Te regalo toda una vida de amor Capítulo 144

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 144

—Todo lo que pasó hoy fue planeado por Lucas. Quería saber a quién escogerías entre Nicolás y yo, así que te puso en una situación que involucrara aquello que más te complicaba las cosas: tu pasado. El sentimiento que Cristóbal y Nicolás alguna vez te hicieron experimentar fue genuino y parte de tu vida. Podemos decir que fueron tu juventud y jamás te forzaré a olvidarla.

Sus palabras me sorprendieron por un momento y, por pura reacción, alcé mi mirada hacia él para toparme con sus ojos.

—Puedes quedarte con esos recuerdos, sean tristes o bellos, y cuando al fin estés lista para dejar ir el pasado, puedes venir a hablar conmigo. No te preocupes; no me reiré de ti ni o del hecho de que amaste a alguien. Esos recuerdos son tu pasado y cada uno de ellos se merece todo mi respeto.

Él agachó su mirada hacia mí. Había una calidez en sus ojos calmados, los cuales eran fríos la mayoría del tiempo. Este calor llegó de inmediato hasta mi corazón. Nadie me había hecho sentir así. Santiago respetaba cada uno de los aspectos que me hacían la persona que era y jamás me malentendía o peleaba conmigo. Incluso analizaba los problemas desde mi perspectiva.

Era natural que un hombre tan perfecto como él mereciera el respeto de la gente, aunque esa misma perfección hiciera que yo fuera menos compatible con él. Yo no merecía a alguien así.

La que alguna vez fue la poderosa presidenta de la compañía, Regina Esquivel, quien se casó con un miembro de la familia Ferreiro, al fin experimentó lo que era sentirse humilde ante otra persona. Ese sentimiento me ahogaba y me quedé observando a Santiago, sin aliento. En ese momento, el elevador se detuvo y él salió caminando, conmigo todavía en sus brazos. Mientras nos adentramos al pasillo, Santiago suavizó su voz y dijo:

—No tienes que preocuparte por lo que dijo Lucas. Lo que ocurrió hoy termina hoy también. Entiendo por qué hiciste lo que hiciste, pero no lo repitas. Aunque desobedezcas mis indicaciones, debes contarme la razón. No te guardes las cosas y tampoco te quedes callada.

Alcé mi mano para secarme las lágrimas. Era raro ver a Santiago hablando tanto. Él continuó murmurando:

—Nuestro tiempo de vida es corto y la vida que quiero compartir contigo es aún más corta. Solo piensa en que cuando nos conocimos, ya habían pasado casi treinta años de mi vida. Por otro lado, Reina, debes recordar que los malentendidos, el sufrimiento y las mentiras causan emociones negativas que poco a poco nos irán alejando del otro.

Entonces, hizo una promesa solemne.

—En el futuro, sin importar si mis emociones son malas o buenas, no te apartaré de mí. Es solo que… hay muchas cosas que no podemos controlar en el mundo, pero no me detendrán. Tengo la habilidad y el poder para resolver esos problemas, pero solo no me puedo deshacer de uno de los aspectos de lo que no puedo controlar… y ese es tus sentimientos hacia mí.

Cada palabra que dijo tocó mi corazón. Era como un hombre que conocía muy bien las relaciones amorosas, pero que había sufrido tanto. Esto me sorprendió y me dejó asombrada ante toda la información que me había revelado este hombre. Mis ojos estaban rojos mientras lo observaba.

En ese momento, noté que el collar de su camisa estaba un poco abierto, lo que dejaba su clavícula expuesta, mientras que sus ojos, de repente, se hicieron atractivos e intoxicantes. Mis labios estaban sellados con fuerza y observé que Santiago me hizo un gesto con sus ojos para que abriera la puerta. Solté un sollozo y, con solemnidad, admití mi error.

—Lo que ocurrió esta noche fue mi culpa. A pesar de que ya no tengo ninguna relación con ellos, fueron quienes me enseñaron a crecer y los considero mis amigos. Además, era una cuestión de vida o muerte… Jamás pensé en esconderte cosas, pero temía que te sintieras incómodo. De hecho, manejé esta situación usando el método equivocado y debí serte franca desde el inicio.

Entonces recordé lo que Nicolás me hizo en el estacionamiento. Sabía que Santiago ya lo había descubierto y estaba claro lo que había ocurrido. Extendí mi brazo para agarrar su mano fría y, con un tono suave, le dije:

—Nicolás no está bien de la cabeza y su condición es muy seria. Él… Lo siento, pero dejé que se saliera con la suya. Santiago, te prometo que tendré guardaespaldas conmigo cuando salga.

—Está bien. Sé que no tuviste otra opción más que aguantar. Es su culpa, no la tuya. Solo él es el responsable de esto, no tú, así que no te sientas mal por eso.

Santiago tenía un profundo sentido de la justicia y era muy observador. Me conmovió, por lo que tomé su mano con la mía.

—Santi.

—Abre la puerta. —No obstante, él solo agachó su mirada y me ordenó con calma.

