Te regalo toda una vida de amor Capítulo 466

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 466

Al ver la fotografía de la casa de té de Maya, de inmediato pensé en Amparo. Estaba muy segura de que era ella. ¡Y pensar que Tomás había seguido su cuenta de Twitter sin saberlo! «Una hadita adorable», tenía que felicitar a la joven por haber pensado en un nombre tan bueno. Busqué su segundo tuit, que incluía algunas fotografías de fantasía de nenúfares con gotas de rocío y rodeados de niebla. Luego había escrito: «Una hadita que bebe rocío y come nenúfares». Sonreí desde mi cama como una tonta al leerlo.

De repente, alguien llamó a mi puerta. Cuando dije que pasara, me sorprendió descubrir que era Ezequiel.

—¿Sí? —pregunté estupefacta.

—¿Se está escondiendo de mí, señorita Esquivel?

—Sí —admití. Era psiquiatra, así que no tenía caso que le mintiera—. Santiago está molesto porque te salvé.

—¿Hizo un escándalo? —preguntó tranquilo.

—Sí, uno mayúsculo.

—¿Usted está molesta? —quiso saber. Si Edmundo había podido percibir mi pésimo humor, era de esperarse que Ezequiel también lo notara. Como suspiré sin decir nada, dijo—: Lo siento.

—Está bien. Lo hice por mi propia voluntad.

—Lo sé. Mantendré la distancia y ya no la pondré en una posición difícil. Solo vine a saludar y me iré. —No estaba acostumbrada a que se comportara con humildad, como si fuera un hombre indeseable que vivía una vida de pesares.

—No es necesario. No es tu culpa. —Yo había querido saldar mi deuda con él. Además, él le había pedido a Gabriel que me dijera que me fuera. Hasta donde podía recordar, siempre había intentado protegerme.

—Perdón por haber venido sin avisar, señorita Esquivel.

—No hay problema.

—¿Somos amigos? —preguntó de la nada.

«Em, ¿qué debo responder?», pensé. Al ver que me quedé callada, frunció los labios y se dio la vuelta. Una vez más, pensé que lucía desolado.

—Ezequiel —lo llamé para que no se fuera.

—¿Sí? —preguntó con un mínimo giro de la cabeza hacia mí.

—Creo que eres un buen hombre, pero soy la esposa de Santiago. Así que, aunque seas bueno, no podemos ser amigos.

En realidad, no importaba si era bueno o malo; él no se había equivocado en el pasado, y tampoco Santiago. Simplemente tenían diferentes puntos de vista.

—Gracias por su confianza, señorita Esquivel.

Oí ruidos del otro lado de la puerta después de que él se fue y, poco después, volvieron a tocar. En esa ocasión, era Gabriel.

—¿Por qué lo trajiste aquí? —inquirí.

—Señorita Esquivel, siento lástima por el señor Castillo.

—¿Y quieres que yo sienta lo mismo? —refuté con el ceño fruncido—. ¿Por qué yo? —agregué.

—No todo es tan simple como parece, presidenta.

—No andes con rodeos, Gabriel —sentencié, molesta por sus declaraciones ambiguas—. No puedes andar pensando que perdonaré tu mal comportamiento para siempre. —Él se limitó a apretar los labios y guardar silencio—. Ve —gruñí antes de cerrar la puerta de un golpe. Cuando el alboroto de afuera se silenció de golpe, pude oír la voz de Jaime.

—¿Qué le pasa? —preguntó.

—La hice enfadar —respondió Gabriel, apenado—. Ustedes continúen, el señor Castillo y yo nos iremos.

Al oír eso, me acerqué al ventanal. Pasó bastante tiempo hasta que por fin vi salir a Gabriel y a Ezequiel, ambos desanimados.

