Te regalo toda una vida de amor Capítulo 241

Durante todo este tiempo, estuve perdiendo y recuperando el conocimiento. Sentía que mi vida pasaba frente a mis ojos. Los primeros en los que pensé fueron mis padres y después en Leonardo y Camila. Luego, pensé en la primera persona más importante en mi vida, Cristóbal, seguido por mi patético matrimonio con Nicolás. Al final, llegó Santiago, la última persona en entrar a mi vida. Estar a su lado fue como enamorarme por primera vez y fue él quien me enseñó cómo se siente ser querido por alguien más.

Cuando estaba en el punto más bajo de mi vida, fue Santiago quien me ofreció un amor fuerte e incondicional; me dio fe y se volvió mi fe. Lo amaba tanto como amaba a mi fe. ¿Qué era la fe? Era aquella cosa que todos perseguimos y que buscamos no profanar. Pero aquel ataque y aquellas palabras de Santiago acabaron con esa fe. Su madre fue la única que logró cambiarlo por completo. Me había prometido dejarme hacerme cargo de la situación, pero no cumplió con su palabra.

Mi cabeza me daba vueltas y sentía que se me cerraban los ojos al tiempo que oía a alguien hablar y decir:

—Mamá, el doctor dice que es Regina quien se rehúsa a despertar, pero los Genova están exigiendo verla en este instante.

Una voz gentil fue quien tomó la decisión:

—Tomando en consideración que hablamos de la cabeza de la familia, podemos devolvérsela. Además, si se queda aquí, no habrá paz en el castillo y esto sería contraproducente en su recuperación.

Tras esta conversación, sentí que alguien me movía, pero me rehusé a abrir los ojos para averiguar de quién se trataba. De pronto, imaginé a dos pequeños de cerca de siete u ocho meses quienes comenzaron a gatear hacia mí. Se parecía mucho a aquel hombre y quise soltar un gran grito de terror, pero ningún ruido salía de mi garganta. Sus pequeños rostros se esclarecían cada vez más al tiempo que intentaba ahuyentarlos cuando, de la nada, se pusieron de pie y ¡se transformaron en Santiago!

—Señor Castillo, su condición es bastante inestable —dijo una voz.

Entonces, otra voz familiar respondió:

—¿Está teniendo pesadillas? Rápido, llama a los doctores.

Podía sentir el latido de mi corazón en los oídos y, cuando al fin me obligué a abrir los ojos, ahí estaban Antonio y José frente a mí.

—¿Dónde estoy? —pregunté temerosa.

—Vamos de regreso a Eldamia, señorita —respondió con paciencia Antonio.

Luego, volví a cerrar mis ojos.

—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

—Veintitrés días —respondió Antonio.

«Veintitrés días… Eso significa que me perdí la Noche de Acción de Gracias y el cumpleaños número veintiocho de Santiago. Bueno, ¿por qué habría de pensar en celebrar su cumpleaños con él?»

—¿Cuándo es Nochebuena? —pregunté una vez más.

—Faltan cinco días para Navidad, señorita —respondió Antonio.

«Así que mi cumpleaños veinticinco es en cuatro días», pensé. E todos estos años, jamás he recibido felicitaciones de cumpleaños de parte de mis seres queridos.

—¿Está nevando en Eldamia? —pregunté con timidez.

Antonio volvió su rostro a José y, momentos después, fue este último quien me dio la respuesta.

—Hubo una tormenta de nieve el día de ayer en Eldamia, señorita. Se esperan fuertes lluvias el día de hoy —dijo José.

Personalmente, prefería pasar los días fríos, helados y sombríos en Eldamia, acompañando sus duras tormentas.

—Vayamos a Eldamia, entonces —ordené con voz suave.

—¿Quiere quedarse en el chalé Esquivel o en el departamento? —preguntó Antonio.

—Quiero quedarme en un chalé distinto. Compra uno nuevo para mí —indiqué.

Los chalés más exclusivos de Eldamia se ubicaban en la cima de las montañas, a las afueras de la ciudad. Además, era un área privada y tranquila. Los residentes de esas zonas solían ser los primeros en disfrutar de la nevada o de la lluvia tan pronto esta cayera.

No era la primera vez que visitaba esta zona residencial; había pasado una noche aquí con Nicolás. En nuestro camino a la residencia, vi aun gatito hecho bolita a la entrada de uno de los chalés. El pelaje naranja del gatito estaba empapado y no pude evitar sentir pena por él. Las luces del lugar estaban encendidas y parecía que estaba habitado. «¿Seguirá quedándose aquí Nicolás?»

—Quiero que me averigües los detalles de esta casa —dije a Antonio.

En ese momento, Antonio hizo una llamada y proporcionó la dirección y el número de la casa a la persona del otro lado del teléfono. No tardó en tener una respuesta para mí.

—La casa pertenece a Nicolás, pero el señor y la señora Mora son quienes se están quedado ahí en este momento —dijo.

