Te regalo toda una vida de amor Capítulo 471

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 471

Volvimos a Bristonia por la noche. No tengo idea de cómo fue que Santiago supo que tenía temor a viajar en auto por esos días, pero había preparado un avión privado para mí. Para cuando llegamos a casa, los niños ya estaban dormidos. Sin embargo, como yo los había extrañado demasiado, Santiago los buscó y los llevó a nuestra habitación. Era un hombre alto y de pecho ancho, por lo que podía cargarlos a ambos sin problemas. Siempre me sentía segura cuando estaba con él. Cuando dejó a los niños en el medio de la cama, me recosté junto a Rita y acaricié su nariz y sus pestañas. Al ver que estaba disfrutando del momento, Santiago buscó su pijama y fue a darse una ducha. Luego salió y vio que seguía despierta, así que preguntó con gentileza:

—¿No estás exhausta?

—Hace mucho que no los veía —dije negando con la cabeza.

—Está bien. Trabajaré un poco antes de dormir. —Abrió su computadora y se sentó en la cama. Cuando por fin me sentí cansada, fui al baño a ducharme. Al salir, él seguía concentrado en el trabajo, así que me acerqué y apoyé la cabeza en su hombro. Estaba leyendo un correo electrónico de Joel que hablaba de la situación de la empresa. Luego abrió otro que contenía la misma información y, recién entonces, me percaté de que él había estado alerta con Joel.

—¿No te cansas de hacer esto todo el tiempo? —le pregunté dudosa. Estaba segura de que era consciente de que no debía mantener a su lado a una persona en la que no confiaba, entonces, ¿por qué no se deshacía de él?

—No es algo que haga siempre, solo hago pruebas de vez en cuando. Además, Joel no es el único en el que puedo confiar. Aunque está a mi lado la mayor parte del tiempo, solo se ocupa de asuntos externos. Tengo otro asistente que se ocupa de los internos, que tiene tanto poder como Joel. Además, Lucas, Dante y David están sobre ellos, así que no me preocupa que la empresa se corrompa por dentro. No hago estas pruebas porque no confíe en Joel, sino porque es una costumbre. También lo hago con otros asistentes. La única persona en la que puedo confiar de verdad es Lucas. —Apagó la computadora y continuó—: Él es quien ha estado a mi lado por más tiempo. A pesar de que parece un hombre despreocupado, es muy confiable. De hecho, es más confiable que Dante y que David.

Una vez, Lucas me había dicho que priorizaba su relación con Santiago antes que conmigo y que, si le hacía algo a su amigo, me convertiría en su enemiga. Por el contrario, mientras tratara bien a Santiago, me consideraría una amiga. Sin dudas, era un hombre directo cuando se trataba de las personas a las que amaba u odiaba.

—Tienes tus propios métodos para manejar la empresa y me parece genial. He aprendido algo nuevo esta noche.

—Por ejemplo, en la familia Genova, Antonio y Gabriel se mantienen a raya mutuamente —continuó Santiago—. Así nos aseguramos de que no hagan nada a nuestras espaldas.

Por dentro, resoplé. «¡Siempre han estado haciendo cosas a mis espaldas! Uno de ellos ayuda a Santiago, mientras que el otro está del lado de Ezequiel», pensé. De todas formas, mientras que ninguno cruzara la línea, iba a hacer la vista gorda. Además, sabía que Santiago era incapaz de lastimarme, así que no tenía que estar en guardia frente a él y, por otro lado, confiaba en Gabriel. A fin de cuentas, me había ayudado mucho cuando aún estaba con la familia Esquivel. De no haber sido por él, no hubiera podido perseverar hasta entonces. Tampoco expuse el hecho de que Antonio había estado trabajando para Santiago en secreto.

—¿Ya te vas a dormir? —pregunté con la cabeza en su hombro.

—Sí, mañana tengo algunos asuntos que resolver.

—¿Qué asuntos? —pregunté curiosa.

