Te regalo toda una vida de amor Capítulo 435

Le conté a Santiago sobre su desmayo, no se imaginaba que estaba tan débil. Al notar sus ojos vidriosos, le pregunté preocupada:

—¿Por qué están infectadas tus heridas?

La pregunta inicial era para confirmar si había tenido algún problema después de salir de Bristonia, pero él respondió:

—No estoy seguro. Las heridas no se están curando.

Él nunca me decía nada, incluso si se enfrentara a cualquier peligro, porque no quería preocuparme.

—No me hagas preocupar, Santi —dije con dolor en el corazón.

—Lo siento —respondió.

—¿No pueden ver que estoy aquí? —la voz de Roberto resonó detrás de mí.

Me di la vuelta y lo fulminé con la mirada.

—¿Por qué no vuelves a tu habitación y descansas?

—Quiero hacerlo, ¡pero tengo que saber cómo!

Entonces, volví la cabeza hacia Santiago.

—Lo llevaré a su habitación.

Empujé a Roberto hasta su habitación y lo ayudé a llegar a la cama, pero el exigente me pidió que le lavara la cara. Mencionó que no se había lavado la cara desde que se había despertado.Apretando los dientes, contuve mi temperamento y humedecí un paño para limpiar su cara antes de salir de la habitación para siempre. Me apresuré a la habitación de Santiago y me acurruqué a su lado.

—Estoy preocupada por ti —dije con una voz coqueta.

—No te preocupes. Estaré bien. —Su mano acarició mi cabeza como si estuviera reconfortando a una mascota. Seguía diciendo que estaría bien, pero siempre estaba herido y tambaleándose en la línea entre la vida y la muerte. Por lo tanto, la idea de perderlo me asustaba todos los días.

No pude evitar refutar su declaración:

—Siempre me dices esto, pero los problemas surgen cada vez más. Me duele verte así. —Nada me dolía más que verlo herido.

—Ah, la señora Genova está preocupada por mí. —De repente, se rio.

—Sí. —Mis ojos se pusieron rojos.

—Eres la primera en preocuparse.

—Mentira, de nuevo —lo contradije—. Lucas, Dante, Carolina, Tanya y los demás están preocupados por ti. Solo que no se atreven a mostrar sus verdaderos sentimientos delante de ti. Mira tu expresión fría. Soy la única que tiene el valor de decirlo en voz alta.

Santiago entrecerró los ojos e insistió:

—No lo sabía porque no dijeron nada, así que no cuenta. Sigues siendo la primera.

No tenía nada de qué quejarme ante su apreciación, así que le di un beso en los labios.

—Solo cuídate.

La especulación de que se encontraría con problemas al dejar Bristonia se había convertido en certeza, pero él no era honesto al respecto. No obstante, era normal que los problemas se interpusieran en su camino. O estaba herido o era perseguido por otros, como cuando nos conocimos por primera vez. Nunca había tenido paz en su vida. José había mencionado cómo los honores y los peligros coexistían en el mundo de Santiago. Me llevó mucho tiempo comprenderlo.

Justo cuando retiraba mis labios de él, su mano presionó mi cabeza y su lengua se adentró en mis labios.

El beso duró mucho tiempo antes de que nos separáramos. Jadeando, me recosté contra su pecho para recuperar el aliento. Antes de que pudiera besarlo de nuevo, Camilo me llamó por teléfono.

Mientras contestaba la llamada y ponía el teléfono junto a mi oreja, la mano de Santiago se deslizó por mi vestido y, de repente, aterrizó en mi muslo. Lo miré con furia.

—Camilo, ¿qué pasa?

—Camila está muerta.

Gabriel y yo corrimos hacia la estación de policía. El cuerpo de Camila se veía espantoso. La sangre cubría cada rincón de la sala de detención, donde se evidenciaban rastros de violencia. Según el examen preliminar del médico forense, Camila había sido estrangulada hasta la muerte y un fragmento de vidrio se había clavado en su corazón.

