Te regalo toda una vida de amor Capítulo 180

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 180
Santiago no me explicó porque Raúl estaba en la cárcel, solo me besó en los labios y pellizcó levemente el lóbulo de mi oreja; luego del intercambio romántico lo miré a los ojos y sonreí, pues le agradecía que no me hubiera malinterpretado. En ese momento creí que estaríamos juntos de nuevo, pero luego recordé que él no quería que tuviera a mi hijo y que Nicolás me había amenazado de diferentes maneras.

—Santi, Lucas me dijo lo que me mandaste decir…

En ese momento, un relámpago cruzó los cielos y me hizo estremecer.

—Sí, lo sé —respondió.

—Me dijo que lo nuestro había terminado.

A lo que él me respondió con honestidad:

—Quería que abortaras al bebé.

—Pero es bebé es muy importante para mí…

De nuevo se escucharon relámpagos y poco después comenzó a caer un diluvio; parecía que el clima en Eldamia cambiaba dependiendo de la situación, como si estuviera anunciando nuestro final como pareja.

En eso, Santiago me soltó y en sus ojos noté la indiferencia, lo que de manera inconsciente me hizo retroceder y me senté en la cama. Dado que no quería seguir hablando sobre el aborto, cambié de tema y pregunté:

—¿Cómo le hiciste para salir de Finlandia?

—Raúl entendió que no podía detenerme por mucho tiempo, además, ya había conseguido lo que quería, así que me dejó ir.

En realidad, lo había dejado ir por la presión que había ejercido la familia Genova, así que no creía que su relación fuera tan mala. Después de todo, son hombres dedicados a competir entre ellos.

—Entonces, ¿qué hay de tu poder en…? —Quería preguntarle si todavía era una persona influyente, pero no pude decirlo, ya que yo misma le había arrebatado ese poder.

Sin embargo, el hombre no respondió a mi pregunta, solo se limitó a decir:

—No te preocupes por eso, es normal que experimentemos altibajos de vez en cuando. —En eso, centró su mirada en mi vientre y agregó—: Quiero que abortes al bebé.

En su voz se notaba la seguridad y que no cambiaría de opinión. Su determinación me dio miedo, por lo que rápidamente estiré la mano para agarrarme de él, pero de inmediato, Santiago dio un paso hacia atrás… Esa fue la primera vez que me rechazó. En el pasado, solía sostener su manga y eso me daba tranquilidad, pero ahora no me permitió tocarlo; de inmediato se me llenaron los ojos de lágrimas mientras inclinaba ligeramente la cabeza para evitar que estas salieran, entonces le pregunté desconcertada:

—¿Por qué quieres que lo aborte?

—Parece que no recuerdas tu estado de salud.

Cerré los ojos y dije:

—Quiero tenerlo. —Sin importar qué, había decidido que tendría al bebé.

—Tienes que elegir entre el bebé o yo, no hay otra opción. —Tras decir esas palabras, Santiago se dio la vuelta y miró el paisaje por la ventana.

En ese momento entendí que el hombre estaba hablando en serio, pues no parecía querer retractarse de sus palabras; lo que dijo, era exactamente lo que quería. Entonces me senté en la cama y permanecí en silencio durante un rato, mientras que Santiago miraba a través de la ventana esperando por mi respuesta. Por otro lado, recordé lo que me había dicho Nicolás, pues además de tener cautivos a mis padres, también tenía fotografías íntimas de los dos, e incluso me había amenazado con obligarme a abortar. Así que, si me quedaba con Santiago, me vería forzada a enfrentar estas tres amenazas a la vez, y lo que más me preocupaba era la seguridad de mis padres.

