Te regalo toda una vida de amor Capítulo 200

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 200
Al igual que en Bristonia, en Eldamia también llovía muy seguido. Las copiosas gotas de lluvia caían a cántaros sin cesar, pero nada de esto me importó al momento de forzar mi cuello para mirar a Santiago con los ojos entrecerrados. Él me miraba con el ceño fruncido y sin decir ni una sola palabra. Volví a ponerme los tacones y me puse de pie.

—Con permiso, por favor.

Sin embargo, su nublada y desenfocada silueta permanecía inmóvil bajo la lluvia mientras sostenía un paraguas negro. Luego, alargó su mano para acariciar mi rostro. Esa sensación cálida en contraste con mi helada piel casi hizo que me quebrara, hasta que le oí decir:

—Reina, ¿me odias?

La palma de su mano se sentía inusualmente fría en comparación con mi corazón ardiente. Pero esta acción tan repentina había cruzado mis límites, puesto que reducía todo por lo que había pasado en nada más que una broma.

Di un paso atrás y le sostuve la mirada fijamente:

—¿Quién eres? Deja de tocarme mientras intento ser amable.

Él estaba perplejo.

—¿No me recuerdas?

En lugar de recordarlo, preferiría olvidar todo y dejarlo en el pasado. Lo conocía, pero ya no deseaba conocerlo más porque mi corazón se sentía atorado en un abismo. Con todas las cicatrices en mi alma, ya no había ni una sola parte de mí que estuviera bien.

Apreté los labios formando una línea delgada y me fui. Debido a la lluvia, mi vestido blanco se transparentó un poco, pero afortunadamente no hubo nadie presente durante todo el trayecto de regreso a casa.

Una vez afuera de mi apartamento, miré de reojo a mi alrededor y no vi a nadie. Cerré mis ojos y me aferré de mi vestido mientras oía al cielo retumbar. Puede también observar cómo los relámpagos iluminaban el cielo. La lluvia torrencial era tan intensa que parecía que se iba a tragar toda la ciudad. Respiré hondo y murmuré para mis adentros:

—Nada tiene sentido.

La vida no tiene sentido y reencontrarnos, aun menos.

Al entrar a mi apartamento, me encontré con Olivia dormida en el sillón. La cubrí con una manta y me fui a cambiar rápidamente. Justo entonces, noté su teléfono en el suelo. Lo levanté y vi un número registrado como «Doctor» que había llamado más de 20 veces. Tan pronto lo puse sobre la mesa, el teléfono comenzó a vibrar de nuevo. El sonido de la vibración era casi como el de un mosquito, por lo que ya no me sorprendió el hecho de que Olivia no despertara al recibir estas llamadas. Titubeé un momento antes de contestar la llamada y decir:

—Ella está durmiendo.

Al otro lado de la línea resonó la voz de un hombre.

—De acuerdo. ¿Y tú eres…?

Me presenté:

—Regina Esquivel.

Él se quedó perplejo.

—¿Regina Esquivel?

Cualquiera que estuviera familiarizado con las noticias de entretenimiento más recientes en Twitter sabría mi nombre.

—Sí. Ella bebió un poco y ahora está durmiendo.

—Disculpe las molestias, señorita Esquivel.

Al oír la voz distante pero gentil del doctor, recordé lo que Olivia me había dicho, así que le pregunté un tanto preocupada:

—Lo tuyo con Olivia, ¿va en serio?

El hombre se contuvo momentáneamente antes de responder:

—Señorita Esquivel, creo que eso es algo que debería preguntarle a ella. Es rica y puede viajar por el mundo con la cara en alto, mientras que lo que yo deseo es muy sencillo: una esposa amorosa y una familia feliz. Pero hasta ahora, ella no me ha dicho nada.

Su honestidad me dejó atónita:

—¿Quieres casarte con ella, pero ella no quiere?

Él lo negó al instante:

—De momento, casarnos sería muy precipitado.

¿Qué significaba eso?

No conseguía entenderlo, pero él tampoco dio más detalles y se limitó a pedirme que cuidara de ella, tras lo cual le di mi palabra:

—Ella estará bien.

