Tu Leti Ya Está Muerta Llámam Leticia Capítulo 483

Capítulo 483 

“Israel habis bastante contigo, verdad?” Cindia miró a Israel. “¿No te habrás vuelto loco y la has confundido con Leticia?” 

Israel la miró en silencio 

“Cindia, él no eligió ser tu hijo voluntariamente Todos estos años, tú y Lucía lo forzaron a ser a lo que es hoy, introvertido y frio. ¿No fue suficientemente bueno para ti antes, aunque era Introvertido y frío? Todos esos parientes tuyos que enloquecieron por dinero en la familia Herrera, los que causaron muchas deudas, ¿no fue Israel quien solucionó todos esos problemas por ti? Cuando descubriste que él estaba fuera de control, te uniste a la élite de la familia Herrera para echarlo. En ese momento, ¿pensaste en el amor de madre? ¿Hasta qué punto tienes que acosar a alguien para que finalmente puedan luchar?” Leticia habló con claridad. 

Durante los años que Leticia e Israel estuvieron juntos, Cindia actuó de manera imprudente. Especialmente después de que Lucía tuvo problemas, Cindia se volvió como alguien sin restricciones, tratando de tomar el control de la familia Herrera y convertirse en la próxima Lucía, sin poder ocultar sus ambiciones. 

En este camino, la primera persona que quería eliminar era Israel. 

“¿Quién eres tú?” Cindia se dio cuenta de que algo andaba mal. 

Leticia la miró fríamente. “No te preocupes, tarde o temprano sabrás quién soy“. 

“Basta, no te enojes más, sube al auto, vámonos a casa“. Israel ya no estaba tan nervioso y volvió a tomar a Leticia con firmeza. 

Su amada Leticia nunca cambió. Siempre eligió estar de su lado sin dudar. 

“Alguien como ella, que ni siquiera considera el afecto familiar, no deberías tener en cuenta sus sentimientos. ¡Tú maneja la situación como creas conveniente!” Leticia dijo seria. Israel sonrió y asintió: “Está bien, haré lo que mi esposa diga.” 

Leticia: “.. 

Sin duda supo aprovechar la oportunidad. 

Leticia ignoró a Cindia y subió al auto. 

Un rato después, Leticia encendió el auto y se fueron. 

La cara de Israel estaba llena de sonrisas. 

“¿Quién es ella?” Cindia preguntó en voz alta. 

“Mamá“, respondió Israel sin cambiar de opinión. “Recién dijiste que no te conté sobre el asunto era porque quería robarme tu supuesto amor maternal. Pues estás equivocada.” Cindia lo miró con una fría sonrisa. 

“Yo no te conté porque sabía que, apresurarte a volver al trabajo sin que tu cuerpo se recuperara después de dar a luz, te hacía casi imposible tener otro hijo. Y si te enteraras de que no soy tu hijo te golpearía mucho más. Así que le prometí a mi abuela que no te contaríamos este secreto durante el resto de tu vida. Incluso cuando intentabas estrangularme para obtener el control del Grupo Herrera, nunca dejé de cumplir mi promesa. Siempre he decidido cuidarte como si fuera tu verdadero hijo. Hubo un tiempo que de verdad te consideraba mi madre Israel hablaba con voz fría. 

La mano de Cindia tembló ligeramente. 

“Seguiré dándote dinero para mantenerte cada mes“. En el oscuro estacionamiento, Israel miró a Cindia. 

Cuando era niño, tenía recuerdos felices de su madre cuidándolo. 

Cuando estaba enfermo o herido, su madre siempre dejaba a un lado lo que estaba haciendo para cuidarlo con ansiedad. 

Pero más tarde… 

Cuando volvió a trabajar con la familia Herrera, ya no tenía tiempo para preocuparse por él, y por lo tanto, fue llevado con su abuela. 

La disputa entre Cindia y Lucía empeoró gradualmente. 

A pesar de que anhelaban al hijo que tanto esperaron, Cindia e Israel se fueron distanciando porque él creció al lado de la persona que ella odiaba. Porque temía que su hijo se hubiera unido al bando de Lucía, Cindia siempre desconfiaba de él. 

Estos problemas acumulados con el tiempo causaron la ruptura de la relación entre madre e hijo. 

“De ahora en adelante, ya no seremos madre e hijo“, dijo Israel con indiferencia. 

Dicho esto, se fue de vuelta a la iglesia. 

Cindia se quedó dónde estaba. Cuando reaccionó, se arrodilló en el suelo y comenzó a llorar desconsoladamente con la cara cubierta. 

¡A pesar de que había trabajado duro toda su vida, al final no obtuvo nada! 

¡No podía superarlo! ¡No podía superarlo en absoluto!