Te regalo toda una vida de amor Capítulo 152

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 152

No era difícil entender a qué se refirió con dejar a la familia Genova.

—¿Por qué tan repentino…? —pregunté a Santiago sin poder terminar mi frase.

El vestíbulo estaba lleno de gente y de vigor juvenil, bailando pegados los unos a los otros. La música retumbaba desde las bocinas y las luces se movían por todo el lugar hasta apuntarnos a nosotros en el tercer piso. El perfil iluminado de Santiago fue encantador para mis ojos.

—Dejó todo para venir acá cuando papá se enfermó —contestó, entrecerrando sus ojos.

No era de extrañar que él viniera a Bristonia. Su madre biológica se encontraba en esta ciudad; ¿cómo no podría venir? Me sentí preocupada y le pregunté:

—¿Cuáles son tus planes?

—Ya me había encontrado con ella. No estuvo dispuesta a regresar conmigo y además… —Se detuvo a media oración, antes de cambiar el tema. —¿Ya no seguirás jugando?

—Emilia está jugando por mí —expliqué mientras me apoyaba en su pecho.

—Deberías quedarte con ellos un rato más.

—¿Qué hay de ti? —Le lancé una mirada de preocupación.

—Estoy esperando a alguien para hablar de algo que necesito discutir.

Como tenía algo que hacer, no podía molestarlo, así que regresé al cuarto, algo reacia. Ahí vi a Emilia perdiendo otra ronda. Dante sonrió ante su victoria y exclamó:

—Gracias, niñita.

—Está bien. No es mi dinero —replicó Emilia con una sonrisa.

Para ese punto, todos los cheques que usaban tenían el nombre de Santiago en ellos. Caminé hacia Emilia y le pregunté:

—¿Cuánto perdiste?

No obstante, ella inclinó su cabeza y, con malicia, contestó:

—No perderé nada.

—Es un tanto terca para admitir su derrota —bromeó Dante.

Emilia sonrió un poco sin decir nada más ni me preguntó si yo quería continuar jugando. Ella estaba lista para seguir, así que la dejé. En su lugar, miré hacia Romina, quien tenía una expresión terrible en su rostro.

Después de unas cuantas rondas, me di cuenta de que Emilia estaba perdiendo a propósito. Apostaba poco dinero y dejaba pasar una buena mano en la última ronda. Poco a poco, todos comenzaron a darse cuenta de que algo andaba mal. Dante fue el primero en hablar mientras entrecerraba sus ojos, observando a la mesa.

—¡Niñita, admito que tienes ambición y hambre de triunfo!

—Solo es suerte. —Fue todo lo que contestó Emilia.

De repente, Romina, quien no había dicho nada en todo ese tiempo, declaró:

—Jamás he ganado ni una partida contra Emilia. —Luego, hizo una pausa antes de recordar algo más a los otros. —Ella no estará satisfecha con solo ser la ganadora.

—Entonces, ¿qué más planea hacer? —preguntó David con curiosidad mientras pasaba otra carta.

Romina miró a Emilia de reojo, quien tenía una expresión indiferente en su rostro, antes de suspirar.

—Ella es una profesional cuando se trata de humillar a los demás.

—¿Por qué describes a la niña como si fuera una villana? —Dante alzó una ceja sin poderlo creer. —Además, solo estamos jugando a las cartas. ¿Cómo podría humillarnos? —Al ver que Romina ya no se explicaría más, de la nada, le preguntó: —¿Emilia y tú ya se conocían? Ambas tienen el mismo apellido; ¿acaso son…?

En ese justo momento, Emilia colocó una carta. Su pregunta se quedó sin responder cuando se distrajo por el hecho de que había ganado esa ronda, pero ahora yo comencé a preguntarme cuál era su relación; tal vez eran primas lejanas.

Los cuatro continuaron jugando en silencio. A decir verdad, estaba sorprendida por cómo jugaba Emilia. Siempre tenía disponible las cartas que necesitaba para ganar, como si supiera la mano de los otros tres. A partir de las últimas rondas, Emilia comenzó a ponerse seria. Los otros tres poco a poco fueron perdiendo sus sonrisas con cada partida que ganaba.

No tenía sentido que siguieran jugando si solo una persona ganaba y los demás comenzaron a perder el interés. Incluso David, quien ahora tenía una sonrisa amarga y era el más adicto a los juegos de cartas, se rindió.

—Hasta aquí llegué. Ya no jugaré más. No es divertido si solo uno de nosotros gana cada ronda, así que contemos quién fue el que perdió más. Esa persona le dará un carro deportivo nuevo a Santiago.

—¿Cuál carro deportivo? —preguntó Emilia, inclinando su cabeza hacia mí y mirándome con curiosidad, pues siempre le habían interesado los carros deportivos.

