Te regalo toda una vida de amor Capítulo 231

—¿Alguien te comentó algo?

—Solo es curiosidad. —Negué sacudiendo la cabeza.

—Tiendes a sacudir tu cabeza cada vez que mientes —indicó. —Sin mencionar que también apartas tus ojos. Reina, sin importar el tipo de rumor que sea, debes creer una sola cosa: jamás te dejaré, por ninguna razón, y nunca soltaré tu mano solo porque haya obstáculos en el camino.

«¿Por qué dice todo eso de repente…?».

—¿Cuándo fue la primera vez que te enteraste de mí? —Repetí mi pregunta tercamente.

En el pasado, hubiera guardado esas palabras en lo más profundo de mi ser y dejar que me torturaran en silencio al imaginar todo tipo de escenarios en mi cabeza al escuchar lo que Elisa dijo. No obstante, cuando se trataba de Santiago, necesitaba aclarar las cosas. Él sabía que yo quería una respuesta, así que pensó por un momento antes de contestarme con seriedad.

—Primero escuché sobre ti en el pasado, pero nunca le presté mucha atención. Tampoco sabía cómo lucías. La primera vez que en verdad te noté fue cuando nos vimos frente a frente, pero fue hasta mucho después que me di cuenta de que eras la cabeza de la familia Esquivel y la exesposa de Nicolás Ferreiro. A pesar de que pude conocer más sobre ti desde antes, no estaba interesado en hacerlo. Te creí cuando dijiste que eras Mayra Esquivel porque no me importaba saber si era verdad o no.

Eso mismo dijo la primera vez que nos hospedamos en una casa de viaje. En ese caso, le creía. Siempre y cuando las palabras vinieran de él, le creería todo lo que dijera. Además, su comportamiento en aquel entonces no fue raro. Incluso me preguntó si me faltaba dinero y se ofreció a ayudarme. Claro, si hubiera sabido mi verdadera identidad en ese momento, tal vez no hubiera hecho una pregunta tan tonta.

Nuestro primer encuentro no fue planeado o deshonesto. Él me permitió acercarme por la sencilla razón de que era Mayra Esquivel. No era debido a un malentendido por el riñón…

—¿Por qué dejaste que me acercara a ti en aquel entonces? —pregunté con suavidad.

¿Por qué anunció de la nada que sería mi hermano y me protegería el resto de su vida? Había tantas mujeres en el mundo; entonces, ¿por qué a mí?

—Tú me besaste —contestó con indiferencia.

—¿Qué? —Estaba confundida.

—Después de que caíste al río, no pudiste regular tu respiración. Cuando me acerqué a ti… Me besaste en ese momento, Reina. Siempre actué solo en mi vida, pero era terco hasta los huesos. ¡La verdad es que soy conservador y de la vieja escuela! Cuando me besaste ese día… Ese fue mi primer beso. La situación fue tan inesperada que no pude detenerte entonces. Las cosas ya habían progresado para entonces y no había nada que pudiera hacer. Tal vez dejaste una marca en mi corazón con eso, así que…

De repente apartó la vista, pero continuó con un tono decidido.

—Así que, sin importar los errores que puedas cometer o los problemas que puedas causar en el futuro, siempre te aceptaré y te mimaré. Te consideré como una niña que necesitaba tiempo para crecer.

Miré el perfil del hombre al lado mío. Al recordar nuestras interacciones, me di cuenta de que él siempre había sido consentidor conmigo. Sin importar lo que pasase, él siempre actuaba como alguien ajeno a la situación y jamás me castigaba o me regañaba. ¡Además, siempre fue el primero en acercarse y protegerme cuando estaba en problemas!

Él siempre fue un adulto maduro, con los pies en la tierra, alguien que me cuidaba a la distancia a una niña. En este caso, yo era la niña en cuestión. Él siempre me consintió y me mimó como si fuera una pequeña. ¿Y qué si las cosas que Elisa dijo resultaban ser ciertas? ¿Y qué si él de verdad quiso matarme? Aun cuando fuese a morir por sus manos un día, estaría dispuesta a morir por él.

—Gracias, Santiago.

«Gracias por aparecerte en mi vida en el momento indicado».

…

Santiago y yo continuamos en vela esa noche. Por desgracia, eventualmente me cansé mucho y me vi obligada a regresar al cuarto. Una vez entré ahí, sentí un sabor metálico en mi garganta, pero no le di mucha importancia. Era como si mi cuerpo entero se sintiera débil y no tarde en quedarme dormida en la cama. No mucho después, escuché que alguien llamó mi nombre a mi lado. Abrí mis ojos con pesar y vi a Santiago. Él notó que no estaba bien, así que, con gentileza, me preguntó:

—¿Aún tienes sueño?

