Te regalo toda una vida de amor Capítulo 428

Nunca me imaginé quedarme dormida en el auto, y cuando abrí los ojos, noté que el hombre en el asiento de al lado estaba pegado a su teléfono. Al final, calmé mi corazón amante de las carreras y continué manejando cuando vi que la lluvia había parado un poco. Una vez que llegamos a la base de la montaña, me pidió bajar antes de llegar a la ciudad, y yo obedecí su pedido aparcando a un costado del camino. Se bajó del auto, abrió su paraguas, y sonrió con calidez.

—Gracias, señorita. Si el destino lo permite, me gustaría verla de nuevo. Aquí el pago por el traslado.

Me dio un billete de cien, que no rechacé, y acepté antes de que se fuera. Luego, miré por espejo retrovisor y vi que él miraba atentamente hacia la dirección que yo conducía. Entonces, después de una breve pausa, doblé a la derecha y me dirigí a casa. Era tarde para volver al chalé, y estaba tan exhausta que me quedé dormida de inmediato después de acostarme. Esa noche, tuve un sueño extraño donde viajaba al pasado, a mi niñez, y visitaba personas que conozco. Pero, esas personas se me escaparon de la mente, y no pude visualizarlas. Era un misterio para mí porque, cuando abrí los ojos, estaba empapada de sudor. Recostada en la cama, no podía evitar pensar en ese sueño que se sintió como un sueño, pero que no lo fue del todo. Era algo que me había pasado de joven, pero los detalles se desvanecieron de mi mente. Solía tener un Border Collie cuando era joven porque estaba fascinada con los animales peludos. Luego, un día, alguien de repente me preguntó:

—¿Te gusta, Gina?

Afirmé que sí, pero el perro luego se perdió, y para el momento en que lo encontramos, había muerto. En los años venideros, no tuve otro perro hasta hace unos años, cuando me dieron dos cachorros. En Finlandia, también tuve dos ovejeros alemanes que Dante me había dado. Luego, con un suspiro, me levanté y fui al baño antes de tomar mis medicamentos para el cáncer y tomé conciencia de que debía ir al hospital más tarde por un control. Entonces, me cambié la ropa y fui hacia la planta baja, donde escuché a Leonardo decir:

—Tu hombre regresó. Está en el jardín.

Corrí hacia afuera, vi a Santiago cargando a Rita en los brazos y a Pedro al lado de él. Cuando Santiago me vio, sonrió y con calidez preguntó:

—Estás despierta. ¿Tienes hambre?

Negué con la cabeza y le dije

—No.

Cuando levanté a Pedro del suelo, él se quedó tranquilo entre mis brazos, pero Rita siguió moviendo los brazos llamando mi atención. Luego, intercambiamos niños con Santiago y besé a Rita, y luego miré hacia arriba, él me recordó y dijo:

—La situación actual en Bristonia es bastante caótica. Por eso, tú y Maya no deberían salir si no hay asuntos urgentes de los que hacerse cargo.

Preocupada, le pregunté:

—¿Por qué?

—Los Hayes y los Ferreiro están en desacuerdo. Desde que Nicolás estuvo ayudando a Charo, contrató un equipo de abogados para representarla. Hizo saberles a todos que la protegería, lo que hacía el dilema de Blas más precario. La grieta entre sus familias se abrió aún más desde que él hirió a Blas, y desde que las dos familias establecieron sus diferencias, las otras familias siguieron la demanda. Pronto, la familia Genova será el objetivo.

Santiago hizo una pausa mientras acariciaba mis mejillas y continuó:

—Esto no es muy importante, pero lo que sí importa es que alguien con influencia está en la ciudad ahora.

Luego, pregunté:

—¿Es amigo tuyo?

Frunció los labios y Santiago respondió:

—Es difícil explicar, pero es un enemigo. Nada bueno puede salir de esta persona poniendo un pie en Bristonia. Deberías contactar a Roberto y decirle que vuelva a la ciudad; si viene, podríamos controlarlo.

«Me está pidiendo que contacte a Roberto. ¡Esto solo puede indicar que el enemigo es tan formidable que se siente intimidado!». Entonces, presioné aún más:

—¿Quién es esta persona?

—Lo llaman Claudio Migueletes, pero ese es solo un alias. De todas formas, nadie sabe su nombre real, como si no se lo hubiese revelado a nadie.

