Te regalo toda una vida de amor Capítulo 129

Te regalo toda una vida de amor Capítulo 129
Santiago me mimaba y recibía estabilidad de su parte, pero jamás había sentido que él me mostrara eso llamado «amor». No fue hasta ese punto que yo, la persona que solía ser muy tolerante en las relaciones, comenzaba a volverme prepotente e impaciente cuando exigía respuestas del hombre que amaba. Yo solía seguir a las espaldas de los demás bajo mi propia voluntad y yo no podía volver a ser ese tipo de persona, pero esto no cambiaba nada porque no había diferencia alguna entre la manera en que iba detrás de Santiago a como yo solía hacerlo con Nicolás; en aquellos días, me casé con él y lo conseguí, excepto por su amor; ahora tenía a Santiago, pero él era tan frío conmigo como una roca.

Santiago me miró en ese momento con una mirada despejada e indiferente, lo que causó que el miedo empezara a acumularse dentro de mi corazón. Yo había cometido un error y estuve equivocada desde un inicio, eso fue haber sido tan terca en pedirle a él que estuviera conmigo y esperar a que él fuera recíproco con mis sentimientos. Quería decir algo cuando abrí mi boca, pero tampoco podía sacrificar mi autoestima para poner en duda sus sentimientos por mí una vez más; todo se volvió muy claro de repente, pues no había gozo ni descontento, lo único que quedaba al final era mera ironía. Ante eso, dibujé una sonrisa falsa en mi rostro y cambié de tema cuando pregunté:

—¿No irás a trabajar hoy? —Hubo un destello en su mirada cuando se percató de mi tranquilidad.

—Más tarde iré a la casa de campo de los Genova. —Era probable que se refería a esa propiedad enorme que estaba entre Bristonia y Eldamia. Me conformé con su comentario con calma, pero luego retrocedí un paso en mi mente cuando él indicó—: Tú vendrás conmigo, Mayra.

Yo ya no sabía cómo lidiar con él en ese momento y lo único que quería era marcharme de ese lugar tan represivo, por lo que sacudí mi cabeza y rechacé su oferta.

—Hay algo que tengo que hacer más tarde en la oficina. —Él se quedó callado y se fue de la habitación después de un rato, por lo que me puse de pie para irme a parar a un lado de la ventana y fue ahí que vi a Joel esperando abajo en las escaleras; poco después, apareció Santiago vestido de traje por los escalones y caminó hacia él con esas piernas tan largas. Estaba a punto de subirse al auto, pero no antes de mirar hacia arriba por un segundo y hacia el punto en donde yo estaba parada, por lo que sonreí con desprecio de mi propia persona; él apartó la mirada después de eso y se subió al auto para irse del vecindario.

Caí desplomada contra el suelo y desanimada tan pronto como se esfumó el vehículo y fue en ese preciso momento que me pegó el hecho que me había atrapado a mí misma en un nuevo círculo vicioso, tal cual como lo había hace tres años. Me arrepentía tanto en mi corazón que empecé a llorar con amargura mientras que me sostenía el rostro con mis manos; de haber tenido la habilidad de volver a empezar desde cero, yo nunca hubiera empezado una relación con Santiago, ¡mucho menos haber asumido el valor de confesar mi amor por él! Mis penas me aplastaban el corazón mientras me encontraba sentada en frente de las ventanas y abrazando mis rodillas por un largo rato hasta que recibí una llamada de Gabriel.

—Presidenta Esquivel, encontré al mayordomo de aquel entonces.

—¿Dónde está? —le pregunté.

—La está esperando a la entrada de la ciudad. —En todo ese tiempo nunca paró la tormenta eléctrica que azotaba Bristonia y lo reconsideré por un momento antes de tomar mis llaves para dirigirme hacia el punto más alejado de la ciudad. A lo lejos podía ver a un hombre de tercera edad que sostenía un paraguas de color oscuro parado en la intersección y yo acababa de estacionar el auto cuando un camión se aproximó desde lejos en dirección al viejo, por lo que lo mandó volando cuando chocó con él.

Perdí todo el color de mi rostro tan pronto como ocurrió eso y corrí a toda prisa con él; su rostro estaba lleno de arrugas, pero reconocía esa cara familiar de los tiempos de mi infancia, Camila y yo solíamos estar casi todo el tiempo pegado a él. El hombre trataba de jalar aire con mucha dificultad mientras que acercaba su mano para sostener la mía con fuerza, a la vez que resollaba entre palabras:

—Señorita Regina, ha pasado mucho tiempo… Yo le tengo… un secreto que le he querido contar. —Le estrujé su mano y le dije para calmarlo:

—¡Resista, estará bien! —Un buen samaritano hizo el gran favor de llamar al número de emergencias, mientras que el viejo mayordomo tartamudeaba con sangre en todo su rostro:

—Señorita Regina, a decir verdad, el señor y la señora Esquivel… No, para serle honesto… usted no es de la familia Esquivel. Su nacimiento va más allá que solo… Pero, señorita Regina, me tiene que oír y buscar…

¿Yo no era de la familia Esquivel? ¡¿Qué quiso decir con eso?! Esas palabras me dejaron petrificada en mi posición y sostuve su mano con fuerza mientras que le preguntaba qué debía ir a buscar, pero él se desmayó en mis brazos antes de que tan siquiera pudiera decir unas cuantas palabras. La ambulancia llegó dentro de poco y la seguí en mi auto hasta el hospital y durante todo ese tiempo estuvieron intentando reanimarlo. Pasó mucho después de eso que llegó Gabriel acompañado de la familia del mayordomo y tan pronto como él vio lo empapada que estaba, se me acercó para colocarme un abrigo encima. Yo temblaba del frío cuando lo tomé del brazo y le pregunté:

—¿Qué fue del conductor del camión?

