Te regalo toda una vida de amor Capítulo 175

Al ver la mirada sombría de Carlos, me di cuenta de que no estaba jugando, por lo que lo tomé de la manga de inmediato:

—¡No, no lastime a Santiago!

—Señorita, no sea tan amble conmigo.

Comencé a sentirme ansiosa cuando me di cuenta de que estaba decidido a terminar con su misión.

—Santiago y yo somos pareja, yo estoy esperando un hijo de él. ¿Hace alguna diferencia que la familia le pertenezca a él? Si lo destruye, también dejara a mi hijo sin futuro. Señor Carlos, lo mejor es que dejemos esto por la paz, así que no se atreva a lastimar a Santiago, es una orden. —En eso, empecé a llorar desde el fondo de mi corazón—¡Por favor, no lo lastime! Tengo miedo, no sé qué hacer con el poder de los Genova en mis manos, además, ¿cómo podría explicarle todo? No quiero que me culpe…

A pesar de que Santiago no pertenecía verdaderamente a la familia Genova, nunca hizo nada mal, es más, ni siquiera debía estar enterado de todo. Al recordar su expresión en Napres, supuse que no había pasado mucho tiempo desde que se enteró de la verdad, por eso es que no se sentía bien emocionalmente y que me decía que su madre no era una buena persona.

—Señorita, soy el asistente del viejo maestro Jaime. —Me quitó la mano de su manga y agregó—: Le dije que me retiraría luego de regresar todo el poder de la familia Genova a quien se lo merece, pero la última orden que me dejó el viejo maestro fue despojar de todo al joven Santiago, así que debo cumplir con mi misión, aunque usted se oponga.

Eso explicaba por qué había sido sincero conmigo aquella noche, pues parte de su plan era engañarme para que entregara los documentos; aunque pudieron haberlo hecho ellos solos, querían que yo misma los entregara para que Santiago y yo nos convirtiéramos en enemigos. Cuando pensé en todo aquello sentí que perdía el equilibrio y que me desmayaría, entonces Carlos corrió hacia mí y me sostuvo antes de que pudiera caer, pero rápidamente lo aparté. En eso, miré el resto de los documentos y entre ellos estaban los resultados de una prueba de paternidad que no sabía cuándo se había hecho, así que le pregunté a Carlos:

—¿Cuándo hicieron la prueba de ADN?

—El viejo maestro tuvo sospechas desde que vino a la residencia de los Genova, por eso tomé un cepillo de dientes que dejó cuando se fue.

No podía creer que desde entonces supiera que era su hija. Me molestaba que, en lugar de contarme la verdad en la noche de su muerte, el viejo maestro me habló de cosas que podrían ayudar a Santiago en caso de ser necesario; ahora tenía más sentido que Santiago hubiera insistido en llevarme al funeral. Él sabía la verdad desde un principio y quería que estuviera al lado de mi padre durante sus últimos momentos en esta tierra, solo de pensar en él y en lo mucho que me quería, hacía que me doliera el corazón.

Entonces lloré y supliqué con desesperación:

—¡Señor Carlos, por favor! ¡Se lo ruego, no nos haga esto! ¡Yo no puedo vivir sin él! —En efecto, él lo era todo para mí y no quería perderlo.

—Señorita, ya se lo expliqué, esta es la última misión que me dejó el amo. —Luego, se dirigió a uno de sus hombres y dijo—Resguarden bien estos papales pues siguen siendo importantes para los procedimientos siguientes. Señorita, usted no será la jefa de la familia Genova hasta el próximo mes, así que por el momento no puede hacer nada en nombre de los Genova.

—¿Así que irá contra Santiago? —En ese momento comencé a sentirme mareada.

Sin embargo, Carlos no respondió a mi pregunta y se limitó a decir:

—Hasta luego, señorita.

Así, el hombre se fue sin mirar atrás, mientras que yo me quedaba con un inmenso pesar en mi corazón; entonces, saqué mi teléfono y llamé a Lucas. Tuve que ir directo al grano.

—Lucas, los Genova están planeando algo contra Santiago, tienes que pensar en alguna manera de protegerlo.

A lo que el hombre se quedó perplejo.

—¿No es él el jefe de la familia?

—No Lucas, ya no lo es.

Al sentir la seriedad en mis palabras, no hizo más preguntas y me consoló:

—No te preocupes, encontraré la manera de ayudarlo.

Desesperada, decidí ir a buscar a Lucas para verlo en persona, así que tomé un taxi. Durante los dos días siguientes, el estatus de Santiago dentro de la familia Genova comenzó a decaer, justo como había ocurrido con la familia Esquivel hace poco. Incluso la clase más alta de la ciudad lo dejó fuera de todas sus actividades, mientras que los amigos y personas de confianza de Santiago, también se alejaron o lo siguieron debido a su lealtad, pero también eran ignorados por el resto.

Así mismo, Carlos pidió a las autoridades de Listopia que extraditaran a Santiago a Finlandia para que cumpliera con todos los cargos criminales que se le adjudicaban; según Lucas, Santiago pasaría al menos 5 años en prisión por sus delitos del pasado.

Fue un 22 de diciembre cuando los Genova hicieron un anuncio oficial haciendo pública la identidad de la nueva dueña de la familia: Regina Esquivel. Cuando Lucas leyó mi nombre, me miró con incredulidad.

—¿Detuvieron a Santiago por tu culpa?