Después, llevó a Pedro cerca de la pared, a donde el niño se acercó y trató de arrancar una rosa multiflora desde la maceta. Cuando me acerqué a él, agregó:

—No confía en nadie. Si tuviera que describirlo, lo llamaría enemigo, tanto así que toda figura poderosa de Europa le tiene miedo.

Rumié, «¿miedo? ¿Puede una persona engendrar miedo en los corazones de las figuras más poderosas de Europa?».

—Sip. Es por su personalidad destructiva.

Luego, pregunté:

—¿Por qué Raúl delegaba su poder en él? ¿Eso significa que está tirando la toalla después de todo?

Santiago frunció los labios:

—Hay algunas cosas que son difíciles de entender. No somos Raúl, entonces no sabremos qué es lo que está pasando por su cabeza.

—Debe estar buscándote si está en Bristonia. «Es porque Santiago, una de las figuras más prominentes en Europa, está actualmente en Bristonia».

Negó con la cabeza:

—No soy el único.

—Entonces, ¿quién más? Un presentimiento se apoderó de mí, y arriesgué una suposición.

—Como sabes Silvio Lebrón es uno de los objetivos, tú me recordaste eso Maya y no debería darle vueltas. Además, tú querías que Roberto viniera también…

Luego, Santiago confirmó mi suposición.

—Mencioné que «él» tiene una tendencia destructiva. No soy el único en la lista, Silvio Lebrón, Raúl y aquellos que lo han ofendido en Europa también están incluidos.

—¿Roberto lo ofendió de la misma manera? «¿Esto implica que él quiere que Roberto sea su escudo?».

—Sip. La mayoría de las facciones europeas lo han ofendido.

Me llamó la atención, entonces pregunté:

—¿De qué manera lo ofendiste?

—Parecido a Raúl, yo estaba empezando a causar problemas en Europa en ese entonces. Pero todavía, frente a nosotros seguía la enorme montaña conocida como Claudio Migueletes, y ese hombre era un destructor; tomó presa a cada familia sin importar modelo o razón. Fui severamente oprimido por él en aquel momento, entonces colaboré con las grandes familias y Raúl para eliminarlo, y todos creemos que ha muerto.

—Parece que todavía está ahí afuera vivo y bien, y que está en Bristonia —agregó.

Cada gran poder en el mundo le temía a aquel hombre no por sus habilidades, si no por la destrucción que podía causar con violencia desenfrenada y sin sentido.

Luego, Pedro, quien no tenía fuerza para arrancar la flor, solo pudo tocarla con suavidad, entonces Santiago lo ayudó a arrancarla antes de decir con un tono delicado:

—Sin embargo, ya no tenemos que temerle, porque su influencia es mínima. Silvio Lebrón y yo solo nos preocupamos porque nuestras respectivas familias residen en la misma ciudad, y él está en Bristonia. Estamos preocupados por como pueda afectarlos.

Se refería a mí, Maya y los mellizos. —Voy a estar bien. Me mantendré alerta cuando esté de un lado para otro.

Santiago no quería hablar de él, entonces me llevó adentro del chalé antes de ir a la cocina. Le di los niños a la niñera y fui con él, incitando a Leonardo a que resalte que soy una esposa cargosa. Afiné la mirada y le pregunté:

—¿Dónde está la señora Galván?

—Todavía no se levantó.

Luego, a propósito, le pregunté:

—¿Cuándo te estás yendo?

Leonardo estaba irritado por mi pregunta y retrucó:

—¿Estás intentando sacarme del medio cuando solo estuve aquí menos de un día? ¿Cuál es el apuro? Me gustaría pasar algunos días más con Sammy y Fernanda aquí; nunca consideré irme.

Enfatizó la última oración para que Fernanda, quien estaba en la habitación, la escuchara. «¡Leonardo tiene sus propios trucos!». No tenía intención de seguir con esas payasadas, entonces estuve a punto de ofrecer a Santiago un poco de asistencia cuando él preguntó:

—¿Dónde estuviste ayer?

—¿Por qué me cuestionas?

Él respondió:

—Contéstame.

—Pasé la mañana en la casa de té y la tarde en la compañía. Luego subí la montaña a buscar a Emilia porque se le había roto el auto, y ambos Jacobo y Cristóbal estaban allí. ¿Por qué me preguntas?

—Tienes un olor particular.

Bajé la cabeza y olí.

—¿Es aquí?

Sin embargo, frunció el ceño y dijo:

—Huele conocido.

—¿Eh?