Aun así, no le hice caso. En su lugar, me reincorporé para besarle la barbilla. Entonces, él me acercó por mi cintura. Me miró con sus ojos seductores y me atrajo con su ronca voz. El sonido era como la brisa y me estremeció todo el cuerpo. Al final, perdí toda la fuerza en mis piernas y caí a su abrazo. Mientras estaba ahí, pude ver cómo su manzana se movía en su cuello a la vez que delineaba su sensual clavícula.

A pesar de que desde hace mucho sabía que Santiago era toda una obra maestra, siempre pensé que, si no podía convertirme en su esposa, al menos sería una gran experiencia si solo dormía con él.  Además, para ese punto ya teníamos sentimientos por el otro. Feliz, le besé su barbilla de nuevo, lo que hizo que él alzara una ceja y preguntara:

—¿No planeas entrar?

—La contraseña es 9977 —contesté sin soltarlo, pues no quería hacerlo.

Santiago extendió una mano para ingresar la contraseña y me llevó a mi cuarto. Justo cuando me imaginé que algo ocurriría, tomó la camisa que dejó ahí la última vez y se fue al baño. Si bien estaba algo decepcionada, en ese momento recibí un mensaje de Emilia.

«Acabo de llegar a casa. Jacobo me contó que me salvaste. Gracias, Regina. Eres mi mejor amiga de por vida».

Después de leer el mensaje, algo maduro para una muchacha de 17 años, de repente recordé a Cristóbal comentando que le falló a Emilia. ¿Qué hizo para fallarle? Por lo tanto, pregunté:

«¿Ya conocías a Cristóbal? Justo hoy me contó que te falló».

Después de un rato, contestó con un mensaje de voz.

—No fue nada grande. Nos encontramos en Japón y tuvimos una pequeña discusión, pero todo se arregló, así que no hay necesidad de que siga con eso.

La voz de Emilia sonaba dulce y cariñosa, ese mismo tono que se escuchaba en los jóvenes, aunque había una pizca de indiferencia en ella, como si no le importase nada en realidad.

Justo cuando pensaba cómo responderle, me mandó una imagen. Era una fotografía que se tomó en una iglesia en la noche. El edificio estaba adornado con luces y todas las personas que aparecían en ella usaban la misma ropa, incluidos Emilia y Cristóbal. Sí, era correcto: estaban en la misma fotografía.

Emilia vestía una bata negra que tenía incontables flores blancas cosidas. Su cabello estaba suelto y casi tocaba su cintura. Lucía hermosa, como recién salida de un cuento de hadas. Si de por sí era hermosa y joven, en esa foto parecía aún más joven y recordaba a una niña inocente y pura. No obstante, tomando en cuenta cómo actuó en la estación de policía, supondría que sería más un hada astuta, escondida en la oscuridad y esperando el momento para atacar.

En cuanto a Cristóbal, él vestía una bata de color crema y unos pantalones bordados al filo de la bata, lo que encajaba con él. Sus ojos lucían relucientes en la imagen, como si tuvieran el brillo de miles de estrellas, tal y como los recordaba. Al cerrar la imagen, vi que Emilia me mandó otro mensaje.

«Pude ir a la misa en la iglesia y fue ahí donde me topé con Cristóbal. Por desgracia, hubo un robó una vez terminó la misa, lo que ocasionó que Cristóbal y yo nos perdiéramos mientras perseguíamos al ladrón. Entonces, algo ocurrió en medio de todo esto, pero no lo contaré porque no quiero molestarte. No estoy segura de a qué se refirió Cristóbal cuando dijo que me falló, ¡pero estoy segura de que no es nada grave!».

Respondí su mensaje con un audio.

—Solo pregunté por curiosidad. ¿Cómo estás? ¿Ya te bañaste? ¿Estás en un lugar cálido?

—Sí. Estoy jugando en el celular porque no puedo dormir —contestó con un mensaje de voz.

—Caíste al océano y estuviste expuesta a la brisa del mar por mucho tiempo, así que la temperatura de tu cuerpo bajó considerablemente. —Le recordé con un tono gentil. —Deberías dormirte temprano…

Antes de que pudiera terminar, Santiago abrió la puerta del baño. Vestía solo una camisa blanca desabrochada, dejando expuesto su pecho firme. Había algunas cuantas cicatrices en su abdomen, lo que hizo volar mi imaginación sobre cómo emanaba un aire de cierta masculinidad ruda de él. Entonces, con mi mente distraída, mandé otro audio.

—Emilia, tengo algo que hacer y ya no podré seguir hablando. Te invito a comer en unos días. Nos vemos.

Una vez mandé el mensaje, dejé el teléfono de lado. Mientras tanto, Santiago se secaba el cabello con su toalla y me miró con sus ojos claros. Su voz sonó calmada mientras preguntó:

—¿Aún no estás cansada?

—Te estaba esperando. —Entonces, de forma inconsciente, comencé a caminar hacia él.

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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