Esto me tomó por sorpresa.

—¿Quieres decir que Benedicto Mora se encuentra en esa casa?

Antonio me explicó paciente:

—Así es. Conforme a sus órdenes, logré que Alicia… Bueno, ella perdió la cabeza y, debido a que no se encontraban muy estables, la familia Mora decidió unir fuerzas con los Ferreiro, lo que significa que Nicolás está actualmente al frente de Corporativo Mora. Él fue quien hizo que el señor y la señora Mora se mudaran a este chalé acompañados de otros miembros de la familia. Las familias más jóvenes se están quedando en Aselia y Alicia fue admitida en un hospital psiquiátrico.

Ya tiene tiempo desde que me encontré con Alicia en la fiesta de compromiso de la hermana de Manolo. Recuerdo que en aquel entonces Alicia se rehusaba a aprender su lección y no paraba de meterse conmigo. Tanto fue así que tuve que llamar a Antonio para que se encargara de ella. Desde aquel incidente, no había sabido nada de ella y no tenía ni idea de que estaba internada en un hospital psiquiátrico. «Bueno, ¡supongo que eso es lo que se gana por ser tan arrogante!»

Solté un suspiro y decidí dejar de indagar más sobre el tema. Luego, palpé con mi mano la zona donde me habían apuñalado en el estómago. La cicatriz que la herida dejó sobresalía un poco, pero el sangrado ya había parado y estaba sanando. ¡Sorprendentemente, la cicatriz estaba justo sobre el tatuaje de la flor lisianthus!

En poco tiempo, llegamos al chalé que Antonio había preparado para mí. No estaba muy lejos del chalé de Nicolás. Desde aquí podía observar todo lo que pasaba en su jardín. Por suerte, el único presente ere Benedicto y no tenía problema con eso. Después de todo, solo estaría aquí hasta que me sintiera mejor, por lo que supuse que no sería por mucho tiempo.

Al salir del auto, José ya tenía preparada un paraguas para mí y Antonio me dio los recordatorios médicos.

—Señorita, el doctor mencionó que su útero había sufrido daño por la patada que recibió directo al estómago. Recuerde que puede experimentar dolor ocasional y, si eso ocurre, tendrá que tomarse el medicamento para el dolor. Además, sufrió de un traumatismo en la cabeza, cuestión que, según señaló el médico, podría tomarle un tiempo sanar por completo. Debe tomar su medicamento todos los días y abstenerse de consumir alimentos picantes.

Asentí con la cabeza y entré al chalé. Antonio continuó:

—Todos sus antiguos guardaespaldas murieron en el incidente de Finlandia, así que José es el único que actualmente sigue trabajando bajo sus órdenes. Sin embargo, ya hemos seleccionada a veintitrés nuevos hombres para usted y la seguridad ya fue reforzada de manera que la familia Genova pueda rastrear su ubicación sin importar dónde se encuentre ni qué hora sea.

Seguía sin creer que José fuese el único de veinticuatro guardaespaldas en lograr sobrevivir el viaje a Finlandia. Si no hubiera intentado distraer al enemigo en ese momento, es probable que hubiera terminado muerto con el resto de los guardaespaldas. Esos hombres llevaban casi un año trabajando para mí y conocía a cada uno por nombre. ¡Me costaba creer que ya no estaban aquí! Lamenté mucho su pérdida. Y ese fue el momento en el que me di cuenta de que jamás perdonaría a aquel hombre por lo sucedido.

La sangre me hervía de la ira que sentía en mi interior al tiempo que le daba órdenes a Antonio.

—Quiero que te asegures de que se atiendan las necesidades de todas y cada una de las familias de los guardaespaldas fallecidos. La familia Genova se hará responsable de los padres mayores y sus retiros, así como de la educación de los hijos que les sobreviven. También, después de lo que pasó en Finlandia… Necesito que realices una investigación detallada sobre la organización responsable por esta tragedia. ¡Tenemos que acabar con ellos!

Antonio quedó pasmado ante tal petición, pero, después de un momento, respondió:

—Considérelo hecho, señorita. ¿Para cuándo quiere la información?

¡Si la familia Genova se proponía terminar con una organización completa, contaban con todos los medios para hacerlo!

—Por ahora solo comienza con la investigación. ¡Regresaré a su base después de las fiestas de Año Nuevo!

¡Quiero que Santiago se arrepienta por todo lo que hizo y que los que me avergonzaron paguen por sus acciones!

—Bien. Le tendré los detalles listos el día de mañana —dijo Antonio.

Solté un suspiro y llamé a Antonio una vez más.

—¿Sí, señorita? —contestó.

—Quiero que vayas a mi departamento en Eldamia y me traigas el mapa de la influencia global de los Genova. También quiero que ajustes los dos anillos a la medida de mis dedos —dije con tono serio.

—Señorita, ¿qué es lo que planea hacer? —preguntó sorprendido Antonio.

—Lo que Santiago haría —respondí.