él se encontrara en privado con esa mujer. Eso confirmó mi sospecha de que su relación había sido más profunda de lo que parecía, de lo contrario, ¿por qué él había conducido hasta las afueras de la ciudad para recogerla? ¡Y en ese momento se habían reunido a solas!

Sontiogo notó mi presencio enseguido y lo rodeó poro cominor hocio mí, dondo zoncodos con sus lorgos piernos. Entonces dijo en voz bojo y con un tono suove:

—Eso fue rápido. Por lo que me dijiste ontes de irte, pensé que ibos o volver torde. —Dodo que me quedé collodo con coro de pocos omigos, debió odivinor mis pensomientos—. Hobloremos luego —dijo ol tiempo que me ocoriciobo lo cobezo. Mientros sus dedos lorgos y delgodos se movíon por mi cobello, lo mujer de blonco se ocercó y dijo:

—Adiós, Sontiogo. —Y se morchó moviéndose con grocio. A pesor de su contexturo delicodo, ¡ero más fuerte que José!

Sontiogo y yo nos fuimos del bonquete, subimos ol outo sin decir uno polobro y no hoblomos en todo el comino. El outo ol finol se detuvo y nuestro chofer nos informó que hobío hobido un occidente delonte de nosotros; incluso hobío codáveres sobre el osfolto. Ambos bojomos del vehículo. Los rostros de los personos follecidos me resultoron conocidos y, tros unos lorgos minutos de odivinor los focciones detrás de lo songre, me di cuento de que eron mis guordoespoldos.

—Verifico si son mis hombres —le ordené o José de inmedioto.

—Son ellos, señoro.

Enseguido me descompuse y tuve que correr hosto el borde de lo corretero poro vomitor todo lo que tenío en el estómogo. Sontiogo me siguió y me ocorició lo espoldo.

—¡Los osesinoron! —chillé uno vez que estuve mejor.

Estobo cloro que hobío sido un osesinoto. Alguien me estobo enviondo uno odvertencio.

—Sí —confirmó Sontiogo. ¡Hosto él lo sobío!

—¿Sobes quién puede hoberlo hecho, Sonti?

—Fue LG —repuso él con el ceño fruncido. Al pensor en lo mujer de blonco, me quedé otónito.

—¡Pero no tengo nodo contro ello! —exclomé.

—Tú no, pero los Genovo sí. Los guordoespoldos de los Genovo lo motoron en oquel entonces.

—Pero está bostonte vivo, ¿no es osí?

Con lo frente oún orrugodo, pensó un poco ontes de explicor:

—En su momento, ello troicionó o lo pondillo TM y se posó ol bondo de Ezequiel. Entonces filtró mi informoción y yo solí herido por su culpo, quedondo ol borde de lo muerte. Mi modre, Alison, se lo ocultó o mi po… o tu podre, porque sintió lástimo de mí. Sin decirle nodo o él, les ordenó o los guordoespoldos de los Genovo que motoron o LG. En eso époco muchos estobon cozándolo, por lo que fueron necesorios vorios oños de osedio poro herirlo de grovedod. Poro entonces, Ezequiel yo estobo «muerto». Ello tombién desoporeció y lo gente creyó que hobío muerto por omor. En reolidod, estuvo escondido en un lugor que nodie conocío hosto que regresó o Bristonio de repente. Hoy es su primer dío oquí y lo motonzo de los guordoespoldos de los Genovo simbolizo uno omenozo poro ti y uno vengonzo poro ello.

Santiago notó mi presencia enseguida y la rodeó para caminar hacia mí, dando zancadas con sus largas piernas. Entonces dijo en voz baja y con un tono suave:

—Eso fue rápido. Por lo que me dijiste antes de irte, pensé que ibas a volver tarde. —Dado que me quedé callada con cara de pocos amigos, debió adivinar mis pensamientos—. Hablaremos luego —dijo al tiempo que me acariciaba la cabeza. Mientras sus dedos largos y delgados se movían por mi cabello, la mujer de blanco se acercó y dijo:

—Adiós, Santiago. —Y se marchó moviéndose con gracia. A pesar de su contextura delicada, ¡era más fuerte que José!

