Te regalo toda una vida de amor Capítulo 162

Después de haber estado casada con Nicolás, buscaba con desesperación un amor en donde mi pareja me consintiera. Pero, ahora, solo deseaba casarme y tener una familia con Santiago. De pronto, me di cuenta de que no era importante tener una relación. Lo que importaba era que tu pareja de verdad te quisiera y compartiera su forma de pensar contigo.

—Hmm. Puedo considerar ponerlo en mi agenda.

En ese momento, sentí que nuestros corazones se entrelazaron. Después de un breve abrazo, Santiago y se levantó y se puso un traje negro, mientras que yo elegí un vestido negro antes de envolver la gasa blanca en mi mano con un pañuelo del mismo color.

Esa mañana no llovió, así que el funeral procedió sin problemas. Poco después, llegamos al patio de la familia Genova. Al ver las filas de ataúdes ahí, Santiago me susurró:

—Todos los ancestros de la familia Genova están enterrados aquí.

Asentí en respuesta y luego me puse a su lado. Cuando bajaron el ataúd, la madre de Santiago lloró trágicamente mientras decía «no» una y otra vez, tirando de sus pantalones hasta que Santiago se agachó y la sujetó.

—Se ha ido. Deja que descanse ahora —dijo Santiago en un tono tranquilo.

Sin embargo, fue Alison, la hermana de Elisa, quien estaba llorando de verdad. Era irónico que ella fuera la persona más triste hasta ahora. Quizás consideraba a Jaime su verdadero esposo después de pasar un par de décadas con él. Justo como Santiago había dicho, a él lo trató como su propio hijo y e hizo su mayor esfuerzo para planear todo para él. Toda su vida giraba alrededor de «su esposo» y la familia Genova, aunque no tuvieran nada que ver con ella.

Ella se tranquilizó mucho más después de que Santiago la sostuviera. Pero cuando Carolina fue a sostenerla también, dirigió su mirada hacia mí de repente. Era una mirada llena de desprecio indescriptible. En ese momento, entendí que ella me odiaba. Pero, ¿por qué? ¿Era porque le había quitado a su hijo?

…

Después del entierro, Santiago me llevó de vuelta a Eldamia, a su chalé privado en lugar de mi apartamento. Cuando pasamos por millas de campanillas, Santiago parecía haber recordado algo antes de decir:

—Una vez, mi padre me dijo que a la mujer que amaba le gustaban las campanillas, así que pensé que a mi madre le gustaban.

—¿Quieres decir que a tu madre no…? —pregunté con confusión.

—Es lo que más odia —dijo Santiago con sarcasmo.

No dije nada al escuchar eso, pues no sabía qué podía decir. En aquel entonces, no me di cuenta de que él estaba tratando de decir que Jaime nunca amó a Elisa. Si hubiera sabido el verdadero significado detrás de sus palabras, habría sabido la verdad mucho antes y las cosas no hubieran llegado a un punto sin vuelta atrás.

—Reina —dijo Santiago de repente.

—¿Qué? —respondí.

Santiago me miró fijamente y dijo en voz baja:

—Parece que ya no tengo familiares.

—Aún tienes a tu madre.

Escuchar la palabra madre hizo que su expresión se oscureciera, así que sonreí luego de una pausa y dije:

—Además, seremos familia cuando nos casemos.

—Así es. Hablaremos de eso después.

Su humor se vino debajo de repente. Al parecer, sus cambios de humor se estaban volviendo un poco repentinos. A comparación de su estado insensible y apático de antes, al menos esto lo hacía ver como un ser vivo. Ahora, había un toque de pasión dentro de él.

En aquel entonces, no sabía por lo que Santiago estaba pasando. En realidad, estaba muy deprimido en ese momento y yo era su única ancla a la realidad. Pero yo seguía diciendo de forma casual que seguía teniendo a su madre. Ahora que lo recuerdo, realmente debí golpearme a mí misma por decir eso.

Ya era de noche cuando llegamos al chalé y Santiago fue directo a su habitación. Al notar eso, lo seguí y me di cuenta de que había entrado al baño, así que me dirigí a la cocina para preparar la cena con una gran tristeza. Cuando terminé de preparar la cena, me di cuenta de que él seguía en el baño. Toqué la puerta y lo único que escuché fue el sonido del agua corriendo adentro.

—¡Santiago! ¡¿Puedes escucharme?! —grité con pánico.

Pero no recibí respuesta. Luego de pensarlo por un momento, decidí abrir la puerta. Me encontré con Santiago dormido, sumergido en la bañera. Lucía bastante agotado. Me acerqué a él y toqué su hombro, pues quería que fuera a descansar en la cama. Pero, antes de que pudiera decir algo, el hombre me jaló hacia la bañera con él. Me empapé enseguida. Aún tenía un par tenacillas mientras lo observaba con tristeza. Él apretó sus labios y sonrió poco a poco.

—¿Me buscabas? —preguntó.

En esta situación, él seguía siendo muy cuidadoso de no dejar que mi muñeca herida se mojara. Fruncí el ceño y respondí:

—Quería decirte que la cena está lista.

Él alzó sus cejas y preguntó:

—¿Sabes cocinar?