—¿El funeral está por empezar? —contesté con otra pregunta mientras me hundía en sus brazos.

—Sí. Necesitas levantarte y cambiarte.

Muy reacia, me levanté para cambiarme. Luego, arrastré mi cansado cuerpo a la puerta para acompañar a Santiago y despedir a su madre por última vez. Cuando cerraron el ataúd, noté sus ojos enrojecidos y húmedos.

El funeral terminó a las nueve de la mañana. Condujimos de regreso a Eldamia de inmediato en lugar de volver al chalé Genova. En el camino de regreso, mi abdomen continuó doliéndome. El sabor metálico volvió a mi garganta, pero más fuerte. Cuando al fin llegamos al departamento ya eran las dos de la tarde.

Santiago bebió un vaso de leche, se dio una ducha y fue al cuarto a dormir un rato. Por otro lado, aproveché mientras él dormía para ir al hospital a una revisión. Fui al Hospital Genova y, al llegar, el director me recibió de inmediato en cuanto le avisaron y me atendió. Por desgracia, los resultados de la tomografía no fueron muy satisfactorios. El diagnóstico del doctor indicó que pudiera haber una reaparición de mi cáncer.

—¿No me había curado por completo? —pregunté, impactada. —¿Cómo puedo tener una recaída?

—Señorita, revisé sus registros médicos. Su cáncer endometrial estaba en un estado avanzado. El término «estado avanzado» suele indicar que… bueno, no será sencillo curar la enfermedad, sin importar el tratamiento. Nadie en el campo de la medicina puede garantizar que no habrá ninguna oportunidad de recaídas en el futuro. Combinado con su difícil parto hace cuatro meses… A pesar de que recibió el tratamiento a tiempo, su cuerpo sufrió daños en el proceso. Este ya comenzó a mostrar síntomas de recaída. Le sugiero que continúe tomando los medicamentos contra el cáncer.

«¿Si tengo estos síntomas de recaída significa que puedo llegar a morir por mi enfermedad en cualquier momento? Ya he escapado de las garras de la muerte en varias ocasiones. ¿La suerte estará de mi lado esta vez también? ¿Seré lo suficiente afortunada como para que los cielos me favorezcan después de tantas veces?».

—¿Qué tan efectivos son los medicamentos contra el cáncer? —pregunté mientras me cubría mis ojos enrojecidos con mi mano.

—Señorita, el medicamento que tomaba con anterioridad es producido por la familia Genova. Estos son los más avanzados en el mundo y pueden estabilizar su condición actual. No debería haber problema siempre y cuando continúe tomándolos, pero no lo puedo garantizar.

Sentí un vacío en mi interior ante el diagnóstico del doctor. Exhalé con pesar y al final accedí.

—Por favor, recéteme la medicina por ahora.

El doctor me recetó unos analgésicos y me dio un vaso de agua. Después de tomármelos, el dolor en mi abdomen fue desapareciendo de forma gradual. No obstante, me sugirió evitar las relaciones sexuales y mantener una frecuencia de máximo dos al mes. De igual forma, no podía participar en ninguna otra actividad movida o extenuante.

«Santiago es un hombre muy apasionado. ¿Cómo podría ser gentil en ese aspecto? Al menos que le mencione algo… Pero es definitivo que se dé cuenta del problema en ese instante. No quiero que se preocupe por mí después de que se entere sobre mi condición. Olvídalo. Pensaré en algo cuando llegue el momento».

Después de comprar la medicina, regresé al departamento. Una vez ahí, me senté en la sala y arranqué las etiquetas de las botellas antes de guardarlas. Santiago jamás esculcaría entre mis cosas, así que el lugar más peligroso para ocultarlas también sería el más seguro.

Me quedé en la sala, mirando a la nada y preguntándome por qué mi vida amorosa estaba tan llena de dificultades. Jamás había tenido un momento en mi vida amorosa donde las cosas fueran sin problemas, sobre todo cuando se trataba de Elisa y la condición de mi cuerpo…

«A partir de ahora, evitaré hablar con él sobre el matrimonio. Ya perdió una madre debido a nuestro compromiso. Si nos fuéramos a casar… Elisa tiene razón con respecto a eso. Él cargará con la culpa por siempre y yo no deseo verlo así jamás».

Cerré mis ojos. Sentía que mi corazón era como un ancla que me presionaba todo el estómago. Estaba siendo sofocada por el dolor innegable que sentía en el fondo. Cuando abrí los ojos de nuevo, me encontré con otro par de ojos oscuros. El dueño de dichos ojos preguntó:

—¿Por qué lloras?