Incluso si no hubiera sido estrangulada hasta la muerte, la pérdida masiva de sangre la habría llevado a la muerte debido al ataque brutal en el pecho.

Mi madre se desmayó de tanto llorar y fue enviada a casa, así que Camilo y yo fuimos los únicos en la escena del crimen aparte de la policía y el médico forense.

¡No esperaba que Camila estuviera muerta! ¡Una muerte brutal, para colmo! «Esto es un obvio homicidio, pero Nicolás y yo somos los únicos con quienes ella tenía problemas. ¿Quién la habrá matado?».

Le pedí a los policías que movieran el cuerpo de Camila a otro lugar, pero necesitaban preservar la escena del crimen hasta que el médico forense completara su examen, así que le pedí a Gabriel que hablara con ellos. Aunque no estaba en posición de hacer tal pedido, algunos asuntos eran obvios porque todo lo que se necesitaba era llamar a algunas personas de los estratos superiores. Incluso la policía a veces tenía que recular.

Por fin, Camila fue llevada en una camilla.

—Consigue un médico forense —le pedí a Camilo—. Deberíamos hacer justicia por ella.

Mi odio por Camila era real, pero la emoción se desvaneció en el aire junto con su partida. Después de todo, ella había pagado el precio por sus acciones.

—Sí, por el bien de mamá —estuvo de acuerdo.

Nuestras expresiones estaban desprovistas de dolor porque no estábamos tristes en lo más mínimo. En cambio, aceptamos su partida con facilidad y calma, como si hubiera desaparecido de este mundo como una brisa.

Cuando salimos de la estación de policía, nos topamos con Leonardo, cuyos ojos estaban rojos.

—¿Dónde está Camila?

Mi corazón se conmovió por él. Más allá del amor, Camila había sido una vez su conocida.

—Está en la morgue. El médico forense realizará una autopsia para encontrar nuevas pruebas. La policía ha almacenado la grabación de vigilancia. Harán todo lo posible para hacer justicia por ella.

Matar a alguien en la estación de policía nunca era un trabajo fácil. Ni siquiera sabíamos la razón.

—Es demasiado para procesar —dijo Leonardo cabizbajo.

La muerte de Camila nos tomó a todos por sorpresa. Sin embargo, no pude contener una ola de liberación dentro de mí. Ya no me causaría más problemas nunca más.

De repente, un oficial se me acercó.

—Señorita, el sospechoso escribió una carta hace unos días. Verificamos el contenido, pero nos dimos cuenta de que era una carta de suicidio. ¡Es como si ella hubiese sabido que iba a morir! Interrogamos al oficial de policía a cargo de ella. Dijo que había estado trastornada estos últimos días. Hemos tomado la carta original. Aquí tiene una copia. El líder del equipo me dijo que le diera una para ver si había alguna pista nueva.

Tomé el documento que decía: «Para mi pasado…».

Era una larga carta de Camila al pasado. La guardé con cuidado antes de informar a Camilo:

—Vamos a casa primero.

Sabía que nuestra madre estaba esperándonos.

—Mmm. Después de todo, ella es de la familia Esquivel.

Mientras Gabriel se quedaba para manejar los procedimientos restantes, los tres de nosotros entramos en un vehículo. Luego, recibí un mensaje de Maya. «Ese hombre está aquí de nuevo para tomar el té». Me llevó un tiempo darme cuenta de que estaba hablando de Ezequiel.

«¿Te dijo su nombre?».

«Hablamos, pero no es importante. No dijo su nombre, y mucho menos preguntó por el mío».

«¿Ezequiel no le dijo su nombre? ¿Pero por qué me lo reveló a mí?», pensé. En ese momento, recibí otro mensaje de ella:

«Está cubierto de sangre, así que le pregunté si estaba herido. Me ignoró y se sirvió un poco de té».

«¡¿Está cubierto de qué?!».