—Mi herida está irritada, así que debo ir a que la curen. —Al escuchar eso, me apresuré a levantar la manta para ver su herida, pero él detuvo mi mano en cuanto toqué su pijama—. Estoy bien —aseguró.

—Ah, me olvidé de que acabas de ducharte.

—No soy tonto —comentó con una sonrisita.

Insistí en que me dejara ver la herida, así que no tuvo más opción que levantarse el pijama. Su vendaje estaba lleno de sangre, por lo que me preocupé mucho.

—¿Por qué estás sangrando otra vez?

—Tomé un poco de vino —admitió sonrojado.

—¿Por qué hiciste eso? —protesté.

—Lo siento —se disculpó enseguida. No quería molestarlo más, pero me apenaba mucho ver su herida.

—No puede esperar, hay que curarla ahora.

—¿Por qué no me ayudas tú, bebé? —preguntó con una sonrisa amable. Me apresuré a buscar el botiquín, del que saqué vendas y desinfectante. Luego le saqué la camisa a Santiago y retiré el vendaje viejo con cuidado.

—¿No sabes que me pone mal verte sufrir?

—Estoy bien —aseguró. «Este hombre nunca me dice si está adolorido», pensé y solté un suspiro.

—¿Duele?

—¿Estás preocupada por mí, bebé? —preguntó en lugar de responder. «¿No es obvio que sí?». No pude evitar mirarlo molesta.

—Deja de llamarme bebé, no me gusta. Es como si hablaras con un niño.

—Pero tú eres como mi niña.

Aunque me dejó sin palabras, en el fondo, estaba muy feliz.

A la mañana siguiente, desperté más temprano que Santiago. Con cierta dificultad, llevé a los niños abajo con la niñera y luego fui a la cocina a preparar el desayuno. Cuando Leonardo me vio ahí, se sorprendió y se acercó enseguida.

—Por fin regresaste. ¿Qué cocinas?

—Sándwiches. ¿Quieres?

—Claro, ¿por qué no? También me gustaría un vaso de jugo de naranja. Hay naranjas en el refrigerador, ¿por qué no exprimes algunas?

—Hazlo tú mismo —dije volteando los ojos. Él resopló antes de caminar hacia el refrigerador y sacar naranjas y unas fresas.

—A Fernanda le encantan las fresas, ella las compró. Prepararé jugo para ella y para Sammy. ¿Quieres?

—Gracias, pero hoy beberé leche. ¿Puedes preparar un vaso de jugo de naranja para Santiago?

Con eso, puso manos a la obra. Cuando terminé con los sándwiches, revisé la avena, que iba a estar lista en diez minutos. Al ver que no estaba haciendo nada, Leonardo me pidió que le llevara unos vasos y esperó a que me acercara. Entonces, susurró:

—Ella ha estado yendo al hospital en secreto, Regina.

Sabía que se refería a Fernanda. Santiago y yo habíamos pensado en formas de ayudarla, y habíamos encontrado a algunos médicos listos para operarla en Bristonia. Pero ella no quería la cirugía. Hacía un tiempo, me había dicho que se rehusaba porque la tasa de éxito era muy baja. Era cierto, la operación era muy riesgosa y, además, no habíamos encontrado un riñón compatible para ella. De repente, pensé en Nicolás. «No, no, no. No puedo meter a Nicolás en esto. No puedo pedirle que le done un riñón a Fernanda. Si lo hago, nunca saldrá de mi vida». Lo mejor que podíamos hacer era seguir buscando. Santiago y yo habíamos estado corriendo contrarreloj, y esperaba que Fernanda pudiera resistir un poco más. No podía negar que Leonardo la amaba, pero él era el culpable de que estuviera enferma; debía sentir una culpa inimaginable. Sin embargo, él había cometido un error, así que no iba a defenderlo en ese asunto.

—Todos estamos intentando ayudarla —lo consolé—. Nadie sabe cuál será el desenlace, pero debes estar a su lado todo lo que puedas. —Quería que, al menos, Fernanda fuera feliz.

—Pero todavía no me perdonó.

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
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  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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