A lo que negué de inmediato.

—No, claro que no.

Justo cuando terminé de hablar, los Genova también divulgaron un video en el que se me veía presentando el sobre amarillo en la notaría, así como las caras de emoción de Carlos y mía; ante los ojos de Lucas, ese video demostraba la traición de mi parte. Ahora, no solo me había convertido en la persona más poderosa de la familia Genova, sino también le había dado una puñalada por la espalda al hombre que amaba.

—¡Cómo te atreviste, Regina Esquivel! ¡Jamás imaginé que serías una mujer tan codiciosa! —gritó el hombre furioso.

En la noticia solo se podía leer que me había convertido en la nueva señora de los Genova, sin embargo, no abarcaba la verdad sobre que yo era la hija legítima del viejo maestro Jaime. Carlos había planeado todo esto con la intención de que los allegados a Santiago malinterpretaran la situación y creyeran que yo misma había arruinado a mi hombre, de esta manera, tendría que alejarme de él. Por lo tanto, traté de explicarle todo a Lucas, pero fue en vano, ya que ni siquiera al escuchar toda la historia quiso creerme y no tuve más remedio que recurrir a mi última esperanza: llamar a Raúl.

Lo único que podía hacer era rogarle que soltara a Santiago, y una vez que fuera liberado, podría controlar a Raúl de nuevo; de esta manera se evitaría que hubiera más perdidas. No obstante, ¿qué me llevaba a creer que Raúl me ayudaría? Después de todo, él era el más feliz ahora que Santiago estaba en problemas; con todo eso en mente, no pude evitar culparme por ser tan inocente.

De repente, Lucas me preguntó:

—¿Conoces a Raúl Meza?

—Sí —respondí.

—Entonces, ¿Santi fue arrestado porque tú…?

De inmediato lo interrumpí.

—¡Ya te dije que no tengo nada que ver!

—Esa empresa de mala muerte es tuya ahora. —Al decir eso, implicaba que me dejaría a mi suerte porque no creía en mí.

Me sentí impotente. Pensé en viajar a Finlandia el 23 de ese mes porque era el cumpleaños número 27 de Santiago, y sabía que, al verme involucrada en esa situación, era complicado que sus hombres me abrieran las puertas, pero jamás imaginé que Santiago también me daría la espalda. Llegué a Finlandia a las 9 de la noche y todavía faltaban 3 horas para su cumpleaños; me aferré con todas mis fuerzas al regalo que le llevaba y marqué el número de Dante, pero de inmediato rechazó mi llamada. Pensé que tal vez, al igual que Lucas, habría malinterpretado la situación.

Comencé a desesperarme mientras me congelaba bajo el frío invierno, incluso podía sentir como la distancia entre Santiago y yo comenzaba a ser más y más grande; y como se suponía que yo era la culpable de todo, no podía darme el lujo contactar a nadie. Desgraciadamente cuando perdí el Corporativo Esquivel dejé ir mis conexiones, así que tampoco tenía ni la más mínima idea de cómo dar con el paradero de Santiago. La ansiedad se estaba apoderando de mí cuando decidí llamar a Maya.

—¿Sigues en contacto con Raúl? —pregunté.

—Sí.

—¿Podrías pedirle que me diga en donde está Santiago?

Aunque mi amiga no entendía el propósito de mi petición, le pasó mi mensaje al hombre y luego respondió por mensaje de texto:

«Dijo que sí».

…

Mientras tanto, Raúl miró con indiferencia al hombre que tenía frente a él, luego de colgar el teléfono.

—Adivina quién me envió un mensaje —dijo. Entonces, Santiago miró a Raúl—La mujer que me gusta sigue preguntando por ti.

A lo que Santiago respondió con frialdad:

—¿Quién te gusta?

—Maya Silva, ¿sabes quién es?

—Sí, Regina ha hablado de ella.

Al escucharlo, Raúl sonrió.

—Pensé que ella estaba enamorada de ti, por eso pedí que te detuvieran en Italia.

Santiago entrecerró los ojos con enojo.

—¿Estabas celoso?

—Sí, pero fue un malentendido —respondió el hombre.

—Pensándolo bien, yo también estaba celoso —dijo Santiago.

—¿Por qué? No me digas que fue aquella vez que te llevé a Regina —respondió Raúl.

La situación era muy complicada entre ambos, ya que al mismo tiempo que se admiraban, eran enemigos. De repente, Santiago cerró los ojos y permaneció en silencio.

—Alguien vendrá a verte dentro de poco —dijo Raúl, pero nuevamente no recibió respuesta; así que se puso de pie y agregó—: Le prometí a Maya que traería contigo a Regina sana y salva.

Fue hasta ese momento que Santiago comentó:

—Su cuerpo está demasiado débil, ¿qué puedo hacer para que decida no tener al bebé?

—¿En verdad te quieres casar con una mujer estéril? —preguntó Raúl yendo directo al grano.

No obstante, Santiago no dudo en responder:

—Nada me importa más que ella.

Raúl pensó un momento en su respuesta, y dijo:

—Es seguro que no abortará al niño, porque según Maya, Regina cree que jamás volverá a embarazarse por su estado de salud. Así que no creo que vaya a renunciar a esta oportunidad.

—Lo sé —dijo Santiago tras un suspiro.

—Santiago, ¿a qué le temes?

—No quiero perderla —respondió el hombre.