—Síp —respondí.

—Entonces, ¿por qué esperabas a que yo te cocinara en el chalé? —Luego de un breve momento de silencio, Santiago pensó en algo antes de sonreír y continuar—. Parecías un gatito esperando a que te alimentara.

En ese entonces, no quería cocinar porque Nicolás me había lastimado, provocando que sintiera que no sabía cocinar. Pero, después de soltar el pasado, de repente quería cocinar para el hombre que amaba y que él me elogiara. Ya que no podía decirle eso, inventé una excusa y dije:

—Porque me daba pereza. Quería que tú cocinaras para que yo pudiera enfocarme en comer. Resultó que tú solo cocinabas porque te daba lástima.

Santiago me miró y dijo con cariño:

—Me mirabas con mucha atención en aquel entonces, así que llamé a Lucas solo para enterarme de que estabas esperando a que te cocinara. En ese momento, me preguntaba si te hubieras quedado pasando hambre si no hubiera cocinado.

—Entonces debo agradecerte por eso —dije con una sonrisa.

Santiago me soltó y se levantó. Salí de la bañera y sostuve la bata de baño que Santiago me dio antes de quitarme mi ropa mojada y ayudarme a ponérmela. Todo eso lo hizo sin otras intenciones.

Había cocinado muchos platillos, incluyendo pescado y langostino. Santiago, quien había comido bastante, se dirigió a limpiar la cocina después de comer. Yo dije que iba a hacerlo, pero él me dijo que mejor descansara. Fue bastante terco, así que le dejé la limpieza de la cocina a él y regresé a la habitación. Después de ducharme, evitando que mi herida se mojara, me acosté en la cama antes de recibir un mensaje de Olivia.

«Regina, un hombre me invitó a ver una película»

Lo pensé por un momento y después respondí:

«¿Vas a aceptar?»

Lo mejor era que pudiera olvidarse de Cristóbal. Yo sabía que no estaban destinados a estar juntos. Incluso ella sabía que había aparecido en el momento incorrecto y que su estatus no coincidía con el de él.

«Es un doctor, así que es muy competente. Pero sigue habiendo una gran diferencia entre nuestras familias, así que temo que mis padres no estén de acuerdo con esto…»

Luego de una breve pausa, Olivia envió otro mensaje:

«No estoy interesada en él»

En ese momento, el corazón de Olivia estaba lleno de dudas y confusión. Yo fui paciente y pregunté:

«¿Qué es lo que realmente quieres?»

«Quiero intentarlo, pero temo que no pueda olvidar a Cristóbal»

«No hace daño intentarlo»

Fue hasta después de un largo rato que Olivia respondió:

«Ya no estoy en Eldama. He decidido vivir en Gretaña. Estoy cansada, Regina. Ya tengo 26 años. No puedo olvidarme de todo e ir detrás de él. Quiero intentar vivir una vida sin él»

A decir verdad, Olivia había tomado esa decisión hace medio año. Había dejado de seguir a Cristóbal hace medio año y ya no los seguía por el mundo. Al principio, ella había vivido en paz en los últimos meses, pero todo cambió cuando Cristóbal regresó de repente. Ella no estaba dispuesta a aceptar eso, así que volvió a hacer un escándalo solo para atraer su ira. Esta vez, ella decidió irse. Se fue de la ciudad en donde Cristóbal vivía y se mudó a Gretaña. En el fondo, ella quería intentar aceptar a otra persona en su corazón. Ella me dijo todo eso porque pensó que podía entenderla, pero, por desgracia, no podía proporcionarle mucho. Después de pensar en esto por un momento, respondí:

«También llegué a pensar que no podía vivir sin Nicolás y que lo amaba más que a nada en este mundo. Pero, Olivia, el amor no se trata de entregarle todo a una persona y quedarse así por el resto de tu vida. Solo funciona si conoces a la persona en el momento correcto. Necesitas creer que ahora es el mejor momento para cambiar tu destino»

Justo como Maya y Raúl, así como Santiago y yo. Ahora, Olivia estaba por entrar a un nuevo capítulo en su vida.

«Gracias, Regina»

Dejé mi teléfono a un lado y ya no le respondí.

En ese momento, no sabía que, en realidad, Olivia se encontraba en el hospital. Ella no estaba segura de si debía arriesgarse o no. Parecía como si hubiera gastado toda su valentía en Cristóbal. Olivia caminaba de un lado a otro por el pasillo de forma deprimente cuando el doctor en cuestión, quien justo había terminado su chequeo rutinario, la vio sin ánimos mientras ella observaba la luz arriba de ella. El doctor se detuvo y la miró con frialdad antes de preguntar:

—¿Todavía no se va, señorita Palacios?

Olivia parecía sorprendida y respondió:

—Doctor, de hecho, yo…

El doctor perdió la paciencia y estaba por seguir su camino cuando Olivia extendió su mano y lo tomó de su bata blanca. Luego, observó sus ojos hermosos y dijo en un tono débil:

—Lo siento. No era mi intención avergonzarlo aquel día.

—¿Qué es lo que en realidad quiere, señorita Palacios? —preguntó el doctor con el ceño fruncido.