Te regalo toda una vida de amor Capítulo 234

No obstante, Olivia solo tartamudeó y se rehusó a darme una respuesta concreta. Fue en este momento que Emilia notó que algo pasaba entre nosotras, por lo que se acercó. Al llegar, reposó su barbilla en mi hombro y murmuró:

—¿De qué están hablando?

Al escuchar una nueva voz, Olivia lució más nerviosa. No quería que se sintiera presionada, por lo que dejé el tema de lado. Pese a esto, seguía dudando mucho de sus acciones. En este momento, de repente, recordé a Nicolás. Cuando pensaba en él, mi mente se apartaba de todo lo demás. Sabía que no estaba en mi mejor momento para tratar de entender la situación, por lo que traté de reprimir todo mi desastre interno y solo dije:

—No es nada. —Después, cambié el tema rápidamente. —¿Cristóbal aún no llega?

—¿Y cómo se supone que lo sepa? —preguntó Emilia.

Su actitud hacia Cristóbal no había cambiado, aun cuando había pasado ya un año. En verdad me pregunté qué pasaba por su cabeza. De cualquier modo, le acaricié la cabeza y ella rodeó mi cintura con sus brazos, sonriendo mientras decía:

—¿Puedes acompañarme, Regina? Quiero ir a conocer el lugar.

A pesar de que Emilia era más joven que nosotras, ella era una persona muy atenta. Era probable que notara que algo andaba raro entre Olivia y yo, así que quiso separarnos antes de que alguna de las dos perdiera los estribos.

—Está bien.

Accedí porque sabía que ella solo quería lo mejor para nosotras. Cuando bajamos, nos encontramos con Cristóbal, quien acababa de estacionar su carro frente al hotel. Cuando nos vio, se quedó sorprendido.

—¿Acaso ustedes vinieron a aquí solo para recibirme?

—Qué narcisista eres, tío Cristóbal —replicó Emilia con sarcasmo.

Cristóbal no tomó en serio su comentario y solo sonrió con gentileza.

—Solo dábamos un paseo —expliqué con una sonrisa.

—Está bien. Iré a buscar a Olivia.

Entró al hotel y ahí noté que su figura era alta y ancha. Dirigí mi atención a la joven a mi lado y, en voz baja, comenté:

—Cristóbal fue la persona que esperé cuando era joven. Él era tan extraordinario y encantador. No obstante, él siempre será una la luz a la cual no pueda alcanzar…

En ese momento, las estrellas llenaban el cielo nocturno de Gretaña. Cuando Emilia escuchó mi comentario, entrelazó nuestros brazos y, con curiosidad, preguntó:

—¿Por qué no te puedes acercar a él?

—Algunas veces la luz quema. —Incliné mi cabeza y miré hacia su hermoso y joven rostro. —Cuando lo conocí, él era la luz. En cuanto a Olivia… Bueno, es probable que conozcas sobre sus asuntos. Él solía ser la esperanza de Olivia. En cuanto a ti… Tú eres la única que no se enamoró de él a primera vista en cuanto lo conociste como pasó con nosotras y tampoco lo admiras. Actúas despreocupada cuando estás con él; más bien, puedes seguir siento tú misma a pesar de estar con él.

—¿Por qué de la nada comenzaste a hablar de él? —cuestionó Emilia mientras me miró con seriedad.

—Cristóbal me comentó que le gustas —respondí con franqueza.

—¿Y tú deseas que nos quedemos juntos? —preguntó Emilia mientras fruncía.

—No. Solo espero que le des una oportunidad.

—Él me trata como un caballero, Regina —indicó Emilia.

Tenía razón. Cristóbal siempre había sido un caballero.

…

Desde que Cristóbal confesó su amor por Emilia en Año Nuevo, él jamás lo volvió a traer a la mesa, ya que la conocía muy bien. Si ella estuviera indispuesta aceptarlo, entonces sería inútil tratar de cortejarla. De esa forma, decidió llevar las cosas con calma y continuó encontrándose con ella usando todo tipo de excusas. Él creía que, algún día, ella le abriría su corazón. No obstante, él no la podía esperar por siempre; después de todo, él era catorce años más grande que ella.

—Yo no existía cuando tú naciste y cuando tú estabas grande yo apenas había nacido. —Esto fue lo que Emilia le dijo alguna vez.

Cristóbal pensó en sus interacciones mientras dejó atrás a las dos mujeres, quienes eran de las personas más importantes en su vida, y entró al hotel. Cuando llegó al tercer piso, vio a Olivia esperándolo. Ella también era importante para él, pero solo podía ser una parte de su familia y él siempre la trataría como a una hermana. Ahora que Olivia se casaba, él al fin podría respirar con alivio.

—Hola, Olivia —saludó.

—¿Podemos ir a caminar por el río, Cris? —preguntó Olivia al verlo, sonriendo. Había algunas palabras que quería decirle. Ella deseaba terminar este amor no correspondido que duró décadas, aun cuando él jamás le dio esperanza alguna.

—Vamos —contestó Cristóbal mientras asentía.