Colgué el teléfono y recordé que Olivia había dicho que este doctor venía de una familia educada y, sin embargo, existe esta brecha entre ambas familias.

¿Acaso creerá que Olivia solo está jugando con él?

Al ver su linda cara, me pareció imposible de su parte llegar a jugar con los sentimientos de los demás, sobre todo por el dolor de perder a alguien que amaba. No había nadie mejor que ella para reconocer lo valioso que es el amor de una persona. Yo solo suspiré y me dirigí a mi recámara.

En ese momento, recibí una llamada sorpresiva de Antonio. Él jamás me llamaría a menos que se tratase de una emergencia, por lo que tomé la llamada casi al instante.

—Señorita, acaban de enterarse que la doctora que estuvo a cargo de su parto está desaparecida.

Arrugué las cejas y pregunté:

—¿A qué te refieres por desaparecida?

—No fue solo ella. También están desaparecidos el esposo y los hijos. No se encuentran en El Solar. Mi sospecha es que hizo algo durante su labor de parto. Es la única razón por la cual pienso que desaparecería sin dejar rastro.

Las palabras de Antonio hacían sonar alarmas en mi cabeza e infinidad de posibilidades se me cruzaban por la mente. O la doctora les había hecho daño a mis hijos o estos seguían vivos. Y entonces, ¡los dos bebés enterrados eras sustitutos!

Era una opción absurda, pero no podía dejar de pensar en escenas de telenovelas. Esa era la única razón que me consolaba y estaba feliz de contar con esta nueva proyección a la que podía aferrarme. Le solicité a Antonio que llegara al fondo de este asunto en este mismo instante.

Él, entonces, dijo:

—Señorita, revisé las cámaras de seguridad y vi a Nicolás tocar a la puerta de la oficina de la doctora antes de que usted comenzara su labor de parto.

—Necesito que averigües cada detalle. Tienes tres días —hice una pausa antes de terminar— o sufrirás las consecuencias.

Con todo y la presión de mi parte, prometió que movería mar y tierra para que quedara hecho. Después, caminé al balcón y traté de contactar a Nicolás. Sonaba ocupado.

Las gotas de lluvia golpeaban la ventana y, sin embargo, podía escuchar claramente a mi corazón latir con fuerza. Incluso si la posibilidad fuera ínfima, en ese momento hubiera preferido que él tuviera algo que ver.

Me quedé allí parada mientras seguía llamándole cada tres minutos. Después de casi una hora, finalmente contestó el teléfono y le hablé dulcemente:

—Nicolás.

Su voz también se oía gentil.

—Gina.

—Nicolás, ¿cómo estás?

No quería parecer desesperada, así que busqué hacer un poco de conversación.

—¿Qué sucede? ¿Me extrañas? —dijo bromeando.

Titubeé un poco antes de tantear el terreno y decir:

—Extraño mucho a mis hijos.

—¿Qué estás pensando? —enseguida comprendió lo que pasaba.

Traté de mantener la compostura y le dije tranquila:

—Antonio me informó que te encontraste con mi doctora antes del parto y ahora no la encuentran por ningún lado-

—Y ¿sospechas de mí? —interrumpió mi oración.

—¿Por qué fuiste a verla? —pregunté.

—Estaba preocupado por ti.

Era imposible rebatir tal comentario, así que no dije nada. Con todo, reflexioné un poco antes de darme por vencida y dije:

—Ellos son mi todo. Si, y tan solo digo «si», están vivos, por favor regrésamelos.

Él se mostró serio:

—Lo que dices no tiene nada que ver conmigo.

—Nicolás Ferreiro. Si ellos están contigo, pretenderé que nada pasó siempre y cuando me los regreses. Pero si me entero de la verdad por mi propia cuenta, ¡no vas a poder zafarte tan fácil! Además, ¡con el poder que tengo actualmente, me tomará solo un par de días averiguarlo todo!

Nicolás respondió de manera burlona:

—¿Y qué estás esperando?

 

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset