Te regalo toda una vida de amor Capítulo 437

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 437

Nunca fui una persona amable con alguien que me hubiera hecho algo malo. Siempre fui firme en mi postura y nunca fui tras alguien a menos que fuera provocada. Por lo tanto, era aceptable darle a la otra parte una probadita de su propia medicina, y este era un principio que siempre había mantenido.

—Señorita Esquivel, mencionaste que es aceptable darle a la otra parte una probadita de su propia medicina, pero me prohibiste ir tras Santiago y los demás. Eres demasiado egoísta —dijo Ezequiel.

—Se te permite buscar venganza, y si consideras que te la deben, entonces puedes buscar venganza contra ellos. Sin embargo, Santiago es mi esposo. Claro que iría tras de ti si buscaras venganza contra él. Es natural que los humanos sean egoístas porque depende de la relación que tengan con la otra parte. Toma a ambos como ejemplo: no tenemos ninguna relación y ni siquiera podemos considerarnos amigos, por lo que no tomaría partido por ti —respondí, atónita.

En ese momento, podía ver como las manchas de sangre roja en su camisa estaban haciéndose más grandes.

—Además, no estoy muy segura de lo que sucedió en ese entonces, así que no puedo comentar mucho sobre quién tiene razón o quién está equivocado. Sin embargo, Santiago me dijo que nunca traicionó a nadie y confío en sus palabras por completo. Es por eso por lo que no creo que tu relato sea preciso., ya que solo estás viendo las cosas desde tu perspectiva y por eso piensas que te traicionaron. Tal vez hubo algún malentendido en ese entonces —dije mientras apartaba la mirada.

A Ezequiel parecía no preocuparle en lo más mínimo si hubo un malentendido en ese momento o no, y tampoco le importaba lo que dijo Santiago.

—Confías mucho en Santiago. —Dijo con simpleza.

—Por supuesto, él es mi esposo. Si te casas y tu esposa tendría plena confianza en ti también —expliqué.

—Nunca me casaré. —Dijo con una sonrisa en su rostro.

Su camisa estaba empapada en sangre, y suspiré cansada. Luego saqué un pañuelo de mi bolso y me acerqué despacio a la cabina. Desde esta posición, Maya no podría verme. Estábamos sentados en la última fila, por lo que no solo Maya no podía vernos desde su lugar, sino que nadie más podía hacerlo. En silencio, desabotoné su camisa mientras él mostraba una leve sonrisa y relajaba su cuerpo para permitirme el libre acceso. Había varias heridas en su pecho, pero la más grave estaba en su abdomen.

—¿Por qué no te vendaste la herida? —pregunté con el ceño fruncido.

—Lo hice, pero me la quité esta mañana.

Tenía puntos en su herida, que había sido vendada con anterioridad. No pude agregar una venda tan grande como lo necesitaba para cubrir la herida con mi pañuelo, por lo que decidí preguntarle a Maya si tenía gasa:

—¿Tienes alguna gasa? ¿Puedo pedírtela prestada?

—Tengo un botiquín de primeros auxilios. —Respondió Maya.

—¿Estás vendando su herida? —inquiriómientras me alcanzaba el botiquín.

—Sí, su herida no deja de sangrar y no tengo la fortaleza como para ignorarlo.

—Sentí lo mismo hoy. Quería que se vendara cuando se lo pregunté antes, pero me ignoró, así que no me molesté más —explicó.

—Es un tipo malo. Déjame llevárselo.

—¿Por qué te preocupas por un tipo malo? —preguntó Maya.

—Supongo que quiero hacer una buena acción.

Tomé el botiquín y caminé hacia la última cabina antes de sentarme. Luego, lo abrí y saqué una gasa para envolver la cintura y el abdomen de Ezequiel. En ese momento, no había mucha distancia entre nosotros y después de vendar su herida, levanté la vista para descubrir que me estaba mirando fijo, pero no pude leer la expresión en sus ojos. Mientras tanto, él no preguntó por qué lo ayudé a vendarse la herida. Solo expresó su agradecimiento de manera educada.

—Por el momento, no somos enemigos —respondí.

—Gracias, señorita Esquivel —respondió Ezequiel.

Gruñí una afirmación antes de levantarme para ir de regreso al hospital. Santiago todavía estaba recibiendo una infusión cuando regresé y una joven enfermera atendía su medicación. Ella se inclinó hacia adelante y desde ese ángulo, se podían ver sus curvas redondeadas, pero Santiago miraba hacia el frente sin siquiera prestar atención a lo que sucedía enfrente de él.

Crucé mis brazos y me paré en la entrada mientras los ojos de mi marido se encontraban con los míos. Él notó mi sonrisa socarrona.