Ahora Santiago no solo me estaba haciendo una pregunta difícil, sino que yo tampoco me sentía con el derecho de pedirle que se quedara a mi lado; lo había lastimado y aunque me perdonara, yo jamás podría perdonarme a mí misma. Al final, estaba entre la espada y la pared, pero dejando todo eso de lado, seguía con la idea de dar a luz a mi hijo. Así que la respuesta era obvia, siempre erigiría al niño, aunque eso significara dejar ir a Santiago, pero ¿en verdad estaba dispuesta a hacerlo? Una parte de mí me decía que Santiago estaba actuando de esta manera a propósito, porque él sabía perfectamente que quería tener al bebé y aun así me hizo elegir entre los dos, de manera que no lo erigiría a él y no se sentiría culpable al dejarme. En pocas palabras, me estaba obligando a dejarlo ir, para no quedar él como el malo de la historia.

Con ese pensamiento en mente, le pregunté:

—¿Quieres dejarme?

Santiago no respondió a mis palabras, parecía inmerso en el paisaje de afuera; pero entonces, se me ocurrió algo más: él ya había decidido por mí. Sin importar lo que yo dijera, él de todas formas se iba a ir y la reunión de hoy solo era una despedida. Él creí que ningún malentendido nos separaría y tenía razón, jamás me malinterpretó, pero aun así pensaba dejarme. Todos los animales que son heridos necesitan tiempo para sanar, así que él no sería la excepción, y lo entendía porque al final, yo fui la culpable de que lo perdiera todo.

Pero aun con todo esto en mente, no podía evitar sentirme triste.

—Elijo tener al bebé —dije estas palabras conociendo lo que ocasionarían.

Aunque en realidad, mi corazón estaba hecho pedazos. El hombre se dio la vuelta y me regaló la misma mirada profunda con la que me había visto la primera vez que nos vimos; luego asintió con la cabeza. Me sujeté con fuerza a las sábanas de la cama y traté de decir algo, pero lo único que pude pronunciar fue:

—Gracias por el amor que me diste.

Después de oírme, salió de la habitación sin mirar atrás. Resultó ser que este hombre era mucho más insensible de lo que pensaba. Por mi parte, me limpié las lágrimas, pero de pronto otras comenzaron a salir sin que yo pudiera evitarlo y fue ahí cuando me quebré y me permití sentir la tristeza que llevaba en mi corazón; no quería dejarlo ir, pero él sí. Y aunque ambos teníamos nuestras razones para hacerlo, nuestro adiós se llevó a cabo de una manera natural y nos volvimos a convertir en extraños.

«Pero no quiero ser una extraña para él».

Bajé lo más rápido que pude las escaleras pues quería ir tras de él, pero al llegar a la entrada me detuve, pues ahí estaba caminando con su espalda hacia mí. El hombre desafiaba a la lluvia y con cada paso que daba podía sentir su determinación; sabía que pronto saldría de mi vida para siempre. Yo me quedé de pie en la entrada y no corrí bajo la lluvia con él porque tenía miedo de enfermarme, pues si eso sucedía, mi bebé correría peligro, así que simplemente me quedé inmóvil mirando como su silueta poco a poco se alejaba más. También pensé en gritarle, pero no tuve el valor de hacerlo.

«¡Se irá para siempre! ¡Va a desaparecer de mi vida!».

Todavía mirando su espalda con desesperación, sentí un estallido de valentía que había crecido dentro de mí y grité:

—¡Santiago! —Bajo la lluvia y los truenos no estaba segura de que me hubiese oído, pero de pronto, se detuvo en seco.

Noté como su cuerpo se tensaba y tomé los dobladillos de mi ropa para agarrar más fuerza y gritar:

—¡Santiago, no soporto la idea de que nos estés conmigo! ¡Sé que todo es mi culpa! ¡Yo te defraude y por eso terminaste así!

¡Fui yo quien lo hizo sufrir! ¡Por mi culpa lo perdió todo! ¡Yo fui quien pisoteó su orgullo! Y aunque Santiago no se dio la vuelta, me armé de valor otra vez y continué gritando:

—¡Aunque odie la idea de dejarte ir, tengo que hacerlo! ¡¿Podrías darme ocho meses?!

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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