Te regalo toda una vida de amor Capítulo 187

Es el primer día del Año Nuevo, y aunque ninguno de los parientes de los Ferreiro vino a visitarnos, la casa seguía llena con muchos otros miembros de la familia y la servidumbre.

Nicolás me había hecho esta pregunta en un momento inoportuno, cuando obviamente sabía la respuesta. Como estuvimos varios años casados, no quise deshonrarle delante de tanta gente y me quedé mirándole en silencio.

Después de un largo rato, tomó la iniciativa y suspiró:

— Sube conmigo.

Nicolás se dio la vuelta y entró en el chalé.  Luego, me alejé unos metros detrás de él, y dos guardaespaldas me siguieron también.

Me acompañó hasta el segundo piso, en ese momento, oí vagamente la voz de mi madre, pero no pude entender lo que decía. Al acercarme a la puerta, la oí preguntar:

—¿Crees que Gina estará aquí?

—Sí, Nicolás es de fiar —respondió mi padre.

—Sí, lo es. Es una pena le estén divorciados.

—No es una pena, es sólo el destino.

Al oír la conversación entre ellos, supe que Nicolás no les hacía pasar un mal rato, al contrario, hizo que mis padres se sintieran a gusto.

En ese momento, se dio la vuelta para mirarme y me dijo en voz baja:

—Les he invitado para que se relajen. Será divertido tener a los cuatro adultos juntos, sobre todo porque mis padres también se alojan aquí.

—No tienes que preocuparte por mis padres, —dije en voz baja.

—¿Ahora tienes que decir ojo por ojo?

—¿Ah, sí? Bueno, quizá fui demasiado blando la última vez.

Mi temperamento era tan frágil que si él mostraba algún signo de debilidad, me destrozaría. Sin embargo, no se molestó en responder y se limitó a levantar la mano para llamar a la puerta. Mi madre salió al instante y preguntó con una sonrisa:

—¿Es Gina?

Al principio Nicolás estaba delante de mí, pero cuando vio a mi madre, se hizo a un lado. Cuando mi madre me vio, lloró de alegría, luego me abrazó y sollozó incontrolablemente.

—Lo siento, tu padre y yo nos equivocamos al echarte. El Chalé de los Genova es ahora tuya… Mamá y papá no volverán a abandonarte.

Todo el mundo sabía que yo era la presidenta de Soluciones Genova y mis padres se dieron cuenta de que la amenaza que me había estado rodeando se había disipado.

—Lo siento mucho, —susurré mientras mis ojos enrojecían.

Durante los últimos años, me había acostumbrado al amor y los mimos interminables que me daban los Esquivel. Ellos, en cambio, tuvieron que abandonar su ciudad natal para vivir en un pueblo remoto durante nueve años por mi culpa.

— Eso son tonterías, —replicó mi padre mientras se colocaba detrás de mí.

Mi madre me condujo a la habitación mientras Nicolás murmuraba:

—Más tarde tendremos una reunión por Nochevieja, así que primero bajaré a arreglarme.

Cuando se marchó, mi madre me acarició la cara y me dijo afligida:

— Mi querida Gina, has adelgazado; nunca habías estado tan delgada.

—He engordado dos kilos, —negué y enseguida le expliqué.

Durante mis tres meses de embarazo, sólo había engordado dos kilos. Mi cuidadora me dijo que no era un buen fenómeno, así que comía a diario.

Todos los días me preparaba cuatro comidas. Además, mis comidas se ajustaban estrictamente a la tabla nutricional.

Mi madre me miró durante un rato antes de posar su mirada en mi estómago, después preguntó sorprendida:

—¿Estás embarazada?

Sólo sobresalía un poco, así que apenas se notaba.

—Sí, estoy al final del primer trimestre.

Al oír mi respuesta, mi madre preguntó sorprendida:

—¿Es hijo de Nicolás?

— No, —dije negando con la cabeza.

De repente, mi padre preguntó:

— ¿Es de Santiago?

—Sí, es hijo de Santiago —respondí.

Al oír mis palabras, su rostro se ensombreció y me señaló el estómago antes de preguntar:

—¿Sabes que es tu hermano biológico?

Al ver la reacción horrorizada de mi madre, me apresuré a decir:

— Santiago y yo no estamos emparentados por sangre, fue adoptado por Elisa.

La actitud de mi padre cambió entonces para indicar alivio.