—Señor Genova, ¿esa mujer es su esposa? —preguntó la enfermera de forma coqueta.

Santiago se mantuvo en silencio y no respondió a su pregunta. Así era como solía comportarse: despreciaba a la mayoría de las personas. Ella lo vio mantener su silencio, así que asumió que eso significaba un «no» de su parte.

—Señor Genova, su herida es bastante grave, así que debe tener cuidado cuando vaya al baño. Si necesita ayuda, ¡grite en cualquier momento! Estaré encantada de servirle —continuó hablando de forma coqueta ante el silencio de Santiago.

De repente, la enfermera gritó e hizo una exagerada mueca mientras caía sobre la cama de Santiago. Él reaccionó rápido y movió la mitad de su cuerpo para esquivarla, y ella cayó sobre la cama.

—Señor, me duele —persistió.

—¡Lárgate!—le ordenó de mala manera.

La enfermera se sorprendió por un momento, pues no debió de haber esperado que él fuera tan terco en sus formas. No solo ignoró sus insinuaciones, sino que incluso la había echado.

—Oye, ¿cómo es que terminaste cayendo? Y en esa posición. —Dije mientras entraba a la habitación preocupada.

—Lo siento —respondió la enfermera mientras recuperaba su equilibrio y se reincorporaba.

—No te preocupes. No eres la persona que debería estar cambiando el vendaje de mi esposo, ¿verdad? Después de todo, una enfermera tan ignorante de las reglas nunca debería cuidar a los pacientes en las salas vip. ¿A quién reemplazas?

Me referí a Santiago como mi esposo frente a ella para marcar mi territorio. Él estaba en la sala vip del quinto piso, por lo que solo se permitía la entrada a familiares y la persona encargada de cambiar su vendaje. Una enfermera tan joven como ella no debería estar autorizada a entrar allí a menos que haya reemplazado a otra enfermera a propósito.

—Raquel estaba enferma, así que tomé su lugar para cambiar el vendaje… —tartamudeó mientras su rostro palidecía.

—¿Por qué nadie me informó sobre esto? —exclamé de manera dominante y la enfermera se asustó.

—Lo siento, señora. No volveré a cometer el mismo error. ¡Por favor, perdóneme solo esta vez! ¡No volveré a poner un pie en el quinto piso a partir de ahora! —imploró arrodillada en el suelo.

La joven enfermera vestía de forma reveladora y el dobladillo de su falda apenas cubría su trasero. Ni siquiera llevaba el uniforme, y era una mujer impresionante con una figura voluptuosa. Por lo general, una mujer así sería el centro de atención y era probable que hubiera muchos hombres persiguiéndola con gran interés, por lo que se aprovechaba de la situación para acercarse a aquellos con gran riqueza. Es por ello que estaba en el quinto piso intentando seducir a los pacientes, ya que todos los que se alojaban en el quinto piso eran hombres ricos y famosos. Si se hubiera presentado frente a mí sin causar problemas, no me habría molestado en absoluto. Sin embargo, esta vez lahabía atrapado infraganti así que no iba a dejarla escapar.

—Llévenla a la oficina del director del hospital, que se encargará del asunto. Supongo que será bastante difícil para ustedes mantener sus trabajos después de esto —les ordené a los guardias que se encontraban fuera de la habitación.

Después de todo, el director del hospital no querría ofender a un paciente alojado en el quinto piso. Además, había sido yo quien había dado las instrucciones.

—¡Señor Genova, sálveme! ¡Acaba de decir que le gustaba! —suplicó la enfermera mientras los guardias la arrastraban fuera.

«¿Santiago dijo que le gustaba ella?», me pregunté. De repente, me di cuenta de que lo decía a propósito para provocar mi ira. Sin embargo, ella no me conocía ni a mi esposo ni a mí. Él nunca se molestaría en mirar a otra mujer y yo siempre tenía la máxima confianza en él.

—Esperen —le dijo Santiago a los guardias.

Tan pronto como escuchó la voz de Santiago, pareció haber encontrado una chispa de esperanza mientras lo miraba fijo.

—No quiero perder este trabajo —dijo la enfermera suplicante.

—¿Qué acabas de decir? —respondió Santiago glacial.

—No quiero perder este trabajo —repitió.

—Dime qué dijiste antes de eso —dijo Santiago aún más frío.

—Que usted dijo que yo le agradaba…

Me di cuenta de que había provocado el fastidio de Santiago con esa frase.

—No es necesario que le permitan hablar —le ordenó a los guardias.

—¿Qué quiere decir con eso, señor Genova?

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
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  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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