Te regalo toda una vida de amor Capítulo 263

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 263

Cuando me desperté, era la una de la madrugada y tenía mucha sed. Por suerte, Gabriel se había quedado a mi lado todo el tiempo, así que, cuando le pedí agua, me sirvió un vaso deprisa y me lo acercó a los labios.

—¿Cómo salió la cirugía? —pregunté tras beber un sorbo—. ¿Dijeron algo los médicos?

—Todo salió perfecto. El médico dijo que debes tomar los medicamentos a horario y hacerte chequeos de manera periódica. Si te ocupas bien de tu cuerpo, todo debería ir bien —respondió el asistente con suavidad.

«Eso no quiere decir que esté curada», pensé al escucharlo, pero no podía seguir insistiendo con mi negatividad, ya que había elegido la mejor opción para hacer más llevadera la enfermedad. Entonces miré hacia la ventana y le ordené:

—Ve a descansar.

—Presidente Esquivel, su madre quisiera verla —anunció él con cierta vacilación.

Yo sabía que no podía ocultarle el hecho de que estaba en Francia, pero ¿qué sentido tenía que nos viéramos? Para ella, no nos unía nada más que el vínculo sanguíneo.

—Busca una excusa para rechazarla —respondí con calma.

Cuando Gabriel salió de la habitación, quise cerrar los ojos y dormirme, pero el dolor se había tornado insoportable y no pude más que quedarme despierta esperando que llegara la mañana. El médico me ordenó que hiciera reposo hasta que estuviera recuperada. Al principio mi plan era marcharme enseguida tras la cirugía, pero mi cuerpo estaba muy debilitado. Siete días más tarde me quitaron los puntos de sutura, pero tuve que quedarme unos días más en el hospital porque las heridas aún no terminaban de cicatrizar.

Cuando pude regresar a Bristonia, estábamos a principios del mes de febrero; el invierno había terminado en el continente y estaba llegando la primavera. Mi ánimo había mejorado mucho y estaba considerando ir al chalé Esquivel a visitar a mis padres, pero temía que quisieran hablar de Santiago. Que yo no me atreviera a contarles lo que había pasado entre nosotros no quería decir que ellos no estuvieran al tanto; al fin y al cabo, el escándalo con Nicolás se había vuelto viral, pero mi madre nunca me había llamado para preguntarme por el tema. De repente, me di cuenta de que mis padres no habían querido molestarme con eso porque sabían que me podía afectar. Tenía que admitir que nadie me conocía como ellos.

El chalé de la montaña estaba demasiado lejos del centro de Bristonia y tenía unas seis horas de viaje hasta el hospital para hacerme los chequeos, por lo que compré otra vivienda cerca del chalé Esquivel y me mudé a ella. El primer día que estuve allí, me puse en contacto con Maya y me dijo que ella también iba a estar de regreso al día siguiente.

—Ven a vivir conmigo cuando llegues —sugerí. Ella sonrió del otro lado de la línea.

—Tengo mi propia casa —respondió.

Era cierto que siempre había tenido una casa en Bristonia. Había gastado todo su dinero en esa casa, incluso tras haberme pedido que invirtiera en Minino Café. Pese a eso, recordé que había cerrado la casa de té para estar con Alán, y que yo le había dejado todo el dinero de la venta del negocio, incluidos los cinco millones de dólares.

—¿Aún quieres abrir el Café Minino? —le pregunté tras pensarlo un poco.

—Sí —respondió enseguida, pero luego me sorprendió al comenzar a explicarme en un tono acomplejado—: En estos últimos años no trabajé, ya que Raúl me mantuvo como si fuera una mascota. ¡No puede ser independiente ni destacarme! Cuando por fin retomé mi afición hacia el dibujo y estaba logrando algunos avances, mis manos quedaron destruidas. Ahora no tengo nada, Gina. Estoy cubierta de cicatrices y tengo el rostro arruinado. ¡Cada vez tengo menos autoestima y me siento peor! Quiero retroceder en el tiempo y regresar a la época en que pasaba las horas en el Café Minino sin siquiera saber de la existencia de Alán y de Raúl. —Hizo una pausa y continuó entre sollozos angustiantes—: Ya no tengo energía para emprender nada. Solo quiero vivir la vida en paz. Tengo algo de dinero aquí, y fuiste tú quien…

—¿Puedo invertir en la casa de té, Maya? —la interrumpí con una sonrisa. Ella se quedó un momento en silencio.