—Acaba de ser interrogado por la policía, parece que estaba manejando bajo la influencia del alcohol y ahora mismo se encuentra bajo custodia.

—Dime, Gabriel, ¿crees que eso haya sido una coincidencia? —le volví a preguntar, lo que lo dejó atónito y expresó:

—¿Quiere decir que…?

—No hay tal cosa como una coincidencia —le respondí, pues las coincidencias no eran muy comunes en el mundo; todo debía ser parte de una conspiración.

El mayordomo no fue sacado de la sala de cirugía en camilla hasta después de dos horas; estaba vivo, pero permaneció inconsciente y el médico le informó a la familia que estuvieran preparados mentalmente, pues argumentaba que estaba la enorme posibilidad de que quedara en estado vegetativo. Mi corazón se sentía como si fuera aplastado por una montaña de gran tamaño y me era difícil respirar, me fui caminando lentamente con Gabriel hasta la salida del hospital, pero, a la entrada del lugar, alcancé a ver que un auto de lujo se detenía a un lado de la carretera; yo reconocí ese vehículo e incluso me fue demasiado familiar. En los tres años que estuve casada con Nicolás, él solía conducir ese Maybach y las placas se me quedaron grabadas en mi corazón. Cerré mis ojos y le dije a Gabriel con mis pocas fuerzas:

—Te puedes ir primero. —Por lo que asintió y me entregó el paraguas, pero no fue hasta que se retiró que arrastré mis pies hacia ese Maybach, cuya ventana descendió poco a poco mientras que me iba acercando hasta que reveló el rostro apuesto de ese hombre; me detuve en mi camino cuando estuve indispuesta a aproximarme un paso más, por lo que Nicolás inclinó su cabeza mientras que me preguntaba decepcionado:

—¿Me extrañaste? —Me le quedé viendo aún con el paraguas en la mano y sin decir una palabra, pero la tormenta seguía cayendo entre nosotros. Él mostró una mueca burlona, a la vez que seguía preguntando—: ¿Estás feliz con Santiago, Gina?

Con total sinceridad, le sacudí mi cabeza y respondí:

—No.

—¿Eh? —expresó con las cejas levantadas.

—Estoy triste porque él no me ama.

—En ese caso, ¿a quién crees que le pertenezca su amor? —preguntó de un modo directo.

«Tiene razón, Santiago no ama a nadie en su corazón». Me respondí en silencio y pude deducir que el Nicolás que estaba en frente de mí en ese momento era el mismo de siempre, a la vez que los recuerdos que tuvimos en los últimos tres años cruzaban por mi mente cuando miraba ese rostro tan familiar. Yo fui la persona que tiró la toalla primero en nuestra relación y también fui quien lo dejó de manera definitiva porque había escogido estar con Santiago. Pero ¿qué podía hacer? Yo no sabía que él seguía con vida cuando lo elegí y fue por eso que bajé la guardia mientras que empezaba una vida nueva e inclusive si lo seguía amando en ese momento, se debía a un amor por esos años de nuestro pasado y que no tenía relación alguna con el amor que sentía en el presente.

Me había quedado callada en ese instante, pero luego escuché la voz gentil de Nicolás resonar a través de la lluvia:

—Cometí tantos, pero tantos errores en el pasado que terminaron siendo un tormento para ti. Es por eso que te perdonaré por una ocasión y permitiré que estés con Santiago con la esperanza de que seas feliz con él; pero espero que, cuando las cosas se pongan duras para ti y que no puedas aguantarlo más, recuerdes regresar conmigo y te aceptaré incondicionalmente. —Tal vez él estaba dispuesto a aceptarme de esa manera, pero yo no y era incapaz de volver a su lado. Las lágrimas se me acumularon en los ojos, pero me obligué a tranquilizarme.

—Nicolás Ferreiro, este camino lo elegí por mi cuenta, pero no importa si podía aferrarme o no porque yo ya no tenía nada que ver contigo. —Dije esas palabras con el objetivo de destruir sus esperanzas, pero ahora que sabía que él estaba vivo, deseaba que fuera feliz con su nuevo comienzo.

—Gina, ¿cómo esperas que un hombre cruel y distante se enamore de ti?

 

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Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)

Score 9.2
Status: Ongoing Type: Author: Artist: Released: June, 6, 2023 Native Language: Spanish
Content
  • Te regalo toda una vida de amor (Nicolás Ferreiro)
En secreto, estuve enamorada de Nicolás Ferreiro durante nueve años e incluso cuando era adolescente, solía seguirlo a todos los lados. Cuando crecí, acepté convertirme en su esposa, sin embargo, en nuestra relación nunca hubo amor o piedad, ni siquiera cuando le pedí el divorcio y puse la influencia de mi familia en juego, cambió su trato hacia mí. Para mi mala suerte, él tampoco recordaba a aquella niña temerosa y precavida que lo seguía. Así que, tuve que divorciarme para comprender que durante todo ese tiempo, mi amor por él no era correspondido, porque la persona a la que en realidad había amado de aquí a la luna, jamás fue él; al parecer, estuve equivocada desde un principio.

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