—Lo siento —murmuré. Sabía que no tendría que haber hecho un alboroto, pero no había podido evitarlo. No podía imaginarme que mi esposo apoyara a una persona de afuera. «¿Qué clase de magia tiene Ezequiel?», me pregunté. Incapaz de llegar a una conclusión, fui a recostarme, pero tampoco podía dormir. Revisé mi teléfono algunas veces, pero no había recibido noticias de Santiago. «No me llama, no me escribe, nada». Pensando en eso, dejé que la rabia se apoderara de mí hasta quedarme dormida.

Permanecí en Eldamia durante los días siguientes. Amparo fue a verme a diario, a pesar de que tenía la agenda ocupada idolatrando al hombre con el que estaba encaprichada. El día del concierto de Tomás, me pidió que la acompañara y, ya que no tenía nada importante que hacer, decidí ir con ella. El ambiente era una locura; la multitud gritó sin parar desde la aparición de Tomás, que lucía impecable con el cabello ondeado y un atuendo deslumbrante. Era un gran artista, y Amparo una fanática entusiasta, que revoloteó alrededor del hombre desde que apareció. Tenía una vincha con el nombre de Tomás y un cartel de luz LED en la mano. Era la viva imagen de una fanática, aunque, pensándolo bien, hacía muy pocos días que se había subido al tren de Tomás.

Durante el concierto, hubo un momento para que el artista interactuara con el público. Los reflectores iban a elegir al afortunado, que resultó ser Amparo. No me sorprendió que fuera así, pues, a fin de cuentas, ella era rica. No estaba segura de si estaba alucinando o no, pero creí ver una mueca de suficiencia en Tomás cuando vio que los reflectores se detuvieron en Amparo.

—Hola, ¿cómo te llamas? —preguntó con una voz ronca que reverberó por todo el lugar.

—Hola, Tomás. Soy Eva, puedes decirme «Eevee» —bromeó ella con voz aguda—. Como el Pokemón. —El hombre exhibió una sonrisa radiante, como si fuera un chico cualquiera.

—Bueno, Eevee, te cantaré una canción.

—¿Y tengo que elegir? —preguntó ella sorprendida.

—Sí.

—¿Cualquiera? —insistió Amparo, a lo que él volvió a decir «sí» con ternura—. Canta «Quiero ser tu novio».

Me dejó sin palabras. «¡Qué chica audaz!». La multitud se alborotó antes de que Tomás se recuperara de su instante de sorpresa.

—Muy bien, Eva, cantaré «Quiero ser tu novio».

¿Quién podía saber si era más que un simple juego? Enseguida, la banda comenzó a tocar y Tomás a cantar la canción elegida por Amparo. Era un joven impecable, talentoso y, sin dudas, cautivador. Amparo, por su parte, estaba desesperada por dejar de ser soltera, por eso estaba tendiéndole una trampa a ese hombre joven e inocente.

Al terminar el concierto, acompañé a Amparo a casa y, en el camino, me contó que iba a volver a Bristonia en el avión de Tomás.

—¿Tú te quedarás en Eldamia? —preguntó curiosa.

—Sí, me tomaré unos días más para recuperarme antes de volver. —Santiago no me había contactado hasta entonces, y comencé a pensar que había alucinado que me cargaba esa noche, una alucinación en la que me perdonaba—. Bueno, iré a dormir —le dije a Amparo, y ella se fue a la sala, mientras que yo entré a mi habitación.

Después de recostarme, revisé mi teléfono, solo para acabar decepcionada una vez más. Aún no tenía noticias de Santiago. Pero justo cuando estaba por quedarme dormida, recibí un mensaje de Maya: «Alfredo está muy herido. Estuve cuidándolo estos días, por eso no pude hablarte de esto. Él me dijo que salvaste a Claudio». Alfredo tampoco estaba feliz con mi decisión, ¿eh? «Sí, se lo debía», respondí.

«Estoy segura de que tienes tus razones», afirmó ella. No me culpó por las heridas de Alfredo, pues comprendía mi origen, tanto que no me pidió explicaciones. Suspiré aliviada, luego recibí otro mensaje de ella: «Un extraño ha estado preguntando por Amparo en la casa de té estos días. Me resultó familiar, creo que debe ser un hombre de Santiago».

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
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  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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