Cuando llegaron al río, no notaron al hombre que estaba parado detrás de un árbol, dejando que el viento le remolinara el cabello. Alexis los miró caminar. Uno de ellos era su futura esposa, mientras que el otro era alguien a quien Olivia jamás le había presentado, pero él sabía quién era el hombre.

Claro, él sabía quién era Cristóbal. ¿Cómo no podría saberlo? Después de todo, había escuchado sus recitales. Alexis también estaba enterado de que Cristóbal, el músico de fama internacional, era el hermano de Olivia y que, aparte, tenía otro hermano, el gemelo de Cristóbal.

Él conoció a uno de ellos cuando fue a Gretaña para proponerle matrimonio a Olivia. Además, podía diferenciar a los gemelos entre sí porque ambos tenían rasgos muy distintivos: Cristóbal emanaba una personalidad cálida, mientras que Nicolás era intimidante.

Mientras Olivia y Cristóbal caminaban por el río, se fueron acercando más y más a su lugar. En ese momento, él sintió que Olivia lucía diferente a su actitud de siempre; era más cautelosa y reservada. Alexis frunció ante este comportamiento, pero después escuchó su tensa voz, diciendo:

—Lo siento, Cris. No quise avisarte sobre la boda al último minuto. Es solo que… Lo siento. De… de verdad te extrañaba.

—Solía imaginarme cómo te verías cuando llegara el día de tu boda, Olivia; lucías reluciente, brillando de felicidad. —La voz de Cristóbal era suave mientras la tranquilizaba.

—Te he estado siguiendo a todos los rincones del mundo por décadas, Cris. Perdiste a Regina por mi culpa… Lo siento. Sé que mi amor fue egoísta y estaba mal, aunque, si soy honesta, hay algo que siempre quise decirte: al fin me rendí contigo, Cris. Espero que puedas encontrar una felicidad real y también espero que me puedas desear lo mismo.

Cuando Alexis escuchó esas palabras, al fin entendió cuál era el secreto de Olivia. Aun así, se preguntó si ella de verdad encontraría la felicidad real ahora que estaba con él. Cuando pensó en el hecho de que Olivia amó a Cristóbal por décadas y lo siguió a todas partes del mundo, aun cuando el hombre no estuvo interesado en ella, su corazón se estrujó por ella.

—Te deseo una felicidad real, Olivia. —Mientras habló, Cristóbal acarició el cabello de Olivia, lo que la dejó sorprendida.

—Jamás habías acariciado mi cabello desde que soy una adulta. No fui más que una carga para ti en estos últimos años. Te hice sentir incómodo debido a mi comportamiento y lo lamento —comentó Olivia con un tono arrepentido.

—Olivia.

—Cris…

—Tú siempre serás mi familia.

Olivia y Regina eran parte de su familia. En ese momento, Olivia al fin aceptó que él siempre sería su hermano y que la persona a la que él amaba era Emilia.

—Gracias por protegerme durante todos estos años, Cris.

—Yo siempre te protegeré. —Cristóbal sonrió.

Olivia entendió que Cristóbal la hubiera tratado mucho mejor que a nadie más si no hubiera estado enamorada de él. En este momento, ella estaba agradecida de verdad y se sentía afortunada de haber recobrado todos sus sentidos. Al final, encontró a alguien a quien amar y proteger, alguien con quien estaba dispuesta a tener hijos.

Cristóbal se quedó un rato más con ella antes de volver al hotel. Después de tomar una ducha, envió un último mensaje a Emilia.

«Nos vemos después, Emilia».

…

Después de que Cristóbal regresara al hotel, Olivia vio a Alexis parado a unos cuantos pasos de un árbol. El momento en que ella notó que él la miraba con sus hermosos ojos, lo llamó:

—Álex.

Alexis respondió con un sonido.

—No estoy embarazada.

—Lo sé —contestó.

—¿Cómo? —Olivia enfocó su mirada de inmediato de él, completamente confundida.

—¿Se te olvidó cómo me gano la vida? —preguntó Alexis, divertido. Él era un doctor.

En ese momento, Olivia comenzó a reír y dijo:

—¿Acaso eres omnipotente?

—Confío en ti —contestó sin dudarlo.

Él creía en ella con todo su corazón. Creía que no le mentía. Cuando Olivia entendió el significado detrás de sus palabras, sus ojos se enrojecieron y quiso a abrazar a Alexis con desesperación, por lo que lo hizo. Se abalanzó sobre él y hundió su rostro en su abrazo, acurrucándose en él.

—Gracias por ser tan comprensivo. —En su tono se notaba lo agradecida que estaba.

Mientras la abrazó, escuchó que lo llamaba, aunque su voz estuviera opacada por su rostro escondido.

—¿Sí?

—Alex. —Olivia repitió.

Alexis no sabía qué decir ante este comportamiento. Al final, Olivia lo miró con adoración y confesó:

—Te amo, Álex.

Ella estaba agradecida de verdad de que él se apareció en su vida. Alexis sonrió enormemente a su confesión y contestó:

—Gracias por escogerme, Olivia. —Él también estaba agradecido de que una mujer tan orgullosa como ella estuviera dispuesta a casarse con él.

—Mañana seré tu esposa, Álex.

—Sí, y yo mañana seré tu esposo.