—Gracias, Gina.

—Cuando vengas hablaremos de los detalles.

—Estoy muy agradecida por haberte conocido en esta vida.

—Y yo a ti —respondí con alegría. Estaba feliz de haber tenido la suerte de conocerla y agradecida por el cariño que me había brindado en aquellos primeros tiempos.

Después de dejar el teléfono, fui con Gabriel al hospital a hacerme el primer chequeo. Después, como me quedaba algo de tiempo, fui al departamento del centro y busqué el libro El guardián del arrozal, que le pertenecía a Santiago. Lo tomé y estaba a punto de irme cuando golpeé una caja que estaba sobre el cabezal de la cama: era el regalo que Nicolás me había dado en Navidad. Sentada en el borde de la cama, recordé las palabras que él había dicho en la conferencia de prensa y pensé: «Es cierto que cometió muchos errores, pero ahora… ¿Quién puede decir que nunca cometió un error en su vida amorosa? Lo perdono por todo lo que hizo». Con eso en mente, abrí la caja. Al ver las fotografías que estaban dentro, me quedé atónita y el odio reemplazó al sentimiento de alegría.

Con la caja en la mano, salí a toda prisa de la habitación. Gabriel me preguntó qué había sucedido, pero no le respondí; en cambio, le pedí que me alcanzara las llaves del auto, lo cual hizo sin chistar. Conduje hasta el chalé Ferreiro, pero el mayordomo me dijo que Nicolás no estaba en la casa. En lugar de llamarlo, decidí ir hasta Corporativo Ferreiro y, al encontrarlo allí, le di una bofetada enérgica en el rostro sin importarme quién estuviera mirando. ¡Jamás en la vida había estado tan furiosa! Él quedó desconcertado y yo comencé a sollozar.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? —estallé.

¿Cómo podía haberme ocultado a mis propios hijos? Me puse en cuclillas y comencé a llorar sin control mientras aferraba la caja con fuerza. Adentro había dos fotos de bebés y una carta de puño y letra de Nicolás que decía: «Feliz cumpleaños, Gina. Estas dos criaturas son tus hijos y tienen casi seis meses de edad. A veces, subconscientemente, llaman a su padre. Cuando los oigo, siento un dolor enorme en el corazón… Si no hubiera sido tan desalmado, ahora mismo tendría un hijo de tres años que me llamaría “papá”. Te pido perdón por haberte ocultado a tus hijos durante tanto tiempo. Decidí devolvértelos, tómalo como un regalo de cumpleaños. Sé que vas a odiarme por esto, pero está bien; estoy dispuesto a aceptar cualquier castigo de tu parte».

Mientras lloraba sin consuelo, él se agachó con la intención de abrazarme, pero luego no se atrevió a hacerlo y se quedó mirándome con cautela. Al sentir su mirada, el odio dentro mío creció aún más. Entonces no pude contenerme y descargué todo ese dolor en una patada feroz.

—¡Eres un malnacido, Nicolás! ¡Una basura! ¡Jugaste con mis sentimientos durante tres años y arruinaste mi cuerpo! ¿Por qué me haces esto? No te debo nada. ¿Sabes… sabes lo devastada que estuve? ¿Acaso conoces esa sensación de desesperanza? ¿Qué crees que soy, un monstruo sin corazón? —le grité con fiereza. Él soportó las patadas con los ojos llenos de lágrimas.

—Lo siento, Gina. Fue un grave error. ¡Te hice sufrir!

Sus palabras solo provocaron que las lágrimas continuaran empapándome el rostro sin que pudiera controlarlas, y que el odio en mi interior se hiciera más visible.

—¿Pensaste que nunca me iba a sentir herida? Nicolás, el día que nos divorciamos te dije que tenía veinte años cuando me casé contigo. A esa edad, no podía comprender el odio y la actitud indiferente que los demás tenían conmigo, sobre todo la tuya, la de mi marido, ¡la persona en la que debía poder apoyarme! Honestamente, no soy tan fuerte como crees. Pero no solo no te preocupaste por mí ni me comprendiste jamás, sino que me hiciste sufrir, ¡siempre me hacías poner triste y te empeñabas en empujarme hacia el borde del abismo! —vociferé entre sollozos.

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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