—Es que tenía miedo…

Sabía lo que le aterrorizaba aunque no terminó la frase. Luego hablamos de otros asuntos sin importancia y también hablamos sobre el tema de Leonardo.

— Leonardo tiene ahora una hija, pero como no está casado, la niña vive con la madre.

Al mencionar a Leonardo, mi padre respondió con severidad:

—Después de todo, sigue formando parte de los Esquivel, así que busquemos un momento para hablar con él después de Año Nuevo. No puede seguir aborreciéndonos,  para sentar cabeza con una buena chica, primero debe encontrar un trabajo y trabajar duro.

Mi padre pensaba que Leonardo salía con una chica corriente. Sin embargo, no quise dar más explicaciones y me limité a contarles algunas historias sobre los Genova. Además, les sugerí que podían volver a alojarse en el Chalé de los Esquivel y que yo los recogería cuando terminara unos asuntos en Eldamia.

La verdad era que no tenía asuntos que tratar en Eldamia. Simplemente no quería que mis padres se preocuparan por mí. Después de todo, el bebé en mi vientre…

No estaba seguro de poder superarlo, así no tendrían que preocuparse por mí.

Además, tenía que consultarlo con Nicolás; no estaba segura de si dejaría marchar a mis padres.

Después de charlar unos instantes, Olivia nos habló para cenar. Mis padres bajaron antes que yo y Olivia caminó detrás de mí, abrazándome el brazo y preguntándome con cariño:

— ¿Estás embarazada, Regina?.

—Tienes unos ojos muy agudos, —le dije con una sonrisa.

Ella asintió con la cabeza.

—Antes estabas muy delgada y tenías un abdomen extremadamente plano, no como ahora, que tienes un ligero bulto —dijo.

—Bueno, estoy embarazada de un niño.

Tras verme admitir que estaba embarazada, alargó la mano para tocarme la barriga y dijo asombrada:

—Cuesta creer que haya un niño viviendo aquí.

Le devolví la sonrisa a Olivia y le dije:

—Yo tampoco me lo imagino.

Era increíble que Dios me brindara semejante oportunidad.

De repente, Olivia retiró la mano y dijo:

— Mi hermano no sabe algo de mí”.

— ¿Eh? —le pregunté en voz alta

—No tiene ni idea de que tengo una relación.

Inmediatamente me acordé del médico que había mencionado antes.

—¿Está al tanto la familia del médico? —le pregunté.

— No estoy segura, ya que está muy ocupado todos los días, así que incluso cuando estamos juntos, la interacción es mínima. Sin embargo, creo que es razonable.

Olivia no era cariñosa ¿era porque no le quería?

No me atreví a preguntárselo, pero tampoco me atreví a impedir que diera pasos audaces, por lo tanto, simplemente le dije:

—Cuídalo si lo amas.

Una vez que la oportunidad volara, nunca volvería a ser la misma. Igual que Santiago y yo.

Después de escuchar mi consejo, ella dijo:

— Lo sé.

La cena estaba lista cuando bajamos Cristóbal se sentó junto a su madre mientras parecía inexpresivo y desinteresado. Luego, Olivia se sentó a su lado como si hubiera un hábito arraigado de querer ser la más cercana a él.

Me sentí triste por Olivia, ya que tenía una vida amorosa solitaria. Al final, no pudo conquistar el corazón de Cristóbal.

Fruncí los labios mientras me sentaba al lado de mi madre. Olivia, que estaba sentada a mi lado, preguntó:

—Regina, ¿vas a regresar a Eldamia?

Ya era tarde y sería temprano por la mañana cuando llegara a casa. Además, quería pasar más tiempo con mis padres y tenía algunos temas que hablar con Nicolás.

—Dentro de unos días, no tengo prisa.

Justo cuando Olivia iba a hablar, sonó el teléfono que tenía sobre la mesa. Echó un vistazo y preguntó con curiosidad:

—¿Quién es Santi?

Mi cuerpo se congeló al oír las palabras Santi… Me apresuré a contestar la llamada, pero la emoción me hizo tropezar con el taburete. Afortunadamente, el guardaespaldas me sostuvo a tiempo.

—Ten cuidado, Gina, —me dijo mi madre al verme tropezar.

Agarré rápidamente el teléfono y me hice a un lado. Al ver mi expresión de preocupación, se rio y dijo:

—Ni idea de quién la ha puesto tan nerviosa.

—Santiago —la voz de Nicolás sonó de repente.