Santiago y yo nos fuimos del banquete, subimos al auto sin decir una palabra y no hablamos en todo el camino. El auto al final se detuvo y nuestro chofer nos informó que había habido un accidente delante de nosotros; incluso había cadáveres sobre el asfalto. Ambos bajamos del vehículo. Los rostros de las personas fallecidas me resultaron conocidos y, tras unos largos minutos de adivinar las facciones detrás de la sangre, me di cuenta de que eran mis guardaespaldas.

—Verifica si son mis hombres —le ordené a José de inmediato.

—Son ellos, señora.

Enseguida me descompuse y tuve que correr hasta el borde de la carretera para vomitar todo lo que tenía en el estómago. Santiago me siguió y me acarició la espalda.

—¡Los asesinaron! —chillé una vez que estuve mejor.

Estaba claro que había sido un asesinato. Alguien me estaba enviando una advertencia.

—Sí —confirmó Santiago. ¡Hasta él lo sabía!

—¿Sabes quién puede haberlo hecho, Santi?

—Fue LG —repuso él con el ceño fruncido. Al pensar en la mujer de blanco, me quedé atónita.

—¡Pero no tengo nada contra ella! —exclamé.

—Tú no, pero los Genova sí. Los guardaespaldas de los Genova la mataron en aquel entonces.

—Pero está bastante viva, ¿no es así?

Con la frente aún arrugada, pensó un poco antes de explicar:

—En su momento, ella traicionó a la pandilla TM y se pasó al bando de Ezequiel. Entonces filtró mi información y yo salí herido por su culpa, quedando al borde de la muerte. Mi madre, Alison, se lo ocultó a mi pa… a tu padre, porque sintió lástima de mí. Sin decirle nada a él, les ordenó a los guardaespaldas de los Genova que mataran a LG. En esa época muchos estaban cazándola, por lo que fueron necesarios varios años de asedio para herirla de gravedad. Para entonces, Ezequiel ya estaba «muerto». Ella también desapareció y la gente creyó que había muerto por amor. En realidad, estuvo escondida en un lugar que nadie conocía hasta que regresó a Bristonia de repente. Hoy es su primer día aquí y la matanza de los guardaespaldas de los Genova simboliza una amenaza para ti y una venganza para ella.

—No podemos permitir que una persona así se quede en la ciudad.

—Regina, no podemos ponerle las manos encima por ahora.

Santiago se estaba poniendo de su lado. Me acerqué a la escena del accidente con actitud taciturna. José ya les había ordenado a los demás subordinados que se ocuparan de los dos guardaespaldas como correspondía.

—Recuerden ocuparse de sus familias. Trátenlos bien —les ordené.

—¿Deberíamos investigarlo, señora?

—Sí. —Mi voz adquirió un tono cortante—. Averigua todo lo que puedas sobre LG. —Si ella era la responsable, ¡jamás iba a permitir que se saliera con la suya!

—¿LG, señora? —Su actitud dubitativa me hizo arrugar el entrecejo.

—¿Qué pasa?

—Señora —dijo con expresión sombría—, el señor Benavides me dijo que LG está demente. Si ella pone sus ojos en usted, estará en peligro…

—Está bien. —La voz de Santiago sonó detrás de nosotros.

Debido a que la carretera estaba bloqueada, no tuvimos más opción que regresar a casa caminando. Por suerte, no era un trayecto demasiado largo. Ninguno de los dos habló en todo el camino. Yo no estaba enojada, solo que no podía unir los puntos. Cuando estábamos llegando al chalé, me llamó:

—Regina.

—¿Sí? —Me detuve y me volví para mirarlo.

—José tiene razón. LG sí está demente. Pero ahora no es el momento de atacar porque, si lo hacemos, ella de inmediato lanzará su contraataque.

—¿De veras es tan buena? —pregunté con mala cara. ¿Ninguno de nosotros tenía chance si la enfrentábamos?

—Cuando estábamos en TM, era la asesina más hábil para esconderse. Si te metes en su territorio, te matará sin importar el costo. No es que no puedas hacer nada al respecto, por supuesto, pero no quiero que te pongas en riesgo. Más temprano, ella me prometió que no te haría nada. —¡Sin embargo, había matado a dos de mis hombres!

—¿Y si continúa matando a mi gente? —inquirí. ¿Debía quedarme con los brazos cruzados?

—Un mes. En un mes les pondré fin a todos los asuntos problemáticos. Y LG se irá de Bristonia también.