Tu Leti Ya Está Muerta Llámam Leticia Capítulo 761

Capítulo 761 

Israel se despidió de Leira y se apresuró a regresar a casa. 

Leticia no trabajaba hoy y él quería pasar tiempo con ella en un raro momento familiar. 

Pero, apenas se subió al auto, el mayordomo de Lago de la Bella Montaña la llamó. 

Israel contestó el teléfono. 

El mayordomo dijo alarmado: “Sr. Herrera, ¿cambió usted el cuadro que estaba colgado en la sala?” 

Israel frunció el ceño. 

El cuadro en la sala era una Virgen pintada por Yolanda. 

“¿El cuadro fue cambiado?” 

El mayordomo, al escuchar esto, supo que no fue Israel quien lo cambió y exclamó con asombro: “Sí… sí, esta mañana cuando subí, todavía estaba ese cuadro. No hubo ninguna alarma en el sistema de seguridad, ¿cómo pudo haber sido cambiado?” 

“Alerta a la policía, voy para allá ahora mismo.” 

Colgó el teléfono, Israel inmediatamente pidió al chofer que cambiara el destino. 

Media hora después, Israel llegó al Lago de la Bella Montaña. 

El mayordomo ya lo estaba esperando ansiosamente. 

El mayordomo, con cara de culpa, dijo: “La policía está revisando las cámaras de seguridad cercanas. La cámara del segundo piso fue apagada accidentalmente por una empleada nueva, de lo contrario, ya habríamos encontrado al ladrón.” 

Israel tenía muy mala cara. 

Ese cuádro tenía un significado profundo tanto para él como para Yolanda. 

-No importaba quién lo hubiera robado, él haría pagar un alto precio a esa persona. 

No le prestó atención a lo que decía el mayordomo, subió al ascensor, llegó a la sala y las puertas del ascensor se abrieron lentamente. 

Israel levantó la cabeza con el rostro serio, cuando vio el espacio que solía ocupar el cuadro de la Virgen, se quedó atónito. 

Incluso se olvidó de bajar del ascensor. 

El mayordomo, al ver a Israel así, estaba muy asustado. 

Él también era un empleado antiguo de la familia Herrera, Israel confiaba mucho en él, así que lo trajo a su nueva casa. 

Ahora, antes de que el dueño se mudara oficialmente, había perdido un cuadro tan importante para él. 

Las puertas del ascensor estaban a punto de cerrarse, Israel levantó la mano para detenerlas, salió rápidamente y se acercó al cuadro. 

Un prado verde azulado ondeaba al viento, los colores y las capas eran muy hermosos y un gran árbol se erguía en silencio en el viento a lo lejos. 

Bajo el cielo azul, en el prado, había la silueta de una joven pareja con sus dos hijos. 

La hija estaba montada en los hombros de su padre, levantando alegremente las manos, y el hijo sostenía la mano de su madre. 

A pesar de que eran siluetas, la habilidad del pintor era asombrosa y al mirarlo, Israel pudo imaginar sus rostros. 

El padre era él. 

La madre era Leticia. 

Uno de los niños era Emilio y el otro era Yolanda. 

El mayordomo, viendo a Israel parado allí, no pudo evitar decir ansiosamente: “¡Sr. Herrera! No se preocupe, ¡seguro que encontraremos el cuadro!” 

Israel miró al mayordomo y sonrió: “Dile a la policía que fue un malentendido, el cuadro no fue robado.” 

El mayordomo, con cara desconcertada, preguntó con dudas: “¿Pero este cuadro…?” 

Israel no prestó atención al mayordomo y caminó directamente hacia la habitación, fue directo a la habitación de Yolanda, abrió la puerta y encontró la imagen de la Virgen cuidadosamente protegida de nuevo. 

El mayordomo lo siguió aún más confundido: “¿Qué… qué está pasando?” 

Israel pensó en cómo Yolanda quería hablar con Leonardo de repente y recordó todos los pequeños gestos de Leonardo al partir, se sintió muy 

conmovido. 

“Una sorpresa de mi hija”, dijo israel, con un dejo de ernoción en su voz. 

Cuando Emilio estaba en el hospital, Yolanda corrió a casa a pintar de repente, ¿así que quería pintar para él?