—Hicieron una apuesta adicional antes de comenzar el juego —expliqué mientras me reía un poco. —Aquel que haya perdido más dinero le deberá un Koenigsegg nuevo al ganador.

—¡Entonces nos llevamos el premio mayor en esta ocasión!

Emilia se puso eufórica cuando escuchó mi explicación. Al principio no entendí a lo que se refería, pero quedó claro cuando los otros tres contaron todas las pérdidas. No fui la única sorprendida; incluso Dante y David estaban impactados, aunque Romina fue la única que se mantuvo calmada. Fue como si hubiera predicho que esto ocurriría.

Los tres perdieron la misma cantidad de dinero, lo que quería decir que solo hubo un único ganador en todo el juego. Eso significaba que cada uno debería regalar un carro que costaba millones. En total, combinando todo, la ganancia completa fue de… Aunque yo misma tuviera mucho dinero, quedé impactada por cuánto podía gastar una persona rica en su día a día.

—¡Qué interesante eres, niñita! —comentó Dante, sonriendo. No pareció importarle que debiese regalar un carro deportivo nuevo.

El juego terminó algo amargo. Como no vi a Cristóbal en el vestíbulo cuando salí con Emilia, terminé llevándola al hospital por mi cuenta. En el carro, aún sorprendida por todo, le pregunté:

—¿Cómo supiste que terminarían perdiendo la misma cantidad al final del juego?

—Después de que me pediste que te cubriera, les pregunté quién había perdido más hasta ese momento. Me dijeron que tú ibas perdiendo. Luego de eso, me di cuenta de que todos los cheques tenían el nombre de Santiago.

Comenzó a explicarme con calma, aunque hizo una pausa para refrescarse con el aire que entraba por la ventana abierta. Un momento después, sonrió y continuó.

—Cada uno debió obtener una cantidad distinta de dinero de ti y por eso seguí perdiendo a propósito. Era una táctica para balancear los cheques que quedaban en sus manos y asegurarme de que el dinero que perdieran después de esto fuera la misma cantidad. Estoy segura de qué me preguntarás por qué lo hice; bueno, por diversión en realidad. ¡Jamás hubiera imaginado que habían apostado un carro deportivo!

Emilia solo actuó por diversión, pero para Romina, lo hizo para humillarlos. Al final, me di cuenta de que Emilia y Santiago eran similares: ambos eran unos genios y eran tan inteligentes, al grado que las personas los admiraban por ello. Estaban más que conscientes del lado oscuro del mundo, pero eran amables con aquellos que los rodeaban.

—Hablaré con Santiago más adelante. Si no le importa, le pediré que te dé uno de los carros —prometí después de que escuché la envidia en su voz cuando mencionó los carros deportivos.

—Gracias, Regina. —Ni siquiera lo dudó.

Cuando llegamos al hospital, Emilia insistió en que me fuera. La miré preocupada y le pregunté:

—¿Estás segura de que estarás bien por tu cuenta?

—Sí, aún tengo cosas que hacer.

—Ten cuidado —repliqué mientras le daba unas palmadas en el hombro. Solo causaría problemas si me quedaba, así que accedí.

—Lo tendré —prometió.

Llamé a mi asistente cuando regresé al carro para solicitar unos guardaespaldas para seguirme. Serían una precaución contra Nicolás. Era más fácil para él encontrarme en esta ciudad, por lo que tener un par de guardaespaldas conmigo sería más seguro.

—Bristonia solía ser nuestra base, así que aún hay mucha de nuestra gente aquí. Los llamaré de inmediato y deberán llegar contigo en media hora —contestó mi asistente.

Su trabajo eficiente siempre había sido bueno, así que colgué, sintiéndome aliviada. Justo cuando iba a llamar a Santiago para preguntarle dónde se encontraba, recibí la llamada de otro número. Era un contacto que guardé en mi celular, pero no me era conocido…

¿Mi madre biológica? Si ella decidió llamarme cuando yo todavía no la había contactado… ¿¡Acaso se enteró sobre mi encuentro con mis padres!? Miré mi teléfono con nervios. Las emociones se acumularon en mi interior: miedo, rechazo, duda. El teléfono continuó sonando, pero estaba reacia a contestar. Después de darle vueltas por un gran rato, al final presioné el botón.

—¿Regina?

La voz al otro lado habló en un tono gentil. Sonaba como una mujer entre 30 y 40 años. Su tono era firme y determinado. Quise preguntarle si de verdad era mi madre biológica, también por qué había hecho que mis padres desaparecieran y además…

«¿¡Por qué me abandonó!? ¿Por qué me importan estas cosas!?».

Traté de reprimir las emociones complicadas que surgían de mi interior. Fruncí mis labios y, con calma, pregunté:

—¿Quién habla?

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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